Por Pedro Echeverría V.:
1. Por lo que se ve y
escucha la pandemia llamada “coronavirus” ha provocado en el mundo varios miles
de muertos, así como cientos de miles de contagiados. En México muchos estamos
encerrados en nuestros hogares odiando, rezando, cambiando nuestro ser,
leyendo, pensando; en primer lugar, atentos a los comentarios noticiosos. Casi
nadie desea establecer afuera alguna relación humana, incluso ni saludar; por
el otro extremo está el presidente López Obrador –a pesar de sus
recomendaciones de cuidarse y permanecer en casa- sigue (hasta ayer) con sus
giras políticas saludando, estrechando sus manos con varios miles de sus
seguidores, así como otros cientos de miles de trabajadores tienen que salir de
su hogar en busca de un ingreso para vivir junto a su familia.
2. Lo que se dice o
informa que ha sucedido con esa pandemia en el mundo está lleno de
contradicciones. Por un lado, los medios de información (que puta, no son muy
confiables por los enormes negocios que representan) hablan de que China –con
1,400 millones de habitantes- está en proceso de recuperación; que Italia,
España, Francia, EEUU y Ecuador, están siendo devastados por la enfermedad y
las muertes. ¿Por qué esos cuatro países del gran capital están en el centro de
Covid 19 en tanto que otros países de América, África o Asia –muy jodidos en su
economía- parecen estar al margen o mínimamente contaminados? Mi preocupación es
acerca de la información que estamos recibiendo y las actitudes que están
formando.
3. Ello me hizo recordar al poeta Campoamor y al filósofo
Nietzsche que por coincidencia vivieron en los mismos años de fin del siglo XIX
y no sabemos si entre el español y el alemán hubo relación o influencia de
pensamiento. Campoamor (1817-1801) fue quien señaló: “En este mundo traidor
nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”.
Por su lado Nietzsche el filósofo (1844-1900) dio toda una explicación para
demostrar que “las verdades no existen, sino que sólo son interpretaciones” de
los hechos. Es decir, el corona virus existe, pero todas las formas de verlo,
son simples opiniones positivas o negativas, que por los medios de información se
imponen como la “única verdad”, alrededor de la cual la población piensa y
actúa.
4. O acaso deberíamos
acudir a mi tocayo, al poeta Calderón de la Barca (1600-1681), cuando se
cuestiona a fondo preguntando: «¿Qué es
la vida? Un frenesí. Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es
pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son». ¿Es la vida un sueño?, preguntaría el poeta
español Calderón de la Barca. Por ello, aunque me encierren en mi hogar las
circunstancias, sigo pensando en que esto del coronavirus puede ser una trampa
–buena o mala- según el color del cristal, que nos puede ayudar a despertar y
cambiar hacia otra vida. Yo que he estado encerrado voluntariamente por algunos
años por mi escepticismo o pesimismo hacia posibles cambios sociales
importantes en el mundo, ahora quiero salir. (3/IV/20)
alterar26@gmail.com
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