Por Bruno Lima Rocha:
El presente artículo fue escrito en el calor del momento
después del anuncio de la victoria del controvertido y chauvinista político de
la derecha israelí. Tendremos más tensiones al frente en el barril de pólvora
permanente de la humanidad. Los comicios de 2019 terminaron prácticamente
empatados, con el Likud, partido de Netanyahu, conquistando 36 escaños en el
Knesset (parlamento de Israel) y el partido de centro, Azul y Blanco (Kahol
Lavan) recibió 35 asientos. La leyenda del general Benny Gantz está siendo
apoyada por el Laborismo (Avoda), aun así la pequeña margen victoriosa por las
derechas (derecha, extrema derecha, derecha religiosa) es autorizada por el
presidente de Israel indica que el acecho de Trump forme una mayoría con 65
escaños
El sistema político israelí es muy fragmentado y el tiempo
de costura para montar un gobierno es de 28 días con una extensión de 14 días.
En este período de un mes y medio, la agenda externa puede incidir, ya que la
pauta de la anexión es bandera de campaña del partido político descendente de
los movimientos terroristas de la Stern y del Irgun. Estamos en el siglo XXI y
el chauvinismo continúa.
Es cierto que la política de seguridad de Israel y la
constante amenaza del entorno moldearon una auténtica fusión entre el pueblo
(en sus diversas comunidades e identidades) y el ejército. También es correcto
afirmar que Israel es un Estado de Oriente Medio, peculiar, pero mucho más
medio oriental que una "cabeza de puente de occidente". En otros
términos, así como a Israel imaginaria de los neopentecostales y neófitos en el
apoyo al pacto neocon y telecon de los EE.UU.-tal como el "jenial"
capitán reformado Jair Bolsonaro - sólo existe en la fértil imaginación
milenaria y esencialista que profana una cultura, otras analogías también son
ficcionales. Hago aquí la culpa.
Como militante de una izquierda radicalizada, mi relación
con la tradición humanista judía es visceral, tomando como base la tradición
libertaria de Emma Goldman, Alexander Berkman. Como descendiente de árabes y
aún defensor del pan-arabismo progresista y de la causa palestina, me
acostumbra a ver en el Estado de Israel un portador de "culpa y
pecado". Me he acusado de acusar a los mandatarios del sionismo victorioso
por haber arrojado a la basura-después de 1948- la espectacular tradición de
las diversas corrientes socialistas que pasaron por la intelectualidad y el
mundo del trabajo aschkenazi, también representando por el Partido Bund y otros
afines. Crecí diciendo que los opresores de los palestinos reproducían
situaciones vividas por el heroísmo del Bloque Antifascista (AFB) durante el
Levante del Gueto de Varsovia, en posiciones inversas. He aquí que en la
madurez aprendemos lo opuesto. Israel es Oriente Medio, con sus dramas,
vergüenza y algunas virtudes, un país mizrahim donde las comunidades antes
minoritarias tienen un país para llamar el suyo. Es eso.
Este sentimiento del Estado hebreo no difiere del
chauvinismo árabe, laico o apoyador del wahhabismo, y menos aún del
"nacionalismo" turco en detrimento de los demás. Tampoco difiere de
mis ancestros maronitas afirmando tanto fenicios (todo bien) y cartagineses
(todo bien todavía), francófonos-francófilos (todo mal, todo muy mal) y
anti-árabes (todo pésimo, horrible). No necesito ni quiero desgarrar las
heridas recordando las masacres de Sabra y Chatila o de los conflictos
intra-cristianos entre los clanes Chamoun y Gemayel, consecuencias directas de
la guerra civil libanesa, pero también de la segunda invasión de Israel al
Líbano. En fin, hay poca similitud inmediata entre el mapa político
post-liberalismo inglés y post-iluminista hacia el del "moderno"
Oriente Medio, surgido a través del nacionalismo árabe y la caída de la última
Ummah con la caída del Imperio Otomano
Insisto. Es necesario pensar en Israel como un Estado más en
la región, con lazos muy fuertes con sus comunidades en la diáspora y el
gobierno reelegido de una máquina partidista chauvinista, especializada en
hacer provocaciones sin fin y combinando una mezcla peligrosísima de extrema
derecha política con apostasía religiosa. Netanyahu como primer ministro
aumenta la tensión entre los israelíes, pero esa sociedad aprendió a procesar.
El problema es externo o en el vecino. No hay mucha esperanza de reanudar los
Acuerdos de Oslo en Palestina Ocupada reconocida por la ONU (Gaza, Cisjordania
y Jerusalén Oriental), además de una melancólica tendencia de aún mayor
marginación a los árabes-israelíes (los cerca de 1.658.000 ciudadanos del
Estado hebreo, pero con cultura e identidades árabes).
La inmensa mayoría de estos no es ni libanesa (en Galilea),
ni drusa, tampoco beduina, sino palestina (mayoritariamente sunita y en menor
escala cristiana). ¿Cuál es la opción para estas familias y su juventud?
Hagamos una comparación: ¿qué opciones para la juventud kurda en ciudades como
Batman o Diyarbakir? Quien apostar en una estructura de marginación y el
crecimiento exponencial de shahids (mártires) está muy cerca de acertar.
¿Qué hacer cuando el Poder Ejecutivo de la única potencia
nuclear de la región se define a sí misma como fuerza militar de anexión,
incluyendo las Colinas de Golán? Se quedará poco o nada al mundo árabe ya las
comunidades islámicas vecinas de Israel, además de resistir y luchar, de las
formas que saben, con los conflictos internos, traiciones y oportunismos de
siempre. Discrepo profundamente de la hipocresía árabe e islamista (sunita o
chiita) cuando afirman ser la "entidad sionista" la fuente de todos
los males. Menos aún estoy de acuerdo con la estupidez de no reconocer el
derecho de Israel a existir. Es más un país de Oriente Medio, con una poderosa
diáspora y la razón universal de la shoah (holocausto) que legítimamente
justifica su existencia. Pero eso es todo. No difiere en nada-o casi nada- del
comportamiento de los Estados a su alrededor y como tal no es una fuente de
virtud, en ninguna hipótesis
La compleja sociedad civil israelí (tomando como ejemplo la
alianza Hadash-Ta'al) y la capacidad de resistencia del pueblo palestino, a
pesar de la estupidez de Hamás y de la corrupción de Al-Fatah, forman la salida
posible, todavía muy lejos reconozco. Estaba lejos antes de las elecciones de
2019 en Israel y está aún más lejos en la victoria de esa suma macabra de
impulso a la economía de guerra y el chovinismo mezclado con apostasía. Los
años aún más duros vendrán.
blimarocha@gmail.com
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