Por Juan Martorano
Ha culminado el mes de octubre y empieza el mes de noviembre,
penúltimo del año 2019. Uno de los años que, y no sólo así catalogado por el
propio presidente Nicolás Maduro, sino por varios analistas, como uno de los
más complejos por los que ha tocado afrontar a la República Bolivariana de
Venezuela, y en especial a la Revolución Bolivariana.
Indudablemente, hay algunos que no les gusta la política
“dura”, sino la política “suave” o soft”. Esto a propósito de la instalación,
hace un poco más de dos meses, de una denominada “Mesa Nacional de Diálogo”,
con otros sectores de la oposición venezolana, que no se sienten identificados
ni creen en el liderazgo de Juan Guaidó.
Como es público, notorio y comunicacional, en esta Mesa
Nacional de Diálogo, se suscribieron una serie de acuerdos, uno de ellos
estriba en la designación de un nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE) que
otorgue todas las garantías para la participación de la mayor cantidad de
factores políticos y así legitimar cualquier salida electoral que pueda
“acordarse” en el marco de poder dirimir la actual coyuntura política
venezolana (elecciones generales o sólo de la Asamblea Nacional, hoy en
desacato).
Pues bien, lamentablemente algunos no podemos ser tan
optimistas como el propio presidente Nicolás Maduro de pensar que esos
“diálogos” puedan terminar en un resultado positivo para el país. Los
celebrados en República Dominicana y luego los de Oslo y en Barbados así lo
demuestran.
Este sector que se ha venido reuniendo en sesiones de la
Casa Amarilla con la representación del Ejecutivo Nacional debería asumir, en
mi modesto criterio y no les estamos cobrando la asesoría, un papel y dirigir
un mensaje a sus propias bases, ya que por parecerse su discurso muy parecido
al de los altos funcionarios del Ejecutivo, esto los hace verse como sus
propias bases los denominan de “colaboracionistas del régimen”. La oposición
que necesitamos debe ser patriota, indudablemente, pero que no se ponga caretas
ni quiera parecerse al discurso del chavismo, que tiene su propia identidad.
Pues bien, en estos momentos ya hay todo un debate y toda
una diatriba con respecto a la designación del árbitro electoral de cara a los
comicios que deben celebrarse en el año 2020. La Asamblea Nacional en desacato
ha procedido (en flagrante violación de la Constitución y de no subsanar la
situación en la cual se encuentra) ha designar un supuesto Comité de
Postulaciones Electorales para la designación de los rectores del CNE. Al
respecto, la bancada del Bloque del Cambio liderada por Francisco Torrealba, ha
mostrado serias objeciones al procedimiento aplicado, insinuando que de no
haber un acuerdo, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia,
presidida por Juan José Mendoza Jovert, por omisión legislativa y por la
situación de desacato del parlamento, procedería a la designación de los nuevos
rectores del Poder Electoral, a fin de contribuir a destrancar el juego
político y dar viabilidad a los “acuerdos” de Septiembre.
Esto no es que pueda resultar o no contraproducente, eso el
tiempo será el que realmente lo va a determinar. Lo cierto es que esto traerá
un nuevo conflicto entre ramas del Poder Público Nacional muy similares a los
ocurridos durante los años 2016 y 2017 entre la AN, el Ejecutivo y el Poder
Judicial, que será para coger palco.
Y esto en el marco de las medidas coercitivas unilaterales
que ahorcan y agobian al pueblo venezolano, podrían resultar contra
producentes. Ya que Maduro, en medio de una encrucijada histórica donde debe
tratar de lograr la flexibilización del bloqueo y boicot actual contra el país
a fin de garantizarse condiciones mínimas de gobernabilidad, ha accedido a un
conjunto de peticiones de sectores de la oposición. Pero las preguntas son:
¿Hasta qué punto eso será bueno? ¿Tendrán algún tipo de incidencia los actores
que se sientan en la Mesa Nacional de Diálogo con personeros de la
administración Trump y los lobbys estadounidenses para poder, por lo menos
lograr la flexibilización de ciertas condiciones con respecto al bloqueo y al
cerco que nos tienen?
Pero, retomando el tema que nos ocupa, recomiendo a los que
no lo hicieron, ver la entrevista concedida por el Secretario General del
Movimiento al Socialismo (MAS) en Venezuela, el opositor Felipe Mujica, en el
programa 360 conducido por Boris Castellanos, de fecha 30 de octubre de 2019.
Allí Mujica expresó una advertencia que no puede ser despachada alegremente.
Mujica señaló la posibilidad de que en el país pueda haber dos CNE (uno
designado por el parlamento en desacato, y otro por la Sala Constitucional del
TSJ, o en su defecto, por la Asamblea Nacional Constituyente, aunque este
segundo supuesto lo consideramos improbable, debido al poco reconocimiento
internacional que tiene la referida instancia) lo que buscaría impulsar y
propiciar la fragmentación del Estado-Nación venezolano. Ojo con esto.
Miren que según la óptica de algunos, tenemos dos
presidentes (Guaidó y Maduro) dos parlamentos (TSJ y el “TSJ en el exilio”) dos
Fiscales Generales de la República (Luisa Ortega Díaz y Tarek William Saab),
aún no tenemos Defensor del Pueblo paralelo ni CNE, así que muy atentos y
prevenidos.
Y esto lamentablemente es así, porque el sector guaidonista
opositor no se maneja en términos de política, sino en la estrategia de “tierra
arrasada”, del “todo o nada”, y entienden el diálogo como una capitulación y
entrega del poder, y no como una concertación entre los bandos en pugna. De no
acceder a sus demandas, entonces activan su plan de violencia y muerte.
También ha habido posturas intransigentes por parte de
sectores del gobierno y el chavismo. Así como también hay una corriente
entreguista y reformista que se plantea la tesis de la “entrega controlada” del
poder político que hoy ostenta la Revolución Bolivariana. Contra eso también
tenemos que luchar y hay que parársele firme. De ello también nos referiremos
en próximos artículos.
Así que, Dios quiera que en esto pueda equivocarme, pero eso
es lo que se avizora en el horizonte político.
Y el plazo para llegar a un acuerdo con respecto a este tema
será enero de 2020. Ya que estimo que una vez designado el nuevo CNE y juramentados
los nuevos rectores y rectoras, en el mes de marzo de 2020, la ANC en
coordinación con este nuevo árbitro, procedan a la convocatoria de elecciones
parlamentarias para a más tardar el mes de septiembre de 2020, como ya ocurrió
en el año 2010.
Pero de ello nos referiremos en próximos artículos como ya
lo manifestamos.
¡Leales Siempre! ¡Traidores Nunca!
¡Independencia y Patria Socialista!
¡Viviremos y Venceremos!
jmartoranoster@gmail.com
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