Por Prof .PSAlvatb:
Chile “despertó” se dijo a partir de octubre del año pasado.
Se repitió incluso en el Festival de Viña del Mar. El despertar es una
metáfora. Alude y expresa en este caso al “salto” de conciencia que hemos
vivido como una sociedad que se reconoce a sí misma nuevamente como un
pueblo. Elemento primordial en esto es
la conciencia. Pero no una conciencia pura, sino siempre una conciencia de, en
este caso, del tipo de economía, de política y cultura que tenemos hace ya más
de treinta años.
Un modelo impuesto hace más de cuarenta años a la fuerza, y
después, puesto por algunas fuerzas políticas, siguiendo a doña Thatcher, como
algo que no tiene alternativa. Esa conciencia ve ahora más claro la relación
entre nuestros problemas cotidianos con el neoliberalismo como ideología
económica y política.
¿Puede retroceder este nuevo nivel de conciencia adquirida
fruto de vivencias, experiencias y acción social? Claro que sí. Nada está
garantizado en una historia siempre en movimiento, dinámica y a veces difícil
de pronosticar. Con todo, ese salto en la conciencia ha sido el logro más
importante desde octubre del año pasado. Porque nos empuja, nos mueve hacia lo
que el filósofo D. Ramírez expresa –bellamente, por lo demás- como la exigencia
que tenemos en cuanto ciudadanos de un “habitar consciente”.
Solo un “habitar consciente” en mi lugar de vida, de trabajo
en mi ciudad, país, continente y mundo, permite salvaguardar el eje valórico
fundamental que nos ha sido legado por tantas luchas, revoluciones y
generaciones: la dignidad. Dignidad que
está a la base por lo demás, de los derechos humanos considerados en su
integralidad, es decir, abarcando ciudadanos, pueblos y naturaleza.
El despertar a la conciencia implica la tarea para todos
–porque es de todos- de introducir razón en el mundo; de romper, negar la
realidad existente que se “erige en dios”, en un ídolo al cual hay que
sacrificar a las víctimas, sean estas, poblaciones o naturaleza. Esta tarea que
es reflexiva y autorreflexiva, crítica y autocrítica, conciencia personal y
comunitaria, desde lo local hacia lo global, y al mismo tiempo, política (pero
no politiquería), es hoy más necesaria que nunca.
Porque, este sistema y su ideología, que creyeron que
obtenían un triunfo total y mundial el año 1989, está empeñado hoy, como dice
F. Hinkelammert, “en una segunda victoria total”. Es decir, quiere una victoria total sobre
toda resistencia humana y de lo vivo a
su lógica depredadora y destructiva.
Pero el problema es que, si lograse esta victoria, será otra vez a lo
Pirro, y por tanto, el final.
Pero, un final que no sería solamente el del propio sistema,
sino al mismo tiempo, el del conjunto de la humanidad. De ahí su gravedad.
Esa gravedad está presente en las otras epidemias que nos
asolan y son ocultadas o justificadas por los actuales poderes mundiales,
económicos, políticos, mediáticos. Son parte de las vergüenzas del supuesto
progreso y magnificencia de la globalización neoliberal y su tecnociencia. Ahí
están, sin pretensión de agotar su lista: el hambre y la miseria. Fíjese
lector/lectora: cada diez minutos muere de hambre un niño en Yemen; 8.500 niños
mueren cada día por desnutrición en el mundo; en 2017 se calcula murieron 6.3
millones de niños menores de 15 años, por causas, en su mayoría, prevenibles.
Esto supone la muerte de un niño cada 5 segundos ¡Hace
algunos pocos años según FAO, había en el mundo, 1020 millones de desnutridos
crónicos! Unos 2000 millones no tenían acceso a medicamentos. 18 millones de
muertes por año debido a la pobreza, la mayoría, niños menores de 5 años (OMS).
Y, se calculaba había 218 millones de niños entre 5 y 17 años trabajando en
condiciones de esclavitud y en tareas humillantes (soldados, prostitutas,
sirvientes en la agricultura, la construcción o la industria textil) (OIT).
Sin embargo, al mismo tiempo, nunca había estado tan
concentrada la posesión de la riqueza en el mundo y también en Chile. Fíjese en
algunos datos: en el 2019, el 1% más rico de la población mundial acumulaba más
del doble de riqueza que 6.900 millones de personas. Los 2.153 milmillonarios
que hay en el mundo poseían más riqueza que 4.600 millones de personas. Los 22
hombres más ricos del mundo poseen más riqueza que todas las mujeres de África
juntas.
En Chile, los que mandan, algunos en el gobierno de hoy,
empezando por el Sr. Piñera, están dentro del 1% más rico y poderoso en el
país. Y muchos votaron por él siguiendo –con ingenuidad digna de mejor causa-
la prédica de que como él y los suyos ya son ricos, no robarían y nos harían a
todos a imagen y semejanza de ellos¡¡
Pero los efectos del
capitalismo financiar izado y desregulado no sólo se sienten en relación a las condiciones
materiales de vida, sino también en la
actual crisis medioambiental. Un solo
dato le dejo estimado lector/lectora:
desde 1970 hacia acá, la humanidad ha exterminado al 60% de los animales
(Informe WWF).
Como es sabido, además, nuestra América es la región más
desigual del mundo, y en ella, las mujeres conforman la mayoría viviendo en
condiciones de pobreza y de pobreza extrema.
Un último dato para no cansar: ¿sabía usted la enorme importancia que
tiene a nivel transnacional el negocio del narcotráfico para la “buena” marcha
de la economía global?
Mueve alrededor de 350mil millones de dólares anuales, de
los cuales el 44% queda en los EEUU y el 33% en Europa (en particular,
Londres). ¿Qué pasaría si ese dinero dejara de fluir? Y, conste que no hemos
hablado de las guerras que están en curso hace ya varios años, por el dominio,
por los recursos.
¿Qué le parece este
panorama a usted? Le parece que podemos hablar de que la globalización y
modernización neoliberal que nos han vendido es “todo un éxito”, como gustan de
repetir machacona y represivamente sus adalides por la prensa, la radio, la
televisión y los gobiernos, aduciendo, además, como “argumento”, ¿que no hay
alternativas? Es la hora del despertar a la conciencia de este apocalipsis
social ante nuestros ojos; antes que sea demasiado tarde.
Por eso hay muchos, desde diversas atalayas, que nos hablan
que frente a este panorama necesitamos forjar una revolución, como único camino
que puede posibilitar la no destrucción final de todo. Una revolución
ciertamente en los parámetros políticos y sociales existentes; en la generación
de condiciones y posibilidades de una vida digna para todos; pero, no solamente
allí. Necesitamos una revolución del
espíritu, de la conciencia, del alma personal y colectiva que nos permita
habitar de otra manera esta tierra; recrear nuestras relaciones con el otro,
con nosotros mismos, la naturaleza.
Es una revolución en la antropología política dominante, la
cual, desde que la modernización capitalista, aliada con la tecnociencia, tomo
el control y dirección de este proceso, nos ha conducido al borde del
precipicio, al menos para la mayoría.
Los más ricos, se sabe, ya preparan sus escondites bajo tierra con todo
lo necesario para sobrevivir caso de; otros, ya están comprando pasajes para
viajar a otros planetas o a lugares habilitados en el mismo espacio. Pero, el
resto, los más de 6 mil millones, ¿dónde podríamos escondernos de las
consecuencias de estas epidemias? Esta otra cara de la revolución político
social es fundamental, porque el principio del someter y el dominar, como bien
dice el profesor J.B. Metz, “ha penetrado hace mucho ya los fundamentos
espirituales de toda nuestra vida sociocultural”.
Se ha dado, en este proceso, sigue el profesor citado, no
solo una destrucción de la naturaleza exterior que nos rodea, sino también, un
envenenamiento de la naturaleza interna del ser humano mismo. Porque una
identidad que se levanta sobre el principio del dominio y el sometimiento, nos
hace ser, dice, profundamente falto de relaciones, egoístas en sentido
estricto. Y con ello, como ha sucedido en todos estos años, nos vuelve
incapaces de vernos y juzgarnos con los ojos de nuestras víctimas. Tenemos que preguntarnos, de la mano de ese
pensador: ¿De qué vive el humano? ¿De quién es el pan que come? ¿Qué comida
alimenta su vida? Ya ve pues, este encierro
obligatorio y por momentos difícil de soportar en manos del 1% más ricachón y
neo pinochetista, nos puede servir para dar un salto en la evolución de nuestra
consciencia. Al parecer, este salto se vuelve algo cada vez más urgente…
pablosalvatb@gmail.com
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