miércoles, 29 de abril de 2020

Estados Unidos, Colombia, Coronavirus y el Narcotráfico. (IV Parte)



Por Tony López R.:
En mis tres anteriores artículos ha quedado demostrado, que el gobierno de Donald Trump, poco le interesa la salud de su pueblo, hoy 23 de abril, hay que lamentar el fallecimiento de más de 50,000 mil estadounidenses y las perspectivas son desalentadora si tenemos en cuenta que ya casi alcanza los 800, 000 mil contagiados. Esta es, la lección que deben aprender los que manejan los destinos de sus pueblos, una mala decisión de la Casa Blanca, al no atacar a tiempo la enfermedad, porque priorizó, lo económico, los negocios, los intereses electorales y la política de sanciones y amenazas contra varios países, especialmente a Venezuela y Cuba.


Una vergüenza el argumento contra Venezuela y su presidente Nicolas Maduro al acusarlo de narcotraficante y a Cuba de apoyar y asesorar militarmente, al gobierno revolucionario bolivariano, y propagar que los 20,000 médicos, enfermeras y técnicos que prestan servicios de salud al pueblo venezolano, según Trump y Pompeo,  son “militares” y como papagayos, formadores de opinión, lo  repiten y se publica en los grandes  medios occidentales creando esa matriz de opinión, totalmente desmentida por nuestro  Canciller. Mientras que por otra parte un funcionario no identificado del Pentágono, según publicó la revista Newsweek, Cuba está comprometida en el tráfico de drogas.

Sin pruebas, porque no las hay, pero la mentira hay que convertirla en verdad, de eso se ocupan los medios gebelianos y hegemónicos como Newsweek, porque es un noble argumento de combatir el flagelo de la drogadicción, política de combatir la drogadicción que internamente no practican y por eso es el mayor consumidor del mundo. Usan esa mentira para justificar y buscar el apoyo del pueblo norteamericano para intervenir en Venezuela. Lo paradójico del tema es que el principal aliado en esta aventura es el gobierno de Colombia, el que según la agencia norteamericana DEA Colombia está considerada la mayor productora de cocaína en el mundo. 

Es por esa razón que el historiador Forrest Hylton, de la Universidad de Nueva York, en su libro la “República de la cocaína” señala “la brutal combinación de terror, expropiación y pobreza que existe hoy en Colombia”. “Un país gobernado por una oligarquía criminal que se nutre de los dineros del tráfico de drogas, en colusión con militares, policías y paramilitares violadores de los derechos humanos”. Le falto decir a Hylton la complicidad y el apoyo estadounidense a esos sectores económicos y políticos colombianos, porque al final los más beneficiados del narcotráfico, son los grandes centros financieros y las industrias químicas americanas que ingresan miles y miles de millones de dólares en sus arcas, anualmente.    

De Colombia, el principal aliado de Estados Unidos, en esta demencial aventura, ofreceremos información y análisis, de cómo lo distintos gobiernos estadounidenses y colombianos, el primero en victimizar al pueblo neogranadino y los segundos por los beneficios económicos de poderosos sectores oligárquicos, cómplices de Estados Unidos en el tráfico de drogas, que convirtieron a Colombia en una Narco-democracia, como  tituló su libro Joe Toft, ex jefe de la DEA en la década del 90 en Bogotá y que más adelante brindaré mi valoración y análisis de porque esa “conducta  moralizadora”.

La opinión publica mundial, tiene la visión contemporánea del tema del narcotráfico, que se visibiliza cuando, se produce el gran desmembramiento del llamado campo socialista de Europa del Este y como consecuencia de una acción traidora que provocó la caída de la Revolución de Octubre, que conllevó al desmembramiento de la Unión Soviética. El peligro y amenaza del comunismo a la “democracia” neoliberal desapareció y era preciso buscar un enemigo que permitiera justificar la política injerencista imperial.

Ese enemigo, el narcotráfico, emergió hacia fines de la década del 80, en el caso de nuestra región, colocando a Colombia como la primera víctima y así fue. Pero es la gran hipocresía y la doble moral de Estados Unidos, ellos tenían experiencia y trabajo adelantado, desde la década del 60, promovieron la siembra y suministro de la mariguana en la costa atlántica. Que les sirvió durante la guerra de Vietnam, para mantener a sus soldados enviciados y cometer los más horrorosos crímenes contra el pueblo vietnamita, hay literatura en abundancia que prueba lo que aquí afirmo.

La mejor yerba del mundo, decían, incluso la llamaron la “Golden Santa Marta” por la zona montañosa de la Sierra Nevada, donde se sembraba, de una estupenda calidad, según los entendidos.  El narco paramilitar Hernán Giraldo era uno de los capos que negociaba la venta de marihuana con los gringos. Ese comercio trajo mucho dinero y cientos de muertos, entre las pequeñas bandas “marimberas” algunas eran integradas por familias como los Cárdenas y Valdeblanque residentes en la zona, que sostuvieron una feroz guerra.  Esta época fue conocida como la era de la “marimba”.

En ese periodo, Colombia comienza a ser un laboratorio, por los Cuerpos de Paz, que no eran más que un cuerpo al servicio de las agencias de inteligencia y personal relacionados a investigaciones sobre armas químicas y biológicas, trabajando y acopiando información con diversos objetivos que le sirvieran como armas para sus fines guerreristas. Existen muchas dudas y ojalá sea objeto de investigación de porque en esos años, en algunas veredas del departamento del Tolima, donde estos investigadores incursionaron, muchos niños nacieron con serias deformaciones, ciegos y otras enfermedades, es curioso que luego en las guerras de Laos, Cambodia y Vietnam, tenían casos parecidos, cuando se conoció que era producto del agente naranja.

La marihuana fue uno de esos objetivos de acuerdo a investigaciones realizadas por el prestigioso periodista German Castro Caycedo, como bien lo plasma en su libro Nuestra Guerra Ajena (1) y con razón afirma “Colombia, una víctima de la invasión a Vietnam” y lo demuestra contundentemente en su capítulo “Odio, miedo y marihuana”.  Y narra pasajes y que a continuación doy a conocer, lo que muestra el carácter y la condición de lo que es capaz el imperio.

Las vivencias narradas por militares participantes en la guerra de Vietnam y lo sucedido    en la toma de la aldea My-Lay-4 es horrorosa, algunos confesaron que bajo los efectos de la marihuana se cometían actos atroces matando ancianos, mujeres y niños, algunos acuchilladas, y a los recién nacidos, lo atravesaban y colgaban de las bayonetas, o los lanzaban al aire y despedazaban con ráfagas de ametralladoras, al grito mueran los “comunistas”.  Terminada la toma de esta aldea, donde fueron asesinados 504 personas el general William C Westmoreland, envió este mensaje.

 “En la operación realizada el 16 de marzo en My Lai-4 se ha dado un fuerte golpe al enemigo. Felicitaciones a los oficiales y hombres de la compañía Charlye por su acción sobresaliente”. Aquí tienen una de las innumerables muestras de las graves violaciones y la complacencia con la que los generales estadounidenses premian salvajes crímenes de guerra y de lesa humanidad y no pasa nada. De cuales derechos humanos hablan.

A fines de 1970  se comienza a cambiar marihuana por coca y Giraldo,  “patrón” de la banda de “Los Chamizos” había ganado la batalla a los Cárdenas y Valdesblanquez, e hizo alianza unos años más tarde con Jorge Tovar Pupo (a) Jorge 40, sumándose al  llamado Bloque Norte de los narco paramilitares, cuyos  superiores eran Carlos Castaño y Salvatore Mancuso, personajes de los que nos ocuparemos más adelante, cuando abordemos las relaciones de prominente sectores de los poderes ejecutivo, legislativos y judiciales,  políticos, empresarios, ganaderos, terratenientes, ganaderos, y militares colombianos, con el narco paramilitarismo. 

Con toda justicia hay que señalar, que Colombia no era un territorio cocalero, según cuentan mis fuentes,  a fines de los 70 Pablo Escobar y su primo Gustavo Gaviria  que formaba parte de una banda que se dedicaba a robar lapidas de mármol  y autos, cuando  un amigo le habló del tema de la coca peruana y de la ganancias que esta dejaba,  a partir de allí comenzaron ambos a montar su negocio, que incluyo la siembra de coca en territorio colombiano. Aunque uno del más viejo narcotraficante de cocaína era el caqueteño Leónidas Vargas socio de Gonzalo Rodríguez Gacha el mexicano y del Cartel de Medellín y que poseía grandes cultivos de coca en Vichada, Guainía, Meta y Vaupés.  

 El plan hacia Colombia del gobierno de los Estados Unidos era más estratégico, lo importante era desarrollar una campaña mediática desde distintas latitudes y desde el coloso del norte sembrar la idea de que Colombia era el principal país suministrador de cocaína y por supuesto desarrollar una política antinarcóticos y contrainsurgente del gobierno estadounidense hacia este país, que le permitiera afianzar su penetración y las de sus agencias al interior de esta nación andina. El Plan y la campaña, tenía mucha credibilidad, dado los antecedentes de los Carteles de Medellín y Cali, en la década del 80 y de otros Carteles colombianos de los cuales, no se hablaba en ese periodo. Y la existencia de un movimiento armado que tomaba fuerza, como las FARC-EP el M-19, el ELN y el EPL.

La CIA tenía la opinión que lo esencial en Colombia era lo político y la crisis social que podía beneficiar a la insurgencia.  Ese conocimiento, siempre según  fuentes diplomáticas europeas, constituía una seria preocupación para la Agencia de Inteligencia estadounidense y un sector de su gobierno, pero esa apreciación de la CIA, no era compartida por el embajador de Estados Unidos Lewis Tambs y los representantes de la DEA, particularmente   el Jefe de dicha oficina en Bogotá, JoeToft,  jefe que tenía la potestad de recibir y clasificar la información,  que obviamente por su contenido debía ser reservada para el Estado colombiano  en función de preservar sus fronteras y soberanía, pero nunca entregada por EE.UU  a las autoridades colombianas.

Fueron Tambs y Toft los que por conveniencia  política y económica de  sectores muy poderosos en Estados Unidos  satanizaron a Colombia con el apelativo de la “narco democracia” y Toft a través de su libro, hizo una campaña muy negativa contra el pueblo colombiano, campaña que lesiona la dignidad de sus ciudadanos y que aún hoy  en pleno siglo XXI sufren muchos  honrados y prestantes hijos de ese pueblo,  cuando viajan al exterior, sometidos a bochornosos interrogatorios, registros  y discriminación,  especialmente  en  Estados Unidos.

Esta política estadounidense queda bien expuesta por la destacada periodista María Teresa Ronderos, en su libro” Guerras recicladas”.  “En marzo de 1984 la policía colombiana descubrió en los Llanos del Yari, 19 laboratorios conocidos como Tranquilan día, … ese hallazgo “armo un gran escándalo agravado por la declaración del embajador estadounidense Lewis Tambs en Bogotá, quien, sin tiempo, ni alcanzado a investigar, declaró a la prensa que era una alianza narcoterrorista entre las FARC y el narcotráfico”. Y afirma, Ronderos, él siguiendo “la línea de su gobierno presidido por Ronald Reagan campeón del anticomunismo en Centroamérica. Tambs estaba en una campaña premeditada para inflar conexiones entre guerrillas colombianas, gobierno sandinista en Nicaragua y negocios del narcotráfico”.

Las investigaciones realizadas, arrojaron que eran del Cartel de Medellín, y quedó debidamente probado que la guerrilla de las FARC no eran dueñas de Tranquilandia y nada tenían que ver con lo allí descubierto. Esos laboratorios pertenecían al “mexicano” Rodríguez Gacha y Pablo Escobar, enemigos jurados de las FARC-EP.

Sobre el uso y tráfico de cocaína,  hay un dicho que dice que “las mentiras tiene las patas cortas”, el gobierno de Donald Trump, y su asesores entre ellos Elliot Abrams, olvidaron que en la década del 80, el coronel Oliver North, a través de terceros negoció con Pablo Escobar, la compra de varias toneladas de cocaína, con el fin de financiar a la contrarrevolución nicaragüense, cuando organizaron en Honduras a un ejército, entrenado por oficiales del Batallón de Inteligencia 601, del Ejército Argentino, el llamado Grupo 60, bajo las órdenes del Coronel  José Hoyas, y que en Tegucigalpa era conocido con el nombre de  Santiago Villegas.
Es el famoso caso Irán-Contra, en esos operativos participaron Elliot Abrams, quien cumplió prisión por sus vínculos con los escuadrones de la muerte centroamericanos, cuando se desempeñaba como subsecretario de Estado en el gobierno de Reagan.  

Mientras el embajador Lewis Tambs, en Costa Rica, como bien explica la colega Rondero en su libro, en el testimonio que ofreciera al Congreso en 1987 el embajador Tambs al ser interrogado sobre el escándalo Irán-contra, y preguntado sobre la conversación que había tenido con el coronel Oliver North en 1985, “este respondió que North le había pedido que trabajara en la apertura de un frente militar o sea un Frente Sur para atacar a Nicaragua”. “Por sus acciones en 1989 el Congreso costarricenses por tráficos de armas pagadas con cocaína. Llevó a prohibirles el ingreso a su territorio al ex embajador Tambs y a otros funcionarios estadounidense”.

En esta cuarta entrega, ustedes pueden ir evaluando el grado de compromiso y de acciones militares de los distintos gobiernos de Estados Unidos, contra gobiernos y pueblos en nuestra región y los que actualmente realizan contra Venezuela, Cuba y Nicaragua, en mi próximo artículo ampliaré estas informaciones y la complicidad de Estados Unidos con el paramilitarismo, el mercenarismo israelita, británico y los sectores de poder en Colombia. 

(*) Periodista, politólogo y analista internacional.
Nuestra Guerra Ajena. Ed. Planeta Colombiana. 2014.  Pag,33 a la 63
Guerras Recicladas. Ed. Aguilar. Primera Edición septiembre 2014. Pag 40 y 137 y 138.
jorgarcia726@gmail.com

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