Por Tony López R. (*):
En medio de un escenario, sumamente grave, provocado por una
tenebrosa pandemia, que ha sembrado de muerte y desolación a los habitantes de
182 países, el imperio yanqui y sus aliados, traman intervenir militarmente en
Venezuela, con el propósito de derrocar al legitimo gobierno de Nicolás Maduro,
eliminar la Revolución Bolivariana, y sus conquistas económicas, políticas y
sociales y apoderarse de sus riquezas.
No voy a extenderme en mencionar todas las acciones,
políticas, diplomáticas, económicas y militar que han desarrollado Estados
Unidos, Colombia y algunos gobiernos suramericanos y europeos, en esto 21 años,
contra la Revolución Bolivariana y los mandatos presidenciales de Hugo Rafael
Chávez Frías y Nicolás Maduro Moro, solo referiré los hechos más
sobresalientes, para poder entender la política intervencionista de Estados
Unidos contra Venezuela.
La Revolución Bolivariana, ha sufrido incontables acciones,
incluido el secuestro del presidente Chávez e intento de golpe de Estado en
abril del 2002; el ingreso y captura de 120 paramilitares colombianos, con el
fin de atacar el Palacio de Miraflores, con la orden de asesinar al presidente
Chávez, y que por gestiones del presidente Uribe, Chávez tuvo la generosidad de
deportarlos a Colombia, donde no fueron juzgados y puestos en libertad, era
lógico, era carga de un mismo costal.
Las diversas acciones vandálicas de las Guarimbas, el
asesinato de importantes funcionarios del Estado, Gobierno y oficiales de las
fuerzas militares y militantes chavistas y más recientemente el intento de
magnicidio contra el presidente Maduro, el alto gobierno y mando militar, con
drones, entrenados, dirigidos e ingresados desde Colombia, evidencian la
complicidad e impunidad del gobierno colombiano, acción punitiva que debiera
ser condenada por los organismos internacionales, porque viola el Derecho
Internacional.
La conformación de grupos paramilitares venezolanos, y
bandas terroristas entrenados por los narco-paramilitares colombianos en su
territorio y que actualmente operan en toda la zona fronteriza de Venezuela con
Colombia, durante años, ha sido con el apoyo de los gobiernos de Uribe Vélez,
Santos Calderón y del actual mandatario Iván Duque.
Por su parte, el gobierno de Estados Unidos y sus agencias
de inteligencia (CIA, Dirección de Inteligencia Militar, la USAI y la DEA)
desde hace años, desplegaron acciones y actividades, desde su embajada en
Caracas, con el objetivo de reclutar y promover la división, descomposición y
sobornos de sectores militares y de funcionarios gubernamentales chavistas con
el objetivo de socavar los cimientos de la Revolución Bolivariana, también esas
agencias yanquis operaban desde sus Centros en Bogotá, Colombia.
Desde que Trump asumió el poder a decretado, no solo,
ilegales sanciones económicas, también le ha robado al Estado venezolano más de
30 mil millones de dólares, denunciado por el gobierno de Maduro. Ahora en medio de esta Pandemia del Coronavirus,
ha impedido y boicotea el ingreso de medicamentos al noble pueblo venezolano
que es al que Trump está castigando.
Solo la solidaridad del gobierno de China, Rusia y el de Cuba, con
brigadas médicas, han puesto de manifiesto su solidaridad y ponen en evidencia
la grave violación a los Derechos Humanos de la Casa Blanca, no solo contra
Venezuela, también con las sanciones a Cuba.
Ninguna de todas estas acciones, lograron sus objetivos, y
lejos de debilitar la Revolución Bolivariana, esta se fortaleció, y consolidó
la Unidad Cívico-Militar, en torno al presidente Maduro y en respaldo a su
Carta Magna. La oposición se ha fraccionado en dos bandos, el sector negociador
y el sector violentista este último totalmente subordinados a Estados Unidos. Mientras, el pueblo rechaza a esa minoría
violentista y ha ganado en mayor conciencia política, que se expresa en la
conformación voluntaria de una milicia popular armada, con tres millones de
miembros, que harán morder el polvo de la derrota, si osan pisar la tierra de
Bolívar.
La oposición ha perdido espacio político, al quedar
evidenciada la participación de sectores violentos opositores, en actos
terroristas, atentados y guarimbas
criminales, que fueron protagonistas en el 2014, 2015, 2017 de aquellos hechos
y que provocaron más de un centenar de muertos, mientras esto sucedía, el
gobierno bolivariano persistía en un dialogo con la oposición, está se negaba.
Llegaba la fecha de la convocatoria a elecciones presidenciales, que debían
realizarse en el 2018, los de las “cantaletas democráticas”, continuaban en sus
negativas posiciones, y se manifestaban problemas de divisiones internas en la
MUD.
Esa división interna en la MUD y el temor a la derrota de los distintos
líderes de los partidos tradicionales,
fue la verdadera razón por la cual las conversaciones que se venían
realizando en República Dominicana, fueron abruptamente rotas por la delegación
de la MUD, que se encontraba en República Dominicana y que encabezaba Julio
Borges, curiosamente esa ruptura se produce, cuando según el expresidente
español, Rodríguez Zapatero y el mandatario dominicano Danilo Medina, habían
declarado que el documento estaba listo para ser firmado el 22 de abril.
Una llamada del embajador de Estados Unidos en Bogotá,
Colombia William Brownfield, fue suficiente para que Julio Borges, alegando
discrepancias en la fecha de la convocatoria al acto electoral, se negara a
firmar y rompiera las negociaciones y regresará, no a Venezuela, sino a
Colombia, país a donde fijo su residencia,
más tardes solicitó asilo político, al
convertirse en unos de los líderes de la contrarrevolución terrorista,
hoy denunciado y pedido en extradición a Colombia acusado de estar vinculado a
diversa acciones terroristas en unión del ex general Cliver Alcalá Cordones, el ex golpista Pedro
Carmona y la ex chavista Fiscal Luisa Ortega y cuyo esposo fue denunciado por
recibir un alta suma de dinero por su
traición.
A partir de allí, la ruptura opositora de la MUD en
dominicana, se desató la campaña publicitaria de los medios hegemónicos, contra
el proceso democrático que emprendía Venezuela, bajo el slogan de que las
elecciones serian un fraude, el objetivo, quitarle legitimidad al proceso
electoral y calificar a Maduro de dictador.
En las elecciones del 20 de mayo del 2018, cinco partidos, de ellos, cuatro de oposición y el oficialista PSUV y sus aliados, lograron que su candidato
Nicolás Maduro, aventajara a su contrincante más cercanos, por una diferencia mayor a 2 millones de votos,
mientras que los integrantes de la llamada Mesa de Unidad Democrática, (MUD) se
negaron a participar en ella, a boicotearla, llamando a la abstención, la
división interna de la MUD, temía una derrota,
y no quería avalar las elecciones donde el chavismo fuera el triunfador.
La oposición venezolana, no solo es mala perdedora, sino que
se vanagloria de defender la democracia, pero no acepta los resultados
electorales cuando le son adverso, a diferencia del chavismo y su militancia
bolivariana, pongo tres ejemplos claros. En el 2004 cuando se planteó eliminar
el artículo revocatorio, el oficialismo aceptó la derrota. En el 2007, cuando el tema era modificar la
Constitución que proponía Chávez, fue derrotado en las urnas, el chavismo aceptó
de manera inmediata la derrota, al igual que hicieron cuando en el 2015
perdieron la mayoría en el poder legislativo. A nadie se le ocurrió decir que
hubo fraude, y que no aceptaban la derrota. Entonces, ¿de que “democracia”
hablan los opositores? Acaso, solo es democrático la que les da el triunfo a
ellos.
Cual fue la respuesta del sector antidemocrático y
terrorista de la oposición al perder, echar andar el plan de Estados Unidos,
que consistió en promover una división del Estado venezolano, el presidente
Donald Trump desde Washington, proclamó que no reconocía al legítimamente
electo presidente Nicolás Maduro y en su lugar proclamaba, al diputado Juan
Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional, en desacato, como presidente
interino de Venezuela. Al día siguiente en una plaza pública, siguiendo
indicaciones de Washington, con un centenar de asistentes, el señor Juan Guaidó
se autoproclamó presidente del Estado Venezolano.
A partir de allí, vino toda una gigantesca maquinaria, y
presiones sobre muchos países, para provocar el no reconocimiento al legitimo
gobierno de Nicolas Maduro y reconocer al fantoche autoproclamado presidente, a
esa campaña se sumó la Unión Europea y un grupúsculo de 12 países
latinoamericanos de los 33 que hoy la conforman la OEA.
Hoy el autoproclamado, es reconocido por 53 naciones,
mientras que el gobierno legítimo de Maduro, es reconocido por 140 países. Pero
la vida nos da sorpresa y pone en
ridículo a los dignatarios y
funcionarios de esos gobiernos, cuando tengan que ejecutar algunas
acciones legales y consulares con
Venezuela, no la podrán realizar, porque Guaidó, carece de poder, sobre los
organismos del Estado, es un presidente ficticio y ridículo, solo creado en el
imaginario de un presidente descerebrado como Donald Trump, que no se ocupa de
la salud de su pueblo y que solo piensa en ganar las elecciones, a costa de la
muerte y el sacrificio de los pueblos.
El títere Guaidó, es tan fatuo que se cree presidente, al
igual que su cómplice el presidente Iván Duque que quedó desenmascarado por
ganar fraudulentamente la presidencia de Colombia y en ridículo, al pedirle a
su compinche Guaidó, la extradición de la ex senadora Aída Merlano, que, junto
a las grabaciones del narcotraficante Ñeñe Hernández, dejaron al descubierto la
compra de voto en los departamento de la costa atlántica y del fraude electoral
realizado en la segunda vuelta el pasado
junio del 2018.
La presidencia de Duque fue comprenda con votos de la mafia
narco-paramilitar como denunció Merlano y se verifica en las grabaciones de
Ñeñe, así le ganó la presidencia al candidato Gustavo Petro y la razón por la
cual está bajo investigación de la Comisión de Acusaciones del Congreso, que el
pueblo colombiano vigilará que no haya
impunidad. Hoy ese pueblo no es
el mismo de antes del 21 N, y lo que está sufriendo hoy con el Coronavirus, que
tomen nota los miembros de esa Comisión y el estamento político del país.
Los hechos
sucedido el 23 de febrero del
2019, en el Puente Internacional,
Francisco de Paula Santander, en Cúcuta,
convocado por el fantoche Juan Guaidó, quien dijo iba a
ingresar a Venezuela, con una supuesta ayuda humanitaria, que contó con el
apoyo, complicidad y presencia del presidente Iván Duque, Mike
Pompeo, el senador Marco Rubio, Luis Almagro, y los presidentes de Chile y Paraguay, todo quedó en un gran fracaso y una muy
publicitada derrota y no en un
victorioso Show, que lamentablemente, provocó un número aún no esclarecido de
muertos y heridos, como lo dio a conocer el diario New York Time.
Ahora el presidente Trump, subió la apuesta y plantea la
opción militar que siempre han dicho que esta sobre la mesa, se conoce que hay
contradicciones, internamente dentro del gobierno y algunas instituciones sobre
la opción militar. Pero en principio movilizó hacia el mar caribe y el pacifico
a fuerzas navales del Comando Sur, supuestamente para evitar el tráfico de
droga, mientras que el Departamento de Estado, a través de Mike Pompeo, daba a
conocer una propuesta “pacifica” la que denominó, “transición democrática”. El
tema esencial y estratégico es la renuncia de Nicolás Maduro a la presidencia y
la salida del país, así como perdonar al resto de los integrantes del gobierno
y conformar con chavistas y opositores un gobierno de transición coordinado por
EE: UU.
Ósea se pone sobre el tablero, la opción militar y la
pacifica y electoral, obviamente, la propuesta de Pompeo fue rechazada
categóricamente por el Canciller Jorge Arriaza y repudiada por el alto mando
cívico-militar.
Pero también se conoce que existen contradicciones internas,
por ejemplo, la afirmación de que Venezuela es el mayor exportador de droga a
Estados Unidos fue desmentida por la DEA, por otra parte, hay información, de
que la Dirección de Inteligencia Militar del Pentágono no está de acuerdo con
una intervención militar. Resultan interesantes los comentarios de Elliot
Abrams y del ex embajador de EE: UU en Venezuela y Colombia, William Browfield,
por las altas responsabilidades que ambos desempeñan en el gobierno y que
tienen mucho que ver con la política hacia Venezuela y en mi opinión develan el
verdadero plan que hoy ejecuta la administración Trump hacia este país andino.
En un análisis, valoración e información de importante
valor, que expondré en mi próximo artículo, que estará relacionada con revelar
de donde y quienes son los verdaderos ejecutores, y países productores de
inundar de droga psicoactivas (cocaína, mariguana y heroína) las calles de
Estados Unidos y Europa, de esa plaga mundial. Será en ese artículo en el cual
quedará muy claro que no es Venezuela y mucho menos Cuba, como cínicamente un
supuesto alto funcionario del Pentágono, comentó a Newsweek, sobre la
vinculación al narcotráfico, duramente rechazada tal calumnia, totalmente
infundada, por el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla.
(*) Periodista, politólogo y analista internacional
jorgarcia726@gmail.com
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