Por Luciano Alermi
La escalada que en los últimos años fue teniendo la llamada
crisis mundial fue construyendo un nuevo esquema global de valorización
financiera, de organización político-institucional de los territorios y de
dominación cultural. Si esa es una marca fundamental del actual escenario,
también lo son la aparición de nuevos bloques económicos y polos de poder
mundial, los procesos regionales de integración y los persistentes focos de
resistencia al imperialismo.
Pero la crisis sigue escalando y ha abierto la puerta a una
nueva etapa en el orden mundial.
Lo que vemos con los ojos es crisis de todo tipo, en todos
los órdenes y por todos lados: político-institucional, de representaciones
partidarias y sectoriales, de los gobiernos nacionales, en los gobiernos
nacionales, de los estados-nación y dentro de los territorios de los
estados-nación. Estancamiento de las economías nacionales producto de los
vaivenes de la economía mundial, guerras entre banderas y descomposición
social. El sentido común y la vida cotidiana dice crisis!!!! Dice recesión, dice ruptura de los aparatos
productivos y pérdidas de empleo.
Sin embargo el proceso de centralización del capital se
acrecienta aún más: el mercado de papeles y derivados financieros son 40 veces
más grandes que la riqueza material. Y allí dentro, las operaciones diarias en
el mercado de divisas-monedas son 26 veces superiores al mercado global de
acciones.
Los registros contables nacionales en nuestros países
muestran la aceleración del extractivismo financiero y productivo.
Los resultados electorales en EEUU y el Brexit británico se
suman ahora al concierto de las reacciones políticas que desde hace un tiempo
vienen ocurriendo también en Nuestra América.
Los modelos desarrollistas empujados por políticas de
gobiernos nacionales en nuestros países han demostrado en ese marco no poder
más que lo que pudieron. Y esto, con independencia de si quería o no querían ir
más allá.
El planteo de la integración institucional latinoamericana,
incluso vista como un solo mercado interno de producción e intercambio, no
tiene posibilidades de llegar a ser tal sin retomar una posición estratégica:
la integración de los pueblos en lucha contra un enemigo común. Así, desde esa
posición, pueden en todo en todo caso impulsar políticas nacionales en ese
mismo sentido y dirección.
Es un momento bisagra, de síntesis: el adentro se resuelve
afuera y el afuera se resuelve adentro.
Bien lo entendió la alianza neoliberal que erosionó por
dentro -aislando primero el plan económico de cada país- el camino de la unidad
iniciado en la última década del siglo pasado. Lejos de detenerse, la
globalización del capital se radicaliza más al punto tal que desgarra todo lo
local. Y en lo particular se lucha lo general.
A grandes rasgos, el contexto latinoamericano desde el punto
de vista del pueblo, ha demostrado no haber podido sortear aspectos
estructurales que se reflejan actualmente en la vida política cotidiana de cada
país.
Lo inter-imperialista nos interpela ahora tanto por arriba
(nos somete a escenarios completamente ajenos), por el costado (nos convida a
ser parte de uno u otro bloque económico) y por abajo (nos convida a la unidad
nacional).
Así aparecen incluso las opciones democrático-institucionales-electorales,
y sus propuestas de diplomacia, para el presente y los años venideros.
Quienes luchamos por la liberación social y política pasamos
a tener un rol más directo en la vida política impulsando un programa de
alianzas sin las cuales el lugar de oposición o de gobierno que podamos ocupar
no conduce sino a administrar -quizás mejor- los factores de la nueva
dominación.
Lo particular es ahora central para delinear lo general. Ahí
va nuestra posición de movimiento en prácticas concretas (mucho chiquito),
anónimas, sin bambalinas, con humildad militante, con grandeza estratégica,
juntando lo que hay q juntar donde hay que juntarlo.
La dominación va al mercado y mide la valorización de su
producto-servicio y las expectativas de los consumidores-electores. Nosotros
medimos la acumulación de fuerza social: pueblo en movimiento luchando
organizado.
Sin nuestra estrategia en práctica, lo pretendidamente
"táctico" se impone "naturalmente" y conduce hacia ese
escenario que, en apariencias, siempre es y seguirá siendo el único posible.
lucianosalerni@gmail.com
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