Por Ernesto Wong Maestre:
En esta “época de cambio” es ya común apreciar en Nuestra
América lo cerrado que resultan las elecciones entre los candidatos del estatus
capitalista y los emancipadores enfocados a un “mundo mejor” o al otro “mundo
posible”. Esta mayor paridad en la correlación de fuerzas políticas y sociales
tiene un enorme significado para las estrategias electorales, en primer lugar
porque estas deben ser sostenidas durante todo el año y en segundo lugar porque
las fuerzas emancipadoras y sus líderes deben abandonar las visiones
restringidas del partidismo clandestino que irradian los métodos y vías de lucha
en detrimento de la visión de pueblo constructor y bloque histórico que de
sustento a la conformación de la masa crítica necesaria para cada etapa del
proceso emancipador, como bien lo visualizó Hugo Chávez, lo refirió en varias
ocasiones, y lo aplicó hasta su último minuto de vida política, en particular
cuando optó -ante un posible fatal desenlace-
por proponer a la Nación, de forma pública por televisión y muy
magistralmente argumentado, “votar por Nicolás Maduro”.
Fue tan sólida la argumentación del Comandante Supremo que
meses después su candidato salió victorioso, ante una aparente imposibilidad de
continuar por el camino revolucionario sin el líder que lo fundó, lo condujo y
lo consolidó con obras sociales y poderío internacional para integrar y establecer
alianzas orgánicas. Pero lo cambios de
la conciencia social no ocurren al mismo ritmo que el de las medidas políticas
tomadas por un gobierno enfocado a la emancipación social, y tampoco en todos
los sectores las medidas causan el mismo significado debido a una variedad de
causales. De ahí lo cerrado que están resultando las votaciones en elecciones
presidenciales. He aquí uno o quizás el mayor de los grandes problemas que el
líder con su discurso emancipador debe sopesar muy casuísticamente en cada acto
político durante todo el año y en particular durante la campaña electoral.
Componentes a considerar
En el proceso comunicativo de una campaña electoral, sobre
todo presidencial, intervienen varios componentes muy significativos respecto
al éxito o el fracaso de una o un candidato, en particular los elementos
disponibles para poder comunicarse con el pueblo elector, es decir, para
persuadir a quienes tengan opiniones diferentes a las de él o poder lograr
identificarse y lo reconozcan pertinente para el cargo con los que comparten
sus mismas opiniones acerca de los ingentes problemas que aquejan a la
sociedad, sea en una donde predominan las ideas capitalistas (individualismo
expresado en egoísmos, ambiciones, avaricias, desinterés por la problemática
social, negligencia administrativa en el sector público) o en una sociedad
enfocada a las transformaciones sociales porque disponen de un gobierno que ha
logrado junto a una parte de ella construir la hegemonía transformadora, aún
cuando coexista el individualismo atroz, heredado del capitalismo, en pleno
choque con el ideal comunitario, en
proceso de surgimiento.
En ambos tipos de sociedades no solo hay problemas ingentes
a identificar por lo votantes sino también la necesidad de reconocer en el candidato
o candidata a apoyar, sus estrategias de políticas públicas válidas para
afrontar y solucionar esos problemas. En
tal reconocimiento el discurso es clave y decisivo, por lo que es insustituible
en esta época de cambio y de resistencias de diverso signo.
Cinco dimensiones y el eje orgánico articulador
Siempre, en todo los casos, los sectores sociales que han
tenido un peso significativo en las elecciones son los que en torno a ellos se
construyen, o debieran construirse, las decisiones de la campaña electoral de
cada candidato o candidata, en particular acerca de cinco dimensiones, cada una
con pesos significativos diferentes en las decisiones de los electores: 1) qué
módulos informativos se disponen acerca del pensamiento (expectativas, necesidades
naturales y superiores, esperanzas, gustos y sus prioridades) de los electores;
2) qué composición estratégica y técnicas argumentales utilizar
comunicativamente para cada segmento; 3) qué tecnologías de comunicación usar
para cada sector y subsector; 4) qué medios de comunicación emplear en cada
caso anterior; y 5) qué lugares y momentos se deben planear para efectuar la
más eficaz y eficiente comunicación con cada uno de los sectores significativos
identificados ya que espacio y tiempo son dos aspectos de la realidad
inseparables o indisolubles.
En las cinco dimensiones hay un elemento transversal que
regularmente no lo tienen en cuenta los asesores de campaña o el propio
candidato o candidata y resulta clave para lograr el fin de su campaña: la
estructura de sentido del discurso y la adaptación o ajuste del discurso como
narrativa y texto que éste logre hacer en cada una de las cuatro dimensiones
para poder establecer una comunicación efectiva con los integrantes de cada
segmento social al cual se dirige comunicativamente. Si se adopta la definición
de comunicación elaborada por Fernando Buen Abad en su magistral obra de
filosofía (1) el candidato debe reflexionar sobre lo que es la comunicación y
sobre lo que él debe lograr con su discurso para que haya comunicación. Al
respecto, en Cuba con Fidel Castro o en Venezuela con Hugo Chávez se tienen dos
legados discursivos de trascendental significado para sus procesos
emancipatorios (2).
De manera que entre los componentes que dispone un candidato
o una candidata para lograr su fin de ganar electoralmente y sus objetivos
correspondientes están presentes, de una u otra forma o con una u otra
magnitud, todos esos elementos de cada una de las cinco dimensiones y todos
mediados por la capacidad y competencia del discurso del candidato o candidata
para ganar nuevos adeptos o fortalecer las disímiles tipos de lealtades hacia
su candidatura. En los países con sistemas capitalistas, el candidato o la
candidata de las fuerzas emancipatorias debe evaluar en su estrategia
discursiva el alto nivel de incremento del individualismo logrado por las
políticas neoliberales en todas las esferas de la vida, desde la economía con
que se reproduce la población hasta la educación con que se forma la conciencia
o el propio mundo de la vida (cultura, subjetividad y mundo social) de cada
quien, con el que actúa en la vida cotidiana, en este caso para aceptar o
comprender las propuestas en el discurso de un candidato o de una candidata.
El individualismo es el eje orgánico, por su acción
ideológica transversalizadora en el sistema de dominación, y articulador con
alto significado político. A los amplios segmentos sociales que no les interesa
o no les produce ningún significado que un proyecto político reduzca la pobreza
o que a sectores desprotegidos se les facilite salud o educación gratuita, lo
que en ellos o ellas está incidiendo con fuerza determinante es el
individualismo orgánico articulador (IOA) arraigado en ellos y ellas del
“sálvese quien pueda” o el que postula “allá tu con tus problemas” o “ese no es
mi problema” ya que son frases contribuyentes a la reproducción del sistema
capitalista por su connotación para la vida social contraria al ideal
comunitario.
Para la mayoría de los sectores sociales, el líder del
discurso emancipador debe poner el principal acento 1) en aquellos problemas
que afectan a la familia y al ser individual y que no se contrapongan o
invisibilicen el ideal emancipador, y 2) en sus estrategias para reducir la
burocracia, eliminar la ineficiencia administrativa o combatir la corrupción,
siempre desde una perspectiva genético-política, es decir, abordando los
orígenes, sus desarrollos y las estrategias concretas de solución viable y
oportuna de manera que se haga comprensible para que ese ciudadano o ciudadana
impregnada de individualismo le crean y le apoyen. En una intervención
televisiva para todo el país, el discurso emancipador debe equilibrar las
referencias a los problemas coyunturales y estructurales, entre los problemas
de impacto individual como son los problemas de los servicios públicos y los
problemas estructurales de compleja solución, y derrotar con potentes
argumentos las estrategias adversarias del oligarca si este las expone o
cuestionar la ausencia de ellas o las contradicciones inmanentes que deben
develarse. Y todo empleando un lenguaje cotidiano, del habla popular, y cuando
se tenga necesidad de usar un concepto abstracto como “neoliberalismo” o
“fascismo” se debe proceder a definirlo con claridad y precisión porque de lo
contrario se crean obstáculos a la comunicación al no haber entendimiento y
comprensión.
El desequilibrio debe contrarrestarse con sólidos argumentos
Por ello, en los proceso electorales actuales, en particular
en los que vienen realizándose en países capitalistas de América Latina, la
disparidad o desequilibrio de poder en las cinco dimensiones de este análisis
entre las fuerzas políticas insertas en las contiendas electorales para lograr
sus fines en el marco de la democracia representativa, viene favoreciendo a las
candidaturas de aquellas personalidades que se ganan el apoyo de los gobiernos
de EE.UU y por tanto de su red de agencias e instituciones orgánicamente
articuladas que forman el complejo militar-financiero-comunicacional (CMFC).
Desde ese complejo de dominación se viene investigando,
tanto el decursar del proceso revolucionario de Venezuela como los procesos
electorales que cambiaron desde 2003 el panorama político latinoamericano y
caribeño (principalmente de Brasil, Argentina, Bolivia, Ecuador, Nicaragua,
Paraguay, Uruguay, Honduras, Perú y El Salvador), así como los realizados en
aquellos países donde pudieron fortalecer su hegemonía como son los casos de
Colombia y Chile. De todos extrajeron experiencias y nuevos conocimientos de
cómo preparar candidatos o candidatas pro estadounidenses o pro imperiales para
ganar nuevas elecciones o de cómo derrocar
los gobiernos “incómodos” y “cambiar el régimen”, tal y como ocurrió en 2009 en
Honduras, en 2011 en Paraguay o en 2016 en Brasil, y seguir intentando hacer lo
mismo en Venezuela que hicieron contra el entonces presidente Hugo Chávez Frías
entre 2000 y 2012, y luego contra el mandatario electo popularmente, Nicolás
Maduro Moros, desde 2013 hasta el día de hoy.
Dinámica de la correlación de fuerzas emancipadoras y
conservadoras
Las diferencias de lo que en definitiva ha ocurrido entre
Venezuela y los otros casos es que el proceso revolucionario cuenta con
condiciones propias que le favorecen, entre ellas a) la voluntad política
emancipadora del liderazgo y de la masa crítica popular que se ha ido formando
y la hace realizable; b) la unidad
cívico-militar fundada en una concepción de seguridad y defensa integral de
todo el pueblo, y c) las propias riquezas naturales de Venezuela que si bien
causan ambiciones imperiales permiten crear la base económica para la
realización de la voluntad y el sustento defensivo antimperialista y anti
oligárquico.
Todo el potencial del CMFC entra en juego ante cada caso de
proceso electoral y el poderío se emplea, por un lado, para hacer que la mayor
parte de la sociedad se identifique con su candidato o candidata, sea en Chile,
Colombia, Argentina, Paraguay o Brasil que le proporcione mayores ventajas
geopolíticas y geoestratégicas dado el enfrentamiento de este CMFC de EE.UU con
China y Rusia; y por otro lado, todo el poder violento armado o financiero y
mediático se utiliza en función de construir una imagen del gobierno venezolano
que sea dañina para tomar como referente político o social por esos grandes
segmentos sociales que ya han sido cooptados o atraídos por vía televisiva,
radial o digital para reproducir en ellos el individualismo enajenante y orgánico
al capitalismo, como eje central de todas las piezas comunicativas lanzadas con
potente capacidad tecnológica para determinar su comportamiento electoral.
Por supuesto, como la realidad venezolana es diferente a
como se le difunde por la red de medios
subordinada al imperio, hay una parte significativa (millones) de esas
sociedades conocedoras de esa realidad, principalmente a través de internet y
las redes sociales que no apoya ninguna política exterior de enfrentamiento con
Venezuela pero sus posturas son casi invisibilizadas por el gran capital
mediático, al mismo tiempo que hay otra parte de signo ideológico contrario al
bolivarianismo, también significativa, pero que no apoya -por inviable en el
corto plazo para sus intereses- la intencionada idea del gobierno de EE.UU,
secundada por sus candidatos o candidatas, de hacerle la guerra armada a
Venezuela, aunque sí apoyan seguir presionándola, creándole otras condiciones
adversas a la estabilidad y difundiendo intensamente las imágenes anti venezolanas
pre construidas por los laboratorios yanquis de guerra, de manera que la menor
cantidad posible de la población se identifique con el líder venezolano y con
el proceso bolivariano.
Este último objetivo es uno de los que con más ahínco y
viabilidad busca lograr el CMFC, también porque en la misma sociedad
estadounidense y otras del continente viene incidiendo, cada día más en los
procesos electorales, el camino emprendido por Venezuela desde 1999.
Abordar cada una de las cinco dimensiones, diagnosticar las
problemáticas y elaborar estrategias políticas o tecnológicas comunicacionales
anti oligárquicas para cada caso resulta imposible en este corto espacio por lo
que solo se pondrá el acento en el eje mediador de todas: el discurso con que
se lograr interaccionar con los segmentos sociales votantes.
Discurso y pensamiento del diverso electorado
En primer lugar, debe reconocerse la estrecha relación entre
las/los candidatos y sus equipos asesores de las oligarquías con el CMFC de EE.UU a través de sus embajadas,
consulados, misiones ad hoc y corporaciones o megacorporaciones. Esta relación
es también tríadica, es decir, en los planos 1) violentos
militares-paramilitares-policiales, 2) financiero-comercial y 3)
mediático-promocional. Y a través de ella se nutre a sus candidatas o
candidatos de apoyo financiero y sobre todo de información que contribuya a
formar opiniones según sus intereses para lograr el comportamiento electoral
deseado.
Desde el control del denominado Big Data (sobre el
pensamiento y sus expresiones mencionadas en la dimensión cuatro) relativo a
cada país y a su población, donde se desarrolla el proceso electoral hasta la
forma de poner esa información en función de los objetivos discursivos, son
capacidades que tienen actualmente las/los candidatos pro imperiales (tipo
Piñera, Macri, Duque o Bolsonaro) y que en modo alguno disponen las/los
candidatos opuestos al camino neoliberal para solucionar los graves problemas
sociales. Los primeros hacen girar todo
o la mayor parte de su discurso sobre los ejes problemáticos multidimensionales
(terrorismo, corrupción y burocracia) que más atraen a la ciudadanía de las
sociedades capitalistas porque son de impacto multidimensional, multisectorial
y de afectación personal y familiar pues así queda de manifiesto en las redes
sociales, los correos electrónicos o en las páginas web con espacios de
comentarios, siendo estos, junto a los gustos comerciales y las visiones de
vida, los principales instrumentos y objetos de control para conformar la Big
Data de las poblaciones de cada país. Y sobre ello elaborar las estrategias
comunicativas combinándolas con las operaciones encubiertas que den soporte
real a lo que difunden los medios y hacer creíble lo que muchas veces es
virtual o inducido a la fuerza.
Es una disparidad que debe abordarse –en esta época de
cambio- con mucho talento por los candidatos o las candidatas del pueblo
emancipador pues ese desequilibrio comunicacional está decidiendo el desenlace
final en las elecciones.
Notas
(1) Buen Abad, Fernando (2012). Filosofía de la
Comunicación, editorial Vadell y Hnos, Caracas 2012.
wongmaestre@gmail.com
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