viernes, 16 de octubre de 2020

El macrismo continuo en la política internacional Argentina

 Por Jesús Sotillo Bolívar.

    Argentina debe enmendar el error de estar al lado de gobiernos desprestigiados y dictatoriales de la región contra Venezuela.

  Ninguna política circunstancial puede separar la amistad histórica entre los hijos de José de San Martin y Simón Bolívar

Cuando Mauricio Macri llegó al poder en la República de Argentina, por arte de magia, pero sobre todo por la varita mágica manejada desde los Estados Unidos, se transformó en una especie de Superman que amenazaba a la izquierda y al progresismo en general en nuestra región. Y así lo expresó envalentonado a los medios internacionales. De acuerdo a los planes que le habían asignado desde el imperio él se proponía arrasar, sacar a la izquierda del continente.

Las cosas no sucedieron como lo planearon y el cúmulo de problemas económicos, políticos y sociales, los empobrecimientos paulatinos de la población argentina fueron progresivamente cercándolo, hasta que el pueblo obstinado, no creyendo ya en sus promesas electorales demagógicas, terminó dándole una punta pie por donde no le pega el sol. Así salió repudiado por el pueblo, con las ganas quedó de cumplir a sus titiriteros las promesas de arrasar con la izquierda en nuestro continente.

Pero, sin embargo, lo reconocemos, hizo daño a la posibilidad de conformar un bloque regional, para defender de tú a tú nuestros intereses con las potencias que nos asedian y explotan.

Con la promesa de erradicar a la izquierda del continente, los primeros cambios se evidenciaron en política internacional. Esa política que hasta ahora caracterizaba a la Argentina de no injerencia, fue transformada obedeciendo a los órdenes de sus tutores norteamericanos, en una agresiva campaña favoreciendo a la injerencia e intervención de los Estados Unidos en nuestra región y en particular, contra Venezuela. Con este propósito apoyó todas las medidas que los Estados Unidos orquestó contra nuestro país y asumió en muchas oportunidades un rol protagónico en esa ofensiva.

En sus discursos principales y ante foros de adláteres que lo aplaudían como focas, calificaba al gobierno constitucional de Venezuela como una dictadura y al Presidente Legítimo, Nicolás Maduro, como dictador. Hizo reconocimiento público al Grupo de Lima, integrado por gobernantes descalificados en nuestra región para y que defender los derechos humanos que se violaban en Venezuela. Por supuesto que no tocaba ni con el pétalo de una rosa a los miembros de las dictaduras que había tenido su país, seriamente cuestionados por las Madres de Plaza de Mayo, que todavía buscan a sus nietos secuestrados y ofrecidos a otras familias.

En ese mismo orden, apoyó e hizo reconocimiento público, al autoproclamado presidente de Venezuela, quien fue investido por los Estados Unidos, contrariamente a toda la normativa constitucional de nuestro país. Así mismo, atentó contra el proceso de integración regional separándose de UNASUR, apostando a que nuestros países se desarticularan y desintegraran.

Fue promotor junto al golpista Michel Temmer de Brasil, cosas que a veces se olvidan, de instigar la suspensión de Venezuela en Mercosur.

La guinda de su triste papel a nivel internacional, la puso en la OEA, donde Argentina fue mandataria de los Estados Unidos y luego en la Cumbre de las América, para congraciarse y no decir otra palabra, los representantes de Argentina, reivindicaron el bombardeo de los Estados Unidos al pueblo de Siria.   Eso fue en sinopsis, el triste papel de la política internacional del Macrismo.

Pensábamos que, con el advenimiento del nuevo presidente de Argentina, Alberto Fernández, reivindicara la históricamente política Argentina de la no intervención e injerencia hacia otros países.

Pero pecamos de buena Fe. Nos sorprendió sobre manera, que los representantes de la Cancillería Argentina en la Comisión de DDHH, de la ONU, consignaran un voto a favor de las políticas imperiales, apoyando una resolución condenatoria contra Venezuela en materia de Derechos Humanos. Es decir, Argentina, votó contra Venezuela, apoyándose en gobiernos desprestigiados como el Grupo de Lima, apoyándose en la política entreguista del actual Secretario General de la OEA, fiel al imperialismo norteamericano y apoyándose, en algunos gobiernos europeos, poco respetables, toda esa cumbancha manejada desde los Estados Unidos.

Pero pecamos nuevamente de buena. Pensado que el presidente Alberto Fernández, pudiera públicamente enmendar la plana y reivindicar la política no injerencista de Argentina. Al contrario, cuando se refirió al tema en los medios internacionales, lo hizo de manera tautológica, señalando que la violación a los Derechos Humanos es una violación a los Derechos Humanos.

Luego para complementar esta especie de acertijo, declaró que el tema de los Derechos Humanos no es ideológico. Nos preguntamos, Será que una persona con un cargo de esa magnitud, como lo es ser presidente de la República, puede ignorar en estos momentos, que los Estados Unidos, hoy por hoy, han politizado e ideologizado el tópico y lo han convertido, a pesar de que no aprueban importantes convenios sobre estos derechos, en un arma política contra los pueblos que no se pliegan a sus intereses¬.

Digamos que estamos, por lo menos, sorprendidos y CONVENCIDOS DE QUE HA SIDO SÓLO UN ERROR, el voto contra Venezuela. Por esta razón titulamos esta reflexión: EL MACRISMO CONTINUA EN LA POLITICA INTERNACIONAL ARGENTINA.

Profesor de la UCV

jesussotillo45@gmail.com

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