La propiedad Burguesa, la propiedad obrera
Por: Jorge Aniceto Molinari.
La alienación que nos impone la predominancia del modo de
producción capitalista, - antes ocurría también con los otros modos de
producción, por aquello de que la historia de la humanidad es la historia de la
lucha de clases-, nos induce a pensar
que el centro del poder burgués es la propiedad, lo cual en parte es verdad y a
la vez falso.
Todos los modos de producción que se han desarrollado en la
historia de la humanidad han tenido en la propiedad una de sus características
distintiva con respecto a otros que con anterioridad han nacido se han
desarrollado y han sido superados, lo cual en el caso del capitalismo lleva a
obscurecer el conocimiento de nada más ni nada menos que del origen del
capital.
Cuando se inicia el proceso de apropiación de la plusvalía,
el fin no es el atesoramiento sino el construir el medio que permita el proceso
de reinversión, en una naciente competencia. Esto hace que desde sus inicios
con la apropiación de la humilde plusvalía, hoy el sistema llega a los confines
de todo el planeta. Sobre este hecho tan simple hemos visto el desarrollo y
fracaso de las más intrincadas teorías.
El pensamiento vulgar hace que se magnifique el poder de la
propiedad por sobre la capacidad de reinversión, la tasa general de ganancia que es lo que en definitiva determina los plazos históricos de vigencia de este
modo de producción, pero además es el propio pensamiento dominante el que
inclina a pensar que para superar este modo de producción, lo primero y
necesario, es cambiar la propiedad burguesa por la propiedad obrera, lo cual de
esta forma formulado no deja de ser un falacia, aún cuando sobre ella se
tejieron todas las teorías del capitalismo de Estado, que en una de sus versiones
–la más promocionada- llegó a llamarse
“socialismo real”.
Así como la naciente burguesía se apoyó para su desarrollo
en el aparato productivo creado por el feudalismo, que no fueron otros los
objetivos iniciales de la revolución burguesa; los trabajadores del mundo se
tendrán que apoyar en el “aparato productivo” creado por el capitalismo para
desarrollar las bases del socialismo.
¿Pero eso no es lo que planteaba Marx?: Nos dirán los
“marxistas” actuales, muñidos del catecismo correspondiente.
Y por si fuera poco nos hablarán de las distintas
revoluciones que se han sucedido, la rusa, la china, la cubana…y de los Estados
concentrando la propiedad de todo el aparato productivo, para procesar sus
objetivos.
“Despacito por las piedras” les responderemos con la
realidad y con los trabajos que frente a esa realidad han desarrollado los
maestros, para nuestro conocimiento y fundamentalmente para comprender el
difícil arte de avanzar con ideas que defendiendo a la humanidad, desarrollen a
su vez la capacidad del aparato productivo para atender las necesidades
fundamentales del ser humano y de la organización social. El capitalismo de
Estado, siempre es la contracara de una crisis, se inicia solucionando
problemas, particularmente en la salud y en la educación, pero comienza a
conocer dificultades en el desarrollo del aparato productivo, aunque en la
historia del siglo 20 conocemos como el incentivo de la guerra, se constituyó
en un terrible estímulo para sortear barreras burocráticas. Pasada la guerra
llegamos a Chernóbil y lamentablemente no es el único ni el último caso.-
También la guerra genera límites, y las cargas burocráticas de la postguerra se
le hacen a la sociedad insostenible.
Lo más difundido y a la vez el centro de las mayores
dificultades de comprensión es cuando se dice que el objetivo de la revolución
rusa era centralmente expropiar a los expropiadores.- En la Rusia zarista
persistían en convivencia distintos modos de producción, desde formas feudales
a las fabricas más avanzadas como las emplazadas en la barriada de Viborg en
las afueras de San Petersburgo (nombre actual que era además el anterior a la
revolución de febrero de 1917), por ejemplo.
La revolución burguesa rusa en el plano empresarial se
comunicaba con el resto del mundo, pero en el plano político tenía que sortear
dificultades entre ellas el zarismo, y la falta de solidez de un desarrollo
político propio.- Recordemos el debate en la Duma cuando un representante de la
naciente burguesía declaraba: “en Rusia no existe un partido que pueda sacarla
de la crisis y por lo tanto de la guerra”, y la respuesta de Lenin: “ese
Partido existe”.
En el curso de la historia el cambio de la predominancia de
un modo de producción a otro en los grandes centros de la humanidad, no se dio
sin tragedias, pero las transformaciones de un modo de producción a otro fueron
más producto del dinamismo del nuevo sistema, que de las expropiaciones en sí
que también ocurrieron. Aunque no tenemos aquí los datos concretos-
seguramente muchos caballeros feudales aggiornados se convirtieron en prósperos
burgueses, sobre todo aquellos que advirtieron que ello era más que conveniente
de acuerdo a como corrían los tiempos.
En el mundo actual, la riqueza, la propiedad, se concentran
cada vez más, y a la vez las dificultades que origina el agostamiento de la
tasa general de ganancia hace que los enfrentamientos recurran cada vez más a
lo peor que la humanidad conoce, la droga, la guerra, la trata de personas, las
llamadas guerras religiosas, etc. etc.
Con un ingrediente cada vez más predominante, la necesidad
de que los emprendimientos empresariales multinacionales sean manejados por
personas con un alto nivel de conocimientos técnicos, y que muchas veces ni
siquiera han incursionado en el ámbito de la política. El manejo de lo que fue
en sus orígenes la propiedad burguesa se ha convertido en una mundo complejo
y difícil, algo de esto lo vemos
reflejado en las otrora grandes potencias estatales (el ejemplo Trump).
A su vez las formas de la propiedad también han cambiado. Jeremy
Rifkin, cuando describe lo que llama la nueva sociedad del “acceso”, en la que
al empresario le es más sencillo acceder, por ejemplo, al uso de un auto, de
una casa y de su entorno, en el que estén comprendidos todos los servicios,
incluidos la salud, la enseñanza, la recreación, los seguros, los impuestos
correspondiente, servicios con los cuales está comprometido contractualmente y
con la posibilidad de los cambios que desee, frente a la posesión directa de
estos bienes. El burgués de hoy es distinto, con muchas tarjetas y documentos
que le acreditan el capital, o la propiedad de sociedades offshore, que aquel
que conocimos dueño de vidas y haciendas, aunque también por desgracia los hay,
y no vamos a definir cuál es el mejor, pero si saber que existen.
Nosotros insistimos en que la teoría del superimperialismo
se ha mostrado totalmente insuficiente para explicar la realidad actual, si se
ha confirmado lo que preveía Lenin en 1916.
El capitalismo a través de sus formas de propiedad,
hegemoniza el mundo, pero no tiene formas equilibradas de gobernarlo, y el
riesgo es el de que se encamine a profundizar lo que fueron sus experiencias
anteriores exitosas, para sus intereses, terribles para la humanidad: la
guerra.
Ahora hegemonizar no es sinónimo de gobernar.- Los
desequilibrios en las economías de todos los Estados del mundo comienza a
mostrar síntomas de ser insostenibles, aún cuando la economía mundial sigue
marcando índices de crecimiento, menores a los anteriores pero de crecimiento,
sino fuera así ya estaríamos en otra etapa. Los organismos financieros hablan
para el 2017 de un crecimiento global del 2,5%, índice que está directamente
supeditado al crecimiento chino, que aún decreciendo está calculado en un
6,5%.- De estos índices es necesario desglosar los que tienen relación con las
remuneraciones y puestos de trabajo, cuya brecha tiende a ensancharse en
directa relación con la rentabilidad capitalista.
Frente a esta realidad ¿Cuál es la dificultad que tiene la
izquierda para comprenderla?, nosotros pensamos que uno de los escollos en el
plano ideológico es por la propia deformación del concepto de propiedad. Ese
concepto de expropiar a los expropiadores sin desarrollar los instrumentos de
transición que permitan el nacimiento de un nuevo modo de producción, al no entenderse se transforma en escollo que
impide formular el programa necesario para esta etapa. Esto explica en parte la
falta de definición ante la problemática, de partidos, de sindicatos y de
instituciones preocupadas por el quehacer social.
Por eso nuestra insistencia en que hay que bregar por
imponer la paz y en el desarrollo de herramientas como el de una moneda única y
universal y de un sistema impositivo basado en la circulación del dinero,
eliminando los impuestos al consumo, al trabajo y a las pensiones, dando muerte
a los paraísos y haciendo que ninguna transacción sea válida si no está
debidamente registrada en los organismos de la sociedad.
Tareas que asumimos como válidas, aun frente a planteos como
el de la renta básica universal, con una
base ética, pero insuficiente para abordar la crisis en el propio
funcionamiento del capitalismo al no variar lo que son sus reglas actuales, que
precisamente tienen su centro en el manejo de las monedas, de los impuestos y
de los paraísos fiscales.
¿Cuáles serían las tareas que surgirían de lograrse este
objetivo, que por ahora salvo lo insinuado por Mujica en la ONU en setiembre
del 2013 y nuestra predica machacona, al
parecer nadie asume? Pues la de obtener
recursos para planificar inversiones, fundamentales para la humanidad, que hoy
no le son rentables al capitalismo, en materia de salud, de enseñanza, de
puestos de trabajo, de fuentes de energía limpias, etc. etc., manteniendo los
mayores niveles de rentabilidad y eficiencia y a la vez eludiendo todos los
peligros de burocratización que los aparatos de los viejos Estados han
desarrollado.
La muerte en paz de la predominancia del modo de producción
capitalista que no es todavía el fin del capitalismo, eso llevará decenas de
años- supone construir formas de propiedad social muy superiores a las de las
más sofisticadas propiedades del capitalismo en la actualidad.
La clásica propiedad burguesa que naciera desde la humilde
plusvalía como genialmente lo demostrara Carlos Marx en El capital, deberá dar
pasos graduales hacia una nueva forma de propiedad de fuerte contenido social.
Que será un enorme desafió para las próximas generaciones
que poblarán el Planeta, no tengo la menor duda, será un hermoso objetivo para
poder construir la sociedad del pan y de las rosas.
sipagola@adinet.com.uy
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