Por Luis Alfonso Mena S. (*):
Con Venezuela en el corazón contra la invasión imperialista.
Hoy más que nunca la República Bolivariana de Venezuela
requiere de la solidaridad profunda y sincera de los latinoamericanos y,
principalmente, del pueblo colombiano, su hermano histórico. El imperialismo
genocida está desesperado, pues recibe derrota tras derrota, y por eso ha
desatado una escalada brutal contra el pueblo y el Gobierno legítimo del
presidente Nicolás Maduro.
Y lo hace en momentos en que Venezuela, a pesar del bloqueo
económico cobarde al que es sometida, muestra, al lado de Cuba, el más ejemplar
combate a la pandemia del coronavirus, a diferencia de lo que ocurre con los
gobiernos de las potencias del mundo capitalista, que sucumben ante el
cobid-19.
Eso no deja dormir tranquilo al inquilino de la Casa Blanca
ni a sus halcones, que ven cómo, una a una, sus estrategias de cerco
financiero, diplomático, político y militar fracasan ante la resistencia
inclaudicable del pueblo y de su Gobierno bolivariano.
La llamada diáspora de ciudadanos venezolanos por diferentes
países no fue propiciada por Nicolás de Maduro, sino que hace parte de las
consecuencias de otra de las estrategias del imperialismo, la de estrangular
por hambre al pueblo, una política pérfida con la que Trump y sus lacayos
internos de la oposición de derecha creyeron que originarían un levantamiento
popular que derrocaría al presidente.
Esta estrategia también le falló estruendosamente a EE.UU.,
ya que el Gobierno bolivariano la enfrenta con la entrega periódica y sin falta
de las cajas de alimentos Clap (Comités Locales de Abastecimiento y Producción)
a siete millones de hogares.
La experiencia de los Clap, que ya tiene cuatro años
ininterrumpidos de ejercicio, ha permitido lograr de manera exitosa la cohesión
social para hacer frente, con una temprana cuarentena de toda la población, a
la pandemia del covid-19, al lado de otras medidas nacionales y de la
solidaridad internacional encabezada por Cuba, Rusia y China.
Otras acciones de Trump y de sus vasallos internos también
fracasaron: el soborno a altos funcionarios del Estado; los ataques terroristas
a hospitales públicos, al sistema eléctrico nacional, al transporte, a la
distribución de combustibles y alimentos; el incendio de edificios del Gobierno
y bodegas del Consejo Nacional Electoral; el sabotaje a los comicios presidenciales
del 21 de mayo de 2018; los asaltos a sedes diplomáticas de Venezuela en el
exterior, y muchas otras.
Los intentos de magnicidio, como el perpetrado contra el
presidente Maduro el 4 de agosto de 2018, cuando el mandatario fue atacado con
drones explosivos en momentos en que presidía una parada militar en Caracas, y
las incursiones armadas de paramilitares en puntos fronterizos, también fueron
desactivados y derrotados por la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, Fanb.
Igualmente, fue un fracaso estrepitoso el show montado el 23
de febrero en los puentes que conectan a Colombia y Venezuela en Norte de
Santander, para el ingreso de una supuesta ayuda “humanitaria”, que luego se
descubrió era un embuchado con elementos para hacer terrorismo.
Reelección sobre cadáveres
Pero Donald Trump, el carnicero del peluquín amarillo, se
quiere hacer reelegir en la Presidencia de su país a costa del dolor del noble
y valiente pueblo bolivariano, pues en EE.UU. la pandemia, la crisis
humanitaria y el desempleo lo están derrotando.
Trump quiere seguir mandando en el imperio por sobre la
estela de miles y miles de cadáveres de estadounidenses víctimas de la pandemia
que él, inepto e ignorante como es, no supo afrontar y busca, usando marines y
mentiras, ocultar al electorado y al mundo.
Luego de ser desvirtuadas sus infames acusaciones judiciales
contra los líderes del Estado venezolano, lo mismo que rechazada de plano su
ridícula propuesta de un “gobierno de transición” –idea que solo sirvió para
demostrar que Juan Guaidó era un títere ladrón que abandonarían cuando ya no
les sirviera, como ha ocurrido–, Trump ingresó en los días recientes en una
nueva fase de su agresión: la de los portaviones en el mar Caribe.
Con la complicidad del régimen de Duque, el tiranuelo lanza
a los mares del Atlántico su nefasta Armada para invadir a Venezuela.
Lo hace con la mentira de que va a combatir el narcotráfico,
cuando todo el mundo sabe que éste se genera es desde Colombia y no desde
Venezuela, y que la gran demanda está en la sociedad gringa, que consume a
borbotones alucinógenos a la vista de sus gobernantes.
Todo está integrado en la ardid para justificar lo
injustificable: la invasión. El mismo montaje usado para someter militarmente a
tantos otros países a lo largo de la historia de la humanidad, para masacrarlos
y destruirlos en nombre de la “democracia” (Haití, Guatemala, Vietnam,
República Dominicana, Granada, Panamá, Irak, Afganistán, Libia… la lista es
larga).
Juicio político a Duque
Por lo expuesto, debemos reclamar con vehemencia que
Colombia no se involucre en esa guerra contra Venezuela, que no se use nuestro
territorio para la agresión, lo cual desde hace años viene ocurriendo con el
beneplácito de la oligarquía lacaya, una violación de la soberanía nacional
acelerada en los gobiernos de Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos e Iván Duque,
que permitieron la instalación de siete bases militares gringas en nuestro
país.
(Esos enclaves militares extranjeros están en: las bases
aéreas de Palanquero (centro), Apiay (oriente) y Malambo (Caribe, norte); los
fuertes del Ejército Tres Esquinas (sur) y Tolemaida (centro), y las bases
navales de Cartagena (Caribe, norte) y Bahía Málaga (Pacífico, occidente).
En los últimos días se denuncia más presencia militar gringa
en Colombia, principalmente en la frontera nortesantandereana, que EE.UU.
espera utilizar como punta de lanza para la agresión.
Lo anterior es, ni más ni menos, una violación no solo de
nuestra soberanía nacional, sino de la Constitución Política, pues este
tránsito de tropas extranjeras se está produciendo sin la autorización del
Senado de la República, como ordena el numeral 4 del Artículo 173 de la Carta
Magna.
El régimen argumentará que el Senado está en receso obligado
por la ‘frescura’ con que los congresistas asumieron la cuarentena y siguieron
de asueto permanente –después de tres meses de vacaciones–, pero Duque no pidió
la autorización del Consejo de Estado, como manda el Artículo 189, numeral 7,
de la Carta Política.
Esto debería conducir a la bancada de izquierda, alternativa
y de oposición a promover el juicio político a Duque por violación de la
Constitución Política, por su entreguismo a los intereses de una potencia
extranjera (Estados Unidos) y por su participación pública y notoria en el
auspicio de toda clase de planes para derrocar al gobierno de un país hermano.
Que la bancada alternativa se pronuncie
Es la hora de rechazar con contundencia la agresión a
Venezuela y los intentos de invasión en que están empeñados Trump y su banda de
piratas, que pretenden volver para anegar en sangre la patria de Bolívar y
apropiarse de sus recursos naturales.
Es indispensable reclamar el cese del bloqueo y del asalto a
la economía de Venezuela por el imperialismo norteamericano y sus sirvientes,
encabezados por el régimen de Duque, que facilitó el latrocinio de la empresa
Monómeros Colombo Venezolanos, saqueada por Guiadó y su cartel.
Es clave que, en su conjunto, la bancada alternativa y de
izquierda en el Congreso se pronuncie repudiando la agresión contra la República
Bolivariana de Venezuela y convoque el control político a la descarada práctica
injerencista del régimen de Duque, liderada el mandatario y sus ministros de
Defensa y Relaciones Exteriores.
Que esa bancada exija explicaciones al régimen de Duque
sobre los numerosos casos descubiertos y documentados de preparación de actos
terroristas y magnicidas en suelo colombiano, como el que confesó abiertamente
el mercenario Cliver Alcalá, quien conspiraba a sus anchas desde Barranquilla y
toda la Costa Atlántica, y frente a lo cual el Gobierno ha guardado sintomático
silencio.
Esperamos el pronunciamiento de senadores y representantes
de toda la oposición exigiéndoles a Duque y a su régimen que cesen su nefasta
política injerencista contra Venezuela y repudiando la entrega del territorio
colombiano y de la soberanía nacional a los intereses criminales del
imperialismo estadounidense.
Con Venezuela en el corazón
Sin pedir nada a cambio, desde hace muchos años Venezuela
acoge a millones de colombianos que huyeron de la violencia y de la crisis
económica en nuestro país. Además, su Gobierno fue uno de los artífices del
proceso de paz entre el Estado y las Farc, con una colaboración altruista y
fraterna.
La solidaridad con Venezuela soberana es un deber de todos
los colombianos de bien, hoy más que nunca, sin miedo, sin mezquindad.
No más silencio, no más complicidad con los invasores, no
más cobardía frente a los señalamientos de la extrema derecha, sus medios y sus
agentes.
La República Bolivariana de Venezuela tiene derecho a vivir
en paz, a ser soberana y a decidir, como lo viene haciendo, sobre la
construcción de una sociedad diferente, de una nación libre y de un país
verdaderamente independiente.
La unión de una amplia base social, el Gobierno, las fuerzas
institucionales cohesionadas, los partidos y movimientos partícipes del proceso
bolivariano y los más variados sectores de la vida venezolana continuarán
enfrentando el presente, edificando el porvenir y evitando que sus sueños,
iniciados con el comandante Hugo Chávez en 1999, sean truncados por el
imperialismo y los malos hijos de la patria.
En estos momentos en los que una jauría de hombres
desalmados acecha emboscada en las penumbras de la inhumanidad y el crimen, un
pueblo noble y valiente como el venezolano está y estará siempre en nuestro
corazón de hermanos, porque la Revolución Bolivariana es de toda América
Latina, y porque su destino es nuestro destino.
(*) Periodista independiente, editor de Periodismo Libre.
https://luisalfonsomenas.blogspot.com/2020/04/juicio-politico-duque-por-entregar-la.html
luismena7@gmail.com
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