Por Julio A. Louis:
El 5 de mayo se cumplen doscientos años del nacimiento de
Carlos Marx. Y este año, ciento setenta de la aparición de “El Manifiesto
Comunista”, la obra más difundida suya y de su inseparable camarada, Federico
Engels. El materialismo dialéctico mal denominado e injustamente conocido como
marxismo es una de las tres grandes concepciones de la civilización occidental,
precedida por el cristianismo surgida en el medioevo europeo y la
individualista que aparece con Montaigne en el siglo XVI, en la que el individuo
aparece como la realidad esencial y que históricamente corresponde al
liberalismo y es la concepción burguesa del mundo.
Desde la caída de los regímenes del “socialismo real” el
materialismo dialéctico se presenta como una concepción abierta, sin
pretensiones de infalibilidades, y sobre todo, con una tradición de teoría al
servicio de las clases y sectores explotados, oprimidos y alienados. En los
aportes de sus fundadores y de sus continuadores están las raíces críticas del
capitalismo y la promoción de la lucha revolucionaria en pos de una nueva
sociedad, con una primera fase socialista y una segunda comunista, meta última
de Marx y Engels, donde cada individuo aportaría de acuerdo a sus
posibilidades, y recibiría de acuerdo a sus necesidades. La teoría es plenamente reivindicable,
despojada de la falsa pretensión
doctrinaria que regla el pensamiento, de una filosofía de la historia o
sociología de las clases que anuncie la inevitable victoria del proletariado, o
de la idea de la inexorabilidad del progreso.
El capitalismo del siglo XXI
El capitalismo ha demostrado adaptabilidad y ha sobrevivido
a las diversas crisis y a las luchas de las clases, capas y sectores explotados
y oprimidos. Con los descubrimientos e inventos que más le sirven, ha
conseguido desarrollar las fuerzas productivas, que en la actualidad se
expanden especialmente con las tecnologías de la información y la comunicación.
Además, la tendencia de la burguesía es
a unificar sus empresas y su poder en escala mundial, lo que se ha denominado
“globalización”. Y por encima de los organismos oficiales la ONU, la OTAN, el
Banco Mundial, el FMI, etc. existe un verdadero poder en las sombras del denominado
Club de Bilderberg -nombre derivado del hotel holandés donde se celebraron las
primeras reuniones, en que desde hace décadas los principales líderes políticos
y empresariales del mundo, delinean las orientaciones de las organizaciones
antedichas y de los Estados Nacionales. Al creciente poder centralizado que
opera en el campo económico, político, militar, etc., se agrega el inmenso
poder de los medios masivos de comunicación, de iglesias oscurantistas y de
ONGs “humanitarias” que “orientan” la opinión de las grandes masas en beneficio
de esos poderes y no de ellas mismas.
El materialismo dialéctico -que nace con la Revolución
Industrial y el proletariado moderno- piensa en esta clase como la
revolucionaria por excelencia. Clase constituida por los que sólo poseen su
fuerza de trabajo, radicando su fuente de ingresos en el salario, destacándose
por su elevada concentración derivada de la gran industria. Sin embargo, con
las revoluciones científico técnicas ocurridas en estos dos siglos, el motor
del desarrollo económico se ha desplazado de la industria a los servicios.
Ahora bien, Marx y Engels valoran que quien está mejor preparado para oficiar
de vanguardia revolucionaria es el proletariado productivo, industrial, por su
concentración, nivel de educación, etc. Pero, todas las modificaciones
estructurales del capitalismo fragmentan al proletariado, y producen transformaciones en el conjunto de la masa
trabajadora. El resultado es la existencia de una nueva clase trabajadora con
otras características, también explotada, oprimida, alienada. Además, se
extienden los marginados, carentes de una concepción revolucionaria, que se
contentan para decirlo con palabras de Lenin con “las migajas” del festín de
la burguesía trasnacional. Todo lo cual obliga a analizar las nuevas relaciones
sociales entre las clases y sus luchas, que involucran también a otros
componentes, como las etnias (muy importantes en ciertas regiones de Nuestra
América) y diversos sectores componentes del bloque popular.
Del socialismo en estado larvario al socialismo
Por otra parte, el materialismo dialéctico debe asumir el
fracaso del presunto “sistema socialista”, mejor definido como proto-socialismo
o socialismo en estado larvario (2), que no ha conducido al socialismo, lo que
es muy bien utilizado por el bloque burgués dominante.
Fracaso que abre la
interrogante: ¿hay motivos para pensar que habrá una transición socialista en
el futuro? En todo caso, el desarrollo histórico no es lineal y lo confirma el
capitalismo. Un “primer capitalismo” triunfa en Europa en el siglo XVI en la
zona mediterránea, desaparece ante la reacción nobiliaria y reaparece, bajo
otras coordenadas, en la Inglaterra de la Revolución Industrial, en los siglos
XVIII y XIX. (3)
¿Qué han dejado
dichas experiencias? De las afirmaciones de los principales teóricos vale
rescatar dos conclusiones: que el socialismo es imposible de construir mientras
haya pobreza material y espiritual de los pueblos, y que son inviables las
construcciones aisladas en los marcos nacionales.
De lo expuesto, ¿puede inferirse que la humanidad debe optar
por el capitalismo, pues quizás consiga
superar sus deficiencias? No lo creemos porque las razones para combatir al
capitalismo son cada día mayores. Señalamos las principales. Pese a que toda la
humanidad podría vivir bien, asistimos a una repugnante desigualdad: las ocho
personas más ricas del mundo, poseen la misma riqueza que la mitad más pobre de
la humanidad, aproximadamente 3500 millones. Las personas sub-alimentadas
aumentan: 777 millones en 2015 y 815 en 2016. Pero la ganancia está ante todo:
en 2017 en Uruguay se tiraron toneladas de manzanas para evitar la caída de su
precio, de todo lo cual los medios masivos de comunicación apenas informan.
Se agrega que el capitalismo perturba peligrosamente a la
naturaleza. Contamina al agua, al aire, a la tierra, al tiempo que desaparecen
especies animales y vegetales. Lo ha dicho el Papa Francisco I, lo ha
sintetizado Evo Morales: “o muere el capitalismo o muere la Madre Tierra”.
Otro asunto “menor” es el de los problemas físicos y
síquicos perjudiciales para los seres humanos, que el capitalismo no ha creado,
pero que agrava. Hoy casi no corremos y caminamos poco. Hemos pasado de ser
animales altamente activos a sedentarios. Desde la era industrial se ha
acentuado la discordancia entre el pasado del género humano y el presente.
Sabemos que es preciso equilibrar entre el ejercicio físico y el mental, pero
las condiciones económicas, tecnológicas y aún culturales, lo impiden para las
grandes mayorías.
Además, vuelve imposible la equidad, pues las naciones
pobres no tienen derecho a vivir como las ricas. Si todas adoptaran el modo de
vida estadounidense se necesitarían cinco o seis planetas como la Tierra para
abastecerlas, pues Estados Unidos con el siete por ciento de la población
mundial consume la cuarta parte de los recursos del planeta. Si todos los
habitantes vivieran con el nivel de vida medio de Francia, se necesitarían tres
planetas. Al capitalismo lo disfrutan pocos y lo sufren muchos. (5)
¿Qué hacer hoy?
No obstante, a nivel mundial en general no son tiempos de
revoluciones como los de la Revolución Francesa o la Revolución Rusa. Para que
haya una revolución, es preciso una situación revolucionaria, caracterizada
porque las clases dominantes no pueden mantener inmutable su dominación, porque
se agravan la miseria y los sufrimientos del bloque social explotado y
oprimido, y porque hay intensa actividad de resistencia de las masas, esto es,
de la población activa. Además, se precisa una crisis revolucionaria, que
agregue a esas condiciones la capacidad de los ‘de abajo’ de accionar con
fuerza para derribar al régimen cuestionado. La crisis del sistema capitalista
se perfila de larga duración, y no habrá retroceso inmediato del sistema porque
no hay quien lo derribe.
En tales condiciones, vale trabajar en base a la clase
trabajadora diferente al proletariado fordista perfeccionando la lucha
ideológica desde diversos puntos del
mundo, contra la alienación propagada por el gran capital, para que se enhebren
procesos, acercando progresivamente las legítimas y diversas experiencias de
los pueblos en la búsqueda del socialismo y del comunismo. Para ello es
primordial fortalecer el
internacionalismo de los trabajadores,
imprescindible ante el poder mundial de las sombras del denominado “Club
de Bilderberg”.
Parece atinado contribuir desde el “arriba” del poder
estatal si se cuenta con él, por quienes buscan la meta socialista, aunque no
sea una “dictadura del proletariado” (por ejemplo, China o Cuba), o en
cualquier país, desde el “abajo” de las organizaciones sociales y políticas.
Desde el poder estatal se contribuye con cierta planificación y
defendiendo formas de propiedad
colectivas y estatales, con vistas a eliminar el hambre, la miseria, la
ignorancia. Y por ese camino, posibilitar
que efectivamente, las grandes mayorías puedan pelear por sus derechos,
haciendo viable la plena libertad y la igualdad, eliminando la propiedad
capitalista. Y en todos los casos -con o sin el poder estatal- desde el “abajo”
desarrollar la conciencia de clase de los trabajadores y de sus aliados
populares, extender las organizaciones
de masas y luchar por su funcionamiento democrático, al mismo tiempo que
fortalecer las movilizaciones, para que a través de una lucha de clases que
será prolongada, se conduzca a la humanidad a los destinos soñados por tantos,
entre otros por Marx y Engels. En suma, una meta que se irá perfeccionando a
medida que la praxis de esas grandes masas lo permita, y que posee un mojón
fundamental en las elaboraciones de esos dos alemanes.
NOTAS
(1) Hay una elaboración más desarrollada en “Marxismo, ese
ocultado” de mi autoría, que será reeditado (ARCA/Editorial, 2007).
(2) Rudolf Bahro. “La
alternativa. Contribución crítica al socialismo realmente existente”. Alianza
Editorial. Madrid. 1979.
(3) Jürgen Kuczynski. “Breve historia de la economía”.
Colección Hechos, Ideas y Ciencia. Buenos Aires. 1961. La obra original, creada
en la República Democrática Alemana, es de la década del 50. Este autor
desarrolla el concepto sintetizado.
(4) Algunos de estos párrafos han sido extraídos de “Trías,
el socialismo y la Patria Grande. Hacia una interpretación marxista del siglo
XXI” de mi autoría.
jlui@adinet.com.uy
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