Por Tony López R.:
En mis tres anteriores artículos ha quedado demostrado, que
el gobierno de Donald Trump, poco le interesa la salud de su pueblo, hoy 23 de
abril, hay que lamentar el fallecimiento de más de 50,000 mil estadounidenses y
las perspectivas son desalentadora si tenemos en cuenta que ya casi alcanza los
800, 000 mil contagiados. Esta es, la lección que deben aprender los que
manejan los destinos de sus pueblos, una mala decisión de la Casa Blanca, al no
atacar a tiempo la enfermedad, porque priorizó, lo económico, los negocios, los
intereses electorales y la política de sanciones y amenazas contra varios
países, especialmente a Venezuela y Cuba.
Una vergüenza el argumento contra Venezuela y su presidente
Nicolas Maduro al acusarlo de
narcotraficante y a Cuba de apoyar y asesorar militarmente, al gobierno
revolucionario bolivariano, y propagar que los 20,000 médicos, enfermeras y
técnicos que prestan servicios de salud al pueblo venezolano, según Trump y
Pompeo, son “militares” y como
papagayos, formadores de opinión, lo
repiten y se publica en los grandes
medios occidentales creando esa matriz de opinión, totalmente desmentida
por nuestro Canciller. Mientras que por
otra parte un funcionario no identificado del Pentágono, según publicó la
revista Newsweek, Cuba está comprometida en el tráfico de drogas.
Sin pruebas, porque no las hay, pero la mentira hay que
convertirla en verdad, de eso se ocupan los medios gebelianos y hegemónicos
como Newsweek, porque es un noble argumento de combatir el flagelo de la
drogadicción, política de combatir la drogadicción que internamente no
practican y por eso es el mayor consumidor del mundo. Usan esa mentira para
justificar y buscar el apoyo del pueblo norteamericano para intervenir en
Venezuela. Lo paradójico del tema es que el principal aliado en esta aventura
es el gobierno de Colombia, el que según la agencia norteamericana DEA Colombia
está considerada la mayor productora de cocaína en el mundo.
Es por esa razón que el historiador Forrest Hylton, de la
Universidad de Nueva York, en su libro la “República de la cocaína” señala “la
brutal combinación de terror, expropiación y pobreza que existe hoy en Colombia”.
“Un país gobernado por una oligarquía criminal que se nutre de los dineros del
tráfico de drogas, en colusión con militares, policías y paramilitares
violadores de los derechos humanos”. Le falto decir a Hylton la complicidad y
el apoyo estadounidense a esos sectores económicos y políticos colombianos,
porque al final los más beneficiados del narcotráfico, son los grandes centros
financieros y las industrias químicas americanas que ingresan miles y miles de
millones de dólares en sus arcas, anualmente.
De Colombia, el principal aliado de Estados Unidos, en esta
demencial aventura, ofreceremos información y análisis, de cómo lo distintos
gobiernos estadounidenses y colombianos, el primero en victimizar al pueblo
neogranadino y los segundos por los beneficios económicos de poderosos sectores
oligárquicos, cómplices de Estados Unidos en el tráfico de drogas, que
convirtieron a Colombia en una Narco-democracia, como tituló su libro Joe Toft, ex jefe de la DEA
en la década del 90 en Bogotá y que más adelante brindaré mi valoración y
análisis de porque esa “conducta
moralizadora”.
La opinión publica mundial, tiene la visión contemporánea
del tema del narcotráfico, que se visibiliza cuando, se produce el gran
desmembramiento del llamado campo socialista de Europa del Este y como
consecuencia de una acción traidora que provocó la caída de la Revolución de
Octubre, que conllevó al desmembramiento de la Unión Soviética. El peligro y
amenaza del comunismo a la “democracia” neoliberal desapareció y era preciso buscar
un enemigo que permitiera justificar la política injerencista imperial.
Ese enemigo, el narcotráfico, emergió hacia fines de la
década del 80, en el caso de nuestra región, colocando a Colombia como la
primera víctima y así fue. Pero es la gran hipocresía y la doble moral de
Estados Unidos, ellos tenían experiencia y trabajo adelantado, desde la década
del 60, promovieron la siembra y suministro de la mariguana en la costa
atlántica. Que les sirvió durante la guerra de Vietnam, para mantener a sus soldados
enviciados y cometer los más horrorosos crímenes contra el pueblo vietnamita,
hay literatura en abundancia que prueba lo que aquí afirmo.
La mejor yerba del mundo, decían, incluso la llamaron la
“Golden Santa Marta” por la zona montañosa de la Sierra Nevada, donde se
sembraba, de una estupenda calidad, según los entendidos. El narco paramilitar Hernán Giraldo era uno
de los capos que negociaba la venta de marihuana con los gringos. Ese comercio
trajo mucho dinero y cientos de muertos, entre las pequeñas bandas “marimberas”
algunas eran integradas por familias como los Cárdenas y Valdeblanque
residentes en la zona, que sostuvieron una feroz guerra. Esta época fue conocida como la era de la
“marimba”.
En ese periodo, Colombia comienza a ser un laboratorio, por
los Cuerpos de Paz, que no eran más que un cuerpo al servicio de las agencias
de inteligencia y personal relacionados a investigaciones sobre armas químicas
y biológicas, trabajando y acopiando información con diversos objetivos que le
sirvieran como armas para sus fines guerreristas. Existen muchas dudas y ojalá
sea objeto de investigación de porque en esos años, en algunas veredas del
departamento del Tolima, donde estos investigadores incursionaron, muchos niños
nacieron con serias deformaciones, ciegos y otras enfermedades, es curioso que
luego en las guerras de Laos, Cambodia y Vietnam, tenían casos parecidos,
cuando se conoció que era producto del agente naranja.
La marihuana fue uno de esos objetivos de acuerdo a
investigaciones realizadas por el prestigioso periodista German Castro Caycedo,
como bien lo plasma en su libro Nuestra Guerra Ajena (1) y con razón afirma
“Colombia, una víctima de la invasión a Vietnam” y lo demuestra
contundentemente en su capítulo “Odio, miedo y marihuana”. Y narra pasajes y que a continuación doy a
conocer, lo que muestra el carácter y la condición de lo que es capaz el
imperio.
Las vivencias narradas por militares participantes en la
guerra de Vietnam y lo sucedido en la
toma de la aldea My-Lay-4 es horrorosa, algunos confesaron que bajo los efectos
de la marihuana se cometían actos atroces matando ancianos, mujeres y niños,
algunos acuchilladas, y a los recién nacidos, lo atravesaban y colgaban de las
bayonetas, o los lanzaban al aire y despedazaban con ráfagas de ametralladoras,
al grito mueran los “comunistas”.
Terminada la toma de esta aldea, donde fueron asesinados 504 personas el
general William C Westmoreland, envió este mensaje.
“En la operación
realizada el 16 de marzo en My Lai-4 se ha dado un fuerte golpe al enemigo.
Felicitaciones a los oficiales y hombres de la compañía Charlye por su acción
sobresaliente”. Aquí tienen una de las innumerables muestras de las graves
violaciones y la complacencia con la que los generales estadounidenses premian
salvajes crímenes de guerra y de lesa humanidad y no pasa nada. De cuales
derechos humanos hablan.
A fines de 1970 se
comienza a cambiar marihuana por coca y Giraldo, “patrón” de la banda de “Los Chamizos” había
ganado la batalla a los Cárdenas y Valdesblanquez, e hizo alianza unos años más
tarde con Jorge Tovar Pupo (a) Jorge 40, sumándose al llamado Bloque Norte de los narco
paramilitares, cuyos superiores eran
Carlos Castaño y Salvatore Mancuso, personajes de los que nos ocuparemos más
adelante, cuando abordemos las relaciones de prominente sectores de los poderes
ejecutivo, legislativos y judiciales,
políticos, empresarios, ganaderos, terratenientes, ganaderos, y
militares colombianos, con el narco paramilitarismo.
Con toda justicia hay que señalar, que Colombia no era un
territorio cocalero, según cuentan mis fuentes,
a fines de los 70 Pablo Escobar y su primo Gustavo Gaviria que formaba parte de una banda que se
dedicaba a robar lapidas de mármol y
autos, cuando un amigo le habló del tema
de la coca peruana y de la ganancias que esta dejaba, a partir de allí comenzaron ambos a montar su
negocio, que incluyo la siembra de coca en territorio colombiano. Aunque uno
del más viejo narcotraficante de cocaína era el caqueteño Leónidas Vargas socio
de Gonzalo Rodríguez Gacha el mexicano y del Cartel de Medellín y que poseía
grandes cultivos de coca en Vichada, Guainía, Meta y Vaupés.
El plan hacia
Colombia del gobierno de los Estados Unidos era más estratégico, lo importante
era desarrollar una campaña mediática desde distintas latitudes y desde el
coloso del norte sembrar la idea de que Colombia era el principal país
suministrador de cocaína y por supuesto desarrollar una política antinarcóticos
y contrainsurgente del gobierno estadounidense hacia este país, que le
permitiera afianzar su penetración y las de sus agencias al interior de esta
nación andina. El Plan y la campaña, tenía mucha credibilidad, dado los
antecedentes de los Carteles de Medellín y Cali, en la década del 80 y de otros
Carteles colombianos de los cuales, no se hablaba en ese periodo. Y la
existencia de un movimiento armado que tomaba fuerza, como las FARC-EP el M-19,
el ELN y el EPL.
La CIA tenía la opinión que lo esencial en Colombia era lo
político y la crisis social que podía beneficiar a la insurgencia. Ese conocimiento, siempre según fuentes diplomáticas europeas, constituía una
seria preocupación para la Agencia de Inteligencia estadounidense y un sector
de su gobierno, pero esa apreciación de la CIA, no era compartida por el
embajador de Estados Unidos Lewis Tambs y los representantes de la DEA,
particularmente el Jefe de dicha
oficina en Bogotá, JoeToft, jefe que
tenía la potestad de recibir y clasificar la información, que obviamente por su contenido debía ser
reservada para el Estado colombiano en
función de preservar sus fronteras y soberanía, pero nunca entregada por
EE.UU a las autoridades colombianas.
Fueron Tambs y Toft los que por conveniencia política y económica de sectores muy poderosos en Estados Unidos satanizaron a Colombia con el apelativo de la
“narco democracia” y Toft a través de su libro, hizo una campaña muy negativa
contra el pueblo colombiano, campaña que lesiona la dignidad de sus ciudadanos
y que aún hoy en pleno siglo XXI sufren
muchos honrados y prestantes hijos de
ese pueblo, cuando viajan al exterior,
sometidos a bochornosos interrogatorios, registros y discriminación, especialmente
en Estados Unidos.
Esta política estadounidense queda bien expuesta por la
destacada periodista María Teresa Ronderos, en su libro” Guerras
recicladas”. “En marzo de 1984 la
policía colombiana descubrió en los Llanos del Yari, 19 laboratorios conocidos
como Tranquilan día, … ese hallazgo “armo un gran escándalo agravado por la
declaración del embajador estadounidense Lewis Tambs en Bogotá, quien, sin
tiempo, ni alcanzado a investigar, declaró a la prensa que era una alianza
narcoterrorista entre las FARC y el narcotráfico”. Y afirma, Ronderos, él
siguiendo “la línea de su gobierno presidido por Ronald Reagan campeón del
anticomunismo en Centroamérica. Tambs estaba en una campaña premeditada para
inflar conexiones entre guerrillas colombianas, gobierno sandinista en
Nicaragua y negocios del narcotráfico”.
Las investigaciones realizadas, arrojaron que eran del
Cartel de Medellín, y quedó debidamente probado que la guerrilla de las FARC no
eran dueñas de Tranquilandia y nada tenían que ver con lo allí descubierto.
Esos laboratorios pertenecían al “mexicano” Rodríguez Gacha y Pablo Escobar,
enemigos jurados de las FARC-EP.
Sobre el uso y tráfico de cocaína, hay un dicho que dice que “las mentiras tiene
las patas cortas”, el gobierno de Donald Trump, y su asesores entre ellos
Elliot Abrams, olvidaron que en la década del 80, el coronel Oliver North, a
través de terceros negoció con Pablo Escobar, la compra de varias toneladas de
cocaína, con el fin de financiar a la contrarrevolución nicaragüense, cuando
organizaron en Honduras a un ejército, entrenado por oficiales del Batallón de
Inteligencia 601, del Ejército Argentino, el llamado Grupo 60, bajo las órdenes
del Coronel José Hoyas, y que en
Tegucigalpa era conocido con el nombre de
Santiago Villegas.
Es el famoso caso Irán-Contra, en esos operativos
participaron Elliot Abrams, quien cumplió prisión por sus vínculos con los
escuadrones de la muerte centroamericanos, cuando se desempeñaba como
subsecretario de Estado en el gobierno de Reagan.
Mientras el embajador Lewis Tambs, en Costa Rica, como bien
explica la colega Rondero en su libro, en el testimonio que ofreciera al
Congreso en 1987 el embajador Tambs al ser interrogado sobre el escándalo
Irán-contra, y preguntado sobre la conversación que había tenido con el coronel
Oliver North en 1985, “este respondió que North le había pedido que trabajara
en la apertura de un frente militar o sea un Frente Sur para atacar a
Nicaragua”. “Por sus acciones en 1989 el Congreso costarricenses por tráficos
de armas pagadas con cocaína. Llevó a prohibirles el ingreso a su territorio al
ex embajador Tambs y a otros funcionarios estadounidense”.
En esta cuarta entrega, ustedes pueden ir evaluando el grado
de compromiso y de acciones militares de los distintos gobiernos de Estados
Unidos, contra gobiernos y pueblos en nuestra región y los que actualmente
realizan contra Venezuela, Cuba y Nicaragua, en mi próximo artículo ampliaré
estas informaciones y la complicidad de Estados Unidos con el paramilitarismo,
el mercenarismo israelita, británico y los sectores de poder en Colombia.
(*) Periodista, politólogo y analista internacional.
Nuestra Guerra Ajena. Ed. Planeta Colombiana. 2014. Pag,33 a la 63
Guerras Recicladas. Ed. Aguilar. Primera Edición septiembre
2014. Pag 40 y 137 y 138.
jorgarcia726@gmail.com
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