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miércoles, 10 de junio de 2020

Nuestro PIT-CNT y la crisis


Por Jorge Aniceto Molinari:
A Propósito de las declaraciones de Fernando Pereira


El compañero Fernando Pereira presidente de nuestra central sindical se refiere en un reportaje a “La Diaria” que es un mal momento para negociar.

Discrepamos, nunca antes en la historia de la humanidad la clase trabajadora tuvo la oportunidad de tomar los problemas del empleo y del salario con la generalidad ecuménica que presenta en este momento.
¿Qué es lo que falta? El programa para superar esta crisis y poder poner todo el aparato productivo al servicio de la humanidad.


A ello nos referimos cuando decimos que debe haber una unidad de moneda única y universal y que los sistemas impositivos deben ser sobre la circulación del dinero, danto muerte a los paraísos fiscales y a los impuestos al consumo, a los salarios y a las pensiones, haciendo ilegal toda transacción que no esté debidamente registrada donde la sociedad democráticamente lo determine.

El gobierno de Uruguay ha obrado con respaldo científico en el enfrentamiento a la corona virus, porque no entonces convocar a todos los economistas del mundo, a las centrales sindicales, a los partidos políticos a buscar una solución global al problema que hoy nos afecta a todos.

El PIT-CNT tiene autoridad para poder hacerlo como lo tienen sindicatos como AEBU que en la crisis del 2002 se pusieron al hombro su salida.

sipagola@adinet.com.uy

miércoles, 11 de diciembre de 2019

Plata hay, pero falta voluntad



Por Juan Pablo Cárdenas S.:
El gran mérito del estallido social chileno es que obligó a la clase política a abrir las arcas fiscales celosamente selladas durante toda la postdictadura. De no ser por los millones de chilenos movilizados, Sebastián Piñera habría seguido en la senda de sus antecesores; esto es favoreciendo a esa ínfima cantidad de habitantes (el 1 o 2 por ciento) que vive en la más descarada opulencia, mientras la amplia mayoría de la población enfrenta todo tipo de carencias. Tanto así que vuelve a reconocerse que al menos un 20 por ciento permanece en la indigencia, en la precariedad más extrema.


En mérito de la rebelión popular, el Gobierno y el Parlamento están acordando reajustes en algunas pensiones, condonaciones de deudas y la entrega de bonos (como los que daba Michelle Bachelet), a fin de aplacar el descontento y enfrentar los costos que demandará la reconstrucción más urgente de la infraestructura pública y privada. A objeto de que el país recupere rápidamente su rostro exitista, cuanto para restablecer la confianza de los inversionistas privados y extranjeros.

Por cierto, se trata solo de discretos paliativos, algo así como un placebo para calmar las agitadas aguas de la irritación social. Nuestro Estado deberá endeudarse para cubrir esos gastos, lo que es absurdo e innecesario si se consideran las abultadas cifras de nuestras reservas en moneda dura en la banca estadounidense. Claro; por ningún motivo la Moneda acepta que recaiga en los grandes empresarios el costo de reparar las injusticias sociales y compensar la expoliación por tanto tiempo de nuestros recursos humanos y naturales. Ni siquiera porque algunos de ellos hayan aceptado su insensibilidad y manifestado la intención de apretarse algo el cinturón de sus acaudaladas barrigas a fin de que todo “vuelva a la normalidad “. Esto es al imperio del mercado, la codicia, la usura, la explotación laboral y las más diversas formas de discriminación.

Para vergüenza de los últimos gobiernos, el país comprueba que dinero había de sobra para satisfacer tantos derechos esenciales, como los de la educación, la salud, el salario digno y una pensión mínima decorosa. Que no había necesidad de transferirle a entidades extranjeras la las empresas de servicio básicos que han encarecido tanto su suministro, que no habría que haber pactado contratos tan abusivos con las administradoras de las autopistas, del Metro y la locomoción colectiva. O que jamás debió implementarse un Crédito con Aval del Estado (CAE) para permitir el acceso de los jóvenes a las universidades y, de paso, lograr que pulularan entidades educacionales dispuestas a lucrar a expensas de los escuálidos ingresos de la clase media. Vulnerando el mismo Pinochet y los que lo sucedieron la Ley que prohibía expresamente. Siempre con la anuencia cómplice de las superintendencias y tribunales.

Es indiscutible que Piñera paga por los platos rotos de los gobiernos y partidos supuestamente de centro izquierda, incluida su propia administración anterior. Repudiada ciertamente por la extrema derecha debido a sus similitudes y coincidencias con los gobiernos concertacionistas.  Se entiende, entonces, que el actual mandatario le dé curso, ahora, a una agenda social cocinada a todo vapor con los parlamentarios oficialistas y de “oposición”, mutuamente interesados en que el descrédito no los arrastre a todos. Ello explica que proyectos de ley que dormían por años en el Congreso sean desempolvados rápidamente “antes que el malestar derive en revolución”, como la ha advertido Mike Pompeo desde la Casa Blanca.

No importa que el gobierno anterior haya contado con una amplia mayoría parlamentaria. Nada realmente se avanzó en lo que podría haber sido una agenda social acordada por los demócratas cristianos, socialistas de varios pelajes, liberales de izquierda y otra suerte de denominaciones. Ni siquiera se dieron pasos sustantivos respecto de una nueva Constitución y Asamblea Constituyente, cuando ahora solo en solo un día y una noche toda la coalición gobiernista y los nombrados arriban a un acuerdo en esa dirección. Aunque se trate de un contrato muy bullado, pero con leonina “letra chica”, puesto que amarra a una mayoría de dos tercios cualquier reforma a nuestra institucionalidad, previo paso de preguntarle a los ciudadanos si, de verdad, quieren una nueva Carta Fundamental. Como si la masiva expresión callejera y las contundentes encuestas no les bastara para asumir el deseo del pueblo.

Imagino la vergüenza que deben sentir los gobernantes concertacionistas y de la Nueva Mayoría por haberse excusado de cumplir lo prometido. Los imagino sonrojados por estar recibiendo a perpetuidad más de 12 millones de pesos mensuales. Esto es, más de 30 veces el salario mínimo que obtienen tantos millones de trabajadores.

Al menos uno de ellos ya no puede hablar, otra calla y ella lo está inhibida por su alto y bien remunerado cargo en las Naciones Unidas. Pero sí lo hace impúdicamente el promotor y autor el Transantiago, del CAE, de las concesionarias viales. Haciendo caso omiso de una gestión como la suya tan salpicada por los más graves escándalos de corrupción y falta de probidad administrativa. Por haber pretendido, también, engatusarnos con un Carta Básica (2005) que, en lo fundamental seguía siendo la misma de la Dictadura, salvo unos tenues retoques pactados con el Poder Legislativo.

¡Cómo se comprueba en estos días que los gobiernos del falso “Retorno a la Democracia” en realidad terminaron encantados con el régimen neoliberal responsable de tantas inequidades! ¡Además de haberse dejado seducir por el mismo orden institucional heredado del Dictador, con el puño y letra del ultimado fundador de la UDI!  El que en su hora se ufanaba de que el Texto Fundamental de 1980 estaba llamado a perpetuarse gracias a la serie de candados que se le amarraron a su redacción para que nunca más en Chile hubiera un gobierno siquiera progresista.

Felizmente, desde la misma clase política se escuchan algunas voces en cuanto a que los 5 mil millones de dólares del Fisco y otros pocos recursos más que se le inyectarán indefectiblemente al gasto social no serán para nada suficientes. Que no bastará con abrir tan frugalmente la billetera fiscal para aplacar la ira del pueblo y sus justas demandas. Que será necesario repatriar todavía muchos más recursos si se quiere elevar el indecente salario mínimo, garantizar una pensión justa, como sistemas públicos de salud y educación de calidad y gratuitos. Además de implementar una política que resuelva efectivamente la demanda de las organizaciones de los “sin casa”, de los gremios de pescadores, transportistas y tantas otras organizaciones sociales del Chile que ya despertó.

Posiblemente en su terror a ser desplazados del Gobierno, del Poder Legislativo, los municipios y de otros múltiples organismos públicos, los miembros de la clase política consentirán en otras migajas más del presupuesto fiscal para su agenda social, además de establecer algunos nuevos impuestos en beneficio de la recaudación fiscal. Pero, no hay que engañarse en esto: lo que hay que impulsar son reformas sustantivas, sino revolucionarias, al sistema económico social. Tales como proponerse la intervención de las administradoras de fondos previsionales (AFP), nacionalizar los servicios básicos (luz, agua gas), además de recuperar para satisfacción y recaudo de Chile la producción minera más estratégica, la propiedad de todas las reservas acuíferas, cuanto la soberanía económica del mar. Junto con cuestionarse la legitimidad de una serie de tratados de libre comercio francamente abusivos y agraviantes para nuestra dignidad patria, ratificados por gobiernos y legisladores abyectos.

Cuestiones todas en que el pueblo chileno tiene una gran oportunidad de alcanzar si es que sigue movilizado y sale a oponerse con fuerza a las decisiones que La Moneda y los parlamentarios están pactando para criminalizar sus protestas o para resguardarse de la furia policial. Una nueva ola de terrorismo de estado que no ha trepidado en matar, arrancar ojos, violar y consumar toda suerte de transgresiones a los Derechos Humanos. Lo peor sería bajar los brazos y ceder a las excusas de las autoridades, las que además son favorecidas por las acciones vandálicas que hemos conocido. Acometidas o estimuladas, como nos tememos, por los propios agentes policiales, tan cual lo hacían en el pasado.

Al respecto, cabe señalar que el país después de esta crisis debe ser capaz de cuestionarse la existencia del actual Cuerpo de Carabineros de Chile y promover el desarrollo, como en otros países, de distintas instancias de orden y seguridad, para que no todo quede centralizado en un solo mando. Menos después de comprobarse cómo su alta oficialidad ha incurrido en tantos actos de corrupción.

Que no nos digan más que no hay plata, cuando con las utilidades solo de las AFP se podrían financiar varias agendas sociales. Como, asimismo, con un alza a nivel de los impuestos que cobran los países de la OCDE a las empresas, se podría garantizar sueldos dignos y pensiones solidarias. En hay países mucho más pobres que el nuestro en que la salud y la educación, por ejemplo, están garantizados gratuitamente para todos. A condición, por supuesto, que se prohíba la extrema riqueza, el Estado deje de ser subsidiario y al capital extranjero se le prohíban sus prácticas abusivas.

En definitiva, tiene razón Mike Pompeo: la oportunidad nos llama a la “revolución”. Aunque este término irrite tanto hoy a la derecha y a los conversos o “reciclados políticos” que alguna vez fueron tan radicales como para motejar el ideario de Salvador Allende de “reformista”.
juanpablo.cardenas.s@gmail.com

sábado, 19 de octubre de 2019

La crisis ecuatoriana, los intereses de EE. UU y los procesos de transformación en Suramérica



Por Ernesto Wong Maestre:
Las protestas sociales de carácter masivo de este otoño latinoamericano en el marco de la crisis ecuatoriana, iniciada desde el primer momento en que el presidente Lenin Moreno se dispuso a enjuiciar a su Vicepresidente Jorge Glass y negar así la opinión de la mayoría del pueblo que lo había elegido, deben comprenderse tanto por lo ocurrido en esta última manifestación masiva pacífica -fuertemente reprimida- como por su contexto nacional e internacional y por los intereses, intenciones y estrategias del gobierno ultraconservador de Donald Trump hacia la subregión andino-caribeña.


No están claramente definidos todos los procesos y subprocesos de la crisis ecuatoriana aunque las intenciones de los actores involucrados en ella han quedado expuestos en su mayoría, sobre todo los del Presidente Moreno de achacar la culpa de todo al gobierno venezolano presidido por Nicolás Maduro, lo cual es una total falsedad y a los seguidores de Rafael Correa que además se les califica de “corruptos” e “ineptos” por haber “destruido” la Nación, valoración que se revierte sobre el propio Moreno quien fue vicepresidente en los gobiernos del líder de la Revolución Ciudadana.

En el contexto resulta clave comprender que varios sectores del pueblo salieron masivamente porque percibieron las consecuencias, para ellos nefastas, del acuerdo firmado por Lenin Moreno con el FMI desde marzo del presente año, pero estaban a la espera de su promulgación que ahora ocurrió y desató la ira, lo que es una cuestión de opinión pública latente que también conocían, tanto Moreno y su aparato de inteligencia, como el propio imperialismo por el dominio de las fuentes de internet y su Big Data. Entre esas fuertes motivaciones del pueblo se manifestó claramente el rechazo popular a la posibilidad de perder el empleo en el sector público, a tener reducido el apoyo público a la salud y educación gratuitas, a tener limitaciones en sus pensiones, salarios, vacaciones, a tener que dedicar más recursos financieros al transporte por el aumento de la gasolina, y todo por el interés de Moreno y del gobierno de EE. UU de favorecer a los sectores tradicionales de poder.

No es casual que desde el mismo mes de marzo un 46% de encuestados CELAG opinaba que en Ecuador las órdenes las dictaban los grupos económicos y un 27% más consciente de la historia apreciaba que es el gobierno de Trump quien gobernaba en Ecuador. En efecto, en todo el proceso interacciona el gobierno de Trump y su equipo completo, en particular el Secretario de Estado, Mike Pompeo, el Subsecretario para A. Latina y la directora de la CIA por cuanto Ecuador es un eslabón crucial para la estabilidad de su caballo de Troya en A. Latina como es Colombia, y para la posible inestabilidad de otros adversarios como son Venezuela y Bolivia.

Esa comprensión popular relacionada con EE. UU tiene su fundamento en la propia realidad ecuatoriana desde que el entonces presidente Rafael Correa y su equipo comenzaron a impulsar medidas que luego denominaron la “Revolución Ciudadana” y los gobiernos de George W. Bush y Barack Obama iniciaron, tanto sus acciones contra el gobierno de Correa, como la recolonización de Colombia. Recuérdese que desde alguna de las ocho o nueve bases militares instaladas en Colombia se produjo el ataque militar colombiano a territorio ecuatoriano fronterizo con la justificación de la presencia guerrillera de las FARC y que culminó con el asesinato -mientras dormían- de varios líderes y tropa.

Esa afrenta a la soberanía de Ecuador fue solo una de las acciones que contribuyeron a dejar en claro para la oligarquía colombiana que quien mandaba en el país era EE.UU. Después, hasta hoy, lo que ha ocurrido con el supuesto presidente de Colombia, Iván Duque, es la consolidación de la nueva colonización por el Gobierno de Donald Trump y su utilización contrarrevolucionaria pues ese país neogranadino tiene amplia frontera con Ecuador y con Venezuela, donde se desarrollan dos procesos de transformaciones sociales (políticas, jurídicas y económicas) con distintos niveles de profundidad, tanto objetivas como en la subjetividad individual y colectiva, y cada una teniendo significados diversos en el curso de los acontecimientos actuales, según la disposición respecto al poder de gobernar que tenga cada uno de sus pueblos. Desde Colombia los EEUU esperan contener a esos dos procesos y lo que ocurre hoy en Ecuador o en Venezuela es consecuencia de ese interés y de sus acciones imperiales derivadas. Pero no solo ello.

Para los gobiernos imperialistas de EE. UU, Ecuador debe ser dominado y controlado militarmente a fin de hacerse del control de sus recursos naturales, petroleros, ante todo, de su territorio por ser fronterizo con su neocolonial Colombia a la que debe consolidar como tal. Y en tal sentido, debe fortalecer al capitalismo criollo y sus “aliados” externos, lo cual puede evidenciarse claramente con las medidas acordadas con el FMI pues todas se dirigen a reducir el poder público para favorecer al capital privado, sobre todo transnacional al que es difícil controlar -por ahora- en ningún proceso que inicie transformaciones populares, a no ser que otra potencia emergente se alíe con intenciones de provecho mutuo, como lo hace China con sus inversiones y comercio.

Por todo ello, un tercer interés del gobierno de Trump es ir eliminando la presencia económico, financiera y comercial de China en Ecuador, y solo lo podría lograr si mantiene en el poder a un gobierno entreguista y precapitalista como el de Lenin Moreno y con una alianza oportunista establecida al calor de las protestas con las cúpulas indígenas, las cuales podrían ser utilizadas por los aparatos de poder de EE.UU contra la Revolución Socialista de Bolivia y el nuevo mandato de Evo Morales, buscando las divisiones de los sectores indígenas que apoyan ese proceso de transformaciones y dificultándole avanzar a una mayor ritmo.

En el caso de Evo Morales que está a punto de reelegirse, la crisis y la represión en Ecuador también podría afectar la votación hacia Evo como consecuencia de esa masa intermedia que al polarizarse la vida política expresada en las votaciones y ella no votaba, se siente afectada por la inmigración, los actos terroristas y las campañas en contra, y se podría decidir por un voto en contra de Evo. En el caso contrario, la crisis ecuatoriana fortalecerá la conciencia de la masa de bolivianos enfocada al socialismo y beneficiada de las políticas sociales de Evo. También, no hay que descartar que la crisis ecuatoriana, enmarcada en lo que se conoció como Tahuantinsuyo o imperio inca, podría favorecer una cierta emigración del Chachatinsuyo (Ecuador) al Collasuyo (Bolivia) en la que seguramente se insertarán grupos mercenarios en algún plan CIA para desestabilizar Bolivia ahora en las elecciones o luego de ellas.

Así pasó con Libia y Gadaffi pues las crisis de Túnez y de Egipto, ocurridas antes de la decisión del Consejo de Seguridad de decretar una zona aérea de exclusión, posibilitaron que dada la generosidad del líder libio se les abriera las puertas a masas de emigrantes tunecinos y egipcios donde se infiltraron comandos que después actuaron con funciones específicas para derrocar al Gadaffi.

La crisis y la forma en que Lenin Moreno y Mike Pompeo, como Secretario de Estado de Trump, la han manejado ha sido propicia para golpear políticamente más fuerte a Correa y a sus seguidores que son los más firmes solidarios con la Venezuela Bolivariana y su presidente constitucional Nicolás Maduro, y también para fortalecer el liderazgo de ciertos componentes de las cúpulas indígenas que contrarresten en lo inmediato los liderazgos correistas mientras que desde el Estado hacen todo lo posible por asesinarlos políticamente mediante operaciones fraudulentas, desde sembrado de drogas hasta acusaciones basadas en hechos fabricados contra ellos: judicializaciones, inmoralidades y violaciones del derecho internacional público de moda en las actuaciones de las oligarquías y el imperialismo del siglo XXI.

Del lado de las bases populares volcadas a las protestas hay que distinguir la percepción grata y esperanzadora que sienten por el "éxito" que aparentemente les favorecerá, lo cual no parece que será así pues no se debe ignorar que del lado opresor se hará cualquier cosa más por pasar esa página y seguir insistiendo en lo esencial del paquetazo, quizás de forma fragmentada, negociada con ambiciosos con algún poder popular y más enmascarada, mediando en ello toda una campaña desde el poder que elimine de riesgos al Presidente. Todo el desenlace dependerá de cómo las grandes masas del pueblo en rebeldía se reorganicen en Ecuador, sobre todo por los movimientos sociales y que tengan líderes unitarios, concepción clara del tema comunicacional para elaborar adecuadas estrategias de entendimientos, puedan llevar a cabo acciones valederas y enfocadas a transformar la realidad, tomando las experiencias y nuevos conocimientos de Bolivia, Venezuela, Cuba o Nicaragua para transformar las estructuras caducas.
wongmaestre@gmail.com