Por Oglis Ramos:
Hace varias lunas atrás cuando se dio la noticia para
iniciar los acuerdos de paz y que la misma fue anunciada con bombos y
platillos, por los voceros del gobierno de santos por un lado y por otro lado
un amplio sector de las FARC. una noticia que el pueblo colombiano celebraba como
el más grande engaño orquestado por las agencias de inteligencias
internacionales; las cuales poco a poco fueron mermando a la insurgencia más
antigua del mundo. Con golpes certeros que solo con el arte de la infiltración
fueron posibles esos resultados. Ahora bien, el engaño obtuvo una gran fiesta
donde seguro los cerebros de la inteligencia de la CIA, el MOSAD o el MI6
celebraron haber obtenido el triunfo para las trasnacionales económicas y
financieras que operan en el país en donde sus gobernantes son más adeptos
ideológica y económicamente a la propuesta del ALCA.
Así mismo un negocio que no estaban dispuestos a perder y es
el negocio de la guerra; armamento y los presupuestos para los más corruptos,
mientras el pueblo seguía embelecido con unas negociaciones, seguidas por la
entrega de armas y por último el circo electoral; con el perdón de los
colombianos y colombianas de a pie.
Miles de colombianos jamás pensaron que el engaño se
convertiría en pesadilla, donde el mismo estado sería el autor del terrible
sueño que fue vislumbrado a futuro por muchos e ignorado por miles. Parte de
esa pesadilla sería el asesinato selectivo, masacres colectivas, desapariciones
y todos los crímenes que un estado amparado por la ley de la violencia
iniciaría contra centeneras de ciudadanos que han engrosado las filas de los
muertos que claman justicia; pero que esa justicia jamás llegara mientras el
estado siga secuestrado por una oligarquía hambrienta de poder y que no está
dispuesta a soltarlo.
Este escenario que muestra el estado colombiano y que es
silenciado por los grandes medios de información, debe ser desmoronado. Ya no
son siete sino ocho los menores asesinados en el bombardeo, en este falso
positivo que fue anunciado con lujuria y canallismo tal como anunciaron cuando
asesinaron a Raúl Reyes, violando la soberanía ecuatoriana. Esa misma sonrisa
me hizo recordar al general Oscar Naranjo como cual casa recompensa, sonriendo
ante las cámaras mientras Uribe daba parte del bombardeo ante los medios de
desinformación; así mismo la presento el presidente Duque y sus voceros al
anunciar que se trataban de un golpe certero a la disidencia o grupos
residuales tal como el gobierno y sus agencias han denominado a la resistencia
de las FARC que le dice no a las políticas emanadas por la oligarquía
colombiana.
Ya no son siete son ocho los menores asesinados se despertó
Colombia con esa noticia que fue soltada por un senador, ya no son siete son
ocho los menores que junto a miles como ellos no han tenido justicia, ya no son
siete son ocho los menores asesinados donde la justificación de los voceros del
gobierno guerrerista fue decir prácticamente que si estaban en zona de guerra
serian objetivo de las fuerzas “democráticas”.
Este asesinato masivo por parte del estado colombiano debe
ser llevado a las máximas instancias internacionales y que sirva como guía;
para que se investigue de seguro los cientos de víctimas que han sido
asesinadas desde que se firmó el llamado acuerdo paz, que no fue más que un
acuerdo para el exterminio.
Como muchas de las victimas por parte del estado en
Colombia. los organismos internacionales que enarbolan la bandera de una falsa
democracia, se hacen la vista gorda y hoy dirigen la mirada hacia los lados;
mientras el grito de un senador (que también tiene sus intereses) retumba los
oídos de la oligarquía y siembra de esperanza muchos familiares de las víctimas
de un para-estado que comienza a caer lentamente ante su propia sombra.
Ya no son siete son ocho los menores descuartizados y sus
restos esparcidos por la onda expansiva y llenos de metrallas; son cientos de
menores que por culpa de una oligarquía han caído como inocentes de la de la
guerra que un estado no le da la garantía de vivir dignamente y por vivir en el
campo se convierten en víctimas de un estado guerrerista que no sabe otra cosa
sino es desaparecer, asesinar y bombardear.
ramos.oglis19@gmail.com
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