Por Jorge Aniceto Molinari:
Sujeto a reexaminarlo en función del aporte de nuevos datos.
Sin embargo, queremos arriesgar algunos juicios que juzgamos importantes.
Se votó en Ecuador, y los datos nos muestran claramente en
que está hoy el desarrollo de la acción política en nuestra América, sujeta a
condicionantes económicos y sociales que no admiten demora en su atención.
En Ecuador rige el dólar como moneda, Rafael Correa siempre fue partidario de una moneda nacional, pero no pudo volver atrás en función de que la actividad económica está regida por esa moneda y una vuelta atrás significaría en los hechos, una moneda nacional para la gente que vive de su salario y de sus pensiones, en lo social un retroceso.
Todos lo progresismos tuvieron y aún tienen un denominador
común en la reactivación de la economía capitalista utilizando en su beneficio
los cambios coyunturales en la economía mundial en que el libre comercio y el
propio capitalismo han pasado a ser comandados por China gobernada por el
Partido Comunista.
Pero sus límites están a la vista, logran fidelidad en un
sector de la población importante pero a la vez débil frente a los avatares
actuales de la economía mundial. Suficientes para lograr importantes mayorías
electorales pero insuficientes desde la incapacidad del programa para poder
abordar las miserias y necesidades que el capitalismo como sistema impone en el
mundo en su organización empresarial, aún aquellas que asume el Estado.
¿Por qué hay tan importante votación campesina fuera de la
política de estos sectores? Porque no tienen programa para abordar las
necesidades económicas de estos sectores que son distintas a encararlas en el
marco de la burocracia estatal. En Uruguay por ejemplo hay sectores del agro
que se siente ahogados, y para nada acusan de ellos a las exigencias
financieras sino al propio desarrollo del Estado que lo sienten como que le
usurpa la retribución a su producción. Volcaron la votación contra el Frente
Amplio, pero ahora también sienten que el aparato político que contribuyen a
formar también los sigue ahogando.
Mujica se desahogó en la ONU (setiembre del 2013), e insinuó
un programa, pero luego no le dio la nafta y pensó que con un buen papel de las
inversiones el Estado progresista podía seguir viviendo.
Astori amagó con un proyecto para gravar a los que la están
haciendo grosa, pero como Alberto Fernández en Argentina, seguramente será un
proyecto de impuesto o impuesto en pesos, sin tocar el juego sucio de los
ajustes que se hace con el valor de la moneda.
En Ecuador este problema no existe, pero el divorcio entre
las grandes inversiones y los pequeños desarrollos empresariales incluidos los
sectores indígenas no tienen solución, porque el marco para resolverlos ya no
alcanza los marcos nacionales necesitan de una política en el mundo, que hoy si
ya se puede resolver manejando la moneda y los impuestos.
sipagola@adinet.com.uy
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