Varias centenas de complots homicidas se
planearon contra el líder cubano
Por Rosemdo Morales
Fabián Escalante. General de División (r), ex-jefe de los Servicios de
Inteligencia de Cuba.
Fidel Castro ha sido el líder político más perseguido en la historia
contemporánea y probablemente en la universal. Varias centenas de complots
homicidas han sido planeados en su contra, algo probado en documentos oficiales
desclasificados por el gobierno de Estados Unidos. Sin embargo, como para
restar importancia a la gravedad de estas acciones, políticos de ese país han
afirmado que los atentados planeados fueron solo unos pocos, como si uno no
bastara para hacer de ello algo deleznable.
La
CIA norteamericana no solo fue responsable de estos complots, sino también
contrató al “sindicato del crimen organizado” (la mafia), para iguales fines,
algo inaudito y sin precedentes históricos.
También
desplegó intensas campañas de “guerra sicológica” para la consecución del
crimen, lo que trajo como resultado que cientos de contrarrevolucionarios de
origen cubano, una veces con los medios entregados por ellos y otras influidos
por las campañas realizadas, se propusieran asesinar al dirigente cubano.
Un
ejemplo de lo anterior fue la “operación botín” desencadenada por Estados
Unidos a través de su emisora oficial La voz de las Américas, en la cual en una
programación [1] dirigida a Cuba, puso precio a las cabezas de los dirigentes
cubanos, especialmente a la de Fidel.
En
ocasiones se ha pretendido remitir el éxito de tales resultados a la labor de
los organismos de seguridad cubanos, sin embargo, en honor a la verdad, la
participación popular en su desmantelamiento fue vital, sin detrimento de la
eficiencia del Servicio, a lo cual habría que sumar, la intuición de Fidel para
descubrir las emboscadas, que no pocas veces lo libró del crimen planificado.
634
atentados contra el jefe de Estado cubano
Las
investigaciones realizadas han permitido documentar que, en total, fueron
conocidos por los servicios de seguridad cubanos 634 complots homicidas durante
el periodo 1958-2000¸ en diferentes estadios de planificación; sin mencionar
los que no fueron descubiertos y abortaron por cuestiones ajenas a la intención
de sus planificadores.
De
ese conjunto, 167 fueron proyectos homicidas que se encontraban en fase de
ejecución al momento de ser desmantelados y que contaron con los medios,
oportunidad y ejecutores determinados a ello y que fracasaron por la acción de
los servicios de seguridad o por la cobardía de los autores y que fueron
descubiertos posteriormente.
Profundizando
en el estudio de ellos, hoy los podemos analizar desde otra perspectiva y
vincularlos a la trayectoria política y revolucionaria de Fidel y a las
posibilidades del enemigo para cometer el crimen. Para tales fines hemos tomado
como punto de partida el 26 de julio de 1953.
El
contexto histórico y político
Así,
los complots homicidas se podrán caracterizar por el momento histórico que
transita el proceso cubano, es decir los escenarios socio-político-económicos
existentes, que definirán además los enemigos enfrentar.
El
periodo que comienza con el asalto al cuartel Moncada, el exilio en México y
más tarde la lucha en la Sierra Maestra y el derrocamiento de la dictadura de
Batista, agrupa los intentos de envenenamiento mientras estaba preso en
Boniato, luego, la cacería iniciada tras la libertad obtenida en 1955, seguida
del exilio en México, donde agentes de la CIA como John Maples Spiritto
vigilaban sus movimientos, y finalmente los fallidos intentos en la Sierra, donde
primero Eutimio Guerra y posteriormente a finales de 1958 el norteamericano
Alan Robert Nye, actuando por orientaciones del FBI y la policía batistiana,
intentarían su asesinato para frustrar la revolución en curso.
Un
segundo corte, se inicia con el triunfo de la Revolución y se extiende hasta
abril de 1961 y se corresponde con el proceso de implementación del programa
del Moncada.
Ese
periodo, estará caracterizado por dos importantes complots
contrarrevolucionarios: la conspiración Trujillista y la de Huber Matos, ambas
con los mismos fines y apoyo norteamericano, pero con inspiraciones diferentes.
La primera, integrada por batistianos exilados, casquitos, oligarcas nativos y
renegados, dirigidos por el dictador dominicano Rafael Leonidas Trujillo, con
el fin de reinstalar el régimen anterior en Cuba, mientras que la otra,
organizada por disidentes de la Revolución que aun ostentando los cargos y
atributos otorgados, pretendían mediante una asonada militar presionar a Fidel
para desembarazarse de los “izquierdistas” del Ejército Rebelde. Esta etapa
está descrita en una interesante conclusión del Departamento de Estado
norteamericano que caracterizaba así el periodo transcurrido:
“(…)
el período de enero a marzo (1959) puede ser caracterizado como la luna de miel
con el gobierno de Castro. En abril se hizo evidente un giro descendente en las
relaciones… En junio habíamos tomado la decisión de que no era posible alcanzar
nuestros objetivos con Castro en el poder y acordamos acometer el programa
referido por Mr. Marchant (Subsecretario Livingston Marchant) . En julio y
agosto habíamos estado delineando un programa para reemplazar a Castro. No
obstante, algunas compañías en Estados Unidos nos informaron durante ese tiempo
que estaban alcanzando algunos progresos en las negociaciones, un factor que
nos causó atraso en la implementación de nuestro programa. Las esperanzas
expresadas por estas compañías no se materializaron. Octubre fue un período de
clarificación. El 31 de octubre, de acuerdo con la CIA, el Departamento sugirió
al Presidente la aprobación de un programa en correspondencia con lo referido
por Mr. Marchant. El programa aprobado nos autorizó a apoyar a los elementos
que en Cuba se oponían al gobierno de Castro, mientras se hacía que la caída de
Castro fuera vista como resultado de sus propios errores…” [2]
En
los comienzos de 1960, la CIA, hasta entonces envuelta en conspiraciones de
rosablanqueros y renegados, decide formar una Fuerza de Tarea para derrocar al
gobierno cubano, integrada por sus mejores expertos provenientes del golpe
contra Jacobo Arbenz en Guatemala, al tiempo que el coronel JC. King, jefe de
la División para A. Latina, recomendaba:
“En
Cuba existe una dictadura de extrema izquierda que si se le permite mantenerse,
estimularía actividades similares contra posesiones norteamericanas en otros
países latinoamericanos… Se debe analizar a fondo la eliminación de Fidel
Castro. Ninguno de los que están cerca de él, como su hermano Raúl o su
compañero Che Guevara, atraen a las masas de manera tan hipnótica. Muchos
conocedores piensan que la desaparición de Fidel aceleraría considerablemente
la caída del actual gobierno…”
En
este período, la Agencia contratará a la Mafia norteamericana, para que al
mejor estilo hollywoodense asesine al líder cubano. Para tales fines, oficiales
de la CIA contrataran a la mafia de Chicago y Florida, una encabezada por Sam
Giancana y John Rosselli y la otra por Santos Traficante Jr[3], además pondrán
sus modernos laboratorios a inventar venenos, tabacos explosivos, polvos
depilatorios, etc, para facilitar la misión a sus nuevos aliados.
El
Departamento ZR/Rifle
En
1961, después de la victoria de Girón y con el Socialismo proclamado, la CIA
incrementará los recursos y medios para esta misión, creando en enero de ese
año, un Departamento, denominado ZR/Rifle exclusivamente con el propósito de
asesinar a Fidel, con lo que se inicia una nueva fase.
Entre
las operaciones más importantes de entonces, estuvieron las proyectadas en
julio de 1961 para asesinar a Fidel y a Raúl, en la capital y Santiago
respetivamente, en el marco de una operación de auto provocación en la Base
Norteamericana de Guantánamo; luego el conocido complot de la Terraza Norte del
Palacio Presidencial, donde proyectaban disparar con una bazooka al líder
revolucionario; después, en 1963, el intento de envenenamiento en el Hotel
Habana Libre y finalmente el organizado por la CIA por mediación del ex
comandante Rolando Cubela Secades, quien debía asesinar a Fidel por medio de un
poderoso veneno y propiciar simultáneamente,un golpe militar en el país.
En
1966 la contrarrevolución interna fue derrotada definitivamente, con la
desaparición de sus bases de sustentación, sin embargo los complots, las
conspiraciones y los planes de atentado aumentaron. Miles de horas radiales,
propaganda escrita, rumores y todo medio de difusión fueron utilizados para
estimular la eliminación física de Fidel Castro. Sólo la vigilancia popular, la
solidaridad, el instinto del jefe revolucionario, además de la moderna y
confiable protección de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Ministerio del
Interior, impidieron tales pretensiones.
Cuarta
etapa y atentado en Chile
En
la cuarta etapa que se inicia en los comienzos de los setenta hasta finales de
siglo, va a encontrar a la Seguridad cubana en condiciones de penetrar los
centros terroristas de la CIA y así poder neutralizar varios de los complots
homicidas. Entre los más destacados de entonces se encontraron el de Chile,
cuando en 1971 Fidel visitó aquel país y luego más tarde, cuando en 1976 la CIA
supuso que el dirigente cubano viajaría a la proclamación de independencia de
la República Popular de Angola, donde se pretendía derribar el avión donde
viajaría, hecho que fue denunciado por Fidel en ocasión del acto popular
realizado en la despedida de duelo de las victimas del avión cubano dinamitado
en pleno vuelo al despegar de la Isla de Barbados.
A
partir de entonces la CIA y sus aliados, comenzaron una cacería internacional,
para aprovechar los viajes del líder cubano para ejecutar el crimen.
Probablemente el más sobresaliente de los complot de entonces y que caracteriza
aquella etapa ocurrió en noviembre de 2000, durante la X Cumbre de Jefes de
Estado y de Gobierno de Iberoamérica que se desarrolló en Panamá, en el cual se
planeó colocar una potente bomba en el paraninfo de la Universidad de ese país
donde el dirigente cubano haría uso de la palabra.
Resumiendo,
en el transcurso de 40 años se planearon más de seiscientos complots homicidas
contra Fidel Castro de los cuales más de un centenar al momento de su
desarticulación contaban con los medios, recursos y la oportunidad para
ejecutarlos. En otras cifras, durante 40 años, cada 82 días se intentó asesinar
al líder cubano. Si no es record es un buen average.
Y
hoy, víspera de su 90 cumpleaños de luchas y victorias, sirvan éstas líneas
para rendir homenaje a este, nuestro Fidel, gladiador invicto de la historia
contemporánea americana y mundial.
[1]
“Cita con Cuba”
[2]
Roy Rubotton, asistente del Secretario de Estado.
[3]
Santos Traficante Jr fue el representante de las familias mafiosas
norteamericanas en Cuba hasta 1959.
Quisieron
matarlo en La Moneda
Distintas
versiones de Inteligencia, testimoniales y periodísticas, señalan que cuando
Fidel visitó Chile a fines de 1971, hubo una operación de anticomunistas de
origen cubano apoyados por la Central de Inteligencia Americana (CIA), para
asesinar al jefe de Estado cubano.
Se
manejaron dos opciones de atentado. Con un francotirador apostado en una
habitación del entonces Hotel Carrera (ahora sede de la Cancillería), frente a
La Moneda, el cual dispararía a Fidel cuando se asomara a un balcón del palacio
presidencial o cuando saliera desde ese edificio. La otra, disparándole con un
arma introducida al interior de una cámara de TV instalada en una conferencia
de prensa del estadista isleño.
Antonio
Veciana, un conspirador que trabajó para la CIA, narró que él contactó a dos
personajes anticomunistas (Marco Rodríguez y Antonio Domínguez) y con ayuda de
funcionarios de Venevisión, se logró enviarlos como corresponsales a cubrir la
visita de Fidel. En la operación participó el grupo contrarrevolucionario Alpha
66, que operaba en Miami, Estados Unidos.
“La
idea -según Veciana- era que cuando estuvieran en la conferencia de prensa, uno
de ellos sacara el arma, se abalanzara y matara a Castro”. Otras versiones
apuntan a que los disparos se harían desde la cámara televisiva.
Pero
ninguno de los asesinados se atrevió a concretar el atentado. Veciana dijo que
“esas personas se dejaron impresionar. Se intimidaron”.
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