Por Sergio Ortiz:
El domingo 8 asumieron Arce y Choquehuanca en La Paz. Y
regresó al país el líder popular Evo Morales. Por fin una buena para Bolivia y
la Patria Grande Latinoamericana.
No hay mal que dure cien años y en el caso del golpe de
Estado en Bolivia duró «sólo» un año. Las comillas quieren relativizar esa poca
duración porque los fascistas hicieron muchísimo daño: las masacres de Senkata,
Sacaba y Pedregal, treinta muertos, heridos, presos políticos, exiliados y
refugiados en embajadas, etc.
Si bien esas violaciones a los DDHH, con delitos de lesa humanidad, fueron la parte más visible de la dictadura de Jeanine Añez, no menos grave fue la pérdida de soberanía. La embajada de EEUU pasó a ser en los hechos el gobierno. Y las multinacionales recuperaron el rol de mandamás en rubros de la economía que durante los casi 14 años de Evo habían tenido que ceder a favor del Estado, con mejoras en el bienestar de su población, sobre todo originaria, con la wiphala al tope.
La pesadilla se hizo más agobiante porque el país, como el
resto del mundo, se vio afectado por la pandemia. Las consecuencias fueron más
nefastas con Áñez, equivalente a la hipótesis de que el Covid-19 hubiera
sorprendido a los argentinos desgobernados por Mauricio Macri.
El PBI boliviano cae este año 11 puntos, por esa combinación
letal de dictadura política, revanchismo de monopolios y coronavirus sin
políticas sanitarias. Una pesadilla.
De allí la masividad del 88 por ciento con que bolivianas
fueron a votar el 18 de octubre, luego de una primera postergación de la
dictadora. La proscripción de Evo Morales como candidato a senador y el clima
persecutorio contra el MAS-IPSP hasta último momento no le sirvieron de nada al
gobierno de facto: hubo una victoria contundente de la fórmula masista
abrochada por el aymara, por entonces refugiado en Argentina. La encabezó Luis
Arce, su ministro de Economía en la mayor parte de sus tres gobiernos, y David
Choquehuanca, su canciller en un tramo similar.
En el sistema boliviano para ganar en primera vuelta se
necesita un 40 por ciento o más y diez puntos de diferencia con el segundo.
El MAS superó mucho esos márgenes porque se impuso con el
55,1 por ciento de los votos contra el 28 por ciento de Carlos Mesa, el
derechista de Comunidad Ciudadana, y el 14 del fascista Luis F. Camacho, de
Creemos. Fue victoria por nock out. A tal punto que, en las primeras horas,
tras el cierre de la votación, ya la usurpadora Añez, el derrotado Mesa y el
golpista de 2019 Luis Almagro, secretario de la OEA, habían tenido que
felicitar al ganador.
Una parte de la derecha vio venir el aluvión de votos
adverso. Por eso Añez y «Tuto» Quiroga, dos candidatos presidenciales, se
retiraron, buscando la unidad de los sectores conservadores y reaccionarios
frente a Arce-Choquehuanca. Quien no los imitó fue el fascista de Santa Cruz de
la Sierra, «Macho» Camacho: mantuvo su candidatura y dividió votos con Mesa.
Aún si hubieran unido ambos representantes de la derecha, también hubieran
perdido. Así de importante fue el caudal electoral de Arce, del 55,1 por
ciento, 5 puntos menos que Evo en 2014, pero superior a la cosecha de éste en
2019, cuando lo acusaron injustamente de «fraude». Este plus de «Lucho» puede
ser por gente que votó al MAS luego de sufrir en carne propia un año a Añez, Murillo
y demás verdugos. Y de votantes que no lo querían a Evo por cuarta vez, algo
que no le permitía el referendo de 2016.
Los amigos.
Esa victoria se debe ante todo a la resistencia de los 36 pueblos originarios, campesinos, mineros y demás trabajadores; los estudiantes e intelectuales, capas medias, militantes sociales y políticos, etc. Por supuesto, un gran rol jugó Evo, su compañero de fórmula en 2019 Álvaro García Linera y muchos ex funcionarios. Los dos primeros no se entregaron y desde el exilio, en México y luego en Argentina, denunciaron cada atropello del gobierno de facto, alentando las luchas populares y la oposición en las dos cámaras legislativas.
También colaboraron el presidente de México, AMLO, y Alberto
Fernández. Entre ambos hicieron todos los trámites para salvarles las vidas a
Evo y Álvaro, y facilitar sus salidas el 11 de noviembre de 2019 rumbo a
México. Fernández les concedió refugio político y facilitó sus actividades
políticas, a pesar de las protestas del PRO-Cambiemos y la derecha local y pro
estadounidense.
Evo, hombre agradecido, cenó con Fernández en La Quiaca el 8
a la noche, en la víspera de su caravana de tres días hacia Chimoré, y le dio
las gracias por haberle salvado la vida. Luego el argentino lo acompañó hasta
el puente que comunica con Villazón y se despidieron con un fuerte abrazo. El
aymara había estado el día antes visitando a Milagro Sala en su casa, donde
cumple prisión domiciliaria por casi cinco años. Fernández, ausente,
seguramente porque prioriza en Jujuy su vínculo con Gerardo Morales, el carcelero
de la dirigente de la Tupac Amaru.
Lo que viene.
Arce dijo que lo prioritario será recuperar la economía.
Declaró: «vamos a hacer un plan de industrialización con sustitución de
importaciones, un programa de seguridad con soberanía alimentaria, promocionar
el turismo interno, generar nuestros procesos de industrialización del litio,
del hierro del Mutún, exportar energía eléctrica, seguir con nuestros procesos
industrializadores del gas». Quien fue ministro de Economía de Evo sabe cómo
reactivar la economía aun cuando hoy los hidrocarburos, el hierro, el litio y
la soja no tienen los precios de aquella época.
Con un gabinete de 16 ministros -de ellos sólo 3 mujeres-
con jóvenes profesionales, el presidente emprende su larga marcha.
Dato secundario, hubo quejas de la combativa población del Alto por no tener lugares en ese gabinete. Se supone que en el camino se acomodarán las cargas para que ese equipo funcione como un gran team, aprovechando el inicial 55,1 por ciento de apoyo y la crisis en que está sumida la derecha. Varios de sus personajes están en tránsito hacia Brasil de Bolsonaro para eludir causas judiciales por delitos cometidos durante la dictadura.
Ese es un punto nodal: ¿habrá justicia con esos responsables
del golpe y el baño de sangre, o se tenderá un manto de olvido en aras de la
«unidad nacional» y «no volver al pasado»?
¿Cómo será la relación de Evo con la dupla
Arce-Choquehuanca? La derecha querrá repetir las maniobras de la oposición
argentina, que contrapone a Cristina con AF. El ex presidente boliviano no es
parte del gobierno, pero por su peso político y social, refrendado en su gira
de tres días, debería ser muy escuchado por el presidente y vice, aun cuando
les hagan macartismo.
La asunción del nuevo gobierno fue ninguneada en forma
alevosa por Clarín y demás monopolios. Es que Bolivia prendió una luz de
esperanza para una nueva Una sur y la revitalización de la CELAC, en detrimento
de la OEA o ministerio de Colonias. Jallala Bolivia. Otra vez la wiphala y el
himno cantado con el puño izquierdo en alto y la mano en el corazón.
ortizserg@gmail.com
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