Por Pablo Salvat Bologna:
24 muertos; unos 2000
heridos; 6.000 detenidos. Cifras aproximadas. Sin embargo los “héroes” se
pretenden ahora – de la mano de los medios que fabrican todo- ellos, los parlamentarios. Parlamentarios
que, en buena medida, han estado descolocados, silentes otros, en estas semanas
de rebelión contra el sistema neoliberal.
Y, si no hay este triste, doloroso e impune resultado: ¿se habrían avenido los señores
parlamentarios –en particular los de la
derecha y ex concertacionistas- a
sentarse en una mesa y trasnochar para obtener una página y media de acuerdos?
Acuerdos claro, que no reconocen a los jóvenes y los movimientos sociales como
los principales artífices de los reclamos y demandas. Los jóvenes, en especial,
los jóvenes de sectores populares, de liceos, los cuales, deberían tener un
protagonismo en todo esto, junto a Unidad Social.
Pero no. Acostumbrados a su poder desde arriba y al lado de
la autoridad, ellos intentarán arrebatarle este importante triunfo al pueblo
chileno; y en segundo lugar, trabajarán para dividir a ese pueblo y sus
expresiones. Trabajarán para que se privatice nuevamente. Como todos estos años
abocados a los malls, al endeudamiento, al consumismo. Para que volvamos a ser
“ciudadanos siervos”. Es decir, como sostiene un colega español, sujetos de
derecho pero sin poder real. Siervos al
disolver nuestro poder; por tolerar una falsa democratización que solo alienta
el crecimiento del poder privado. Durante todos estos años, el proyecto neoliberal,
desde fines de los setentas trabajó para eso: para que nos convenciéramos en
delegar nuestro poder social al mercado
y el Estado. Para que nos disolviéramos
como pueblo autoorganizado, capaz de reconocernos y de actuar en conjunto, de
manifestarnos, deliberar y soñar.
Había que privatizar al ciudadano. Que solo fuéramos
individuos, cada uno compitiendo con el otro para lograr metas, sea poder,
éxito, dinero, sin importar los costes.
Sueña entonces el gobierno de Piñera y los suyos; también
los concertacionistas, que volvamos a eso, al autismo consumista; cada cual en
lo suyo y por lo suyo; a que dejemos todo en manos de ellos, de la elite de
poder. Sin embargo, ¿qué pruebas tenemos
de que se puede confiar así como así en
todos ellos? Lo único que falta es que
el Sr. Piñera intente apropiarse de este resultado. Aunque bueno, el
caradurismo de la derecha chilena no ha tenido límites. Y, si no volvemos a nuestro autismo zombi,
si pretendemos seguir organizados y convocándonos, a la vuelta de la esquina
estará la vigilancia, la represión.
Fíjese, lector/lectora.
Al costado de Plaza Nuñoa se está estacionando hace varios días una
micro de incógnito, ¡llena de Carabineros de Fuerzas Especiales! Algo no visto ha mucho por acá. ¿Por qué?
¿Quién los envía allí? ¿Para qué?
Su presencia nos violenta en el día a día. Eso es violencia. Este tipo
de situaciones amenaza la paz diariamente de todos nosotros. No queremos ni
necesitamos una paz de los cementerios, como gustaba a la dictadura
cívico-militar del Sr. Pinochet y sus seguidores de hoy. No hay paz en un país si no hay justicia
social. Una ética de la resistencia
continúa siendo necesaria. Las elites de poder quieren que sigamos en estado de
servidumbre, y por su intermedio, dejemos de ser personas libres, criticas,
para pensar y actuar por nosotros mismos, de manera autónoma; que nos
convirtamos otra vez en súbditos o si prefiere, esclavos. Ojalá no lo permitamos.
pablosalvatb@gmail.com
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