Por Eduardo Contreras:
Por estos días observamos la manipulación de la opinión
pública instrumentada desde importantes medios de comunicación en relación a
los sucesos que se vive y cuando el pueblo ha dicho basta y ha echado a andar
exigiendo cambiar el modelo de sociedad en que se vive.
Son los propios periodistas, es decir trabajadores de los
mismos medios los que formulan dichas denuncias, demostrando así cómo los
canales de televisión y los clásicos de la prensa escrita deforman la realidad
y mienten. Hemos conocido, por ejemplo, las revelaciones del periodista Juan
Wilfredo González Mardones del Canal 13 de TV, así como las denuncias de
periodistas del diario La Tercera. Todos han tenido la valentía de hacer públicas
las deformaciones y adulteraciones de la realidad perpetradas por esos medios,
aun a riesgo de sus empleos.
Lo que trae al recuerdo que los golpistas del 73, manejados
y financiados desde Washington, no fueron sólo las Fuerzas Armadas y el gran
empresariado, nacional y extranjero, sino además los principales medios de
comunicación privados. Es preciso seguir las notas de El Mercurio y La Tercera
por estos días y su intento por acomodar la realidad a los intereses de los
grupos que representan. Con razón la académica de la Universidad de Chile,
Faride Zerán, en una interesante nota escrita para la Agenda Popular 2019
titulaba que el Pluralismo y la Libertad de Expresión son una deuda pendiente
para la democracia y no sólo “por la alarmante concentración mediática “sino
además por la existencia de normas legales obstructoras de la libre expresión.
Llega pues el momento de analizar el comportamiento actual
del conjunto de los factores desestabilizadores, lo que ayuda a entender mejor
cuanto ocurre y los riesgos que la situación encierra cuando se manipula la
conciencia colectiva.
La conducta de las FFAA y de Carabineros no constituye
sorpresa alguna. Acorde a su formación prusiana y su impronta clasista, los
uniformados de todas las ramas de las FFAA no han cambiado su orientación
fundamental. Su enemigo principal es el pueblo y parecen creer que la
democracia consiste en un gobierno manejado por los poderosos y vaya que han
hecho esfuerzos por serlo también ellos personalmente. No nos referimos sólo a
sus muy exagerados privilegios legales, sino además a los ilícitos perpetrados
por varios de sus altos mandos, algunos de ellos hoy sometidos a procesos
judiciales por diversos delitos.
Que nadie se sorprenda entonces por la represión desatada en
estos días. No respetan a los trabajadores ni a los estudiantes, ni a los
profesionales, ni a las dueñas de casa, ni a los sindicatos y demás
organizaciones sociales que protestan por los bajísimos salarios, pensiones de
hambre, altos precios, especulaciones y negociados.
Algo positivo ha sido la actitud del Poder Judicial chileno
que, golpista el 73, en cambio hoy ha tenido una importante conducta en defensa
de la democracia, al punto que ha hecho presente, incluso, su acuerdo como
poder del Estado para llevar adelante una asamblea constituyente que pueda dar
a Chile una Nueva Constitución. Además, cuando fue convocado precipitadamente
el Consejo de Seguridad Nacional, COSENA, por un desorientado y torpe Piñera,
el presidente de la Corte Suprema no tuvo inconveniente en hacer pública su
opinión en el sentido de la improcedencia de ese paso, coincidiendo con varios
de los otros convocados por el personaje de triste memoria.
A estas alturas ya nadie duda que el problema de fondo, lo
que está en el centro del debate nacional es el modelo de sociedad de nuestro
país que, impuesto de modo sanguinario por los golpistas del 73, ninguno de los
gobiernos democráticos posteriores tuvo el valor de cambiar. Es el modelo
capitalista, el de la propiedad privada de los medios de producción, el que
concibe un Estado sin recursos para atender las necesidades de la sociedad las
que son atendidas por empresarios que cobran caro. Es el Chile sin educación
pública, sin salud pública, si previsión social pública. El Chile de un Estado
despojado del aprovechamiento de los recursos naturales del país, cedidos al
gran empresariado y a los grandes grupos económicos transnacionales. El cobre,
el litio, la luz, el agua, los caminos, todo privado, todo de unos pocos.
¿Es sólo en Chile donde la población da señales potentes de
la urgente necesidad de poner fin a esta infamia histórica? No. El empeño por
terminar con el así llamado neoliberalismo es hoy tendencia mundial. Sólo un
ejemplo: el periódico ruso Izvestia del 6 de noviembre de este año da cuenta
del estudio que la agencia Sputnik encomendó a la compañía francesa I Fop
respecto de la aprobación o desaprobación del modelo económico social en que se
vive. El resultado del trabajo efectuado entre el 2 y el 15 de octubre del
presente año, encuestando en cada país a mil personas de diferentes estratos
sociales respecto de la crisis del modelo vigente y de su aspiración a
cambiarlo pronto por otro modelo de sociedad, fue el siguiente. En Italia se
pronunció así el 80% de los encuestados, en Francia el 73%, en Alemania el 61%,
en los EEUU el 60% y en Inglaterra el 58%.
En nuestro caso cada día que pasa muestra la creciente
maduración de chilenas y chilenos y su percepción de que el tema pasa por
cambiar a fondo el actual modelo y establecer un nuevo modo de vida, una nueva
sociedad, fijando sus aspectos fundamentales en la ley de leyes. Esto es en la
Ley superior del Estado, es decir en una Nueva Constitución Política.
Una normativa radicalmente diferente a la actual y que reemplace
a la que nos fuera impuesta por la violencia de las armas y mantenida con la
complacencia de políticos más leales al gran empresariado que a su pueblo.
¿Lograrlo es esta una tarea sencilla, exenta de riesgos? En
lo absoluto. Nuestro continente abunda en ejemplos de avances, pero también de
retrocesos, en fin, de la pugna histórica entre las clases trabajadoras,
explotadas y las clases dominantes de cada país.
La gran noticia de la libertad de Lula en Brasil contrasta
con el golpe contra Evo en Bolivia.
En efecto, el derrocamiento del presidente Evo Morales - que
cambió para mejor la vida de su pueblo alcanzando logros históricos de
desarrollo y bienestar – ha sido impuesto por la burguesía de su país ante el
silencio cómplice de los institutos armados. Ello da cuenta de lo que
sostenemos. Porque, dicho de modo general, los institutos armados del
continente salvo escasas honrosas excepciones, han sido modelados para sostener
el injusto modelo bajo la atenta mirada de los gobiernos de los EEUU.
Todo puede suceder, pero el pueblo chileno ha dado muestra
cabal, firme, reiterada, de asumir la tarea. Y sus demandas de Nueva
Constitución, de Asamblea Constituyente, de Plebiscito Ahora, así lo muestran.
Es además una cuestión de dignidad y de patriotismo. Es que
urge terminar con la desigualdad y éste es un momento histórico apropiado que
no debe desperdiciarse. Chile despertó, se puso de pie, está caminando y de
algún modo, tal como advertía Neruda en su hermoso poema “El Barco”, está
conminando a los explotadores de siempre a terminar con las enormes
desigualdades, pero además a hacerlo ahora.
Mañana puede ser tarde y podemos lamentarlo mucho.
eduardocontreras2@gmail.com
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