Por Jesús A. Rondón:
El presidente Maduro al iniciar las operaciones para control
de la pandemia del Covid-19 en Venezuela pidió no politizar el asunto, para
encontrar los mayores espacios de colaboración que permitan medidas más
efectivas y que al final de este periodo, menos fallecidos y contagiados.
En este contexto diversas voces en nuestro país demandan el
cese de las medidas coercitivas unilaterales implementadas por los Estados
Unidos de América y han encontrado eco en instancias multilaterales como Naciones
Unidas, a tal punto que la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los
Derechos Humanos Michelle Bachelet ha hecho un llamamiento también. Al mismo tenor Antonio Guterrez, Secretario
General de Naciones Unidas ha instado a un alto en los conflictos en curso en
nuestro planeta, posteriormente el Papa Francisco se ha sumado a esta petición.
El cese de todas aquellas medidas coercitivas unilaterales en vigencia
permitiría que los Estados que son objeto de ellas, puedan recuperar plenamente
sus capacidades para atender la pandemia en sus respectivos territorios.
La dirección del ejecutivo estadounidense va en el sentido
contrario, pues mantiene las medidas coercitivas unilaterales que implementa
contra varios pueblos del mundo, pero como le es desfavorable acentuarlas,
recurre a la criminalización, y en el caso venezolano un fiscal presenta cargos
en una corte de Nueva York contra figuras relevantes del gobierno bolivariano.
El gobierno de Trump emprende esta acción en un escenario
donde la atención de la pandemia en su territorio tiene una orientación
contraria a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, para
salvaguardar los intereses de las corporaciones; lo que le ha traído como
resultado superar el número de contagiados en China y un rápido aumento de
muerte por este virus.
Mientras tanto en Venezuela, observamos que el liderazgo de
la revolución bolivariana dispone de más capacidades de gobierno,
fundamentalmente por haber comprendido la realidad adecuadamente y en
consecuencia tomar las decisiones necesarias y oportunas, lo que ha permitido
alinear y disponer de todos los recursos materiales e institucionales
existentes. De tal manera que todos están alineados con esas orientaciones.
Esta acción de criminalización contribuye a sumar para un
escenario de agresión militar o paramilitar por un lado y por otro recuperar el
foco comunicacional para la oposición venezolana al chavismo, subordinada a la
política norteamericana (que llego diluida después de la “exitosa” gira de
Guaido); que ahora está en cuarentena, pero con pronóstico reservado y
respiración asistida. Desarmados discursivamente, no son capaces de mantener la
conexión con los grandes sectores que no quieren a Nicolás Maduro y se diluyen
como opción.
En el chavismo con Chávez, una de la cosas que se siempre se
afirmó fue que de cada situación adversa, el chavismo y la revolución
bolivariana salía más fortalecido e incluso le daba condiciones para avanzar
discursiva, legal, institucional y socialmente. En el chavismo con Maduro la
situación parece ser lo contrario como norma, pero las cosas puede que
comiencen a cambiar en este sentido.
jesusalbertorondon@gmail.com
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