sábado, 28 de enero de 2017

A 100 años de la revolución rusa

La propiedad Burguesa, la propiedad obrera
Por: Jorge Aniceto Molinari.

La alienación que nos impone la predominancia del modo de producción capitalista, - antes ocurría también con los otros modos de producción, por aquello de que la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases-,  nos induce a pensar que el centro del poder burgués es la propiedad, lo cual en parte es verdad y a la vez falso.


Todos los modos de producción que se han desarrollado en la historia de la humanidad han tenido en la propiedad una de sus características distintiva con respecto a otros que con anterioridad han nacido se han desarrollado y han sido superados, lo cual en el caso del capitalismo lleva a obscurecer el conocimiento de nada más ni nada menos que del origen del capital.

Cuando se inicia el proceso de apropiación de la plusvalía, el fin no es el atesoramiento sino el construir el medio que permita el proceso de reinversión, en una naciente competencia. Esto hace que desde sus inicios con la apropiación de la humilde plusvalía, hoy el sistema llega a los confines de todo el planeta. Sobre este hecho tan simple hemos visto el desarrollo y fracaso de las más intrincadas teorías.

El pensamiento vulgar hace que se magnifique el poder de la propiedad por sobre la capacidad de reinversión, la tasa general de ganancia que es lo que en definitiva determina los plazos históricos de vigencia de este modo de producción, pero además es el propio pensamiento dominante el que inclina a pensar que para superar este modo de producción, lo primero y necesario, es cambiar la propiedad burguesa por la propiedad obrera, lo cual de esta forma formulado no deja de ser un falacia, aún cuando sobre ella se tejieron todas las teorías del capitalismo de Estado, que en una de sus versiones –la más promocionada- llegó a llamarse  “socialismo real”.

Así como la naciente burguesía se apoyó para su desarrollo en el aparato productivo creado por el feudalismo, que no fueron otros los objetivos iniciales de la revolución burguesa; los trabajadores del mundo se tendrán que apoyar en el “aparato productivo” creado por el capitalismo para desarrollar las bases del socialismo.

¿Pero eso no es lo que planteaba Marx?: Nos dirán los “marxistas” actuales, muñidos del catecismo correspondiente.

Y por si fuera poco nos hablarán de las distintas revoluciones que se han sucedido, la rusa, la china, la cubana…y de los Estados concentrando la propiedad de todo el aparato productivo, para procesar sus objetivos.

“Despacito por las piedras” les responderemos con la realidad y con los trabajos que frente a esa realidad han desarrollado los maestros, para nuestro conocimiento y fundamentalmente para comprender el difícil arte de avanzar con ideas que defendiendo a la humanidad, desarrollen a su vez la capacidad del aparato productivo para atender las necesidades fundamentales del ser humano y de la organización social. El capitalismo de Estado, siempre es la contracara de una crisis, se inicia solucionando problemas, particularmente en la salud y en la educación, pero comienza a conocer dificultades en el desarrollo del aparato productivo, aunque en la historia del siglo 20 conocemos como el incentivo de la guerra, se constituyó en un terrible estímulo para sortear barreras burocráticas. Pasada la guerra llegamos a Chernóbil y lamentablemente no es el único ni el último caso.- También la guerra genera límites, y las cargas burocráticas de la postguerra se le hacen a la sociedad insostenible.

Lo más difundido y a la vez el centro de las mayores dificultades de comprensión es cuando se dice que el objetivo de la revolución rusa era centralmente expropiar a los expropiadores.- En la Rusia zarista persistían en convivencia distintos modos de producción, desde formas feudales a las fabricas más avanzadas como las emplazadas en la barriada de Viborg en las afueras de San Petersburgo (nombre actual que era además el anterior a la revolución de febrero de 1917), por ejemplo.

La revolución burguesa rusa en el plano empresarial se comunicaba con el resto del mundo, pero en el plano político tenía que sortear dificultades entre ellas el zarismo, y la falta de solidez de un desarrollo político propio.- Recordemos el debate en la Duma cuando un representante de la naciente burguesía declaraba: “en Rusia no existe un partido que pueda sacarla de la crisis y por lo tanto de la guerra”, y la respuesta de Lenin: “ese Partido existe”.

En el curso de la historia el cambio de la predominancia de un modo de producción a otro en los grandes centros de la humanidad, no se dio sin tragedias, pero las transformaciones de un modo de producción a otro fueron más producto del dinamismo del nuevo sistema, que de las expropiaciones en sí que también ocurrieron. Aunque no tenemos aquí los datos concretos- seguramente muchos caballeros feudales aggiornados se convirtieron en prósperos burgueses, sobre todo aquellos que advirtieron que ello era más que conveniente de acuerdo a como corrían los tiempos.

En el mundo actual, la riqueza, la propiedad, se concentran cada vez más, y a la vez las dificultades que origina el agostamiento de la tasa general de ganancia hace que los enfrentamientos recurran cada vez más a lo peor que la humanidad conoce, la droga, la guerra, la trata de personas, las llamadas guerras religiosas, etc. etc.

Con un ingrediente cada vez más predominante, la necesidad de que los emprendimientos empresariales multinacionales sean manejados por personas con un alto nivel de conocimientos técnicos, y que muchas veces ni siquiera han incursionado en el ámbito de la política. El manejo de lo que fue en sus orígenes la propiedad burguesa se ha convertido en una mundo complejo y  difícil, algo de esto lo vemos reflejado en las otrora grandes potencias estatales (el ejemplo Trump).

A su vez las formas de la propiedad también han cambiado. Jeremy Rifkin, cuando describe lo que llama la nueva sociedad del “acceso”, en la que al empresario le es más sencillo acceder, por ejemplo, al uso de un auto, de una casa y de su entorno, en el que estén comprendidos todos los servicios, incluidos la salud, la enseñanza, la recreación, los seguros, los impuestos correspondiente, servicios con los cuales está comprometido contractualmente y con la posibilidad de los cambios que desee, frente a la posesión directa de estos bienes. El burgués de hoy es distinto, con muchas tarjetas y documentos que le acreditan el capital, o la propiedad de sociedades offshore, que aquel que conocimos dueño de vidas y haciendas, aunque también por desgracia los hay, y no vamos a definir cuál es el mejor, pero si saber que existen.

Nosotros insistimos en que la teoría del superimperialismo se ha mostrado totalmente insuficiente para explicar la realidad actual, si se ha confirmado lo que preveía Lenin en 1916.

El capitalismo a través de sus formas de propiedad, hegemoniza el mundo, pero no tiene formas equilibradas de gobernarlo, y el riesgo es el de que se encamine a profundizar lo que fueron sus experiencias anteriores exitosas, para sus intereses, terribles para la humanidad: la guerra.

Ahora hegemonizar no es sinónimo de gobernar.- Los desequilibrios en las economías de todos los Estados del mundo comienza a mostrar síntomas de ser insostenibles, aún cuando la economía mundial sigue marcando índices de crecimiento, menores a los anteriores pero de crecimiento, sino fuera así ya estaríamos en otra etapa. Los organismos financieros hablan para el 2017 de un crecimiento global del 2,5%, índice que está directamente supeditado al crecimiento chino, que aún decreciendo está calculado en un 6,5%.- De estos índices es necesario desglosar los que tienen relación con las remuneraciones y puestos de trabajo, cuya brecha tiende a ensancharse en directa relación con la rentabilidad capitalista.

Frente a esta realidad ¿Cuál es la dificultad que tiene la izquierda para comprenderla?, nosotros pensamos que uno de los escollos en el plano ideológico es por la propia deformación del concepto de propiedad. Ese concepto de expropiar a los expropiadores sin desarrollar los instrumentos de transición que permitan el nacimiento de un nuevo modo de producción, al  no entenderse se transforma en escollo que impide formular el programa necesario para esta etapa. Esto explica en parte la falta de definición ante la problemática, de partidos, de sindicatos y de instituciones preocupadas por el quehacer social.

Por eso nuestra insistencia en que hay que bregar por imponer la paz y en el desarrollo de herramientas como el de una moneda única y universal y de un sistema impositivo basado en la circulación del dinero, eliminando los impuestos al consumo, al trabajo y a las pensiones, dando muerte a los paraísos y haciendo que ninguna transacción sea válida si no está debidamente registrada en los organismos de la sociedad.

Tareas que asumimos como válidas, aun frente a planteos como el de la  renta básica universal, con una base ética, pero insuficiente para abordar la crisis en el propio funcionamiento del capitalismo al no variar lo que son sus reglas actuales, que precisamente tienen su centro en el manejo de las monedas, de los impuestos y de los paraísos fiscales.

¿Cuáles serían las tareas que surgirían de lograrse este objetivo, que por ahora salvo lo insinuado por Mujica en la ONU en setiembre del 2013 y nuestra predica machacona, al parecer nadie asume? Pues la de obtener recursos para planificar inversiones, fundamentales para la humanidad, que hoy no le son rentables al capitalismo, en materia de salud, de enseñanza, de puestos de trabajo, de fuentes de energía limpias, etc. etc., manteniendo los mayores niveles de rentabilidad y eficiencia y a la vez eludiendo todos los peligros de burocratización que los aparatos de los viejos Estados han desarrollado.

La muerte en paz de la predominancia del modo de producción capitalista que no es todavía el fin del capitalismo, eso llevará decenas de años- supone construir formas de propiedad social muy superiores a las de las más sofisticadas propiedades del capitalismo en la actualidad.

La clásica propiedad burguesa que naciera desde la humilde plusvalía como genialmente lo demostrara Carlos Marx en El capital, deberá dar pasos graduales hacia una nueva forma de propiedad de fuerte contenido social.

Que será un enorme desafió para las próximas generaciones que poblarán el Planeta, no tengo la menor duda, será un hermoso objetivo para poder construir la sociedad del pan y de las rosas.
sipagola@adinet.com.uy







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