Por Jorge Aniceto Molinari:
Carta de Roberto Savio* a sus amigos sobre la paz en Oriente Medio a la que agrego mi opinión.
Crear un Estado palestino sigue siendo una quimera
Después de la caída del Imperio Otomano al finalizar la I
Guerra Mundial, Gran Bretaña fue mandatada por la Liga de Naciones para
administrar Palestina. La gestión de Londres fue poco eficaz, en parte, por las
promesas contradictorias que hicieron a los árabes, a los sionistas y a
Francia, la otra potencia colonial con la cual dividió la zona.
Pero el conflicto es mucho más antiguo. Ya se han cumplido 30 siglos desde los primeros enfrentamientos entre filisteos y hebreos y el acuerdo de paz impulsado por el presidente estadounidense Donald Trump entre Israel y dos pequeñas dictaduras monárquicas arcaicas del golfo no será ciertamente la solución para la rivalidad milenaria.
Los filisteos se establecieron en esa zona alrededor del año
1200 a.c. A finales del siglo XI a.c,
los israelitas lograron expulsarlos de gran parte de su territorio, pero
siguieron siendo independientes en la franja costera. Y, a pesar de que nunca
dominaron por completo toda el área, el nombre del gentilicio procede
precisamente, de la palabra peleset (filisteo) y el territorio Filasṭin, Falasṭn
o Filisṭin (Palestina).
Tres mil años más tarde, el conflicto parece no tener
arreglo. Los israelíes nunca han aceptado la existencia de un Estado palestino.
Por su parte, los dirigentes palestinos viven utilizando una
retórica imposible, que los ha llevado a perder muchas ocasiones. La corrupción
de los cuales se les acusa, es cierta, pero Israel tiene una historia bastante
negra.
Los sultanes y jeques árabes son personas con mentalidad de
la edad media, que lo único que les importa es el fanatismo religioso y el
dinero. Trump le gusta, porque de alguna manera se les parece. Los israelíes
han sabido aprovechar todo esto, y eliminar la posibilidad de un Estado
palestino.
Resultado: los palestinos van a tener que vivir bajo el
control de israelita. Van a ser ciudadanos de segunda clase, y la composición
de Israel va a cambiar ya que los ultra ortodoxos haredin, tienen una tasa de
crecimiento más alta de los árabes y de los demás judíos.
Los árabes son el 20% de la población, mientras los haredin ya constituyen el 12% de la población. Al momento de la creación del Estado de Israel, eran solo el 0.2%. Son clanes medievales, que viven en un mundo especial. Por ejemplo, han logrado el derecho de no ir a la escuela, ya que solo estudian las escrituras sagradas. No hacen el servicio militar y por derecho no trabajan, básicamente los mantiene el Estado.
Benjamín Netanyahu sobrevive gracias a los partidos ultra
ortodoxos. El futuro de Israel no es un futuro de paz. Es un país que se va a
derechizar siempre más, que va a tener que continuar usando la fuerza contra
los palestinos, que van a convertirse exclusivamente un problema interno, ya
que serán abandonado por los demás árabes. Van a vivir en condiciones
económicas y sociales atroces, y vamos a presenciar como Israel va adoptando
cada vez más el camino del apartheid.
Estas victorias cortas de Netanyahu, presagian un futuro
negro. He visitado demasiadas veces la región como para tener un pronóstico
positivo. En todo esto Trump impulsa alianzas con los fundamentalistas
religiosos sunitas liderados por Arabia Saudita, unidos en contra de los
chiitas, liderados por Irán.
Irán, la antigua civilización persa, es mucho más tolerante
que los sunitas. El problema es que ha sido capturada por un grupo de
fanáticos, que aprovecharon de la impopularidad del Sah, Mohammad Reza Pahlaví,
para tomar el poder en 1979. No son populares, pero se mantienen.
Cabe recordar que el régimen teocrático se instaló con la
decisiva ayuda de Occidente.
El Ayatolá Ruhollah Jomeini volvió de su exilio en Francia a
Irán en un avión puesto a disposición por el gobierno conservador del
presidente galo Valéry Giscard d’Estaing.
Irán hace parte de los errores de lectura de la realidad de Estados
Unidos, cuya política exterior es siempre de corto plazo.
Desencadenar una escalada para sacar el Sah, utilizando el
clero, creó un régimen que finalmente
se invirtió contra ellos, cosa que Reza Pahlavi nunca hubiera hecho. Es el
mismo error cometido en Afganistán, cuando financiaron un movimiento en contra
de la ocupación rusa, creando fenómenos como Bin Laden, que terminaron en un
camino opuesto.
Dicho sea de paso, es el mismo error que hizo Israel cuando
apoyó al comienzo a Al Fatah, para debilitar a la Organización para la
Liberación de Palestina (OLP) de Yasir Arafat.
Los mullah no son nada populares, pero se mantienen, por el
apoyo de los campesinos y un fuerte aparato represivo. Sin duda en algún
momento los sacarán en una crisis interna sangrienta, e Irán volverá a su
normalidad.
A este respecto, deseo subrayar tres asuntos: a) Irán tiene
universidades de altísimo nivel, un gran cine, una excelente arquitectura, una
buena categoría científica: todas realidades desconocidas en el mundo sunita.
b) En Teherán hay sinagogas e iglesias, cosa inexistente en el mundo sunita. c)
En todos los atentados terroristas ocurridos en Europa y Estados Unidos, no hay
un solo terrorista chiita.
Y tengamos en cuenta
que Irán sufre sanciones hace 40 años.
Moraleja: el desastre político del Medio Oriente es un desastre de gobernabilidad, en el cual el Occidente y Trump tienen muchas responsabilidades. Y también los europeos, que instalaron a los reyes, príncipes, emires y jeques cuando se repartieron el imperio otomano.
Y Trump, con su
yerno, que, a pesar de ser judío, sabe razonar en términos árabes, al
fortalecer el mundo de los petrodólares y del pensamiento medieval.
En todo este panorama, los palestinos continúan como un
pueblo sin patria y sin nacionalidad, y los israelíes tienen la respuesta
preparada: no aceptan el plan de paz, y no tienen dirigentes que quieran la
paz.
Sin embargo, persistir en mantener a millones de personas
resentidas y en la pobreza no es una receta inteligente. Y es evidente que el
nivel intelectual y artístico del pueblo israelita poco tiene que ver con esta
fórmula.
Por lo tanto, caer en esta trampa sólo se explica por el
esfuerzo de Netanyahu de mantenerse en el poder, a cualquier precio, vendiendo
su alma a la ultra derecha, con una izquierda que se ha convertido en una
fuerza simbólica…
*presidente de Other News, el ítalo-argentino Roberto Savio es economista, periodista, experto en comunicación, comentarista político, activista por la justicia social y climática y defensor de una gobernanza global anti neoliberal. Director de relaciones internacionales del Centro Europeo para la Paz y el Desarrollo. Cofundador, en 1964, y actual Presidente Emérito de la agencia de noticias Inter Press Service (IPS) , que dirigió durante más de cuatro décadas.
Mi opinión:
Los elementos que aporta Roberto Savio son razonables, pero
corresponden a una etapa del desarrollo de la economía mundial en que se
razonaba en función de la construcción de Estados. Se buscaba la
correspondencia entre nacionalidad y Estado.
No renegamos de ello, pero si busquemos entender en medio de
una crisis irreversible acentuada por la pandemia de la predominancia del modo
de producción capitalista.
Como defender una nacionalidad o nacionalidades en medio de
esta crisis sin poder afirmar la viabilidad de la empresa que es en definitiva
el Estado.
Sería un crimen imperdonable tratar de borrar de la faz de
la tierra una cualquiera de las nacionalidades –se trata de un crimen fascista-
pero en la actual estructura del capitalismo a ello se llega por la
inviabilidad empresarial del Estado. Y a ello apunta lo más regresivo del
planeta con la contra partida de que tampoco pueden abrir una perspectiva
propia de largo alcance.
¿Entonces? Es un desafío para la revolución que proponemos
tome el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial cambiando radicalmente
su orientación económica en el mundo con dos herramientas básicas: la moneda
única y universal, y el sistema impositivo basado en la circulación del dinero
dando muerte a los paraísos fiscales.
Palestina necesita inversiones y eso ya no lo va a hacer con
rentabilidad el modo de producción capitalista. Lo tienen que hacer con
eficiencia y con formas de administración participativa estos organismos
revolucionados construyendo sociedad en todos los lugares que sea necesario.
No lo más grave es que no se está haciendo y si se puede
hacer ya.
sipagola@adinet.com.uy
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