Por Omar Aguilar M:
Los seres humanos son iguales ante Dios, pero desde hace
rato son y siguen siendo desiguales ante los hombres. En la época primitiva,
las diferencias no eran por raza, credo, religión, posesión de bienes, ni
siquiera por vivir en un sitio u otro, ni porque alguien creyese tener la
sangre azul, el rostro perfecto o el cuerpo de un Dios; la diferencia dependía
del arrojo, la valentía y el liderazgo.
Con el paso del tiempo y entre más se desarrolló el cerebro
humano, el hombre fue descubriendo e inventando; primero el fuego, luego las
armas, luego las armas de fuego; primero la unión para tener fuerza, luego la
fuerza para construir imperios, luego los imperios para destruir por la fuerza;
primero la ciencia, luego la ciencia para crear riqueza, luego la riqueza y la
ciencia para destruir la creación. Lo que ayer encumbró al hombre hoy amenaza
con enterrarlo, lo que ayer sirvió para crear historias, poemas y héroes, hoy
es material para novelas terroríficas, para filmes bañados de sangre y para
crear antihéroes. En un mundo que dice ser civilizado, se destruye la
civilización y quienes la destruyen son los que se creen más civilizados.
Somos testigos en estos tiempos de las peores aberraciones:
del uso de la fuerza para someter al débil, del uso de la arrogancia para
avasallar a los humildes, del uso de toda la riqueza para destruir a los
pobres, de la voracidad imperial para apoderarse de los recursos naturales de
pueblos soberanos y para imponer líderes en casa ajena. Somos testigos de la
razón de la sinrazón, de la demonización de los ángeles y la santificación de
los demonios; de la legalización de la maldad como práctica y la condena del
derecho a defender los derechos, del dominio de la oscuridad sobre la luz, del
estruendo de los tambores de guerra en nombre de la paz.
Se dice que la mano derecha y la izquierda son gemelas, que
se apoyan mutuamente, que son complementarias. En el mundo de la política, sin
embargo, la derecha se cree mejor que la izquierda, cree tener todos los
privilegios divinos, los genes dominantes, ser la superdotada, la autorizada
para golpear la mesa y la que debe ser obedecida al chasquido de sus
dedos.
Mientras en Francia la gente enfundada en chalecos amarillos
son reprimidos por protestar en contra del alza del combustible, por mejores
salarios, por recuperar los servicios públicos perdidos, ningún gobierno
europeo de la vecindad condena el uso de la fuerza y los gases lacrimógenos;
mientras en Argentina se reprime a las masas por exigir su derecho a tener un
empleo, salarios justos y que se levanten las medidas económicas que ahogan a
los pobres, la OEA, la ONU, la CIDH se hacen de la vista gorda y no condenan ni
piden explicaciones al gobierno represivo de Macri; mientras Honduras se
desangra producto las voraces medidas económicas de un gobierno que de forma
descarada se robó las elecciones para hacerse con el poder y cuyo pueblo vive
aterrado por el crimen organizado y los grupos delincuenciales, nadie en el
mundo critica o llama a cuentas al gobierno de Juan Orlando Hernández. Todos
ellos son gobiernos de derecha y ultraderecha, y se les ha dado licencia para
matar, para aterrorizar en nombre ley, del orden y de la divina providencia.
Mientras en Siria, Venezuela y Nicaragua sus gobiernos
populares se defienden contra los grupos que implantan el terror, contra los
que atentan contra la libertad y usan las fuerzas constitucionales para
encarcelar a los terroristas; muchos gobiernos europeos y latinoamericanos
dirigidos por el imperialismo yanqui, les condenan como si fueran los agresores
y no los agredidos. Una y otra vez la OEA, la ONU y la CIDH, se reúnen de
urgencia para reclamar por la supuesta violación de los derechos de los que
violentan los derechos, para exigir que se liberen a los delincuentes
terroristas y criminalizar a los que luchan contra el crimen. Una y otra vez
condenan a los gobiernos progresistas y populares, que desde un profundo
nacionalismo defienden su derecho a decidir, a ser soberanos, independientes y
libres. Por extraña coincidencia, todos son gobiernos de izquierda y se les
pretende negar el derecho a la defensa, a pensar diferente y a tener sus
propias creencias.
Lo peor es que todo el mundo lo sabe y muchos callan, ya sea
porque “lo que no es conmigo no me daña” o porque “no es de mi incumbencia”.
Otros callan por temor, porque se han dejado aterrorizar o porque creen que no
hay nada que hacer. No se necesita ser de izquierda para estar en contra de los
genocidios que en nombre de la democracia y la libertad se han cometido en
Vietnam, en Afganistán, en Irak, en Libia, en Yemen, y que hoy se siguen
cometiendo en Siria y en la franja de Gaza y Cisjordania.
No se necesita ser de izquierda para estar en contra del
bloqueo inhumano y aberrante que desde hace más de medio siglo se cierne sobre
Cuba y que no ha podido doblegar la moral de los hijos de Martí y Fidel. Cuba
tiene derecho a decidir qué camino tomar y su pueblo es soberano de elegir el
gobierno que quiere para su bienestar. Ningún europeo, asiático o americano
puede decidir el destino de Cuba, por muy rubio u ojos de color que sea o por
muy sangre azul que se crea. Cuba desde hace años superó la pobreza, el
analfabetismo, la desnutrición infantil y es un ejemplo de solidaridad
incondicional; muy a pesar de los que la bloquean.
No se necesita ser de izquierda para estar en contra del
intento de golpe de estado, que de la manera más descarada orquesta el
imperialismo yanqui para hacerse con los recursos de los venezolanos. No se
puede estar ciego ante la aberrante confabulación de los gobiernos europeos,
que, como estilizadas marionetas, se mueven al ritmo de los dedos del
titiritero gringo. No se necesita ser de izquierda para condenar las amenazas
del gobierno español contra Venezuela, el que debería más bien por principios y
por apego a la moral, pedir perdón por los errores cometidos durante su
colonialismo sangriento contra los pueblos de américa, el que casi acabó con
sus habitantes, que drenó catastróficamente sus recursos naturales y casi
destruye su cultura y sus creencias.
No se necesita ser de izquierda para estar en contra del
fallido golpe de estado que desde el pentágono y la Casa Blanca con el apoyo de
los vendepatria locales, se gestó y se sigue promoviendo contra el legítimo
gobierno de Nicaragua. Una Nicaragua que ha encontrado la ruta del crecimiento
sostenido, que ha logrado disminuir la pobreza a pasos agigantados, que eliminó
el analfabetismo, que ha garantizado salud y educación de calidad para sus
habitantes, que se erige como el segundo país con la mejor seguridad de américa
latina, como el país con las mejores carreteras de Centroamérica y como el
quinto país con la mayor equidad de género en el mundo; a pesar de que el
gobierno sandinista heredó un país en crisis. No se necesita ser de izquierda
para estar en contra de las mentiras que pretenden desprestigiar al gobierno
exitoso y altamente popular del comandante Ortega, solo porque es un gobierno
de izquierda que no se deja avasallar y no besa las botas del imperialismo.
No se necesita ser de izquierda para condenar la
politización de los espacios que fueron creados para fomentar la armonía entre
los países. El imperialismo y sus adláteres han pervertido y convertido la ONU,
la OEA, la Cumbre de la Américas, la CIDH, UNASUR y el Grupo de Lima en
espacios para condenar a los gobiernos de izquierda, para promover la
aplicación de sanciones diplomáticas, políticas o económicas, para alentar
intervenciones militares, golpes de estado y avalar gobernantes ilegales;
violentando la carta democrática, la soberanía de los pueblos, a través el
injerencismo más rapaz y rastrero. No se necesita ser de izquierda para estar
en contra de la violación del derecho internacional, del unilateralismo, de la
agresión descarada contra pueblos soberanos y de las amenazas contra la paz.
No se necesita ser de izquierda para entender que Yemen,
Siria, Palestina, Cuba, Venezuela y Nicaragua, no son una amenaza para el
imperialismo yanqui, ni para nadie en el mundo. Ningún africano ha pretendido
conquistar Europa, como tampoco ningún latinoamericano ha pretendido dominar a
los yanquis; ningún sirio ha lanzado misiles contra España, como ningún
palestino a despatriado a un israelí; ningún cubano ha atentado contra un líder
gringo, como ningún venezolano ha levantado el mundo contra un gobierno
extranjero o como ningún nicaragüense ha gestado un golpe de estado contra el
imperialismo.
Los pueblos del mundo deben levantarse y condenar las
agresiones contra los pueblos soberanos, deben pedir el respeto a la
integridad, la soberanía y el derecho de los pueblos a decidir su destino,
deben reclamar porque los foros internacionales no se conviertan en
“Ministerios de Colonia” y sean usados como espacios desde los que se gestan
artimañas para condenar gobiernos, para animar bloqueos diplomáticos y
económicos, y para propiciar intervenciones militares en nombre de la
democracia y la libertad. No se trata ni siquiera de defender una ideología,
sino de defender la vida, el respeto al derecho ajeno, la igualdad entre los
seres humanos; aspectos en lo que tanto se ha avanzado, como retrocedido.
Los movimientos de izquierda, tenemos una doble
responsabilidad; por un lado movilizarnos en contra de las injusticias que se
ciernen sobre los gobiernos de izquierda (sea en nuestro propio país o en un
país hermano), enarbolar las banderas de la solidaridad, fortalecer los
espacios de discusión, desenmascarar las mentiras y contribuir al
esclarecimiento de la verdad, y por otro lado, revisar nuestras actuaciones
para entender nuestras debilidades, errores, deficiencias y desde una profunda
humilde y constructiva autocrítica, desarrollar nuestros valores, fortalecer
nuestros principios y renovar nuestro liderazgo.
#ElMundoQuierePaz
oaguimar28@yahoo.com
Excelente análisis. El fascismo, es una energía que todo lo transforma de positivo a negativo, empezando por los mismos conceptos de derecha e izquierda, al llevar estos conceptos a la política, hizo que la derecha fuese negativa y la izquierda positiva, eso en materia política, pero en el plano filosófico universal, la derecha representa lo positivo y la izquierda lo negativo, por eso al lado derecho se le llama lado diestro y al izquierdo siniestro, girar la tapa de una botella o una tuerca o un tornillo, hacía la derecha se le denomina ajustar(lo justo) y hacía la izquierda, desajustar,(lo injusto)las agujas del reloj, giran hacía la derecha, porque si giraran hacía la izquierda desajustarían el tiempo, la mayoría de los astros giran hacía la derecha, salvo los que hayan sufrido un accidente, como un choque con otro astro, los átomos giran hacía la derecha y por lo tanto, todo cuerpo sub atómico y molecular, en una batería la energía positiva va al lado derecho. Pero en el campo de la creación universal, esas energías no se denominan, positivas ni negativas, sino que la derecha es la energía masculina y la izquierda, es la femenina, y que ambas deben unirse para procrear o generar, por ejemplo, la energía eléctrica masculina, llamada protón, que va por el lado derecho del cable y que la ciencia eléctrica llama positiva, y la energía eléctrica femenina, llamada electrón y que la ciencia llama negativa, que va por el otro lado del cable, al llegar a ese ovario llamado bombilla, se unen en filamentos, dando a luz, es decir generan la luz, que iluminará el hogar, la energía femenina o electrón a la que llaman negativa por ser femenina, es la que da a luz, la que ilumina, y la masculina, o protón, llamada positiva, por ser masculina, es la coordinadora de la iluminación, ejemplo, si un electricista recarga un generador solo con electrones o energía femenina, los bombillos estallarían por el exceso de luz, entonces hay que combinarla con energía masculina, o protones, llamada positiva, para que reduzca la iluminación, de acuerdo al ahorro de energía que se quiera establecer. Lo de izquierda y derecha en la política, no es filosófico, sino que se produjo por una casualidad, en la Asamblea Constituyente francesa, donde los diputados progresistas que querían cambios, se sentaban al lado izquierdo del presidente de la asamblea, y los que no querían cambios, se sentaban al lado derecho, y de ahí quedó que izquierdistas son los progresistas y los derechistas son los negativos. pero esas son cosas politiqueras, que nada tiene que ver con la folosofía universal. UBENCIO RAFAEL TORRES- puerto La Cruz- Anzoategui- Venezuela.
ResponderEliminarGracias! Oportuno he ilustrativo comentario.
ResponderEliminarOportuno e ilustrativo comentario..
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