viernes, 13 de noviembre de 2020

Por fin una buena para Bolivia, la democracia y la región

 Por Sergio Ortiz:

El domingo 8 asumieron Arce y Choquehuanca en La Paz. Y regresó al país el líder popular Evo Morales. Por fin una buena para Bolivia y la Patria Grande Latinoamericana.

No hay mal que dure cien años y en el caso del golpe de Estado en Bolivia duró «sólo» un año. Las comillas quieren relativizar esa poca duración porque los fascistas hicieron muchísimo daño: las masacres de Senkata, Sacaba y Pedregal, treinta muertos, heridos, presos políticos, exiliados y refugiados en embajadas, etc.

Si bien esas violaciones a los DDHH, con delitos de lesa humanidad, fueron la parte más visible de la dictadura de Jeanine Añez, no menos grave fue la pérdida de soberanía. La embajada de EEUU pasó a ser en los hechos el gobierno. Y las multinacionales recuperaron el rol de mandamás en rubros de la economía que durante los casi 14 años de Evo habían tenido que ceder a favor del Estado, con mejoras en el bienestar de su población, sobre todo originaria, con la wiphala al tope.

La pesadilla se hizo más agobiante porque el país, como el resto del mundo, se vio afectado por la pandemia. Las consecuencias fueron más nefastas con Áñez, equivalente a la hipótesis de que el Covid-19 hubiera sorprendido a los argentinos desgobernados por Mauricio Macri.

El PBI boliviano cae este año 11 puntos, por esa combinación letal de dictadura política, revanchismo de monopolios y coronavirus sin políticas sanitarias. Una pesadilla.

De allí la masividad del 88 por ciento con que bolivianas fueron a votar el 18 de octubre, luego de una primera postergación de la dictadora. La proscripción de Evo Morales como candidato a senador y el clima persecutorio contra el MAS-IPSP hasta último momento no le sirvieron de nada al gobierno de facto: hubo una victoria contundente de la fórmula masista abrochada por el aymara, por entonces refugiado en Argentina. La encabezó Luis Arce, su ministro de Economía en la mayor parte de sus tres gobiernos, y David Choquehuanca, su canciller en un tramo similar.

En el sistema boliviano para ganar en primera vuelta se necesita un 40 por ciento o más y diez puntos de diferencia con el segundo.

El MAS superó mucho esos márgenes porque se impuso con el 55,1 por ciento de los votos contra el 28 por ciento de Carlos Mesa, el derechista de Comunidad Ciudadana, y el 14 del fascista Luis F. Camacho, de Creemos. Fue victoria por nock out. A tal punto que, en las primeras horas, tras el cierre de la votación, ya la usurpadora Añez, el derrotado Mesa y el golpista de 2019 Luis Almagro, secretario de la OEA, habían tenido que felicitar al ganador.

Una parte de la derecha vio venir el aluvión de votos adverso. Por eso Añez y «Tuto» Quiroga, dos candidatos presidenciales, se retiraron, buscando la unidad de los sectores conservadores y reaccionarios frente a Arce-Choquehuanca. Quien no los imitó fue el fascista de Santa Cruz de la Sierra, «Macho» Camacho: mantuvo su candidatura y dividió votos con Mesa. Aún si hubieran unido ambos representantes de la derecha, también hubieran perdido. Así de importante fue el caudal electoral de Arce, del 55,1 por ciento, 5 puntos menos que Evo en 2014, pero superior a la cosecha de éste en 2019, cuando lo acusaron injustamente de «fraude». Este plus de «Lucho» puede ser por gente que votó al MAS luego de sufrir en carne propia un año a Añez, Murillo y demás verdugos. Y de votantes que no lo querían a Evo por cuarta vez, algo que no le permitía el referendo de 2016.

Los amigos.

Esa victoria se debe ante todo a la resistencia de los 36 pueblos originarios, campesinos, mineros y demás trabajadores; los estudiantes e intelectuales, capas medias, militantes sociales y políticos, etc. Por supuesto, un gran rol jugó Evo, su compañero de fórmula en 2019 Álvaro García Linera y muchos ex funcionarios. Los dos primeros no se entregaron y desde el exilio, en México y luego en Argentina, denunciaron cada atropello del gobierno de facto, alentando las luchas populares y la oposición en las dos cámaras legislativas. 

También colaboraron el presidente de México, AMLO, y Alberto Fernández. Entre ambos hicieron todos los trámites para salvarles las vidas a Evo y Álvaro, y facilitar sus salidas el 11 de noviembre de 2019 rumbo a México. Fernández les concedió refugio político y facilitó sus actividades políticas, a pesar de las protestas del PRO-Cambiemos y la derecha local y pro estadounidense.

Evo, hombre agradecido, cenó con Fernández en La Quiaca el 8 a la noche, en la víspera de su caravana de tres días hacia Chimoré, y le dio las gracias por haberle salvado la vida. Luego el argentino lo acompañó hasta el puente que comunica con Villazón y se despidieron con un fuerte abrazo. El aymara había estado el día antes visitando a Milagro Sala en su casa, donde cumple prisión domiciliaria por casi cinco años. Fernández, ausente, seguramente porque prioriza en Jujuy su vínculo con Gerardo Morales, el carcelero de la dirigente de la Tupac Amaru.

Lo que viene.

Arce dijo que lo prioritario será recuperar la economía. Declaró: «vamos a hacer un plan de industrialización con sustitución de importaciones, un programa de seguridad con soberanía alimentaria, promocionar el turismo interno, generar nuestros procesos de industrialización del litio, del hierro del Mutún, exportar energía eléctrica, seguir con nuestros procesos industrializadores del gas». Quien fue ministro de Economía de Evo sabe cómo reactivar la economía aun cuando hoy los hidrocarburos, el hierro, el litio y la soja no tienen los precios de aquella época.

Con un gabinete de 16 ministros -de ellos sólo 3 mujeres- con jóvenes profesionales, el presidente emprende su larga marcha.

Dato secundario, hubo quejas de la combativa población del Alto por no tener lugares en ese gabinete. Se supone que en el camino se acomodarán las cargas para que ese equipo funcione como un gran team, aprovechando el inicial 55,1 por ciento de apoyo y la crisis en que está sumida la derecha. Varios de sus personajes están en tránsito hacia Brasil de Bolsonaro para eludir causas judiciales por delitos cometidos durante la dictadura. 

Ese es un punto nodal: ¿habrá justicia con esos responsables del golpe y el baño de sangre, o se tenderá un manto de olvido en aras de la «unidad nacional» y «no volver al pasado»?

¿Cómo será la relación de Evo con la dupla Arce-Choquehuanca? La derecha querrá repetir las maniobras de la oposición argentina, que contrapone a Cristina con AF. El ex presidente boliviano no es parte del gobierno, pero por su peso político y social, refrendado en su gira de tres días, debería ser muy escuchado por el presidente y vice, aun cuando les hagan macartismo.

La asunción del nuevo gobierno fue ninguneada en forma alevosa por Clarín y demás monopolios. Es que Bolivia prendió una luz de esperanza para una nueva Una sur y la revitalización de la CELAC, en detrimento de la OEA o ministerio de Colonias. Jallala Bolivia. Otra vez la wiphala y el himno cantado con el puño izquierdo en alto y la mano en el corazón.

ortizserg@gmail.com

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