sábado, 12 de noviembre de 2016

Los procesos de integración en Suramérica

Por: Manuel José Montañez Lanza (*)

Prefacio. El presente trabajo tiene como propósito realizar aportes conceptuales y teoréticos a los fines de la mejor comprensión del tema que nos ocupa; valga decir, los procesos de integración en suramérica en el marco de la unidad de las naciones y de los pueblos que los constituyen y sus gobiernos, con el objeto de fortalecer la doctrina de seguridad y defensa integral que les ampara, su soberanía y autodeterminación, frente a fenómenos sociopolíticos extraterritoriales que pongan en peligro su existencia.

Histórico. La integración en suramérica tiene sus orígenes desde el mismo momento en que ocurrió el nacimiento del Estado Nación en nuestro Continente siendo su primer intento formal el impulsado por el Padre Libertador, Simón Bolívar, quien en el marco del Congreso Anfictiónico de Panamá tenía previsto (una vez concretada la independencia de Cuba y Puerto Rico), lograr la independencia de esos hermanos insulares a lo cual giró instrucciones al Gral. Santander para que reuniera una flota naval y recursos militares que permitieran apoyarlas para una vez liberadas incorporarles al conjunto de los países ya existentes de cara a las acciones programadas y estimadas por él. Como conocemos, dicha iniciativa instruida al prócer colombiano fue abortada por descaro extranjero; injerencistas quienes por una parte torpedeaban al imperio español pero a la vez bloqueaban también, las pretensiones solapadas del imperio británico de mantener su posicionamiento en la Región y en paralelo, desarticulaban cualquier iniciativa contraria a los designios plasmados por los Estados Unidos en la Tesis Doctrinaria del monroísmo: “América para los Americanos”… 

Para ello, involucraron en sus iniciativas a sectores de los denominados “blancos de orilla” (ciudadanos de origen español pero nacidos en “Tierra de Gracia”), que se oponían en cierta medida a la Corona como también a la propuesta emancipadora que realmente encarnaba Simón Bolívar. Desde las nóveles repúblicas (la naciente Venezuela y la Patria de Santander), surgían grupos perturbadores a tales fines. En el caso Colombia, Santander, pese a ser instruido para concertar una poderosa fuerza militar para liberar a Puerto Rico y continuar la gesta libertaria en Cuba, dilató las acciones -que nunca finalmente llegaron a concretarse- a instancia del representante norteamericano con quien se había reunido para sabotear la propuesta Gran Colombiana de Integración. Más adelante, el Gral. Páez haría lo propio.

Tras suyo, actuaba la ‘Cosiata’ organización política valenciana a cuyo mando se encontraba lo más granado de la rancia oligarquía carabobeña quienes sostenían cofradías en favor de los derechos monárquicos de Fernando VII.

De allí en adelante y con posterioridad al asesinato del “Abel de América”, Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre; el repliegue táctico de otros próceres acá y allá; el fallecimiento del Padre Libertador, la dispersión sumada a la traición política y económica (dentro y fuera de Venezuela), se posesionó del territorio nacional y continental ocasionando una virtual desintegración -en términos del Proyecto Bolivariano- haciendo que las clases dominantes en cada uno de los países emergentes y junto a éstas, las burguesías criollas, comenzaran a impulsar sus propias iniciativas apegadas a intereses neo coloniales -primero europeos luego norteamericanos- que mantuvieron por mucho tiempo subsumidos los Pueblos y gobiernos de la Región a planes asociados a intereses extranjeros de dominación.

“Patio Trasero”; “Repúblicas Bananeras” entre otros, fueron y son preceptos nacidos producto de la usurpación que como tal es negadora de libertad e independencia, soberanía y autodeterminación de nuestros países.

Desarrollo. A la luz de lo anterior, en el siglo pasado surgieron en consecuencia, modalidades de integración (en toda Suramérica, Centro América y el Caribe), que permitió apuntalar proyectos inscritos dentro de la “Tesis de las Relaciones Centro Periferia” (valga decir de dependencia), que asociados fundamentalmente a la actividad económica, se encontraban subordinados a principios foráneos de corte imperialista, siendo ellos realmente los que determinaban por medio de sus servidores internos, el devenir histórico de la Patria Grande.

De allí que sin temor a equívocos, podemos afirmar que todas las formas de integración suramericana ocurridas en el siglo XX -no obstante que alguien pudiera indicar ingenuamente que se encontraban preñadas de buenas intensiones-, ésas, hasta la aparición de La Alba y Unasur, fueron y son enunciados de un modelo de integración vinculado, básicamente, a la tesis económica según la cual, solo el capitalismo en su expresión más radical, el globalismo neoliberal, sería finalmente la vía para remediar los problemas de la humanidad.  La crisis nacida en los Estados Unidos cuyo impacto y desarrollo también se reprodujo en toda la Unión Europea (burbuja financiera e inmobiliaria), nos demuestra cuán incierta es esta perspectiva.

No en balde, la vigente crisis que como segundo crack germina nuevamente en USA, con pivote en todas las naciones y países que a nivel planetario se mantenían subordinadas al modelo económico hegemónico, nos indica la imperiosa necesidad de revisar y reflexionar en cuanto a lo táctico y estratégico; geopolítica y geoeconomía, de quienes desde otras latitudes intentan modificar las estructuras supra nacionales existentes con el propósito de imponer (a la luz de una nueva división internacional del trabajo y el capital), en la Región constructos que les garanticen consolidar la fase neo imperial del capital que procura imponer un gobierno global trasnacional corporativo en sustitución del estado moderno. A la par y sin comprender el escenario emergente, en su justa dimensión, aun persisten intentos moderados por parte de dirigentes nacionales para transformar sus realidades en forma individual cuya actuación no responde a la idea de impulsar propuestas de integración y unidad de los pueblos y sus gobiernos para la emancipación y autonomía total.

De allí la importancia de consolidar las nacientes nuevas estructuras, tanto para poder presentarnos en las mesas de negociación internacionales como para ser tratados en términos de iguales y con respeto, con los pares internacionales; lo que permitirá indefectiblemente, resolver a partir de los pactos y acuerdos que se suscriban, los entuertos que como tales, entraban los procesos nacionales.

La realidad mundial y la geopolítica que se dibuja como consecuencia de las nuevas expresiones de lucha social, indica que si realmente queremos forjar una Patria Grande con unidades sólidas a su interior, debemos impulsar voluntariamente preceptos y nuevos constructos politológicos que aparten definitivamente del glosario vigente, visiones egoístas (enmarcadas dentro de las corrientes positivista y  funcionalista del pensamiento sociológico democrático burgués), que solo permiten afianzar estándares infiltrados por quienes controlan el poder mundial, a través de aquellos que como parías, se han convertido en sus enlaces nacionales; el fin último sería, no solo asegurarse como proyectos sino fundamentalmente, desarticular toda propuesta e iniciativas que ponga en peligro su visión hegemónica y elitista. De lo que se trataría es de coartar toda actuación que permita la liberación plena y la construcción de un modelo societal de unidad, integrado e integrador y no excluyente como así lo sostiene la propuesta que los EE.UU. y la UE, plantean hacia toda América del Sur, Centro América y El Caribe.

Visto lo anterior y no obstante algunos logros parciales en el pasado reciente, instituciones supra nacionales como: CAN; MERCOSUR; CARICOM; MERCADO COMÚN CENTRO AMERICANO “MCCA”; GRUPO DE LOS TRES “G-3”; PACTO DE SAN JOSÉ; CONTADORA; GRUPO DE RÍO; ALCA O TLC; TIAR; OTAS; OEA; CONVENIO ANDRÉS BELLO entre otros, visto su impacto e implicaciones, necesario es su revisión para evaluar su vigencia según el nuevo derrotero histórico que en lo político-económico pero también desde lo social-cultural, hay por construir.

No cabe la menor duda en afirmar que después de la oferta de Integración concebida en el ‘Congreso Anfictiónico de Panamá’, solo con posterioridad y después de un largo transitar, hoy por hoy, podemos afirmar que emergen distintas y novedosas promesas de unidad de los pueblos (La Alba, Unasur, Celac, BRICS, ASA), surgidas como iniciativas en cuyos textos -no contemplados en anteriores propuestas- se expresan verdaderos compromisos políticos, culturales, militares, económicos pero fundamentalmente sociales, para propulsar una tesis de unidad para la liberación y así poder afirmar a futuro, que realmente se puede ser democrático, socialistas y exitosos, con base a la idea de la participación y el protagonismo popular estimulando de manera firme y contundente la tesis de la autodeterminación, la soberanía nacional y la Justicia Social Internacional en el cuadro de un esquema Multipolar y Pluripolar.

Conclusiones. Difícil es, fuera de una perspectiva científica, realizar un balance sobre el triunfo de los actuales procesos de integración suramericanos y especialmente, respecto del mayor éxito de uno de ellos, pues el análisis responde siempre al basamento o soporte político ideológico que le sustenta, lo construyó o elaboró.

En otras palabras, el éxito derivará no solo del balance que se haga de sus pragmáticos resultados sino también, del “cristal” con que se mida u observe el referido mecanismo de unidad e integración a la luz de la filosofía que le sustenta.

Es preciso decir que en mayor o menor grado cada uno de ellos ha tenido logros y desaciertos siendo que los mismos no pueden ser tabulados aisladamente. Antes por el contrario, deben ser observados en el cuadro de una perspectiva holística que no deje por fuera las razones reales que conllevaron a su creación; el momento histórico de su instauración; factores de poder vinculados a su nacimiento y particularmente, a los sectores sociales y grupos de interés realmente favorecidos (nacional e internacionalmente), de estas instancias supra nacionales implementadas.

Visto lo anterior, es beneficioso destacar la importancia del o los procesos de integración que como tales, son un adelanto a una idea cuyo fin, mal que bien, responden a la “tesis correcta” de no seguir actuando de forma aislada frente a la realidad, al entorno más cercano o ante la Comunidad Internacional pues como tales facilitan el desarrollo y éxito, sin lugar a dudas, de los procesos económicos, culturales, políticos, militares, sociales e históricos que estimulan su nacimiento. El problema surge, cuando se descubre que quienes realmente los patrocinan y promueven, los direccionan en atención a sus intereses más de las veces adversos a los pueblos y naciones que los adoptan, pervirtiéndose el fin último de su creación.

El estudio histórico sobre actuales mecanismos de integración (preferimos indicar Unidad de los Pueblos), permite revelar sobre sus debilidades cuya frágil existencia -pues no han respondido del todo a lo esperado de ellos-, atenúa la afirmación de reales y futuros éxitos. Lo anterior, fortalece la posibilidad de presentar nuevas propuestas e iniciativas, como efectivamente sucede, más acorde con la nueva realidad que se conduce y porque no, cabalgamos en los actuales momentos. Se forza obligatoriamente el nacimiento de novedosas estructuras que garanticen la concreción del escenario que prorrumpe para que se perpetúe correctamente en el tiempo y en el espacio.

Sostenemos que las organizaciones supranacionales hasta ahora existentes, por su carga etiológica y el origen socio-económico-político de quienes las promueven, geopolíticamente hablando (sea desde lo nacional o internacional), manejan y sostienen una carga ideológica positivistas que se inscribe dentro de las teoría elitista y excluyente de la filosofía burguesa vinculada al estructural funcionalismo; en tanto que las que se suscitan a contra corriente, pretenden ser inclusivas y holísticas desde la perspectiva social. La primera estimula la visión maltusiana que propone básicamente, que el fuerte se impone sobre el débil, en tanto que la otra, expresa la autodeterminación con base a la complementariedad e imbricación para soportarse unos con otros.

En definitiva y para culminar, no obstante que dejamos los espacios abiertos para continuar la sana discusión e investigación sobre el particular, la propuesta de Unidad e Integración más exitosa, a nuestro juicio, será aquella que permita desde su interior, resolver e incluso satisfacer la disyuntiva existencial (libertaria), de los Pueblos y Naciones a través de quienes como Líderes (mandando quien debe obedecer), gerencian u orientan los respectivos gobiernos; siempre y cuando, éstos sean realmente expresión de la voluntad popular mayoritaria lo que se revertiría en garantía para las futuras generaciones, hacia la consolidación de un camino verdadero y efectivamente preclaro, que lo resumimos en las palabras y pensamiento del Padre Libertador quien sostuvo alguna vez, que el mejor gobierno (subrayado nuestro), es aquel capaz de otorgar la mayor suma de felicidad posible.

monlan2001@gmail.com

(*) Politólogo e Internacionalista Venezolano

     Magíster en Seguridad y Defensa

1 comentario:

  1. Excelente análisis académico; histórico, internacional, politológico, y epistemológico. En esa diversidad cultural y política-económica mucho menos por cierto; socialismo y capitalismo se esconde la canalla de la traición a favor de un sistema depredador, explotador y excluyente como lo es el Capitalismo que tiene ahora defensores en el Gobierno de Argentina y Brasil en el MERCOSUR y por la parte del PACTO ANDINO a Colombia y Perú.

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