miércoles, 10 de junio de 2020

¿Qué solución tendrá el estallido social en EE. UU?



Por Rolando Prudencio Briancon:

La escalada del estallido social que se ha desatado en toda la Unión por el cobarde asesinato de George Floyd se ha convertido en una caja de pandora, que como la pandemia del coronavirus no se sabe cuándo, ni cómo terminará, pues la posiciones se han polarizado a tal extremo que ninguna de las partes -aunque en el caso de Trump, se trata de la voluntad unipersonal de él más que de la mayoría de los estadounidenses- están dispuesta a encontrar un punto de reencuentro, y menos de reconciliación.



Precisaba que en el caso del presidente Trump, pareciera que esta irreductible posición de no llegar a ningún nivel de entendimiento se ve reflejada en el hecho de que en vez de calmar los ánimos, asumiendo el asesinato de Floyd como un acto arrepentimiento- aunque como es obvio su responsabilidad está representada solamente por su condición de máxima autoridad- institucional del Estado mismo frente a lo ocurrido, Trump parece estar más bien decidido a echarle gasolina al fuego, en vez de que su posición se traduzca en una reafirmación radical contra el racismo, ya que éste no debería ser tolerado en ninguna de sus manifestaciones.

Es más, y como parte de un trabajo sucio -dirty job- de las fuerzas represoras, los aparatos de inteligencia de la Guardia Nacional, parecen haber infiltrado ya desde revoltosos que a propósito promuevan saqueos, hasta francotiradores que produzcan bajas entre los sublevados, tratando de dividirlos, a la vieja usanza de: "Dividir para reinar".

Y es que su respuesta ha sido todo lo contrario a lo que hasta el propio sentido común daba casi como un hecho de que la misma fuese un rechazo a esta barbarie racista, pues de lejos lo menos que se esperaba era que llamase a la paz y la cordura, o que pidiese perdón por lo sucedido, pero lo que en todo caso ha hecho, ha sido lanzar duras advertencias, como decisiones que ya están en curso de hacer valer el principio de autoridad, pidiendo s la Guardia Nacional que sean "duros y fuertes". Incluso Trump está decidido a invocar el Acta de Insurrección para aplacar las movilizaciones, tal como le transmitió el jefe del Pentágono Mark Esper, quien ha rehusado cumplir, y que en buen romance se trata de una postura que es de desafío, de desacato a la orden ejecutiva de Trump.

Es así que más allá de que se trate de que ésta sea una confrontadora consigna, en la práctica ha ordenado la militarización de todos los Estados donde las movilizaciones ha escalado exponencialmente. Claro que como rechazo ha recibido la posición de gobernadores de varios Estados de oponerse a tomar el camino fácil de la represión. Es el caso de Frank Cuomo del Estado de Nueva York; con quien ya mantenía diferencias irreconciliables por la medida de la "apertura de la economía" frente al coronavirus.

Pero además parece ser que la mala hora se le ha presentado a Trump, y que no sólo se trata de las diferencias en cuanto a resolver los problemas, por lo que en todo caso es a que está conduciendo a que se produzca muy pronto una crisis de Estado, provocado por el cobarde asesinato de George Floyd. Pero además porque en medio de la misma se están acumulando los antecedentes personales de pedofilia de Trump tuvo en el pasado, cuando fue parte del Club de la isla de los pedófilos en Litle St James Island hace dos décadas atrás, junto a su entrañable y extinto amigo Jeffrey Epstein.

Las depravadas desviaciones que tuvieron entonces fueron con varias menores de edad; en especial con dos de ellas: Katie Johnson 13 años años  y María Dohe de 12, con quienes a cambio de dinero y promesas de modelaje tuvieron relaciones sexuales, forzándolas a tener sexo oral, y ordenándoles que aborten si se llegaran a embarazar.

La administración Trump está atravesado una coyuntura política que es un potencial polvorín que incluso a riesgo de que se agrave más la crisis sanitaria, sea la de la salud democrática de los EE.UU., que no encuentre ninguna solución al conflicto desatado, quedando demostrado que ésta crisis se está traduciendo también en una crisis de ausencia de liderazgo político; pero además MORAL, que como es obvio tampoco durará mucho tiempo, pues la violencia en sí misma tampoco transmite ningún tipo de liderazgo.

Por ahora quienes han tomado la iniciativa en la acción política son los alzados, los insurrectos, quienes tienen la oportunidad de que, desde el seno mismo de la movilización, sean ellos mismos quienes también tengan la oportunidad de tener un referente un líder; ya no para mantener el estatus quo, sino para transformarlo en verdaderos valores democráticamente igualitarios, y moralmente valederos.

prudenprusiano@gmail.com

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