Por Rolando Prudencio Briancon:
Los límites que la democracia liberal representativa ha
impuesto para impedir el avance de los gobiernos progresistas, son desde ya
algo que los regímenes de esta naturaleza; ya deberíamos haber tomado muy en
cuenta para no tropezar dos veces en la misma trampa.
Y es que no sólo son las reglas de la democracia formal las
que inviabilizan el avance del progresismo, sino la ingenua idea de creer en la
credibilidad de estos organismos internacionales, que no son sino las correas
de transmisión para que el sistema democrático liberal siga siendo el chaleco
de fuerza para que los gobiernos progresistas no profundicen más allá de lo
enteramente formal lo que es, o se pretende que sea una democracia real.
Es en ese sentido que el papel de Judas jugado por ambas
organizaciones; por un lado la Corte Internacional de Justicia de La Haya con
el desconcertante fallo desfavorable con nuestra demanda marítima interpuesta
el 2013 al estado chileno para que honre sus múltiples compromisos de otorgar
una salida al mar; como es hoy el resultado de la auditoría realizada por la
OEA de las elecciones del pasado 20 de octubre que le dieron inicialmente el
triunfo a Evo Morales; debería habernos servido para entender que la
instituciones de naturaleza “neutral” no son confiables: “Ni un tantico así; nada”.
Por esa elemental razón es que con el fallo adverso de La
Haya que ya teníamos la idea que estando casi todo asegurado para esperar un
fallo favorable en nuestra demanda, no sólo por la argumentación de peso del
cumplimiento de la palabra empeñada que son ley entre partes por lo establecido
en la máxima del derecho internacional como es el: “Pact sunt servanda” (Lo que
se pacta se cumple); sino porque hasta el propio estado, como la misma opinión
pública chilena tenía la certeza de que el fallo sería favorable a nosotros,
pero de manera inaudita resultó siendo favorable a los intereses chilenos, y
que es lo que nos explica que la corte de La Haya nos jugó sucio.
En el caso de la reciente auditoría de la OEA ha ocurrido
algo sintomáticamente similar, ya que, pese a que fue el presidente Evo Morales
quien mostrando un exceso de confianza en el papel “imparcial” de la OEA, como
a los halagos de Almagro, facilitó fatalmente su participación, que como en el
caso de La Haya, los resultados fueron un revés para todos nosotros.
Y es que estábamos advertidos que por el papel de
“ministerio de colonias” de los EE. UU que cumple la OEA., como la sentenció el
Che que es un secreto a voces que la OEA se ha comprometido en esta conjura;
precisamente para que los EE.UU., recobre espacio en su patio trasero, después
de una recuperación de los gobiernos progresistas que se viene dándose otra vez
el Latinoamérica.
prudenprusiano@gmail.com
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