sábado, 13 de julio de 2019

Nuevamente el neofascismo con Rusia se ha topado



Por Rolando Prudencio Briancon:
Si bien la ex URSS ya no existe como una realidad palpable de lo que fue aquella gran federación de soviets socialistas que fuera formada después de la revolución de octubre de 1917; no menos cierto que el espíritu que encarnó aquella gesta, como el papel que jugó para derrotar al nazismo es una emancipadora herencia que el mundo no puede darse el lujo de quedar desheredado.


Vale decir que nuevamente Rusia y su presidente Vladimir Putin está reasumiendo su rol; no de gendarme global de un unilateralismo que hegemónicamente ha encarnado los EE.UU., hasta el día de hoy, y que a partir de la elección de quien no representa sino la extrema derecha supremacista y racista en los EE.UU., como es Donald Trump, que aunque no se trate del liderazgo personificado de cada quien, es un referente de resistencia a las corrientes ultraderechistas y fascistas que han comenzado a cobrar fuerza en distintas regiones del mundo.

Y esta resistencia que representa Rusia al avance del fascismo no es porque sea parte del juego político polarizar con el otro, con el que políticamente piensa distinto del otro, sino porque cada vez más las políticas de la administración Trump se acercan al más puro renacimiento de un neofascismo, ligado a un radical racismo xenofóbico que ha puesto al migrante en la mira.

Y es que así Trump ha trazado sus políticas que se traducen en la construcción del Muro en la frontera con México. La expulsión de migrantes y la separación y encarcelamiento de los hijos de los padres migrantes. El apoyo incondicional a las políticas racistas y genocidas del Estado israelí contra los palestinos. Pero no sólo son políticas, sino ya discursos xenofóbicos los que Trump ha lanzado contra el “otro”, como el caso de los mexicanos a quienes llamó, delincuentes y la peor gente que hay. O el caso de la intolerancia, y que ya se da a nivel de la misma sociedad civil estadounidense contra quienes no “hablan inglés”.
O el caso de la ministra de justicia del gobierno israelí Ayelet Saked -aliado incondicional de los EE.UU.- que advirtió que había que matar como a las ratas a las madres e hijos palestinos. Vale decir hay una innegable internalización de la intolerancia que no es sino el caldo de cultivo para el renacimiento del neofascismo.

Es en ese sentido que hoy en el mundo es gravitante el rol de Rusia, y que no sería la primera vez que salve al mundo de la vuelta del racismo, que con Rusia se ha topado.
prudenprusiano@gmail.com

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