Por Ernesto Wong Maestre:
La incursión armada contra la Nación venezolana dirigida
desde organizaciones de Colombia y de EE.UU, por grupos de mercenarios en tres
puntos geográficos del país, con el centro focal en la capital Caracas, debe
comenzar a comprenderse en razón de los primeros datos informativos recibidos,
de escuchar los testimonios de algunos de sus protagonistas y de relacionar
todo ello con las propias declaraciones de los gobiernos agresores emitidas con
anterioridad en más de quince años, con varios momentos intensos a partir de
2013 con el lamentable fallecimiento del entonces Presidente Hugo Chávez Frías.
Para avanzar en ese necesario estudio, se proponen aquí algunas las reflexiones
que se constituyen como retos del conocimiento dirigidos a ejercer una defensa
más integral de la Nación por parte del pueblo venezolano convertido en fuerza
organizada competente y capaz de defender su revolución.
Primer Reto: La amplia operación autodenominada por sus
organizadores Gedeón, hasta ahora no totalmente revelada en todos sus
componentes operacionales, por razones del propio fracaso inicial, forma parte
de un plan estratégico de naturaleza geopolítica agresiva o fascista elaborado
desde varias instancias de poder del gobierno de los EE.UU, y ejecutado en esta
fase mediante un plan operacional con mercenarios y el gobiernos lacayo de
Colombia, tal y como lo establecen los preceptos de la actual doctrina militar
estadounidense dirigidos a minimizar los riesgos políticos para esa coalición
de grupos ultraconservadores dentro del Estado federal: el uso de mercenarios y
los segmentos juveniles identificados con el “american way of live”.
La apurada declaración de Mike Pompeo, a pocas horas del
fracaso militar, de intentar proteger a sus mercenarios connacionales apresados
y amenazar a Venezuela si no los deporta, importándole un bledo sus mercenarios
venezolanos capturados, es muestra de lo que pudiera significar políticamente
otro fracaso de aventuras bélicas con sus estadounidenses, en territorios
fronterizos a Venezuela donde ejercen todo su poder y a donde sus corporaciones
dirigen cuantiosas inversiones, sea en su colonia colombiana, como en la
pseudocolonia Panamá, o en territorios caribeños de sus aliados de la
OTAN.
Segundo: Tal operación está concebida en tiempo y espacio
para el contexto de una supuesta “desmovilización social” por la Cuarentena
decretada oficialmente desde mediados de marzo debido a la pandemia causada por
el Covid-19 y en un contexto mediático internacional que para la visión del
agresor le tiende a favorecer, toda vez que éste ha preparado, a lo que
consideran su “opinión pública internacional”, durante más de seis años, para
conseguir el mayor respaldado a su obcecado fin de “cambio de régimen” con
posturas negativas hacia el presidente venezolano Nicolás Maduro quien –dicho
sea de paso- fue reelecto de forma libre y soberana por el pueblo en mayo de
2018, en una contienda electoral con participación de partidos de oposición y
ampliamente garantizada la participación popular.
De la identificación de esta operación Gedeón con los
intereses, intenciones y geoestrategias del gobierno de Trump no debe quedar
dudas puesto que ella fue precedida no solo por acciones antivenezolanas de
política exterior, como es el acoso y despojo financiero o el bloqueo comercial
y económico, también extraterritorial,
sino por reiteradas declaraciones de corte ideológico contra del
socialismo en los marcos de la política interna, las cuales denotan, tanto el
ascenso vertiginoso de esas ideas en la política criolla estadounidense como la
aceptación cada vez mayor en los planos mundiales de la justeza de la causa
bolivariana –igual que la martiana- lo que es considerado desde hace más de
cuatro años “la amenaza inusual y extraordinaria” para la seguridad, no de la
Nación norteamericana como arguyen los ultraconservadores, sino del
establishment dominante en EE.UU.
La operación Gedeón fue preparada por los manuales de guerra
del dúo Pentágono-CIA y ejecutada centrando su atención en las grandes
ciudades, en este caso Caracas, creando puntos potenciales de proyección para
acciones futuras de su correspondiente Comando del Ejército como es el
aeropuerto de Maiquetía, y atacando tipo “pinzas” por pequeños comandos
fuertemente armados acompañados de grupos de delincuentes o narcotraficantes
chantajeados o cooptados y apoyados en cierta población criolla descontenta,
sobre cada objetivo que se van trazando desde que inician operaciones. Todo
pensado con una linealidad característica del pensamiento soberbio, prepotente
y oportunista que ha caracterizado la conducción de la política guerrerista de
EE.UU.
Tercero: La capacidad
de acción colectiva defensiva del Estado venezolano –como categoría de la
teoría política- donde se debe considerar esa integración cívico-militar que
viene desarrollándose desde 1999, y ahora como unidad cívico-militar-policial
entre los propios integrantes del cada vez más amplio Bloque Histórico (pueblo
organizado en gobierno, asociaciones, partidos y movimientos sociales de amplio
espectro, consejos comunales, grupos de tareas especiales, entre otros
tipos) que lideran en cada una de las
batallas emprendidas por la defensa de la soberanía, la libertad y la
independencia, es algo crucial para comprender como transcurre el desenlace del
conflicto que se está viviendo hoy, 6 de mayo en Venezuela, a partir de iniciar
la operación cívico-militar-policial “Negro Primero” que derrotó la operación
mercenaria Gedeón.
Al mismo tiempo, todo ello debe evaluarse, en su más amplio
sentido, como ejercicio de autoestima y autorreconocimiento de identidad
nacional del propio Bloque Histórico, algo que el adversario no logra
comprender, y si lo lograra, no lo tuviera en cuenta, por razones de utilidad y
de la misma naturaleza de sus intenciones expansionistas a base del
mercenarismo y de posturas desclasadas de ciertos elementos sociales dispersos
y fragmentados en grupúsculos.
Cuarto: Por tales razones, la alta capacidad de acción
colectiva (CAC) del Bloque Histórico, liderado por el Presidente Maduro y el
equipo unido de gobierno, es al mismo tiempo subestimada por algunos grupos del
“establishment” estadounidense y enmascarada o ignorada por otros que son
quienes contratan a las empresas, como la tal Silvercorp que hacen las guerras
por encargo, y éstas, apoyadas logísticamente por otras instituciones de EE.UU
como la NSA para la información satelital y de internet o la DEA para cooptar o
chantajear a cabecillas del narcotráfico y de la delincuencia que se le
anexa, planean operaciones tipo Gedeón
donde casi todas sus acciones se instrumentan, sean con mercenarios armados o
de cuello blanco, o con uniforme militar –para lo cual manipulan a muchos de sus
contratados con la falsa bandera de “la captura del dictador” o de “ayudar a
liberar a Venezuela”- a partir de macabros planes de guerra, desestabilización
política, búsqueda a toda costa del pretendido caos social, derramamiento
masivo de sangre e intervención militar estadounidense para derrocar al
gobierno bolivariano, detener el proceso de transformaciones sociales, esencia
de la Revolución Bolivariana, y poder apoderarse de los recursos y riquezas de
la Nación, y con ellos una supremacía de dominación mayor sobre
Nuestra América con el fin de tratar de contrarrestar y
detener el poderío creciente de la China socialista de Mao Tse Tung y Xi
Jinping, y evitar también el fortalecimiento de las posiciones aliadas de los
gobiernos de Rusia, Irán, Bielorrusia, Turquía, entre otros actores, en la
región considerada como “el patio trasero” del imperio.
Quinto: Quienes en el establishment enmascaran o falsean la
realidad venezolana a ex profeso, conocen casi plenamente lo que va a suceder
con sus planes injerencistas e intervencionistas contra la Revolución
Bolivariana, haciendo caso omiso y violando el derecho internacional, no solo previendo las presiones políticas que
ocasionarán para tratar de obligar al Bloque Histórico a ceder posiciones y al
gobierno a negociar -en condiciones menos favorables para la Revolución- con
los relevos políticos que preparan para sustituir a Juan Guaidó quien, con este
fracaso, es el “culpable” más evidente, sino también los provechos mediáticos
contrarrevolucionarios antisocialistas a conseguir para respaldar su política
exterior de acoso, de uso intenso de fake news y bloqueo contra Venezuela, Cuba
y Nicaragua, y su política interna
dirigida por el llamado Estado Profundo (Deep State) de corte antisocialista
con la anacrónica bandera anticomunista que aún tiene sus efectos perversos en
muchos segmentos sociales.
No solo de EE. UU sino en casi todos los países del mundo.
De ahí es que Trump haya estado en los últimos meses exigiendo al seudo
presidente colombiano Iván Duque hacer algo o “cumplir con su deber” contra la
Revolución de Venezuela pues pareciera que a través de su amplia población
colombiana de unos 6 millones de personas residiendo en territorio venezolano
sus imaginarios constituyen políticamente los principales testimonios de las
bondades de la Revolución para con esa población. Eso lo han estudiado
ampliamente los llamados “tanques pensantes” yanquis a través del Big Data que
controla la NSA ya que son evidentes dos realidades que les aportan las
estadísticas psicográficas y de intenciones políticas o de imágenes
compartidas
Una, la referida a los millones de población de origen
colombiano, pues la gran mayoría no puede ocultar en sus comunicaciones ante
sus familiares que quedaron en Colombia la realidad venezolana, sus beneficios
para ella en servicios gratuitos de salud, de educación y universidad,
viviendas asequibles, así como su incomprensión o rechazo a lo que promueve
Duque contra ella misma en su afán de debilitar al Gobierno Revolucionario.
Todo ello es compilado y analizado por esos “think thank”. En lo más profundo,
a los añejos sentimientos familiares contra la emigración forzada por la
oligarquía colombiana, se unen los sentimientos de rechazo a los intentos de
Duque-Trump de arrebatarles sus status sociales logrados en Venezuela. Ello
explica en parte el “desmarque” también apresurado que ha intentado hacer Duque
ante la opinión pública colombiana, al verse fracasado ante los demoledores
argumentos expuestos por el Presidente Maduro desde pocas horas después del
fracaso de Gedeón.
Y la otra: esas
mismas estadísticas acopiadas, compiladas y estudiadas a través del Big Data
las compilan y estudian sobre la población venezolana que usa el correo o las
redes por internet y las aplicaciones (APP) para los celulares y que muestran
los cambios de opinión sobre el Presidente Nicolás Maduro en amplios segmentos
sociales –insertos entre los dos bloques antagónicos de poder- que hace dos años lo identificaban con peyorativos
calificativos o términos de indiferencia, y desde hace más de medio año lo
comienza a apreciar -varios millones más
de ciudadanos y ciudadanas- como un buen o aceptable protector y líder del
proceso de cambios frente a los desmanes especuladores en el comercio
controlado por la burguesía vendepatria. De ahí que haya elementos interesantes
a considerar en los resultados aportados por el sistema del Carnet de la Patria
y en las encuestas de Hinterlaces, dando cuenta –en términos de teoría
política- de una mayor legitimidad y de estabilidad política con una mayor
participación sociopolítica en la vida diaria venezolana, incluida la
aceptación voluntaria y masiva de la Cuarentena anti coronavirus.
Sexto: Es una necesidad definir debidamente las
connotaciones ético-axiológica, geopolítico-geoestratégica,
cívico-militar-policial y jurídico-internacional, de la operación Gedeón
enmarcada en un plan mayor –como se ha dicho antes- junto al Comando Sur del Ejército
estadounidense que por la disposición de los puntos de desembarque de los mercenarios
podría indicar un intento de garantizar, con un control del aeropuerto de
Maiquetía, puerto de la Guaira, Puerto Cabello y Puerto La Cruz unas bases de
apoyo para que tropas del Comando Sur se instalen, con el argumento falaz para
la opinión pública internacional de proteger a la población venezolana del
“dictador” y una vez ocupado esos territorios, sea más complicado vencerlo
militarmente, con lo que el bloqueo marítimo a Venezuela, según las
declaraciones de Trump lo podría implementar con mayor efectividad.
Una vez hubiera iniciado esa etapa se darían órdenes de
iniciar otros planes de agresión por las fronteras colombianas y brasileñas
vinculados con los grupos de la contrarrevolución interna, y desde esos puntos
ocupados por los invasores se incentivarían y respaldarían a otras redes
delincuenciales para que se apropien con violencia de urbanismos y edificios
donde es complicada la acción de las FANB y el país podría entrar en compleja
situación sociopolítica. Hecho eso se estaría ante un caso semejante al de
Siria 2011-2016 más que el de República Dominicana 1965 o Panamá 1989, donde el
ejército de los EE. UU invadió, asesinó a cientos de personas y dominó sin
encontrar mayor resistencia. Por ello, urge de inmediato describir
articuladamente la planeación y los posibles objetivos inmediatos y mediatos
que el agresor se planteó para la fase “sucia” a cumplir por la operación
Gedeón, como son su logística para su puesta en ejecución, los territorios a
controlar mediante el crimen indiscriminado y sus posibles apoyos de segmentos
sociales desclasados.
También, configurar las causas del evidente fracaso de la
operación Gedeón, así como los significados y el sentido que cada connotación
enunciadas al inicio tienen, tanto para el agresor, el gobierno de Donald Trump
con su lacayo Duque, como para el agredido, el pueblo-gobierno de Venezuela
liderado por Nicolás Maduro. Esas dimensiones de estudio constituyen
necesidades imperantes cognitivas como base para ejercer con mayor poder la
soberanía nacional y garantizar la defensa de la independencia para ganar la
batalla antimperialista, no solo de Venezuela sino de todos los pueblos
decididos a ser libres y de emanciparse por sí mismos y que aprecian
esperanzadoramente los logros alcanzados por la Revolución Venezolana.
El reto es cognitivo y también para la praxis emancipadora
porque como dice el apotegma: “La teoría sin praxis es nula pero la praxis sin
teoría es ciega” y los neoliberales con su mente colonizadora intensificaron
sus planes en los últimos cuarenta años para excluir de las escuelas y
universidades el pensamiento crítico descolonizador y liberador que da luz en
la batalla emancipadora.
wongmaestre@gmail.com
Mientras el Imperio esté gobernado por un idiota, tenemos esperanzas de que seguirá fracasando en todas sus políticas de dominio y así los pueblos terminen por descubrir quien es el enemigo de la paz y el depredador de sus riquezas en todo el mundo. ¡Viva Venezuela!
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