Por Diego Olivera Evia (*):
El terrorismo y el capitalismo son parte de las guerras
La sociedad humana avanza hacia una crisis global, en el
marco del capitalismo, el resurgimiento del fascismo en Europa y América
Latina, impulsado por el modelo imperial de EEUU, con la presidencia del
magnate Donald Trump, que ha impuesto sus reglas del juego, logrando controlar
a la Unión Europea (UE), como a la OTAN el brazo militar de la UE, en ese mismo
sentido aplica mecanismos, para intentar controlar a la Organización de Estados
Americanos (OEA).
La nueva pandemia del coronavirus ya alcanzó el estatus de
epidemia, según consideró este miércoles la Organización Mundial de la Salud
(OMS). Una realidad de una crisis sin control en el planeta, los países
europeos y EEUU, hicieron caso omiso al ataque de la pandemia en China, pero en
esas condiciones se creó un ataque a España, Italia, Alemania, Inglaterra y
EEUU mostraron un desprecio de los efectos de esta mortandad, la actitud de no
cubrirse contra el covid-19, demostró que los países desarrollados, mostraron
un decidía en la Salud de sus ciudadanos, muchos como el terrorista Trump, no
creo condiciones para los afectados por el Covid-19, sin hospitales públicos y los privados cobran
carísimo, y de la misma manera en la calles de Nueva York , muerte los latinos
y los afro descendientes, mostrando una realidad inmoralidad.
Pero la ambición de las trasnacionales han creado mecanismos
coercitivos, de la concepción una guerra sin cuartel contra Venezuela, pero no
han podido, para agredir a Venezuela y apoderar un gobierno de facto en esta
nación sudamericana, la imposición de un títere de la Asamblea Nacional (AN),
en desacato, ha generado una grave crisis, donde el petróleo, el Oro, el
Coltán, las refinerías de CITGO, de propiedad venezolana, son la base de una
guerra imperial y sin escrúpulos, bajo la dictadura mundial donde un psicópata
intenta, un ataque con su flota de asesinos marines, no han podido crear un
mecanismo de los paramilitares colombianos, y los armamentos del Ejército
venezolano, con altas tecnologías entregadas por Rusia, bajo las política del
presidente Putin.
Un informe de la CELAC advertía los posibles efectos del
modelo gringo desde las promesas de campaña y a partir de la (inesperada)
asunción al Gobierno de Donald Trump suenan las alarmas sobre un “retorno al
proteccionismo” en Estados Unidos (EE. UU.) como amenaza al orden global
neoliberal. Se ha renovado la discusión liberalismo-proteccionismo desde una
postura hegemónica que plantea ambas alternativas como contradictorias y en la
que el proteccionismo sería un lastre del “populismo de derecha” de Trump que
atenta contra los logros del neoliberalismo a nivel internacional.
Sin embargo, hay poca información concreta sobre cuál es el
impacto en inversiones y relaciones comerciales con la región, donde las
políticas de Trump, paradójicamente, parecen haber profundizado el
neoliberalismo por la vía de la expansión de las transnacionales
estadounidenses. Además, más allá de si el proteccionismo es “bueno o malo”,
los resultados de los lineamientos implementados parecen haber abierto un nuevo
ciclo de crisis en la economía de EE.UU.
El capitalismo son parte de las guerras imperiales
La llegada de Trump a la presidencia de EE.UU. auguraba,
para la mayoría de analistas, un menor ritmo de comercio y de inversiones con
la región. En efecto, varios factores parecían conjugarse en este sentido: la
suspensión de acuerdos, como el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica
(TPP), que contemplaban la reducción de barreras no arancelarias, la
armonización regulatoria y la creación de nuevos estándares para regular el
comercio digital; la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del
Norte (TLCAN); la idea de renegociar, también, acuerdos bilaterales con otros
países como Chile, Colombia, Panamá y Perú, entre otros; las críticas a la OMC
por favorecer el libre comercio; y la apuesta por la relocalización de la
producción de las empresas estadounidenses hacia EE. UU. Sin embargo, hasta el
momento, no se ha verificado esta tendencia.
Absolutamente complementaria con ese obscurantismo supino
del mandatario estadounidense, se presenta su inmoralidad en el manejo de las
relaciones internacionales. Marco en el cual no duda con expresar opiniones y
toma de decisiones, que son abiertamente canallescas. Ha sido así con relación
a Palestina y el apoyo incondicional que le ha dado a la entidad sionista
contra el pueblo palestino, en materias militares, económicas, concretando
aquello que sus antecesores se cuidaron de no hacer: reconocer a al Quds
(Jerusalén) como capital del régimen ocupante israelí en Palestina y trasladar
su embajada de la ciudad de Tel Aviv a la ciudad santa.
Sume a ello el sostén político en todas las instancias
internacionales y la venta multimillonaria de armas a otro de los regímenes
acusado de delitos contra la humanidad: la Casa al Saudí, enfrascada en una
guerra de agresión contra Yemen. Una campaña que ha dejado ya más de 91.000
muertos A las víctimas de los combates, hay que añadir el enorme costo que ha
traído a esta población de 27 millones de habitantes, el hambre y las
enfermedades, entre ellas el cólera, en un país donde, según señaló en un
informe del año 2019, la organización Save the Children, han muerto 84.701
niños por inanición y 3.000 ante el brote de cólera.
El “América First”, que prometía generar empleo e impulsar
la industria nacional, volver al “made in América” vs. el “made in China”, ha
mostrado escasos resultados. No parece haberse conseguido un aumento en la
competitividad de las industrias locales, pues la mayoría está atada a una
cadena de producción invariablemente internacional. A esto se suma la
disminución de las ganancias en las industrias manufactureras de EE. UU., como
la de producción de alimentos, bebidas y tabaco, las productoras de petróleo,
carbón, químicos y otros productos durables que se fabrican en territorio
estadounidense. En un análisis reciente se menciona que esa caída de las
ganancias podría explicar la política proteccionista al interior y la política
A su vez, las políticas proteccionistas están generando una
mayor expansión de las empresas EE. UU. al exterior, expansión que, tal como
vienen operando desde hace décadas -si bien por un lado implica aumento de
inversiones y puestos de trabajo- también es portadora de una serie de
“condicionamientos” a las economías (sobre todo las periféricas), asociados a
exenciones impositivas, fuerza de trabajo barata y condiciones laborales
“flexibles”, etc.
Cabe recordar que en esta tónica van las reformas laborales
y previsionales de los gobiernos de derecha en Argentina y Brasil, por
ejemplo-.Los factores por los cuales las políticas proteccionistas podrían
generar mayor inversión de las empresas estadounidenses en el exterior son: (
el encarecimiento de los costos de producción derivado del incremento de
aranceles para insumos de uso difundido, como acero y aluminio; la repatriación de capitales puede inducir a
una apreciación del dólar que también atente contra la competitividad local
y; las políticas anti inmigratorias
pueden atentar contra el “reclutamiento de cerebros” que realizan las empresas
estadounidenses en todo el globo para desarrollar las tareas de innovación en
su país.
(*) Periodista, Historiador y Analista Internacional
diegojolivera@gmail.com
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