Por Aníbal Ortizpozo:
Medidas desproporcionadas y contra producentes
“hasta hace bien poco tiempo protestábamos contra la negligencia política la corrupción,
los abusos de la Banca y las siglas que nos gobiernan cada vez
más FMI, BCE, OTAN; OMS etc.
Ahora resulta que el enemigo del pueblo es un virus y toda la masa a luchar contra él, lo siento, pero no me lo
creo.”
Dr. Karmelo Bizkarra
El “reventón social” del pueblo chileno iniciado el 18 de
octubre 2019 y que masivamente continuaba en las calles, protestando y
organizándose en agrupaciones territoriales, colectivos, asambleas municipales,
rechazando en forma rotunda las condiciones que ha establecido el poder
político, aliado al gobierno, en el llamado “Acuerdos de paz”, abrió una
incógnita a cerca de la participación y resultados del plebiscito programado
para el 26 de abril. El debate estaba en plena efervescencia, (¿Aprobar? /
¿Anular? / ¿Abstenerse?), cuando emerge como un tsunami el COVID19, que lo
posterga para finales de año.
La presencia del virus se transforma en una inmensa ola de
pánico y terror creada por las medidas tomadas por los gobiernos y que hoy son
consideradas exageradas, especialmente cuando se la declara como “pandemia”,
que, dicho sea de paso, ha engrosado irracionalmente las fortunas de las
industrias farmacéuticas, entre otras.
El aislamiento creado que provocan las medidas extremas, en
primer lugar, atentan contra la libertad de la ciudadanía y nos sorprende cómo
nos hemos dejado quitar las libertades elementales de una patada.
No obstante, se puede observar que del negocio execrable del
miedo generalizado se encargaron los telediarios con un voraz apetito de
tragarse a la ciudadanía en las pantallas, sometiéndola a un estrés y a una
“histeria interminable”, como lo alerta valientemente el escritor Javier Aymat,
en su blog. Los medios de comunicación amarillistas entraron en una feroz
carrera compitiendo a ver quién alerta más, concentrados únicamente en la
estadística: cuántos contagiados, cuántos muertos y cuántos recuperados, en los
diversos países. Se decretan desde cuarentenas hasta estados de excepción, bajo
la consigna “quédese en casa”. El miedo al contagio en la calle, especialmente
eventos, espectáculos con aglomeraciones, terminó en Chile con las protestas
masivas y reuniones de colectivos.
Confinados y aislados permanecemos, las personas de la
tercera edad, los que tienen enfermedades degenerativas, las mujeres víctimas
de la violencia de género, en sus casas con el maltratador, se suspende la educación
en todos los niveles, las industrias paralizadas, el ciudadano se pregunta
¿cómo sería la situación si sucediera una catástrofe natural, incendio,
terremoto, huracán?, ¿Cuántas personas han muerto en estos días por otras
causas?, ¿Dónde están las altas cifras de suicidios? Y se suma al desconcierto,
el hecho de que ningún medio de comunicación ha cuestionado el confinamiento
como medida de protección. Sin olvidar que esta crisis perjudica y perjudicará
en el futuro a los más pobres, aumentando la desigualdad ya existente.
Estamos no solo encerrados en nuestras casas, también
obstinados mirándonos el ombligo, escondidos, acosados por el miedo y
sustraídos nuestros derechos políticos básicos.
Me pregunto, perdido el miedo, después de 30 años ¿no éramos
nosotros mismos los chilenos que estábamos en las calles protestando contra la
corrupción gubernamental, el burocratismo, la ineficiencia política, el
desempleo, el abuso de la banca, sus empresarios y familiares, los Luksics,
Piñeras, Pulmanns, los Angelinis, los Mattes y otros grupos económicos, donde
cada uno de ellos gana periódicamente, lo que gana un millón de chilenos,
además las denuncias por la impunidad que dan las autoridades eclesiásticas a
los curas pedófilos, la violencia de género y sus feminicidios?
Pegado a las pantallas escucho, todos los días y a toda hora
“quédate en casa”, tragando miedo y alarmas que justifiquen nuestro
confinamiento, toques de queda, deteniendo a personas, secuestrando
publicaciones, registrando nuestros hogares, y naturalmente, criminalizando y
prohibiendo huelgas y protestas, lo que “es normal” y un abuso en un “estado de
excepción”.
Solo sé, que cuando esta locura “programada” termine, la
lucha del pueblo chileno seguirá, hasta lograr una Nueva Constitución, iremos a
lo que salimos a la calle, es la esperanza sostenida que tenemos: la de superar
esta crisis sin perder la libertad. Debemos aprender que el enemigo no es el
virus en sí mismo, sino el miedo inducido, los rumores y las falsas noticias,
también como dicen los especialistas, “la desinformación basada en el exceso de
información”, saber que el negocio más execrable es el negocio del miedo, el
mismo que en las protestas multitudinarias de Chile, los ciudadanos expresaban
que ahora podían protestar públicamente
porque ya no lo tenían, lo habían perdido… pero por lo visto, ahora vuelve con
una “pandemia” terminando con las manifestaciones, marchas y protestas.
Los medios de comunicación son tan responsables como los
lobbies de la industria farmacéutica a la OMS, (los mismos que producen las
vacunas antes de lanzar el brote de una epidemia infecciosa, en sus guerras
químicas y biológicas), de generar una especie de “psicosis informativa” que en
anteriores epidemias de gripes estacionales, Aviar, AH1N1, Ébola, y otras
variedades de “corona virus”, se limitaron a informar sobre estos temas, no
como ahora, que lo han transformado en un “virus mediatizado”.
Hoy he oído decir que han surgido enfermedades
“neoliberales” que son el resultado del mal manejo de la agricultura, los
pesticidas y transgénicos, el extractivismo, la Economía Política, Ecología,
Salud Pública, ausencia de previsiones sanitarias, sin olvidar la contaminación
y el calentamiento global. En síntesis, la humanidad no solamente, no está preparada
para próximas epidemias o pandemias, sino que las está haciendo posible.
Esto no quita, lo importante que es seguir escrupulosamente
las medidas sanitarias establecidas, sí hay que tener mucho cuidado con el
virus, tener los ojos bien abiertos, tomar todas las previsiones para evitar el
contagio y pérdida de vidas humanas.
El desafío futuro es, si el ser humano podrá corregir las
maneras de cómo se apropia de los frutos de la naturaleza y se relaciona con
ella, logrando un equilibrio entre una vida sana, sustentable y las
enfermedades infecciosas que existen.
Finalmente podemos decir, sin temor a equivocarnos, que el
verdadero enemigo, es el sistema económico neoliberal en curso, el cual genera
desigualdad social, injusticia, miseria y un daño irreparable a nuestro planeta
y su ecosistema del cual formamos parte inseparable.
ortizpozo@gmail.com
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