Por Rolando Prudencio Briancon:
Parecería que lo que paradójicamente está pasando en los
EE.UU., son las contradicciones internas, que como manifiesta el marxismo, se
están hoy gestando, allá donde precisamente el marxismo no sólo es hasta una
mala palabra, sino como una posibilidad impensable e impracticable.
Sólo en la ficción era pensable que se produzcan las mismas,
pero como diría Julio Verne: "Sólo la realidad supera a la
imaginación", es que la escalada de manifestaciones de protesta por la
muerte de George Floyd se está materializando esas máximas de que las
contradicciones internas son una condición necesaria para que se se produzca un
cambio -salto- revolucionario cualitativo en los mismos EE. UU.
Probablemente; es más con seguridad se podría afirmar que,
no son las condiciones económicas las que se constituyen en las condiciones
suficientes y necesarias para que se produzca el salto cualitativo de un avance
revolucionario en EE.UU., pero que sí el racismo, que dentro una sociedad
conservadora como la de los WASP (White Anglo Saxon Protestant), se están
convirtiendo en el catalizador para ese cambio.
Y es eso lo que se está configurando en esta convulsionada
coyuntura por la muerte de Floyd; pero además con una proyección que está
dejando de lado esa condición de probabilidad, para convertirse en esa
condición necesaria para el cambio, el salto cualitativo que destruya un viejo
Orden racista -más que clasista- que más que sustituya; destruya al existente,
que muy poco o casi nada le ha interesado, y no digo eliminar; pero sí por lo
menos aminorar, amortiguar.
Ésa también es la razón del porqué de la reacción de Trump,
quien frente a la ola de indignación social por el asesinato de Floyd, ha
optado por el recrudecimiento de la represión, y las amenazas inminentes de
sacar al Ejército y la Guardia Nacional, que sólo en caso de una conflagración
bélica se las moviliza, pero que han sido hoy desplegados para sofocar a los
"antifa" (antifascistas: que según Trump estarían incrustados en las
movilizaciones), dándole una criminalización giro a lo que no es sino una
movilización motivada por esa indignación social, por esta racista barbarie.
Vale decir que Trump ha ingresado en la fase de "fabricar" al enemigo
interno que le sirva de justificativo para sus propósitos represivos.
Es cierto que esta embaucadora estrategia le funcionado en
el logro de sus intereses en el plano internacional, pero en el interno es toda
una incógnita saber si le dará resultado, pues inventar a un enemigo interno
para no afrontar una problemática interna irresuelta como la del racismo, es
irse por las ramas -o en éste caso a las armas- que es a la salida a la que
Trump apunta para resolver éste estallido social que puede escalar hasta
convertirse en una Guerra Civil, al haber ignorado su gobierno la declaración de
los derechos civiles -Bill of de rights- de los ciudadanos norteamericanos.
Los EE.UU., ha dejado de ser esa invencible potencia que el
plano internacional se le ha reconocido, y ha entrado en el plano interno hacia
una potencial Guerra Civil que tendrá en el racismo la raíz, la causa para que
se produzca la misma.
prudenprusiano@gmail.com
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