viernes, 11 de octubre de 2019

El gobierno turco ordena una lluvia de bombas contra el Kurdistán sirio

Por Leandro Albani:


El gobierno de Erdogan lanzó un ataque masivo contra los pueblos que conviven en el norte de Siria, pese a que el mundo rechaza la invasión.
Con el cinismo que lo caracteriza, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, anunció ayer el inicio de la operación “Primavera de Paz” contra el norte de Siria, el territorio kurdo en el que, desde 2012, los pueblos que lo habitan declararon la autonomía y fundaron la Administración Autónoma del Norte y el Este de Siria (AANES).

Cuando el lunes pasado Donald Trump comunicó que retiraría las tropas estadounidenses que integran la Coalición Internacional (CI) del norte de Siria, el mandatario turco no esperó ni un minuto para dejarle claro al mundo que su objetivo de barrer a la población kurda ya estaba en marcha. Luego de un diálogo telefónico con Trump el domingo por la noche, Erdogan entendió que tenía las puertas abiertas para cometer otro genocidio.


Las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS), el grupo de autodefensa de la AANES, desde hace varios meses estaba en la mira del presidente turco. Bajo el argumento que es un grupo terrorista y que ponen en peligro la seguridad nacional de Turquía, Erdogan desoyó todos los llamados de Jefes de Estado y organismos internacionales para detener los ataques, y lanzó a cientos de miles de soldados y mercenarios –sus aliados del Ejército Libre Sirio (ELS)- hacia la frontera con el norte de Siria.

Los primeros blancos de la aviación y la artillería del Estado turco fueron las regiones de Serekaniye, Qamishlo y Tal Abyad, en donde en apenas unas horas se produjeron entre cinco y diez muertos, y decenas de heridos. A su vez, cientos de pobladores comenzaron a huir de ciudades y aldeas que reciben el fuego continuado de las fuerzas armadas turcas.

Desde el lunes, tanto las FDS como la AANES demandaron a la comunidad internacional que intervenga para detener a Turquía. Al mismo tiempo, las fuerzas de autodefensa –conformadas por las YPG/YPJ kurdas y milicias árabes, armenias, turcomanas y de otras nacionalidades- expresaron su plena disposición a resistir los ataques y defender el territorio. Desde las FDS anunciaron que con los ataques turcos en marcha ya no podrán seguir apuntando sus esfuerzos a perseguir a las células del Estado Islámico (ISIS) que todavía sobreviven en el norte y el este de Siria, ya que el grueso de sus tropas fue trasladadas a la frontera. Las FDS también advirtieron que los 12.000 prisioneros de ISIS en su poder, junto a sus familias, podría comenzar a escapar y a generar disturbios desde el campo de refugiados de Al Hol, donde desde marzo pasado se vive una situación humanitaria crítica. En total, las fuerzas de autodefensa tienen a su resguardo a 70.000 hombres y mujeres que responden al Califato de Abu Bark Al Baghdadi.

Existen varias razones para la invasión de Turquía sobre el Kurdistán sirio (Rojava):
Erdogan atraviesa una tumultuosa situación interna en su país. A la fuerte crisis económica, marcada una inflación imparable y un desempleo en aumento, se suma el retroceso de su partido, el AKP, en las últimas elecciones, en donde perdió la alcaldía de Estambul. Con los bombardeos al norte de Siria, el mandatario turco intenta que la sociedad cierre filas detrás suyo, apelando a un discurso donde mezcla el más rancio nacionalismo panturquista y un fuerte conservadurismo islámico.

El presidente de Turquía tiene en claro que sus principales enemigos en el mundo son los kurdos. Tanto en el sudeste del país, donde viven más de 20 millones de kurdos, como en el norte de Siria e Irak (entre ambas regiones suman más de 10 millones de kurdos), Erdogan solo ve peligros y conspiraciones. El proceso político y social de Rojava –caracterizado por la liberación de las mujeres, la autonomía democrática y la formación de comunas y cooperativas, y la convivencia de etnias y religiones- es inaceptable para su gobierno. El efecto contagio a las otras partes de Kurdistán y una propuesta que abogue por la desaparición del Estado-nación y el respeto a las minorías es algo inconcebible para Erdogan y el Estado profundo turco.
Desde que comenzó el conflicto y la posterior guerra en Siria en 2011, el líder del AKP nunca escondió su intención de derrocar al gobierno de Bashar Al Assad. Para eso, puso a disposición de ISIS y de otros grupos terroristas la logística y los servicios de inteligencia turco. La estrecha relación entre Ankara e ISIS está por demás de comprobada en denuncias realizadas a la ONU por parte de la AANES como de la administración de Damasco. En los últimos tiempos, mercenarios de ISIS arrestados por las FDS realizaron declaraciones públicas reconociendo el apoyo que les brindaron los funcionarios turcos para cruzar a Siria. A su vez, el líder del AKP declaró en varias oportunidades que ocupar el territorio sirio es un paso previo para anexarlo a Turquía. Por lo visto, sus sueños neo-otomanos siguen intactos.

Erdogan sabe muy bien el poder que detenta Turquía en Medio Oriente. Luego de ocupar ilegalmente el cantón kurdo de Afrin, el gobierno turco muestra su fuerza militar a Rusia, Estados Unidos e Irán, con quienes negocia de manera continua no sólo sobre la situación en Siria, sino en temas por demás importantes como la compra de armamento. El presidente turco tiene en claro que Washington y Moscú pujan por ganar sus simpatías, por eso ahora se puede manejar con una impunidad pocas veces vista. Aunque el Pentágono, la Unión Europea, Teherán, la ONU y decenas de gobiernos condenaron la operación “Primavera de Paz”, hasta anoche las bombas seguían cayendo en Rojava.

Con la invasión de Turquía en marcha quedan en evidencia dos puntos: que Erdogan ya puede ser calificado como uno de los peores criminales de guerra del siglo XXI, y que los pueblos de Rojava, otra vez, muestran su decisión de resistir los bombardeos y los ataques por tierra, aunque les cueste la vida.
leandroalbani@gmail.com

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