viernes, 22 de mayo de 2020

Gedeón y el cuento de las tres lanchas colombianas



Por Otto Van de Velde Q.:

De la malograda invasión imperialista colombo-norteamericana del 3 de mayo, nos llamó la atención el nombre escogido como símbolo del plan, GEDEON. Resulta que el tal Gedeón que significa en hebreo antiguo <destructor> fue un exitoso guerrero de su época. El personaje judío y su ejército de 300 hombres tenían en la antigüedad fama de inderogables.



La anotación viene al caso por dos razones: una, que la presencia <hebrea> o mejor dicho, sus descendientes sionistas se han hecho famosos por sus desafueros y asesinatos a distancia en el Medio Oriente, particularmente de líderes palestinos e iraníes, lo cual llama la atención por la hipótesis del magnicidio como uno de los objetivos del desembarco; dos, porque el famoso ejército del guerrero hebreo Gedeón se componía de 300 reclutados de élite y por coincidencia algunos comentarios sobre el rocambolesco asalto terrorista de la Guaira, derrotado en el sitio mismo, hacían referencia a <una invasión de 300 hombres”.

O sea, un comando <destructor>, no tan invencible como su antecesor, que en tal caso podría tener entre sus planes el tomar militarmente el aeropuerto internacional de Maiquetía para establecer una cabeza de playa y garantizarle a la Séptima Flota de porta aviones yanquis en el Caribe, el traslado a tiempo de tropas, pertrechos y apoyo para cualquier acción, asesinato, zona “liberada” o <gobierno provisional> presidido por las marionetas de turno, se llamen o no Guaidó. Recordemos además que fue ese el procedimiento de los marines y la OTAN en su invasión a la pequeña isla de Granada en 1974, para sofocar a sangre y fuego el levantamiento patriótico del Movimiento popular “Nueva Joya”. En esa acción fue asesinado por los marines al valeroso dirigente revolucionario Maurice Bishop y el aeropuerto fue un objetivo político militar clave.

Los imperialistas de Trump, la Unión Europea, “el hermano” Duque de al lado y la desarticulada oposición local de Guaidó, no habían terminado de desembarcar sus mercenarios por la Guaira cuando ya gritaban como niños sorprendidos ¡nosotros no fuimos! Sentimiento de culpa que los abogados catalogan de presunción jurídica por culpabilidad. Es prácticamente una confesión de partes.

Sentimiento de culpa al que habría que asociar con otras pruebas concretas de la faena, ya sea el comentado nombre GEDEON (quizás sugerido por el lobby judío norteamericano) o el reconocimiento público de que la empresa contratada para el asalto goza de la plena confianza de Donald Trump; finalmente el hecho de que un par de los terrorista presos son cuerpo de seguridad del mandatario norteamericano, quien, desde el día siguiente del fracaso, se dedica a reclamar la extradición de sus muchachos.

Ahora bien, este asunto también tiene que ver con la misteriosa historia de las tres lanchas <perdidas> del ejército colombiano, artilladas con ametralladoras .50, M60 y gran variedad de municiones, que extrañamente fueron a tener al sector chorro el Mono del rio Orinoco en el Estado Bolívar, que es un territorio venezolano muy castigado por el paramilitarismo, el lumpen y el pranato colombo-brasileño.

Resulta que la Armada del provocador vecino no encontró más historia para explicar el extraño hecho de las lanchas de asalto, echando el cuento de que las tres alegres embarcaciones “soltaron” sus amarras desde Puerto Carreño en Colombia y se fueron solas de paseo por el Meta hasta llegar juntitas, en perfecto orden militar y al parecer con vida propia, a las riveras del Orinoco en el estado Bolívar, <abandonadas >allí a su suerte.

O sea, un comando <destructor>, no tan invencible como su antecesor, que en tal caso podría tener entre sus planes el tomar militarmente el aeropuerto internacional de Maiquetía para establecer una cabeza de playa y garantizarle a la Séptima Flota de porta aviones yanquis en el Caribe, el traslado a tiempo de tropas, pertrechos y apoyo para cualquier acción, asesinato, zona “liberada” o <gobierno provisional> presidido por las marionetas de turno, se llamen o no Guaidó. Recordemos además que fue ese el procedimiento de los marines y la OTAN en su invasión a la pequeña isla de Granada en 1974, para sofocar a sangre y fuego el levantamiento patriótico del Movimiento popular “Nueva Joya”. En esa acción fue asesinado por los marines al valeroso dirigente revolucionario Maurice Bishop y el aeropuerto fue un objetivo político militar clave.

Los imperialistas de Trump, la Unión Europea, “el hermano” Duque de al lado y la desarticulada oposición local de Guaidó, no habían terminado de desembarcar sus mercenarios por la Guaira cuando ya gritaban como niños sorprendidos ¡nosotros no fuimos! Sentimiento de culpa que los abogados catalogan de presunción jurídica por culpabilidad. Es prácticamente una confesión de partes.

Sentimiento de culpa al que habría que asociar con otras pruebas concretas de la faena, ya sea el comentado nombre GEDEON (quizás sugerido por el lobby judío norteamericano) o el reconocimiento público de que la empresa contratada para el asalto goza de la plena confianza de Donald Trump; finalmente el hecho de que un par de los terrorista presos son cuerpo de seguridad del mandatario norteamericano, quien, desde el día siguiente del fracaso, se dedica a reclamar la extradición de sus muchachos.

Ahora bien, este asunto también tiene que ver con la misteriosa historia de las tres lanchas <perdidas> del ejército colombiano, artilladas con ametralladoras .50, M60 y gran variedad de municiones, que extrañamente fueron a tener al sector chorro el Mono del rio Orinoco en el Estado Bolívar, que es un territorio venezolano muy castigado por el paramilitarismo, el lumpen y el pranato colombo-brasileño.

Resulta que la Armada del provocador vecino no encontró más historia para explicar el extraño hecho de las lanchas de asalto, echando el cuento de que las tres alegres embarcaciones “soltaron” sus amarras desde Puerto Carreño en Colombia y se fueron solas de paseo por el Meta hasta llegar juntitas, en perfecto orden militar y al parecer con vida propia, a las riveras del Orinoco en el estado Bolívar, <abandonadas >allí a su suerte.

Es decir, todo un hallazgo que aparece casualmente a cuatro días de una invasión terrorista por la Guaira y precisamente en un Estado full de oro y otros minerales estratégicos, azotado militarmente por los garimpeiros de Bolsonaro (quien también conspira a todo vapor contra el proceso bolivariano venezolano) y los paracos colombianos. ¡Vaya historia!

3 comentarios:

  1. El artículo 324 de nuestra Constitución de la República Bolivariana de Venezuela dice que las armas de guerra que se introduzcan en el país pasarán a ser porpiedad de la República sin indemnización ni proceso... Entiendo algo de la jugada diplomática sobre la probable carta del gobierno colombiano al verdadero y unico gobierno que preside Nicolas Maduro, pero esa vaina o peine no lo va a hacer ese gobierno colombiano de paramilitares, narcotraficantes y criminales

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  2. Leí un artículo al día siguiente de la aparición de las lanchas , que el gobierno venezolano las devolvería al de Colombia, de ser así sería una muestra de debilidad que en vez de apaciguar al gobierno vecino lo animaría aun más para seguir interviniendo.

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  3. Hace semanas que la noticia de acción paramilitar y mercenaria colombianoyanki, es noticia a medias al menos en España...las pruebas de la invasión de ese tipo es una práctica de la CIA y los aparatos de desestabilización de los Gobiernos Americanos todos. Ojo, con no perder ni una de esas pruebas. Trabajar para hacer llegar al mundo la verdad...los yanquis harán todo lo posible de hacer ver que ellos son buenos y los venezolanos agredidos son los malos. Como las peli. En América Latina hay muchas intervenciones que han comenzado por esa via. Aquí ese hecho ha sido acompañado de una gran campaña para alimentar y colaborar con 4 millones de venezolanos que han tenido que abandonar su país y si usted un comentarista justificar la intervención armada al país de Bolivar...es la acción de la mano negra de lo peor de la política intervencionista del gobierno yanqui.

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