Por Sergio Rodríguez Gelfenstein:
Un país cuya sede de gobierno lleve el nombre del peor asesino
y depredador de su historia, es un país gobernado por una clase política que
evidentemente tiene graves problemas de identidad. Es el caso del Perú cuyo
palacio presidencial se llama “Casa de Pizarro”, recordando el apellido del más
brutal entre todos los enviados del rey español para someter a sangre y fuego
la Abya Yala. Pero no es la única situación de tales características en América
Latina: en la plaza principal de Santiago de Chile, majestuosa y enhiesta se
erige la estatua ecuestre de Pedro de Valdivia, el conquistador e iniciador del
genocidio mapuche.
Pero volviendo a Perú y a su historia, es menester recordar
que posiblemente no haya en nuestra región otra oligarquía tan ancestralmente
traidora como la peruana. Imitando el comportamiento de Pizarro, quien atrajo a
Atahualpa a través de una artimaña para robarle y asesinarlo, la oligarquía
limeña desde los mismos prolegómenos de la independencia actuó con similar
catadura, traicionando a San Martín con quien había hecho arreglos, a los que el
Libertador del Sur se había visto obligado para intentar construir una
correlación de fuerzas que le permitiera gobernar y generar estabilidad en el
país. Sin embargo, junto a ello, San
Martín tomó medidas de corte popular que no agradaron a la casta oligárquica
que ambicionaba para sí todo el poder que no pudieron arrebatarle a los
españoles en combate, y que solo lograron obtener gracias a las acciones
emprendidas por el general rioplatense. Después de haberlo recibido con gran alborozo y hasta con una actitud
bastante lambona, comenzaron a conspirar en su contra para expulsarlo del país.
Antes, ordenaron el asesinato de Bernardo de Monteagudo, intelectual, abogado,
político y militar y uno de los más preclaros promotores de la lucha
integracionista latinoamericana, quien había fungido como ministro de guerra y
marina primero, y de gobierno y relaciones exteriores después, entre agosto de
1821 y julio de 1822 y que había jugado un papel decisivo en la creación de
condiciones operativas y políticas para lograr la independencia del Perú. Sus
imperfecciones: ser muy inteligente y ser mulato, dos “abominables”
características imposibles de aceptar por la aristocracia limeña.
Después de la retirada y regreso de San Martín a Argentina
en 1822, Bolívar se propuso dar continuidad, y culminar su obra en el país. No
obstante, debió también chocar con la clase dirigente peruana que escondida
tras un falso nacionalismo, indulgente con los españoles y de férrea oposición
al Libertador. De la misma manera que lo habían hecho con el Protector,
escondidos tras un manto de chovinismo, recelaban de los padres de la patria
latinoamericana que solo fueron a Perú a prestar sus servicios y los de sus
ejércitos formados por hombres y mujeres de todas las latitudes de América del
Sur, sin pedir nada a cambio.
Esta oligarquía, intrínsecamente traidora se hizo del poder
casi inmediatamente después de concretada la gesta libertadora de Ayacucho en
1824 comenzando de esa manera 200 años de desgracias para el valeroso pueblo
peruano. Por supuesto, el Perú también ha visto nacer a muchos hijos dignos y
honorables. Durante los años 1847-1848 y 1864-1865, se organizaron el I y II
Congreso Americano de Lima con el objetivo de dar continuidad a las ideas
bolivarianas que habían quedado truncas después del Congreso Anfictiónico de
Panamá de 1826.
En enero de 1864, el Canciller Juan Antonio Ribeyro, envió
invitación a los gobiernos de Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Venezuela. El
último asunto de la agenda, el número 6, era la penalización (por la vía de
"castigos morales") de aquellos gobiernos que establecieran
"compromisos contra la independencia de alguno de los Estados, contra sus
instituciones y contra la estabilidad de la paz general", antagónico
comportamiento con el de la actual pantomima de Canciller que tiene el Perú.
Cayetana ni debe saber quien fue el canciller Ribeyro.
Por cierto, vale recordar que Colombia manifestó su firme
oposición a invitar a Estados Unidos a este evento (Santander ya había
fallecido). A ese respecto, la cancillería colombiana argumentó que la potencia
del norte "profesa y practica el principio de absoluta prescindencia en
los negocios políticos de las repúblicas hispanoamericanas, rehusándose [...] a
toda especie de alianzas", agregando que invitar a ese país,
"embarazaría no poco a la misma acción independiente" de las nuevas
repúblicas en razón de "la preponderancia natural de una potencia vecina
que tiene ya condiciones de existencia y tendencias propias de un poder de
primer orden, las cuales pueden venir a ser alguna vez antagonistas". Como
se puede ver, también ha habido gobiernos dignos y cancilleres honorables en
Colombia. No todos han sido como Santos y María Ángela.
En años recientes, el desventurado pueblo peruano ha tenido
que soportar presidentes que hacen campaña con un discurso y gobiernan con
otro, de esa manera, la traición sigue presente: Fujimori (1990-2000) fue
elegido por los votos para terminar gobernando como dictador, estuvo preso diez
años por corrupto y liberado gracias al acuerdo del actual presidente Pedro
Pablo Kuczynski (PPK) con un sector del partido fujimorista para mantenerse en
el poder. Alejandro Toledo, (2001-2006) inició su gobierno con grandes
perspectivas después de la década fujimorista, prometió medidas de carácter social
y un repunte macroeconómico pero culminó su mandato con solo el 8% de
aceptación popular. Actualmente es prófugo de la justicia, que lo demanda junto
a su esposa, acusado de lavado de dinero y tráfico de influencias, además de
estar sindicado de haber recibido un soborno por 20 millones de dólares de
parte de Odebrecht.
Alan García (2006-2011), el más incombustible de todos los
presidentes peruanos recientes. A pesar de haber tenido un primer gobierno
(1985-1990) plagado de hechos de corrupción que lo llevó a finalizar su mandato
con 9% de apoyo popular, fue electo para un nuevo período no consecutivo en
2006. En 2001, prescribieron los delitos por los que fue acusado en su primer
gobierno. Sin embargo, dando continuidad a sus prácticas del pasado, este líder
social demócrata que mantuvo ideas equidistantes entre la izquierda y la
derecha, reincidió en sus prácticas corruptas y terminó desarrollando un
gobierno neoliberal que contrariaba las originarias ideas que adquirió en el
partido APRA. Varios de sus ministros han sido acusados por recibir sobornos de
Odebrecht.
Ollanta Humala (2011-2016) contendió dos veces a la
presidencia por el partido Nacionalista, una definición que no decía nada. Su
actitud timorata llevó a que las riendas del poder y del gobierno las manejara
su esposa. Su mandato se caracterizó por una transición acelerada desde
posiciones de centro izquierda a acciones represivas anti populares y apoyo a
los sectores empresariales que es el que verdaderamente ha gobernado durante
todos estos años, hasta que uno de los suyos: Kuczynski llegó en 2016 a
ostentar el poder de manera directa, mientras tanto Humala se encuentra
detenido al igual que su esposa, acusado de corrupción y de estar involucrado
en el escándalo Lava Jato que estalló en Brasil con ramificaciones en varios
países.
Por su parte Kuczynski, un ex funcionario del Banco Mundial
y primer ministro durante el corrupto gobierno de Alejandro Toledo, representa
lo más putrefacto, entreguista y kla actitud más sumisa de esa oligarquía peruana,
nutrida a través de la historia con nuevas adquisiciones como este empresario y
empleado de grandes firmas del área financiera y de la minería. Al igual que
Alan García, fue sobreseído por la justicia de su país, tras haber sido acusado
de prácticas ilegales en la gestión pública por lo cual se refugió, -como es
habitual en estos casos- en Estados Unidos. Llegó al gobierno en julio de 2016,
sin embargo, ya en diciembre de ese año, la justicia lo comenzó a investigar
por su actuación como primer ministro de Toledo, a fin de conocer, si favoreció
a Odebrecht mientras ostentó ese cargo. En esas condiciones, el Congreso del
Perú llevo a votación a fin del año pasado la comparecencia de PPK para decidir
su destitución, si se constataba su incapacidad moral para ejercer el cargo.
Ese fue el contexto en el cual, el 21 de diciembre pasado se produjo el acuerdo
de PPK con el hijo de Fujimori para que los diputados de su partido rechazaran
la destitución, a cambio del indulto al ex dictador que fue el regalo de navidad
que el presidente peruano le dio a su país el 24 de diciembre. PPK pasará a la
historia por caracterizar a América Latina como “perrito simpático acostado en
la alfombra de la Casa Blanca.
Vista la historia profunda y conocida la historia reciente,
¿alguien podría sorprenderse por las actuaciones impías de la clase política
peruana y del actual gobierno de ese país, que actuando al margen del derecho
internacional, y asumiendo con alta responsabilidad su papel de “perrito
simpático” le lame las botas…y algo más a su amo?
sergioro07@hotmail.com
Me gusto su articulo. Saludos
ResponderEliminar