miércoles, 30 de septiembre de 2020

Otro mundo es todavía posible

Por Emir Sader: 

En plena década de 1990, momento auge de surgimiento del neoliberalismo en escala mundial, se han desarrollado formas de resistencia a ese modelo. En EEUU, en Europa, en América Latina, movimientos aislados algunos, coordenados otros, locales o nacionales, seguían el grito de Chiapas, de resistencia a la ola neoliberal.

 


Ese conjunto de movimientos y fuerzas se ha reunido, finamente, en 2001, en Porto Alegre, en el primer Fórum Social Mundial. La ciudad sureña de Brasil fue la escogida, antes de todo por las movilizaciones antineoliberales en varios países de Latinoamérica. Pero la opción recayó’ en Brasil, por ser la sede de organizaciones como el Partido de los Trabajadores, la CUT (Central Única de los Trabajadores), MST (Movimiento de los Sin Tierra), entre otros.  La ciudad de Porto Alegre fué la escogida como sede, por las innovadoras experiencias del presupuesto participativo. 

Contrariando la ola del pensamiento único y del Consenso de Washington, se definió como lema del evento: Un otro mundo es posible. Se han reunido movimientos sociales, ONGs, intelectuales, militantes antineoliberales, entre tantos otros, en una sorprendente convergencia, que daría inicio al movimiento organizado de lucha en contra del modelo predominante en el capitalismo. 

Casi 20 años después, ¿cómo está la lucha en contra el neoliberalismo, que ha pasado con el FSM y todavía se puede decir que Otro mundo es posible?. 

Muchas cosas han pasado desde entonces, tanto en el mundo, como en la lucha por el otro mundo posible. Donde más se ha avanzado ha sido precisamente en América Latina, donde seis gobiernos – en Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia y Ecuador – han avanzado en la superación del neoliberalismo. Y lo han hecho asimilando planteamientos del FSM. 

Esos gobiernos han tenido en común la prioridad de las políticas sociales, en la lucha en contra el hambre, la miseria, la exclusión social y las desigualdades. Han logrado, en el contramano del resto del mundo, en el continente más desigual del mundo, disminuir de forma significativa las desigualdades y todos los otros rasgos negativos de las sociedades de esos países. 

Ello se dio de tal forma que los líderes de esos gobiernos – Hugo Chávez, Lula, Néstor y Cristina Kirchner, Pepe Mujica, Evo Morales y Rafael Correa – se han transformado en los principales líderes de la izquierda en todo el mundo. Esos gobiernos, además, se han vuelto las referencias fundamentales en la lucha por el otro mundo posible – que ha asumido la forma de la construcción de gobiernos pos neoliberales. 

¿Qué ha pasado mientras tanto con el FSM? Basta con decir que en el Forum Social Mundial de Belem do Pará, en 2009, algunos de esos líderes – Chávez, Lula, Evo Morales, Rafael Correa – tuvieron que reunirse afuera de la programación oficial del FSM, donde no cabrían gobiernos que, obviamente, estaban de lado de los debates del FSM, y del Estado como organizador de la sociedad y corrector de las injusticias. 

Este rasgo es una debilidad que el FSM ha arrastrado desde su Carta original, la concepción, importada del liberalismo clásico, de la oposición entre sociedad civil y Estado, con la descalificación de este, como autoritario, ineficiente, superado históricamente. Visiones de varias ONGs y de algunos intelectuales, como John Holloway, en su libro “Cambiar el mundo, sin tomar el poder”, asi como en obras de otros pensadores europeos. 

 Cuando esos gobiernos han representado lo que de más avanzado se ha tenido en la lucha en contra del neoliberalismo, el FSM se ha auto marginalizado de esos procesos y se ha aislado de las nuevas generaciones de militantes.

? La pandemia há vuelto a recordar el papel insustituible del Estado. El drama de centenares de miles de muertos en los países donde se ha resuelto debilitarlo, como em Brasil y Estados Unidos, son un trágico llamado a esta realidad. 

En lugar de actualizar su Carta original y abrir espacio para esta nueva realidad en camino, transformándose en el espacio de intercambio y debate entre los gobiernos de cambio y los movimientos sociales, el FSM quedó congelado en su formulación original, y más bien aislado a la sociedad civil que se encontraba en el FSM. Los gobiernos que dieron importantes pasos en la dirección de la construcción del otro mundo posible, no tenían cabida en una concepción superada por las condiciones concretas de lucha en contra del neoliberalismo. 

En un momento en que, después de los avances de la primera década del siglo y los retrocesos de la segunda, y justo cuando está en discusión la vía que va a asumir la tercera década – especialmente a partir de Argentina y México y del desenlace de las situaciones en Brasil, Bolivia y Ecuador -, es fundamental disponer de un espacio como el FSM. Tanto para hacer el balance de las experiencias vividas, como para discutir la situación de la lucha por un otro mundo posible en otras regiones del mundo y constituir formas de coordinación entre todas las luchas. 

 Un documento lanzado recién apunta hacia ello, con la proposición de abrir el FSM a una acción concreta, como actor con identidad, en la lucha por el mundo posible. Se apunta incluso a la idea de convocación de un nuevo FSM en México, así que las condiciones permitan desplazamientos y reunión de personas y de movimientos. 

 Solamente asi será posible rescatar el FSM e inserirlo en las luchas contemporáneas en contra del neoliberalismo. Solamente así podremos recuperar la posibilidad de construcción de otro mundo posible.   

emirsader@uol.com.br

 

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