Por Marcel Doubront:
Evaluar el actual contexto social que vive el país desde la
subjetividad, permite llegar a conclusiones inmediatas, encontrando culpables,
señalando a supuestos opresores, apropiándose de la condición de oprimidos, es
algo muy fácil, solo es suficiente analizar desde la zona de confort o desde los intereses individuales, no
obstante, los que creemos en la Pluriuniversidad como bien definiera Boa
ventura de Sousa Santos “un conocimiento transdisciplinar que por su propia
contextualización obliga a un diálogo o confrontación con otros tipos de
conocimiento” entiéndase un conocimiento construido desde la interacción del
saber científico y los saberes populares, estamos obligados a ver desde una
posición compleja y no reduccionista, conociendo y comprendiendo el problema
para plantear una alternativa.
La valoración del
presente histórico obliga a elegir una de dos opciones que están sobre
la mesa, seguir buscando culpables o buscar una reflexión colectiva en relación
a las consecuencias de la existente fragmentación como país del cual estamos
inmersos, esto no trata de defender o señalar una postura política u otra, si
bien es sabido que como sujetos políticos no somos neutrales, la ocasión
amerita que a través de la diversidad y la libertad de pensamiento que nos
abrogamos, intentar buscar desde la multidisciplinariedad la apertura a la
descolonización del pensamiento como cimiento a la resolución de nuestros
problemas como sociedad, esa que nos
hace llorar mientras que otros nos venden los pañuelos o como manifestara Darcy
Ribeiro “Sólo hay dos opciones en esta vida: resignarse o indignarse.” sin
embargo, sería muy injusto con las nuevas generaciones y las por venir que la
universidad se resignara a los múltiples problemas que enfrenta cómo y en
sociedad.
En ese orden de ideas, la Ley de Universidades en su
Artículo 2. Refiere “Las Universidades son instituciones al servicio de la
Nación y a ellas corresponde colaborar en la orientación de la vida del país
mediante su contribución doctrinaria en el esclarecimiento de los problemas
nacionales.” no obstante, ¿Qué podemos entender por nuestros problemas
nacionales y que debemos hacer como universidad? en correspondencia con lo
expuesto, Ivonne Farah en el libro La Universidad en el siglo XXI de Boaventura
de Sousa Santos expresa:
Las transformaciones políticas que está viviendo el país han
puesto a la universidad pública ante la necesidad de reflexionar sobre sí
misma, sobre su lugar en la producción de interpretaciones culturales de la
realidad, sobre su papel de mediadora cultural en las relaciones entre estado y
sociedad, y sobre la naturaleza de su carácter público.
Hoy la sociedad de acuerdo a su perfil, se divide en
afirmaciones donde está situado la causa de nuestros problemas, afirmando tesis
como vacíos en el área económica, política, jurídica, educativa, o moral, cada
quien desde su óptica expone su visión y no buscar medios desde la
multidisciplinariedad afín de que, desde la diversidad de los diferentes
actores de la sociedad, poder encontrar una solución Transdisciplinaria,
endógena y de pertinencia. Al respecto,
el Maestro Simón Rodríguez oportunamente para este contexto expone, “Adquirir
luces sociales significa rectificar las ideas inculcadas o mal formadas.
Mediante el trato con la realidad en una conjugación inseparable de Pensar y
Actuar bajo el conocimiento de los principios de independencia y generalización
absoluta.”
En relación a lo expuesto, es necesario preguntarse ¿de
dónde adquirimos esas ideas inculcadas o mal formadas? es oportuno señalar que
a la educación no se le puede abrogar toda la responsabilidad de esas “ideas
inculcadas o mal formadas” pero si puede ser culpable si no las contrarresta
desde su praxis. En sinergia Boaventura de Sousa Santos refiere “La
responsabilidad social de la universidad debe ser asumida por la universidad
aceptando ser permeable a las demandas sociales, especialmente aquellas originadas
en grupos sociales que no tienen el poder para imponerlas.” y no verlas como
centros apolíticos y fragmentados de la realidad al respecto Ander Egg refiere “el problema de la educación no puede
ser considerado aisladamente del contexto político, social, económico y
cultural en que se da”.
En virtud de lo expuesto, cabría la interrogante ¿Qué
consonante es nuestra educación con el momento histórico? Afirmara José Martí,
“El primer deber de un hombre de estos días, es ser un hombre de su tiempo.”
pero, ¿Cómo coadyuvar a la creación de profesionales de su tiempo que a su vez
sean mujeres y hombres de su tiempo? al respecto Zemelman refiere.
Si no estamos construyendo un pensamiento teórico porque no
estamos comprendiendo los fenómenos de nuestras realidades, con toda su carga
histórica y la propia historicidad del fenómeno ¿Cómo podemos formar a la gente
joven?, ¿Cómo se puede formar a alguien, en el sentido de enseñarle a pensar?
Vivimos tiempos de mucha tensión, donde la educación
universitaria no puede ser
indiferente, los conocidos sectores en
conflictos (Chavistas y Opositores) no
solo se abrogan la verdad sino que le endosan la responsabilidad de todos sus
males a su adversario político o en un mejor término con quien discrepa de sus
ideas y principios, en tal sentido, aunque se hable mucho de dialogo sería poco
efectivo si el tema central de la reconciliación no es el proyecto país, en
consonancia, Maturana afirma “Pienso que uno no puede reflexionar acerca de la
educación sin hacerlo antes o simultáneamente acerca de esta cosa tan
fundamental en el vivir cotidiano como es el proyecto de país en el cual están
inmersas nuestras reflexiones sobre educación.”
Esta afirmación también es compartida por Boaventura de
Sousa Santos cuando refiere que “La universidad pública sabe que sin proyecto
nacional sólo hay contextos globales y estos son dema¬siado poderosos para que
la crítica universitaria de los contextos no acarree la propia
descontextualización de la universidad.” En correspondencia, es importante
tener presente que la educación debe ser movida por un proyecto país afín de
tener una educación de pertinencia con profesionales comprometidos al
desarrollo local, regional y nacional,
De igual manera ese proyecto país debe estar en sinergia (y
viceversa) a los planes educativos que se desarrollan ya que de estas casas de
estudios no solo se formaran los profesionales que impulsaran el desarrollo de
la nación sino que de estas se deben realizar las investigaciones y proyectos
más oportunos para los desafíos del presente y futuro que afronta el país, en ese sentido, la Ley de Universidades en su Artículo 3.
Las Universidades deben realizar una función rectora en la
educación, la cultura y la ciencia. Para cumplir esta misión, sus actividades
se dirigirán a crear, asimilar y difundir el saber mediante la investigación y
la enseñanza; a completarla formación integral iniciada en los ciclos
educacionales anteriores, y a formar los equipos profesionales y técnicos que
necesita la Nación para su desarrollo y progreso.
En el 2017 el actual Ministro de educación Universitaria
Hugbel Roa hablaba sobre la necesidad de “la ciencia al servicio del ser humano
y no del capital” así como “La
Universidad comprometida con la solución de los problemas del país.”
preguntándose además “¿qué ha faltado
para que esta visión se imponga y en consecuencia se traduzca en beneficios
directos y concretos para el pueblo en la medida que la Universidad se
incorpore a la sociedad con la fuerza y potencialidad que debe tener para la
solución de los problemas. ¿Una política científica nacional que estimule la
solución para nuestra realidad, desde las universidades?”.
En razón de ello, el
sistema educativo no puede estar desconectado de esa responsabilidad,
sería de muy mala fe, exigir que otros asuman la responsabilidad que puede y
que debe ocupar un contexto educativo de coherencia y pertinencia, pero si el
plan donde están inmerso los pensum y la praxis educativa consiste en solo
graduar profesionales para el desarrollo personal del educando y no como una
visión prospectiva desde un proyecto país, estamos jodidos, en tal sentido,
cabría preguntarse ¿hay una necesidad de forjar una educación que no solo se
traduzca en tener quien sepa sino garantizar tener quien haga? Boaventura de
Sousa Santos expresa “Los desarrollos de la última década ponen desafíos mucho
más exigentes a las universidades y específicamente a la universidad pública”.
Para ello, debe existir una estrecha sinergia entre el
conocimiento y la conciencia afín de que la educación sea no solo un proceso de
formación sino de transformación intelectual pero también moral y humana, en correspondencia el Maestro Simón Rodríguez también refería “Enseñar es hacer
comprender; es emplear el entendimiento; no hacer trabajar la memoria" de
conformidad con lo expuesto, Freire
expone que “La educación verdadera es
praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo.” Si la
misión de educar no está cargada de una mirada prospectiva a la sociedad
necesaria citando nuevamente a Robinson “nunca se hará republica con gente
ignorante, sea cual fuere el plan que se adopte”.
Hoy el subsistema universitario afronta grandes problemas de deserción, desinterés,
bajo rendimiento estudiantil, disminución de la calidad académica, etc., mucho
pueden atribuir asertivamente que el
motivo a los problemas mencionados a la crisis económica, infraestructura
universitaria, carencia de condiciones logísticas y tecnológicas, etc., no
obstante, tampoco estaría alejada de la realidad que hoy la educación
universitaria está hablando un idioma totalmente antagónico a las expectativas
de sus educandos o como refiriera Gutiérrez “La escuela que nació como
mediadora entre la persona y las necesidades sociales, hoy está jugando el
papel narcisista de ser fin en sí misma, Ha creado su propio medio, su entorno
y hasta su lenguaje.” Por ello, son
oportunas las palabras del Maestro Simón Rodríguez cuando refiere.
“No hay interés donde
no se estribé el fin de la acción. Lo que no se hace sentir no se entiende, y
lo que no se entiende no interesa. Llamar, captar y fijar la atención, son las
tres partes del arte de enseñar. Y no todos los maestros sobresalen en las
tres.”
Si la universidad no es coadyuvante de la construcción de la
nueva ontología del educando, sino existe la fusión de conocimiento y
conciencia, si el plan que se adopta es una imposición y no una visión de
desarrollo intelectual, moral, humanístico, colectivo, de patria, un cimiento
de libertad, si este no es multi y transdisciplinario, todo ese esfuerzo no
solo será insuficiente sino infecundo (parafraseando al manifiesto de Córdoba
de 1918). En razón de ello, buscar una transformación Universitaria que
trascienda de lo tradicional a lo Robinsoniano, pasa como refiriera Rigoberto
Lanz pasa por.
Entender las transformaciones universitarias como un proceso
de cambio paradigmático en todos sus ámbitos, es decir, como una reforma del
pensamiento, es la condición de posibilidad de transitar un camino de
refundación del papel de la educación en esta nueva era planetaria; Mariategui
lo había alertado cuando hacía referencia sobre “La docencia secundaria y
universitaria, tanto por su función como por su estructura, tiende a crear una
burocracia conservadora.” En otras
palabras, una intelectualidad que sabe mucho pero comprende poco, pero mucho
peor intenta imponer sus dogmas mediante la instrucción y no la facilitación de
herramientas para construir el conocimiento, en
esa necesidad evolución al siglo XXI de nuestras universidades, pasa por
el entendimiento de lo que refiriera el
Maestro Simón Rodríguez en una época muy
cónsona a la nuestra “Hoy se piensa,
como nunca se había pensado, se oyen cosas
que nunca se habían oído, se
escribe como nunca se había escrito y
esto va formando opinión en favor de una reforma, que nunca se había intentado”.
En correspondencia con lo citado Ortega y Gasset hace
referencia “Todo movimiento de reforma reducido a corregir los chabacanos
abusos que se cometen en nuestra universidad llevara indefectiblemente a una
reforma también chabacana” Si no se tiene claro que es lo que se necesita, si
se desconoce o no hay un concierto de
nuestras universidades con el proyecto país
o mucho peor, ante la actual situación si la universidad no está a la
altura de presentar planes que permitan fortalecer un proyecto país, muy
insignificante es lo que se puede lograr de acuerdo a la dicotomía entre el
momento histórico, la necesidad histórica y las acciones que se emprenden.
marceldoubront@gmail.com
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