El reciente proceso comicial llamado de término medio en
Estados Unidos por realizarse exactamente en la fecha intermedia entre una y
otra elección presidencial, marcaron un punto de interés jamás visto en el
planeta, dado que sus resultados podrían haber impactado de forma trascendente
en la dinámica del sistema internacional, sin embargo resulta dudoso suponer
que la mitad de la población electoral del país que es la que generalmente
participa - aunque en esta ocasión hubo una cantidad superior de votantes-
decidiera su opción motivada en hechos acecidos o que pudieran ocurrir fuera de
las fronteras. Eso sí, esta vez – posiblemente más que nunca antes en la
historia- el evento eleccionario fue considerado un referéndum a la gestión del
presidente.
Los resultados han respondido a lo que se avizoraba previamente:
los demócratas recuperaron el control de la Cámara de Representantes y algunos
gobiernos estadales, al mismo tiempo que los republicanos confirmaron su
favoritismo para retener su mayoría en el Senado.
A partir de estos resultados, se ha conjeturado mucho
respecto del impacto que los mismos van a tener en el futuro inmediato del
país, sobre todo en la capacidad que ha adquirido el partido demócrata para,
desde el nuevo espacio conquistado, “torpedear” la administración de Donald
Trump a fin de crearle contratiempos que impidan su reelección en 2020.
Por lo pronto, la nueva composición del Congreso podría
derivar en una situación más de confrontación que de consenso en el
funcionamiento del Estado y el gobierno. Trump incluso, ya amenazó con la
posibilidad de cierre del gobierno federal si la ahora mayoría demócrata de la
Cámara de Representantes no accede a aprobar los recursos para la construcción
del controvertido muro en la frontera con México. Además de eso, se han
comenzado a manifestar problemas de carácter estructural en la sociedad
estadounidense que se profundizarán en el marco de este conflicto en ciernes y
que ha producido el despertar de ciertos sectores, sobre todo de mujeres,
jóvenes y minorías étnicas.
Aunque es poco probable que para América latina y el Caribe
estos resultados puedan tener trascendentes implicaciones directas, es
necesario decir que la obligatoriedad de Trump de encarar de otra manera el
frente interno, le generará un mayor imperativo en esa área, lo cual podría
redundar en la disminución de su atención hacia la región. Los cambios en la
correlación de fuerzas en aquellos estados en los que existe una mayor
población inmigrante podría ser también un elemento para considerar en este
ámbito.
Aunque la diferencia en el voto popular de alrededor de un
7% es similar a la de la elección presidencial de hace dos años, la cifra que
marca la tendencia más importante de cara a futuros procesos eleccionarios es
aquella que señala que 62% de los que votaron por primera vez, lo hicieron por
los demócratas. Muy probablemente, ello se deba a que estos hicieron una
campaña basada en los temas que más preocupan a la población del país y que
están en el centro del debate y de la gestión, el principal de ellos es el de
la salud, pero también se verificó un gran activismo en torno a una agenda que
giró en torno a asuntos como migración, seguridad social, represión policial,
posibilidad de posesión de armas por parte de la ciudadanía, y las
manifestaciones de misoginia, xenofobia y racismo de las que ha hecho gala el
gobierno. En el manejo de estos aspectos, los demócratas tienen una indudable
ventaja frente a los republicanos.
Algunas cifras son expresión de ciertos cambios que podrían
estar verificándose en el escenario electoral estadounidense. Por ejemplo, la
elección de una mayor cantidad de mujeres lo cual ha hecho que se llegara a que
por primera vez, más 100 féminas accedieran a la Cámara, 105 demócratas y 19
republicanas, aunque esta última cifra es menor respecto de los anteriores comicios.
Alrededor del 60% de las mujeres votaron por candidatos o candidatas demócratas
y un poco menos de 40% por el partido republicano.
En el caso de los jóvenes las cifras son todavía más
apabullantes: el 67% de los menores de 30 años votó por los demócratas y el 58%
de los que tienen entre 31 y 45 años. Estos indicadores, vistos a futuro tienen
una proverbial importancia, sobre todo si se considera que el voto fuerte de
los republicanos se concentra entre los votantes de más edad: aunque entre los
de 50 a 59 años hay casi un empate, los mayores de 65 votan claramente por los
republicanos.
La lectura de estas cifras señala algunas tendencias que
deben conocerse y estudiarse. Por una parte, un sector importante de los
votantes sigue apoyando a Donald Trump, el mismo se concentra en los estados
del norte y medio oeste que es definida por los analistas estadounidenses como
una zona “de clase trabajadora, blanca y sin estudios universitarios”. En esos
estados, Trump ha logrado crear un núcleo incondicional de seguidores que
determina el resultado de las elecciones, sobre todo en aquellos lugares donde
la apatía sigue generando niveles bajos de participación. El discurso de Trump
ha calado hondo en esas zonas donde 25 años de tratados de libre comercio y
outsourcing han dejado condados enteros desolados. Sanders tenía un mensaje
similar, pero desde una perspectiva diferente, sobre todo si se mira desde la
visión de las soluciones propuestas, considerando que en Estados Unidos es
difícil debatir sobre temas de política económica desde un punto de vista
alternativo, aunque mucha gente que “ya no tiene nada que perder”, está
comenzando a escuchar.
Por su parte, en el partido demócrata ha emergido un sector
más liberal, entre quienes hay líderes que incluso portan un pensamiento más
avanzado. Una de las preguntas que podríamos hacernos es si ¿ha surgido por
primera vez un sector de izquierda en Estados Unidos? Algunos lo podrían
considerar temerario y otros sencillamente ilusión o deseo, pero lo cierto es
que las agrupaciones cercanas al senador Bernie Sanders (quien fue reelegido
ampliamente en su distrito del estado de Vermont) han planteado un verdadero
desafío al partido demócrata, toda vez que en 2016,fue sacado de competencia de
manera ilegal en las internas del partido demócrata para favorecer a Hillary
Clinton, cuando todas las encuestas lo daban ganador sobre Donald Trump o
cualquier candidato republicano. La mayor parte de los aspirantes apoyados por
Sanders en esta elección (alrededor de un 50% de los postulantes) triunfaron en
las primarias y en la elección misma, lo cual fortalece la posibilidad de su
candidatura de cara al 2020 creando un dilema al interior del partido azul que
tendrá que decidir nuevamente a favor de Trump -sabiendo que pueden perder como
lo hicieron en 2016- o aceptar a Sanders.
Sanders está agrupando en torno suyo a amplios sectores que
sostienen un discurso muy avanzado en aquellos temas que preocupan a los
ciudadanos, de manera particular en salud, migrantes y gasto social. Esta
situación augura una confrontación no solo con los republicanos, sobre todo
manifestará una fuerte disputa dentro del partido demócrata que es controlado,
manejado y dirigido por un sector conservador, muy cercano al partido
republicano con el que tiene muy pocas diferencias, sobre todo en materia de
política exterior y de seguridad.
En general, podría decirse que hay un gran movimiento de
jóvenes progresistas, sobre todo en las grades ciudades, cada vez más
organizado y participativo, entre ellos figuran Justice Democrats, Democratic
Socialist of America (DSA) y Movement for a People’s Party, que están
respondiendo a las necesidades que plantean estos sectores juveniles. Estas organizaciones están desarrollando
políticas inéditas desde la perspectiva progresista entrando en aquellos
lugares que, si bien son socialmente conservadores y tradicionales, están
sedientos de que se desarrollen prácticas de justicia económica y políticas
económicas y sociales que les interpreten, por ejemplo, en el Medio Oeste y en
el cinturón industrial del centro noreste y en las zonas del Atlántico medio
desde la costa atlántica al este de Wisconsin. Las ocultadas protestas y paros
de sindicatos de profesores y maestros en Oklahoma y Virginia (estados de clara
mayoría republicana) han sido un buen ejemplo de lo anterior.
Por otro lado, es importante mencionar el crecimiento que ha
tenido entre los ciudadanos la popularidad de propuestas como la de un sistema
de salud pública y universal, la legalización y regulación de la marihuana, y
el rechazo a las invasiones militares de Estados Unidos en el extranjero, que
son propugnados por estas organizaciones.
Sin embargo, a futuro habrá que considerar que la mayor
resistencia a este nuevo movimiento progresista será el establishment
demócrata, porque mientras los republicanos tienen una clara orientación en
defensa de los más ricos, las grandes transnacionales, el Complejo Militar
Industrial y Wall Street, el partido demócrata es peligrosamente hipócrita y en
los hechos resulta ser “un falso aliado”. Han demonizado a Sanders como radical
comunista, utilizando para ellos sus grandes influencias en los medios de
comunicación como el New York Times, el Washington Post (cuyo propietario Jeff
Bezos, es además CEO de Amazon, y opera en contubernio y bajo contrato con el
Departamento de Estado en los temas de política exterior), CNN, MSNBC (MSN y
Microsoft) que son los promotores de la narrativa demócrata de la “injerencia
rusa”.
También se debe considerar que a largo plazo estos
movimientos, deberán transformarse en una nueva organización cuando se le
cierren todos los espacios dentro del partido demócrata, cuya maquinaria ha
hecho todo lo posible para debilitarlos. La única opción política progresista
institucional en este momento es el Partido Verde (Green Party) por lo que, por
ahora, DSA y Justice Democrats están apoyando candidatos progresistas (que
tengan un programa político que comparta los valores de las organizaciones) y
que además no acepten dinero de interés especiales corporativos. Aunque estas
condiciones son necesarias, han sido un elemento de controversia, por ejemplo,
Andrew Gillum, el candidato a gobernador por el partido demócrata a Florida no
tuvo el apoyo de DSA por esta razón, sin embargo, algunos opinaban que frente a
la voracidad republicana de ese importante estado, Gillum podía considerarse el
“mal menor” y debía ser apoyado.
Mirando el futuro, hay que considerar que esta elección ha
sido el punto de entrada de los candidatos progresistas y de izquierda al
sistema institucional de Estados Unidos, solo 3 aspirantes nuevos apoyados por
estas organizaciones ganaron en las últimas elecciones. Aunque es importante
que por primera vez haya varios representantes progresistas, estas
organizaciones deberán seguir avanzando para lograr objetivos mayores en el
mediano y largo plazo.
sergioro07@hotmail.com
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