No es nada fácil determinar las causas o los errores que
pudieran haber incidido en la caída del presidente Evo Morales, allá en la
hermana república de Bolivia. Sin embargo, a través de esta nueva entrega
trataremos de asomar lo que estimamos sean las verdaderas razones que motivaron
este nuevo golpe, que, sin duda, socaba las bases de las democracias legítimas
en Latinoamérica.
Evo, en primer lugar y a nuestro entender, subestimó la
actitud silenciosa que venía manteniendo el imperio norteamericano con respecto
a su gobierno. Pero más allá de eso, descuidó el verdadero mensaje
revolucionario que debió llevar con tenacidad al pueblo boliviano, sobre todo,
a esos hermanos indígenas, con poca formación, de los cuales forma parte y de
donde proviene su esencia.
En el gobierno de Evo faltó talento, audacia y sobre todo
suspicacia y malicia. Su gestión se centró solamente a recuperar el país, como
en efecto lo hizo y así se lo reconocen, incluso, gobiernos de la derecha de
otras latitudes, claro está molestos por el éxito que venía alcanzando.
En Bolivia, a diferencia de Venezuela, el mensaje
revolucionario, el mensaje bolivariano del comandante eterno Hugo Chávez Frías,
despertó clara conciencia en la gran mayoría de la población venezolana,
diríamos que, en el momento justo y preciso, y eso ha hecho que el pueblo se
mantenga empoderado de ese encargo de libertad y equidad que consolida y
fortalece aún al gobierno del presidente Nicolás Maduro.
Si bien la economía alcanzó niveles altos nunca antes vistos
en Bolivia bajo el gobierno de Evo, y el pueblo indígena que ocupa la mayoría
de la población del hermano país elevó su status en la sociedad, por el
contrario, el mensaje ideológico y revolucionario, estimamos, no llegó a
plenitud, como debió ocurrir.
Evo, más allá de estas apreciaciones, se centró solo a
promover el éxito alcanzado de su gobierno en materia económica, como lo haría
cualquier presidente serio, honesto y responsable que se dedicó a cumplir
cabalmente con su mandato de sacar a su país de la crisis que lo embargaba,
pero su astucia política, para rodearse de una plataforma segura y de alta
confianza, le falló plenamente.
Es innegable que detrás de toda esta conspiración venía
actuando soterradamente la mano oculta del imperio, con el apoyo indiscutible
de la OEA, cuyos voceros hoy –descaradamente- avalan este nuevo golpe de
Estado, al igual como ocurrió en Honduras, con el presidente Zelaya.
Estimamos, entonces, y en este sentido, que el éxito
alcanzado por Evo, para el gobierno norteamericano, no podía pasar por debajo
de la mesa. Si bien las acciones conspiradoras que lleva adelante el presidente
Trump contra Venezuela no han alcanzado los objetivos propuestos para dar con
el traste de la revolución bolivariana, algo había que hacer en Bolivia para
debilitar ese éxito que venía sumándose a favor del modelo socialista.
Bolivia, sin duda, para otras sociedades que pudieran asumir
un gobierno también de izquierda, era un claro ejemplo que demostraba que, si
se puede vivir con equidad y en mejores condiciones bajos los esquemas de un
gobierno popular, cuyos objetivos estarían centrados en mejorar las condiciones
de vida de la genta más vulnerable.
Creemos entonces que a Evo le falló, incluso, el
asesoramiento interno, y porque no decirlo, el internacional, pero sobre todo
los grupos de inteligencia, que dejaron una clara brecha para que las políticas
conspiradoras y golpistas se le colaran.
La conducta de Evo, a nuestro entender, netamente pacifista,
de convivencia, consagrada incluso en favor de la conservación de la “pacha
mama”, tal como lo aprendió de la sociedad indígena al cual pertenece, lo
llevaron a actuar con poco sigilo, sin malicia y confiando que, si lo hacía
bien, desde la presidencia, como de hecho lo hizo, eso solo bastaría para que
respetasen su permanencia en el poder, y claramente está demostrado que no fue
así.
No dudamos que el factor dinero influyó de manera decidida
en el ala militar del supuesto anillo de seguridad que debió rodear a Evo. Es
evidente entonces que los dólares que suelta a manos llenan el imperio para
socavar gobiernos legítimos que le son adversos a sus intereses siguen teniendo
peso para cambiar las conductas de quienes hoy han demostrado que son indignos
y corruptos, e incluso el destino de los pueblos.
italourdaneta@gmail.com
Excelente análisis. Solo que no se debe tratar a tus lectores como a infantes a quienes les lees un cuento de hadas. Muy cierto todo lo que indicas. Evo fue lo mejor que le pudo pasar a Bolivia desde su fundación. Pero no mencionas que luego de perder un referéndum nacional donde se consultó al pueblo si estarían de acuerdo que le permitieran postularse para un tercer mandato. El resultado negativo no fue respetado y se lanzó a modificar la Constitución. Puedo imaginar de donde vino la sugerencia. Leo y constato que no se cumplió con lo que ella establece. Que cualquier reforma parcial a la Constitución debe ser aprobada en referéndum consultivo. Enfim, lamento tanto por Evo pero más aún por el pueblo reivindicado. Ahora debe enfrentar arremetidas fascistas y fascistas. Fue un cruento y vil golpe de estado. Pero Evo debe asumir sus fallas.
ResponderEliminarEl mayor error de Evo fue su excesiva benevolencia política, sin maldad, y con mucho corazón, no previó que el enemigo imperial, con sus innumerables cabezas, sinuosas y omnipresentes con capacidad de comprar hasta a sus madre, acechaba sin descanso preparando el golpe demoledor. Los errores se pagan, y como. Espero que se tomen nota para aquellos futuros gobiernos progresistas y aprendan de errores ajenos. No basta con tomar el poder electoralmente, la historia nos enseña que los imperialistas no se conforman con su derrota democráticamente. Las burguesías nunca fueron democráticas cuando su enemigo les gana las elecciones y pierde el poder. Siempre recurren al golpe de estado. La historia está plagada de ejemplos. Nunca han aceptado una derrota electoral. El más cercano, el golpe de estado franquista, pero que es celosamente oculta por los poderes medianticos. La burguesía solo es democrática cuando son ellos los que gana las elecciones. Sus vestimentas de democracia solo son pura fachada .
ResponderEliminar