Por: Jesús Arenas Hernández
La idea es propiciar una reflexión permanente sobre los
acontecimientos en “pleno desarrollo” de nuestra realidad mundial,
especialmente latinoamericana. Ello por cuanto es indispensable revisar la
naturaleza y la direccionalidad de los hechos actuales en los países
vulnerables, primordialmente en lo relacionado con el bienestar colectivo de
sus pueblos. Aún persiste la pregunta y la duda acerca del futuro probable y su
factibilidad en el consenso social, político y económico. Acaso ¿estamos
satisfechos respecto a que la voluntad de las personas, sus sueños y
esperanzas; están siendo satisfechas en sus necesidades apremiantes? No
olvidemos la historia y sus lamentos.
El siglo XX, finalizó con la caída del muro de Berlín. Es
pan comido. Esa sorpresiva realidad, abrió las puertas a un supuesto e
intencionado Orden Internacional, fraguado, edulcorado y estructurado como
consecuencia y a raíz de la segunda guerra mundial. Arrastró, como cola de
cometa, una propuesta capitalista y una profunda confrontación norte-sur. Clavo
pasado, dirán los letrados de la historia. No estoy plenamente convencido que
esas cicatrices se hayan cerrado. Porque en primer término esa resultante
mundialización acrecentó las desigualdades arraigadas de los pueblos. Fomentó
la polarización, continuó el parcelamiento de los intereses individualistas y
permiso una concentración del capital en tan pocas naciones, en perjuicio de
las mayorías.
El sistema capitalista imperante, hasta en los niveles
emocionales de los pueblos, por aquel permanente lavado de cerebro, acentuó
aquello que Gorostiaga dijo en 1991: “el norte de los pocos con mucho y el sur
de los muchos con poco”. Desafortunadamente aún subsisten aquellas estrategias
de acumulación del capital en los países privilegiados, en perjuicio del
progreso y bienestar de América Latina. La despensa de los países ricos ha
comenzado a menguar y esto les inquieta y les provoca obstinación. Esa
preocupación les incita a subsidiar
desestabilizaciones a través de los órganos entreguistas y de agentes
tarifados. Ejemplos patéticos lo vemos en Brasil, Argentina y otros, cuyo
compromiso de sangre no les permite salirse a la buena.
Esto requiere en América Latina el arribo de gobiernos
democráticos fuertes y decididos que sostengan sus principios con dignidad e
hidalguía. La necesidad de desenmascarar aquellas tesis fondomonetaristas que
antaño condicionaban (afirmo que aún lo hacen) los préstamos a la aplicación de
sus programas de ajuste (Grecia, España). Naciones cuyo interés es proteger sus
capitales en deterioro de la situación social de sus pueblos. Si nada ha
avanzado en beneficio colectivo, ¿qué nos espera en el resto del siglo XXI?
Fácil es adivinarlo. No tanto por las prácticas proféticas sino por lo que
estamos presenciando. Pareciera ciertamente que se tratara de una gran
fatalidad.
Observemos detenidamente el comportamiento de las finanzas
internacionales, como para ilustrar algo de lo más patético en el mundo. La
política del desprecio a lo exógeno está dando pasos agigantados. Los políticos
conscientes de su incapacidad para cumplir con la prosperidad de sus pueblos
han decidido avanzar por el camino de la “desocupación de lo extraño en sus
países” Es decir sacar a humildes ciudadanos que han pasado toda una vida
limpiándoles los baños para tratar de estabilizar la crisis del desempleo y de
la carencia de alimentos. Craso error del cual se arrepentirán posteriormente.
El proteccionismo ha creado aislamientos y soledades económicas.
El agiotismo de los banqueros pretende continuar sosteniendo
una tesis que luce completamente desfasada para los tiempos actuales, porque el
papel moneda no solo esta desestabilizado sino que los patrimonios son
insuficientes para alcanzar una garantía suficiente pero si persiste una
prosperidad individualista de los grandes intereses mundiales. Alemania parte
al frente con sus artimañas financieras, Estado Unidos sosteniéndose en la
fabricación de armas; China en su producción comercial y Japón en sus inventos.
La inflación se ve inevitable. La hambruna evidente y la guerra como salida
para la solución adecuada, traerá más ruina y descontento en los pueblos.
Meter la cabeza bajo la tierra colocando muros entre los
vecinos no es ni elegante, ni digno ni la respuesta eficiente al problema de la
crisis de sus bolsas y valores. Cada día observamos como los compromisos y los
acuerdos no se cumplen. Aunque no lo queramos la africanización de América
avanza. Es una realidad objetivamente posible aunque las oligarquías pretendan
sostenerse con las ruinas de las naciones que oprime. Los estados mínimos de
bienestar han desaparecido. Los gobernantes han perdido su capacidad de
respuesta ante las necesidades de las fuerzas de trabajo, los servicios
sociales y la equitativa distribución de los ingresos. Acuden al pechaje
La insistente opresión del FMI y del BM para exprimirle el
jugo a la naranja, acrecentará la concentración de la riqueza en los grupos
económicos que protege. Fomentar la esclavitud de las sociedades para
satisfacer los servicios de una deuda perversa, les hará regresar a los despojos de los patrimonios sociales
para después rematarlos y mantener el lucro de sus miembros privilegiados. El
Tercer Mundo se ha expandido, aunque la despectiva actitud trate de ocultarlo
con los desalojos de quienes les han hecho naciones prosperas, ¿quién se
quedará con el oro? No pareciera ser Brasil Argentina, Chile o Paraguay ni una
Colombia que no puede con su paz.
Lo que es evidente es el desmantelamiento mediante unas
falsas inversiones. Es otra forma de ensuciar las economías de los pueblos, por
cuanto las industrias sucias son las que desean distribuir por todo los países
pobres, las naciones poderosas. Una trampa en ejecución. Para sostener sus
aspiraciones explotadoras, las naciones ricas cuentan con sus ejércitos
asalariados y la fuerza policial. Los presupuestos se abultan hacia ese medio
de represión. Aquella “cultura del mercado” mediante una política de la
liberación del comercio y la privatización de las economías ha fomentado la
corrupción y la miseria. No tardará mucho en que vengan a Latinoamérica por el
agua, como han llegado, hace tiempo, por el petróleo y las riquezas naturales.
Ahora se ha hecho difícil escribir sobre determinado tema
específico porque la evolución y la dinámica de los acontecimientos han
concatenado todas las opciones y mezclado todas las materias. Desligar una
razón de otra es desintegrar los hechos. La economía mundial se ha unificado
mediante una simbiosis necesaria. Las aristas rebasaron el triángulo para
convertirse en una línea recta en lo concerniente a las políticas de los
gobiernos. Los mil ojos superaron al del Horus. Me atrevo a creer que el
despegue de los países tercer mundistas no se ha realizado. Quizás, no porque
no se haya intentado, sino porque cada día las sociedades se deslizan como
peces bajo el agua.
Recordemos aquella “teoría de la sobrecarga”, pretendida por
las elites económicas para la reducción del gasto público, dio paso a un
deterioro más profundo de las condiciones de vida de los pueblos. La crisis
fiscal de las naciones ricas nos las desea imputar a las naciones pobres. Nada
extraño, ha sido su modus operandi.
fundapoder@hotmail.com
¡INTERESANTE COMENTARIO DE UN DESPERTAR DE LA AMÉRICA ANTE LA NOTORIA DIFERENCIA CON LOS GRUPOS DE PODER EXISTENTES EN EL MUNDO!
ResponderEliminar