Por: Yacarlys Arienta
En un artículo anterior pude abordar, grosso modo, el
desenvolvimiento de los precios de los alimentos en el mundo, los cuales
experimentaron una ligera caída por quinto año consecutivo, y se dio además un
panorama del caso contrario representado por nuestro país.
En esta edición, quisiera centrarme en explicar las causas
de ello.
El índice de precios de los alimentos según la FAO está
constituido por cinco grupos de alimentos:
1. Cereales, entre los que destacan el arroz y el maíz, los
cuales experimentaron un ligero aumento de precio, por un tema de perspectivas
en cuanto a condiciones meteorológicas y aumento de la demanda; sin embargo,
con el trigo sucedió lo contrario, por estimaciones de sobreproducción.
2. Aceites vegetales, los cuales mostraron un aumento
significativo con respecto a años anteriores, motivado a aumento de la demanda
y disminución de la oferta (caso del aceite de palma), las perspectivas
meteorológicas y perspectivas de aumento del uso de biocombustibles hicieron su
parte en esta subida del índice.
3. Productos lácteos, quienes registraron alzas moderadas en
algunas presentaciones, dado que la demanda de estos rubros se mantuvo en
ascenso; sin embargo el índice demuestra disminución con respecto al año
anterior.
4. Carne, se dieron caídas en las cotizaciones de carne de
ovino, bovino, porcino y aves de corral, lo que se tradujo en disminución del
índice con respecto al año anterior.
5. Azúcar, aunque en diciembre mostró una abrupta caída
motivada a la devaluación del real brasileño frente al dólar, originándose una
sobreoferta por parte del Brasil como mayor exportador y productor de este
rubro, el índice del año 2016 cerró en alza con respecto al año anterior, como
consecuencia de la escasez de suministros en los países productores.
En síntesis, el mercado mundial de alimentos experimenta
descensos o aumentos de precios por las llamadas leyes de la oferta y la
demanda, las perspectivas en cuanto a las condiciones meteorológicas de los
principales productores y el valor del dólar con respecto a otras monedas.
Pero, ¿cuáles son las causas de aumentos de precios de los
alimentos en Venezuela? Podríamos perdernos enumerando un listado si de eso se
tratase, podríamos discutir todas las teorías existentes sobre la inflación y
se generarían aún más dudas, o, como intentaré hacer, podemos centrarnos en
algunos rasgos distintivos de nuestra economía, para explicar el “incontrolable
fenómeno” de aumento generalizado de precios.
La (no) producción de alimentos: es conocido por todos que
Venezuela no es precisamente una potencia en producción agrícola y/o
agroindustrial, nos centramos en la producción y exportación de hidrocarburos,
los cuales, además, registraron una caída significativa de precios desde 2014,
lo que ha disminuido significativamente nuestros ingresos en divisas y se
traduce inmediatamente en desaceleración del ritmo de importaciones de
alimentos a los que estábamos acostumbrados en tiempos de altos precios
petroleros. Por aquí reservaremos una variable, disminución de la oferta de
alimentos.
Control de las cadenas de distribución-comercialización en
manos privadas: aunado a las condiciones de no producción, nos encontramos con
una burguesía empresarial del sector que apuesta (típico del capitalismo) a la
maximización de las ganancias, y es dueña de la manufactura en sus plantas
(empaque y procesamiento de materia prima), enajena el verdadero trabajo
productivo campesino adueñándose de su plusvalía, es dueña de almacenes,
centros de distribución y también del eslabón de la comercialización. Tenemos
otra variable a la cual atribuirle el aumento de precios, los canales de
distribución. Es importante señalar que a pesar de los esfuerzos de la Misión
Alimentación por liderar este renglón, no se encuentra ni cerca del control que
ejerce el sector privado que ronda el 70%.
Señala el economista indio y Premio Nobel de Economía en
1998, Amartya Kumar Sen, en su trabajo más destacado, Pobreza y hambruna, que
las desigualdades en los mecanismos de distribución de alimentos son los
responsables del hambre, y no directamente la escasez de alimentos.
Y quien tiene un papel preponderante, el fenómeno
especulativo, que se expresa en los cambios bruscos de precios en tiempos tan
estrechos que no responden a hechos concretos de comportamiento de variables
económicas (oferta, demanda, liquidez, producción, tipo de cambio).
Aun cuando no descarto la influencia que puede tener el
aumento de la masa monetaria en el incremento de la inflación, no tengo un
enfoque monocular al respecto. Incluso, analizar las economía venezolana en su
conjunto se hace cada día más cuesta arriba, ya sea por la no disponibilidad de
datos oficiales o por el comportamiento mismo de la economía real, que no se
corresponde con teoría alguna. Se hace necesario, por tanto, establecer análisis
multivariables para entender y explicar el comportamiento de la inflación.
Quien pretenda analizar el aumento generalizado y constante
de los precios de bienes y servicios desde la perspectiva monetarista y
atribuir al crecimiento de la masa monetaria la inflación, tiene una visión
sesgada para analizar un fenómeno muy complejo. Es importante aclarar que la
masa monetaria y la inflación son variables que se alimentan entre sí, tienen
una relación bidireccional y tienen una alta correlación. Pero sería muy ingenuo
pensar que en Venezuela, de no crecer o disminuir la masa monetaria, los
precios no crecerían, o inclusive podrían disminuir. No, no es así. Y no es de
esa forma porque otras variables intervienen de forma simultánea. Lo mismo
ocurre con la tasa del tipo de cambio del dólar paralelo, ¿quién puede pensar
que de restringir o reducir la cantidad de bolívares circulantes disminuiría el
precio del dólar today? En nuestro país esa relación que quieren atribuir
algunos economistas, de que si aumenta la liquidez se origina inflación, es
inversa, al menos en los últimos años. Aquí aumentan los precios y el gobierno
buscando garantizar el poder adquisitivo de los trabajadores ordena el aumento
de salarios.
Otro dato importante con respecto a ese componente especulativo
tiene que ver con el gran diferencial observado en precios internacionales de
productos alimenticios y el valor de esos mismos bienes en nuestro país, que se
puede fundamentar incluso con prácticas del comercio a menudo usada por este
sector para incrementar los precios de manera fraudulenta, como es el caso de
la sobrefacturación o el mecanismo de precios de transferencia que en nuestro
caso se da, sobre todo, con las empresas transnacionales que tienen como método
de fijación el siguiente:
Precio de transferencia = precio de costo + beneficio a la
casa matriz [1] + precio de reventa
Pero en el precio denominado de reventa generalmente las
partes relacionadas en Venezuela no respetan los márgenes establecidos por
nuestra legislación, además los precios de transferencia, por lo general, son
empleados como un mecanismo de transmisión encubierta de beneficios que
vulneran la recaudación fiscal.
Asimismo, la convivencia de varios tipos de cambio, y la no
claridad en los diferentes acuerdos cambiarios establecidos por el BCV que no
hacen distinción en cuanto a rubros alimenticios específicos, deja mucho margen
a la imaginación de los importadores, por lo que le otorga una gran libertad a
la hora de establecer precios.
Recientemente, el Ministerio del Poder Popular para la
Salud, a través de la publicación en Gaceta Oficial N° 40.959 del 4 de agosto
de 2016, autorizó la libre venta y comercialización en el territorio nacional
de distintos grupos de alimentos importados, los cuales podemos ver desde
entonces en los anaqueles a precios con diferenciales exorbitantes comparados
con los establecidos para los productos nacionales que se encuentran en el
sistema de control de precios, y esto se debe a esa ausencia de claridad en los
contratos, o lo ya mencionado sobre la facturación artificial, o los precios de
transferencia.
En síntesis, la inflación venezolana del sector alimentos
tiene un gran componente estructural que puede coquetear con alguna teoría como
la de Juan Noyola [2] o incluso con los mecanismos de reproducción de Kalecki y
su hipótesis de formación de precios diferenciada por sectores [3]. La
disminución de la oferta que se da por la baja productividad del sector
agrícola, sumada a la no compensación por vía de importaciones, restringe la
oferta y da paso al componente especulativo de quienes controlan el sector a
través de prácticas de escasez inducida, sobrefacturación, incorporación o
traslado del aumento del precio del dólar ilegal a toda la economía de manera
lineal (pero no sucede lo contrario si este precio disminuye), en conclusión,
lógica capitalista de maximizar ganancias.
“Al capital le horroriza la ausencia de beneficio. Cuando
siente un beneficio razonable, se enorgullece. Al 20%, se entusiasma. Al 50%,
es temerario. Al 100%, arrasa todas las leyes humanas, y al 300%, no se detiene
ante ningún crimen”. Karl Marx.
[1] En forma de royalty.
[2] Economista, reconocido como el autor original de la
teoría estructuralista latinoamericana de la inflación.
[3] Michael Kalecki (1983). Las ecuaciones marxistas de
reproducción y la economía moderna.
Los precios de los alimentos: Venezuela y el resto del mundo
Por: Yacarlys Arienta
En un artículo anterior pude abordar, grosso modo, el
desenvolvimiento de los precios de los alimentos en el mundo, los cuales
experimentaron una ligera caída por quinto año consecutivo, y se dio además un
panorama del caso contrario representado por nuestro país.
En esta edición, quisiera centrarme en explicar las causas
de ello.
El índice de precios de los alimentos según la FAO está
constituido por cinco grupos de alimentos:
1. Cereales, entre los que destacan el arroz y el maíz, los
cuales experimentaron un ligero aumento de precio, por un tema de perspectivas
en cuanto a condiciones meteorológicas y aumento de la demanda; sin embargo,
con el trigo sucedió lo contrario, por estimaciones de sobreproducción.
2. Aceites vegetales, los cuales mostraron un aumento
significativo con respecto a años anteriores, motivado a aumento de la demanda
y disminución de la oferta (caso del aceite de palma), las perspectivas
meteorológicas y perspectivas de aumento del uso de biocombustibles hicieron su
parte en esta subida del índice.
3. Productos lácteos, quienes registraron alzas moderadas en
algunas presentaciones, dado que la demanda de estos rubros se mantuvo en
ascenso; sin embargo el índice demuestra disminución con respecto al año
anterior.
4. Carne, se dieron caídas en las cotizaciones de carne de
ovino, bovino, porcino y aves de corral, lo que se tradujo en disminución del
índice con respecto al año anterior.
5. Azúcar, aunque en diciembre mostró una abrupta caída
motivada a la devaluación del real brasileño frente al dólar, originándose una
sobreoferta por parte del Brasil como mayor exportador y productor de este
rubro, el índice del año 2016 cerró en alza con respecto al año anterior, como
consecuencia de la escasez de suministros en los países productores.
En síntesis, el mercado mundial de alimentos experimenta
descensos o aumentos de precios por las llamadas leyes de la oferta y la
demanda, las perspectivas en cuanto a las condiciones meteorológicas de los
principales productores y el valor del dólar con respecto a otras monedas.
Pero, ¿cuáles son las causas de aumentos de precios de los
alimentos en Venezuela? Podríamos perdernos enumerando un listado si de eso se
tratase, podríamos discutir todas las teorías existentes sobre la inflación y
se generarían aún más dudas, o, como intentaré hacer, podemos centrarnos en
algunos rasgos distintivos de nuestra economía, para explicar el “incontrolable
fenómeno” de aumento generalizado de precios.
La (no) producción de alimentos: es conocido por todos que
Venezuela no es precisamente una potencia en producción agrícola y/o
agroindustrial, nos centramos en la producción y exportación de hidrocarburos,
los cuales, además, registraron una caída significativa de precios desde 2014,
lo que ha disminuido significativamente nuestros ingresos en divisas y se
traduce inmediatamente en desaceleración del ritmo de importaciones de
alimentos a los que estábamos acostumbrados en tiempos de altos precios
petroleros. Por aquí reservaremos una variable, disminución de la oferta de
alimentos.
Control de las cadenas de distribución-comercialización en
manos privadas: aunado a las condiciones de no producción, nos encontramos con
una burguesía empresarial del sector que apuesta (típico del capitalismo) a la
maximización de las ganancias, y es dueña de la manufactura en sus plantas
(empaque y procesamiento de materia prima), enajena el verdadero trabajo
productivo campesino adueñándose de su plusvalía, es dueña de almacenes,
centros de distribución y también del eslabón de la comercialización. Tenemos
otra variable a la cual atribuirle el aumento de precios, los canales de
distribución. Es importante señalar que a pesar de los esfuerzos de la Misión
Alimentación por liderar este renglón, no se encuentra ni cerca del control que
ejerce el sector privado que ronda el 70%.
Señala el economista indio y Premio Nobel de Economía en
1998, Amartya Kumar Sen, en su trabajo más destacado, Pobreza y hambruna, que
las desigualdades en los mecanismos de distribución de alimentos son los
responsables del hambre, y no directamente la escasez de alimentos.
Y quien tiene un papel preponderante, el fenómeno
especulativo, que se expresa en los cambios bruscos de precios en tiempos tan
estrechos que no responden a hechos concretos de comportamiento de variables
económicas (oferta, demanda, liquidez, producción, tipo de cambio).
Aun cuando no descarto la influencia que puede tener el
aumento de la masa monetaria en el incremento de la inflación, no tengo un
enfoque monocular al respecto. Incluso, analizar las economía venezolana en su
conjunto se hace cada día más cuesta arriba, ya sea por la no disponibilidad de
datos oficiales o por el comportamiento mismo de la economía real, que no se
corresponde con teoría alguna. Se hace necesario, por tanto, establecer análisis
multivariables para entender y explicar el comportamiento de la inflación.
Quien pretenda analizar el aumento generalizado y constante
de los precios de bienes y servicios desde la perspectiva monetarista y
atribuir al crecimiento de la masa monetaria la inflación, tiene una visión
sesgada para analizar un fenómeno muy complejo. Es importante aclarar que la
masa monetaria y la inflación son variables que se alimentan entre sí, tienen
una relación bidireccional y tienen una alta correlación. Pero sería muy ingenuo
pensar que en Venezuela, de no crecer o disminuir la masa monetaria, los
precios no crecerían, o inclusive podrían disminuir. No, no es así. Y no es de
esa forma porque otras variables intervienen de forma simultánea. Lo mismo
ocurre con la tasa del tipo de cambio del dólar paralelo, ¿quién puede pensar
que de restringir o reducir la cantidad de bolívares circulantes disminuiría el
precio del dólar today? En nuestro país esa relación que quieren atribuir
algunos economistas, de que si aumenta la liquidez se origina inflación, es
inversa, al menos en los últimos años. Aquí aumentan los precios y el gobierno
buscando garantizar el poder adquisitivo de los trabajadores ordena el aumento
de salarios.
Otro dato importante con respecto a ese componente especulativo
tiene que ver con el gran diferencial observado en precios internacionales de
productos alimenticios y el valor de esos mismos bienes en nuestro país, que se
puede fundamentar incluso con prácticas del comercio a menudo usada por este
sector para incrementar los precios de manera fraudulenta, como es el caso de
la sobrefacturación o el mecanismo de precios de transferencia que en nuestro
caso se da, sobre todo, con las empresas transnacionales que tienen como método
de fijación el siguiente:
Precio de transferencia = precio de costo + beneficio a la
casa matriz [1] + precio de reventa
Pero en el precio denominado de reventa generalmente las
partes relacionadas en Venezuela no respetan los márgenes establecidos por
nuestra legislación, además los precios de transferencia, por lo general, son
empleados como un mecanismo de transmisión encubierta de beneficios que
vulneran la recaudación fiscal.
Asimismo, la convivencia de varios tipos de cambio, y la no
claridad en los diferentes acuerdos cambiarios establecidos por el BCV que no
hacen distinción en cuanto a rubros alimenticios específicos, deja mucho margen
a la imaginación de los importadores, por lo que le otorga una gran libertad a
la hora de establecer precios.
Recientemente, el Ministerio del Poder Popular para la
Salud, a través de la publicación en Gaceta Oficial N° 40.959 del 4 de agosto
de 2016, autorizó la libre venta y comercialización en el territorio nacional
de distintos grupos de alimentos importados, los cuales podemos ver desde
entonces en los anaqueles a precios con diferenciales exorbitantes comparados
con los establecidos para los productos nacionales que se encuentran en el
sistema de control de precios, y esto se debe a esa ausencia de claridad en los
contratos, o lo ya mencionado sobre la facturación artificial, o los precios de
transferencia.
En síntesis, la inflación venezolana del sector alimentos
tiene un gran componente estructural que puede coquetear con alguna teoría como
la de Juan Noyola [2] o incluso con los mecanismos de reproducción de Kalecki y
su hipótesis de formación de precios diferenciada por sectores [3]. La
disminución de la oferta que se da por la baja productividad del sector
agrícola, sumada a la no compensación por vía de importaciones, restringe la
oferta y da paso al componente especulativo de quienes controlan el sector a
través de prácticas de escasez inducida, sobrefacturación, incorporación o
traslado del aumento del precio del dólar ilegal a toda la economía de manera
lineal (pero no sucede lo contrario si este precio disminuye), en conclusión,
lógica capitalista de maximizar ganancias.
“Al capital le horroriza la ausencia de beneficio. Cuando
siente un beneficio razonable, se enorgullece. Al 20%, se entusiasma. Al 50%,
es temerario. Al 100%, arrasa todas las leyes humanas, y al 300%, no se detiene
ante ningún crimen”. Karl Marx.
[1] En forma de royalty.
[2] Economista, reconocido como el autor original de la
teoría estructuralista latinoamericana de la inflación.
[3] Michael Kalecki (1983). Las ecuaciones marxistas de
reproducción y la economía moderna.
cruiz7@gmail.com
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