Por Jorge Aniceto Molinari:
La crisis económica, sigue y va a seguir planteada, porque
en definitiva ya no es un problema exclusivamente propio de cada uno de
nuestros países. Sino producto de la crisis general del capitalismo, que aún
creciendo, desplegando su magnificencia y vaya si la tecnología se la ha dado
junto con las irritantes diferencias sociales, sus distintos factores sienten
que el fin de la predominancia de este modo de producción está próximo (los
tiempos en economía son diferentes a los de los seres humanos).
Lo común son los desequilibrios, la falta de certezas, el no
poder planificar por periodos largos, la incertidumbre, que inexorablemente se
traslada a la conducta de las personas.
Lo de Venezuela ha sido una afirmación de la democracia,
frente a aquellos que no creían en la democracia venezolana y estaban y están
urgidos por los tiempos que marcan las corrientes reaccionarias, impacientes
porque los plazos de su predominio se terminan, y Venezuela no cedía ni cede a
la presión de lo que tradicionalmente se imponía en esta parte del mundo la
historia es larga, con un proceso indígena, desde el momento mismo del llamado
descubrimiento de América, luego los llamados Libertadores y las luchas
sociales. Proceso que recordemos empezó
a darse vuelta cuando la revolución cubana, “permitida” para cambiar al
sargento de turno se les fue de las manos a los servicios, y con el apoyo de la
Unión Soviética “post-stalinista” comenzó a dar pasos independientes, que se
pudieron dar sin duda por ese apoyo que hoy ya no existe y que tenía como punto
de referencia un desarrollo económico estatizado que hoy ya tampoco es posible,
a no ser coyunturas muy puntales y generalmente reservadas a la explotación de
recursos estratégicos que por lo general requieren de tecnología en manos de
los grandes conglomerados empresariales multinacionales.
Hoy la relación económica en el mundo es otra, pero la
actividad en si sigue midiéndose por la tasa general de ganancia, que es la que
determina en la historia el principio y el fin de este modo de producción, con
un paso previo poco entendido por los que estudian el tema: el fin primero de
su predominancia, dando lugar a una etapa de transición que es la que promueven
con su lucha procesos como el actual venezolano, y aún con características
contradictorias y de retroceso, en otras zonas del planeta, como en la
reivindicación propia de la nacionalidad catalana, entre las muchas
nacionalidades que pujan en el mundo por una expresión libre de su identidad y
que encuentran trabas en la actual organización del modo de producción
capitalista, y en este caso sin ni siquiera llegar a cuestionar la predominancia de este modo de
producción.
Dentro de las 22 elecciones en esto 18 años de
“chavismo”, cuando el precio del
petróleo comenzó caer la derecha vio que ganando una elección (la abstención
hizo el resto) podía acelerar el paso e imponer un referéndum (para el que no
consiguieron las firmas) e imponer la caída de Maduro; para ello utilizaron
todo tipo de atentados, volcando sobre el gobierno constitucional la
responsabilidad de las víctimas de los mismos con la amplificación cómplice de
los actuales regentes de la OEA y de la gran prensa internacional.
El desafío no era fácil, pues hay sectores radicalizados en
los que es común ser caldo de cultivo para corrientes que abogan por el enfrentamiento, sin tener
en cuenta los limites materiales en que ellos se desenvuelven, -tanto en el
gobierno como en la oposición-, los servicios del otrora poderoso imperialismo
yanqui (hoy convertido en un Estado gendarme) son especialistas en desarrollar
acciones tanto en una como en otra facción.
Es más se nos llegó a hablar de un nuevo stalinismo, aprovechando lo que este significó contra el pensamiento democrático leninista, destacaban el rol del ejercito, al que Chávez había dado una moral
identificada con su pueblo, a la que definió como bolivariana, y que además ha
servido para reverdecer en toda América la misma moral en todos los ejércitos;
tarea ni fácil ni sencilla luego del trabajo de la Escuela de las Américas
dirigida con las practicas más aberrantes a desmantelar la conciencia popular
de sus orígenes.
Fuimos claros en señalar que aunque se construyeran muros
impenetrables a lo largo de las fronteras nacionales eso ya no era posible,
pues el aparato productivo del mundo estaba muy por encima de las fronteras
nacionales. Tema este poco desarrollado pues entra en contradicción con el
desarrollo de planes cada vez más irrealizables de matrices económicas
nacionales que se ubican en los entornos gubernamentales y de las políticas
burocráticas de los Estados, compitiendo con las verdaderas necesidades de la
gente y la necesidad de su atención.
Si a esto le agregamos denuncias de corrupción que no son
difíciles de imaginar por el estado en el que se desarrolla la actividad
económica, y que no siempre han sido combatidos adecuadamente, toda vez que hay
determinadas actividades económicas que aparecen como intocables para la
dirección política –recordemos el manejo del llamado dólar blue en la Argentina
y sus operadores jugando en las dos canchas, la del gobierno y la de la
oposición.
Por eso esta jornada del 15 de octubre de 2017, debe ser
señalada, más allá de los peligros que subsisten, como un mojón ineludible en
la lucha por la liberación de los pueblos.
sipagola@adinet.com.uy
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