miércoles, 13 de enero de 2021

La teoría de los remates

 Por Víctor Carrato: 

Premio del Banco Central de Suecia en Ciencias Económicas 

Resulta curioso que el premio Nobel de Economía en 2020, haya sido ganado por las mejoras a la teoría de los remates y la invención de nuevos formatos de remates.

Lo primero es un error sobre el cual nos desasna el economista Sebastián Fleitas y lo segundo lo explica de forma muy didáctica, en un trabajo recientemente publicado en el blog del departamento de economía de Facultad de Ciencias Económicas y Administración.

EN LA MEMORIA DE NOBEL 

La historia dice que el químico e ingeniero sueco Alfred Nobel solo instituyó, con su fortuna, un fondo con el que se premiaría a los mejores exponentes en la Literatura, Fisiología o Medicina, Física, Química y de Paz. Fue posteriormente que se creó el Premio del Banco Central de Suecia en Ciencias Económicas en la Memoria de Alfred Nobel. Este premio está financiado por el propio Banco Central de Suecia, aunque la fundación Nobel acepta poner el premio Nobel en Economía en la página web con los otros Nobel, y hace la publicidad de los ganadores de la misma forma que los otros laureados o laureadas e incluso promociona el premio como si fuera uno de los de la Fundación. 

¿Por qué el Banco Central Sueco hizo eso?  Fleitas dice que no hay una versión oficial y hay diferentes versiones. Por ejemplo, el profesor e historiador del pensamiento económico Philip Mirowski plantea que el asunto es que en los sesentas el Banco Central de Suecia estaba intentando generar su independencia del gobierno sueco. En ese marco, pensaron que tener un premio que fuera “puramente científico” en vez de “político” y celebrar la economía como una ciencia podía ser una buena manera de fortalecer el Banco y su independencia. 

WILSON Y MILGROM 

La cuestión es que los estadounidenses Robert Wilson y Paul Milgrom ganaron, el 12 de octubre de este año, el híbrido premio. Tampoco son los primeros estos dos economistas quienes estudiaron la teoría de de subastas o los remates. Esta es una rama aplicada de la teoría de juegos que se ocupa de cómo las personas actúan en mercados de subastas e investiga sus propiedades. Existen muchos diseños posibles (o conjuntos de reglas) para una subasta. Los temas típicos estudiados por los teóricos incluyen la eficiencia de un determinado diseño de subasta, estrategias de oferta óptima y de equilibrio y la comparación de ingresos. La teoría de la subasta también se utiliza como una herramienta para el diseño de subastas del mundo real, en particular la subasta para la privatización de empresas del sector público o la venta de licencias de uso del espectro electromagnético. 

El economista Sebastián Fleitas explica qué son los remates y cómo funcionan. “Muchos mercados determinan sus precios y quién se lleva el bien en base a un remate. Los remates se usan en muchas cosas y todos los días. Por ejemplo, se rematan casas, obras de arte, se licitan las compras públicas y se rematan las frecuencias radioeléctricas utilizadas por ejemplo para la conexión a internet. 

También, y aunque es menos conocido quizás, se remata la publicidad que aparece en las búsquedas de Google. El resultado de un remate o subasta depende de tres factores.

El primero son las reglas del juego del remate. Algunos aspectos en este sentido son determinar quién puede participar, cuántas veces se puede pujar en la subasta, y cuál es el precio que paga el ganador. 

El segundo factor tiene que ver con el objeto que se subasta: ¿tiene un valor común para todos los que participan de la subasta o tiene solamente un valor privado? Por ejemplo, supongamos que se subasta una casa; cuánto voy a estar dispuesto a pujar depende del valor privado que le doy a la casa (cuánto valoro la locación o cuánto me gusta la disposición de las piezas) y cuánto estimo que es el valor común (por ejemplo, a cuánto voy a poder venderla en el futuro). 

El tercer punto tiene que ver con la incertidumbre. ¿Qué información tienen quienes pujan sobre el valor del objeto? ¿Todos los agentes que participan tienen la misma información?” 

VICKREY 

William Spencer Vickrey ganó el Nobel en 1996 por sus avances en la teoría de remates cuando los bienes tienen solo valores privados.

¿Cómo diseñar un remate cuando hay valor común? 

Mayoritariamente los objetos en un remate tienen valores privados y comunes, o sea que parte del valor del objeto es igual para todos los participantes. Esto es importante, porque los compradores tienen en general diferente información, y por lo tanto pueden no tener las mismas expectativas o percepción sobre cuál es el valor común del objeto. 

Nos recuerda Fleitas que Wilson y Milgrom fueron los que ayudaron a entender la teoría de remates cuando existe un mix de valores privados y públicos. 

Wilson analizó los remates fundamentalmente solo con valores comunes, y Milgrom fundamentalmente cuando existe un mix entre valores públicos y privados. 

Por ejemplo, Milgrom mostró que es mejor en este caso hacer un remate que comienza por un precio bajo y lo va subiendo con las pujas (conocido como remate inglés) a uno donde se comienza por un valor alto y se va bajando hasta que aparece una persona dispuesta a comprar (conocido como remate holandés). 

La intuición es que cuando comenzamos con el precio bajo, se revela más información porque aprendemos del valor común que le dan los otros participantes del remate. Una de las intuiciones generales de los premios Nobel, es que para que un remate con valores comunes funcione bien, queremos que los agentes tengan la menor incertidumbre sobre el valor común. Por lo tanto, lo que se tiene que hacer el vendedor para diseñar bien el remate es dar la mayor información sobre el objeto. Este es un principio muy potente y una guía para la acción. Este principio lo vemos en la práctica, por ejemplo, cuando el vendedor contrata a un grupo de expertos para auditar el objeto o proveer información sobre su valor. 

DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA

Los autores premiados también trabajaron directamente con varios gobiernos para mejorar los mecanismos que rigen en la práctica. 

Un ejemplo de alto impacto es que los receptores del Premio Nobel ayudaron a resolver en parte el problema del lobby de las empresas en la asignación de las ondas radioeléctricas en Estados Unidos. Hasta 1993, las ondas de radio se asignaban en ese país siguiendo una lógica de asignación donde la autoridad “evaluaba” a las empresas y decía cuál era la mejor (este procedimiento era llamado “concurso de belleza”). En este marco, las empresas destinan muchísimo dinero en hacer lobby para mejorar sus chances. Por otro lado, los ingresos que generaba el Estado por la venta de las ondas radioeléctricas eran muy escasos. 

En los noventa, con la expansión del mercado de telefonía móvil, el regulador del mercado, la FCC (Federal Communications Commission) entendió que los “concursos de belleza” no podían funcionar más. Se intentó implementar la asignación por medio del sorteo de las licencias, pero el resultado tampoco fue el esperado. Los sorteos recaudaban poco y no aseguraban que la empresa que se quedaba con la licencia fuera la que más la valoraba. Esto generaba un mercado secundario de licencias, donde los operadores que habían ganado se quedaban con parte de la recaudación que podría haber obtenido el gobierno (el mercado de licencias tenía un valor de varios miles de millones de dólares). 

Finalmente, en 1994 el regulador decidió adjudicar las frecuencias en base a remates diseñados por Milgrom y Wilson, donde uno de los desafíos era que se remataban simultáneamente las ondas de radiofrecuencias en varios mercados geográficos. Milgrom y Wilson propusieron un mecanismo cuyo resultado fue una asignación más eficiente de las ondas y una recaudación dramáticamente más alta por parte del gobierno.  

Lo que Fleitas no nos contó es que a Marx ni se le ocurrió estudiar la teoría de los remates. Lo que sí sabemos es que el 19 de marzo de 2018, se remató una antigua carta de Marx, en la casa RR Auctions, en Boston, Estados Unidos, por US$ 53.500. La carta está fechada el 1 de octubre de 1879. Estaba dirigida a su editor inglés Collet Dobson.

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