Por Otto Van de Velde Q.:
De la malograda invasión imperialista colombo-norteamericana
del 3 de mayo, nos llamó la atención el nombre escogido como símbolo del plan,
GEDEON. Resulta que el tal Gedeón que significa en hebreo antiguo
<destructor> fue un exitoso guerrero de su época. El personaje judío y su
ejército de 300 hombres tenían en la antigüedad fama de inderogables.
La anotación viene al caso por dos razones: una, que la
presencia <hebrea> o mejor dicho, sus descendientes sionistas se han
hecho famosos por sus desafueros y asesinatos a distancia en el Medio Oriente,
particularmente de líderes palestinos e iraníes, lo cual llama la atención por
la hipótesis del magnicidio como uno de los objetivos del desembarco; dos,
porque el famoso ejército del guerrero hebreo Gedeón se componía de 300
reclutados de élite y por coincidencia algunos comentarios sobre el
rocambolesco asalto terrorista de la Guaira, derrotado en el sitio mismo,
hacían referencia a <una invasión de 300 hombres”.
O sea, un comando <destructor>, no tan invencible como
su antecesor, que en tal caso podría tener entre sus planes el tomar
militarmente el aeropuerto internacional de Maiquetía para establecer una
cabeza de playa y garantizarle a la Séptima Flota de porta aviones yanquis en
el Caribe, el traslado a tiempo de tropas, pertrechos y apoyo para cualquier acción,
asesinato, zona “liberada” o <gobierno provisional> presidido por las
marionetas de turno, se llamen o no Guaidó. Recordemos además que fue ese el
procedimiento de los marines y la OTAN en su invasión a la pequeña isla de
Granada en 1974, para sofocar a sangre y fuego el levantamiento patriótico del
Movimiento popular “Nueva Joya”. En esa acción fue asesinado por los marines al
valeroso dirigente revolucionario Maurice Bishop y el aeropuerto fue un
objetivo político militar clave.
Los imperialistas de Trump, la Unión Europea, “el hermano”
Duque de al lado y la desarticulada oposición local de Guaidó, no habían
terminado de desembarcar sus mercenarios por la Guaira cuando ya gritaban como
niños sorprendidos ¡nosotros no fuimos! Sentimiento de culpa que los abogados
catalogan de presunción jurídica por culpabilidad. Es prácticamente una
confesión de partes.
Sentimiento de culpa al que habría que asociar con otras
pruebas concretas de la faena, ya sea el comentado nombre GEDEON (quizás
sugerido por el lobby judío norteamericano) o el reconocimiento público de que
la empresa contratada para el asalto goza de la plena confianza de Donald
Trump; finalmente el hecho de que un par de los terrorista presos son cuerpo de
seguridad del mandatario norteamericano, quien, desde el día siguiente del
fracaso, se dedica a reclamar la extradición de sus muchachos.
Ahora bien, este asunto también tiene que ver con la
misteriosa historia de las tres lanchas <perdidas> del ejército
colombiano, artilladas con ametralladoras .50, M60 y gran variedad de
municiones, que extrañamente fueron a tener al sector chorro el Mono del rio
Orinoco en el Estado Bolívar, que es un territorio venezolano muy castigado por
el paramilitarismo, el lumpen y el pranato colombo-brasileño.
Resulta que la Armada del provocador vecino no encontró más
historia para explicar el extraño hecho de las lanchas de asalto, echando el
cuento de que las tres alegres embarcaciones “soltaron” sus amarras desde
Puerto Carreño en Colombia y se fueron solas de paseo por el Meta hasta llegar
juntitas, en perfecto orden militar y al parecer con vida propia, a las riveras
del Orinoco en el estado Bolívar, <abandonadas >allí a su suerte.
O sea, un comando <destructor>, no tan invencible como
su antecesor, que en tal caso podría tener entre sus planes el tomar
militarmente el aeropuerto internacional de Maiquetía para establecer una
cabeza de playa y garantizarle a la Séptima Flota de porta aviones yanquis en
el Caribe, el traslado a tiempo de tropas, pertrechos y apoyo para cualquier
acción, asesinato, zona “liberada” o <gobierno provisional> presidido por
las marionetas de turno, se llamen o no Guaidó. Recordemos además que fue ese
el procedimiento de los marines y la OTAN en su invasión a la pequeña isla de
Granada en 1974, para sofocar a sangre y fuego el levantamiento patriótico del
Movimiento popular “Nueva Joya”. En esa acción fue asesinado por los marines al
valeroso dirigente revolucionario Maurice Bishop y el aeropuerto fue un
objetivo político militar clave.
Los imperialistas de Trump, la Unión Europea, “el hermano”
Duque de al lado y la desarticulada oposición local de Guaidó, no habían
terminado de desembarcar sus mercenarios por la Guaira cuando ya gritaban como
niños sorprendidos ¡nosotros no fuimos! Sentimiento de culpa que los abogados
catalogan de presunción jurídica por culpabilidad. Es prácticamente una
confesión de partes.
Sentimiento de culpa al que habría que asociar con otras
pruebas concretas de la faena, ya sea el comentado nombre GEDEON (quizás sugerido
por el lobby judío norteamericano) o el reconocimiento público de que la
empresa contratada para el asalto goza de la plena confianza de Donald Trump;
finalmente el hecho de que un par de los terrorista presos son cuerpo de
seguridad del mandatario norteamericano, quien, desde el día siguiente del
fracaso, se dedica a reclamar la extradición de sus muchachos.
Ahora bien, este asunto también tiene que ver con la
misteriosa historia de las tres lanchas <perdidas> del ejército
colombiano, artilladas con ametralladoras .50, M60 y gran variedad de
municiones, que extrañamente fueron a tener al sector chorro el Mono del rio
Orinoco en el Estado Bolívar, que es un territorio venezolano muy castigado por
el paramilitarismo, el lumpen y el pranato colombo-brasileño.
Resulta que la Armada del provocador vecino no encontró más
historia para explicar el extraño hecho de las lanchas de asalto, echando el
cuento de que las tres alegres embarcaciones “soltaron” sus amarras desde
Puerto Carreño en Colombia y se fueron solas de paseo por el Meta hasta llegar
juntitas, en perfecto orden militar y al parecer con vida propia, a las riveras
del Orinoco en el estado Bolívar, <abandonadas >allí a su suerte.
Es decir, todo un hallazgo que aparece casualmente a cuatro
días de una invasión terrorista por la Guaira y precisamente en un Estado full
de oro y otros minerales estratégicos, azotado militarmente por los garimpeiros
de Bolsonaro (quien también conspira a todo vapor contra el proceso bolivariano
venezolano) y los paracos colombianos. ¡Vaya historia!
El artículo 324 de nuestra Constitución de la República Bolivariana de Venezuela dice que las armas de guerra que se introduzcan en el país pasarán a ser porpiedad de la República sin indemnización ni proceso... Entiendo algo de la jugada diplomática sobre la probable carta del gobierno colombiano al verdadero y unico gobierno que preside Nicolas Maduro, pero esa vaina o peine no lo va a hacer ese gobierno colombiano de paramilitares, narcotraficantes y criminales
ResponderEliminarLeí un artículo al día siguiente de la aparición de las lanchas , que el gobierno venezolano las devolvería al de Colombia, de ser así sería una muestra de debilidad que en vez de apaciguar al gobierno vecino lo animaría aun más para seguir interviniendo.
ResponderEliminarHace semanas que la noticia de acción paramilitar y mercenaria colombianoyanki, es noticia a medias al menos en España...las pruebas de la invasión de ese tipo es una práctica de la CIA y los aparatos de desestabilización de los Gobiernos Americanos todos. Ojo, con no perder ni una de esas pruebas. Trabajar para hacer llegar al mundo la verdad...los yanquis harán todo lo posible de hacer ver que ellos son buenos y los venezolanos agredidos son los malos. Como las peli. En América Latina hay muchas intervenciones que han comenzado por esa via. Aquí ese hecho ha sido acompañado de una gran campaña para alimentar y colaborar con 4 millones de venezolanos que han tenido que abandonar su país y si usted un comentarista justificar la intervención armada al país de Bolivar...es la acción de la mano negra de lo peor de la política intervencionista del gobierno yanqui.
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