Por Homar Garcés:
En cualquier contexto que se produzca -principalmente a
causa de las guerras, los desplazamientos forzados de poblaciones, las crisis
económicas y/o los grandes porcentajes de pobreza extrema existentes en
diversidad de naciones- el hambre siempre ha constituido un grave problema por
resolver para la humanidad. A éste se agregan ahora los efectos del grave y, al
parecer, inexorable deterioro climático que comienza a hacer estragos en una
vasta porción de regiones de la Tierra, lo que acentúa gravemente aún más las
complicaciones en la producción de rubros agrícolas y pecuarios necesarios.
En medio de este sombrío panorama, las grandes corporaciones
del capital neoliberal global continúan actuando en resguardo de sus exclusivos
intereses, con respaldo de gobiernos en manos de la derecha conservadora. De
este modo, aceleran y aseguran el control directo de recursos y de territorios
en desmedro de los derechos de los pueblos aborígenes y campesinos que los
habitan, cuyos líderes son generalmente masacrados a fin de silenciar sus voces
de protesta y acabar con las luchas en defensa de sus hábitats. Para estas
grandes corporaciones transnacionales no es nada alarmante ni debatible el alto
grado de contaminación ambiental que ocasionan, ni la vida o la cultura de los
pueblos, menos el cuidado que pudieran prestarle a la naturaleza que explotan,
sino los cuantiosos dividendos que obtendrían de ésta.
En el libro «Teología profana y pensamiento crítico.
Conversaciones con Franz Hinkelammert», de Estela Fernández, este afamado
economista, filósofo y teólogo alemán expresa que «la exclusión de la
población, la subversión de las relaciones sociales y la destrucción de la
naturaleza, todo esto no es producto de una maldad, sino de una racionalidad
perversa. Un malvado es capaz de matar a mil personas, pero termina fastidiado,
y muchas veces, se suicida. Pero alguien que opera con una razón instrumental,
mata a millones y no tiene problemas. Tiene capacidad infinita de matar.
Es la racionalidad de nuestra sociedad la que produce las
irracionalidades». Vistas la actuación de dichas corporaciones y la manera como
se desencadenan diversos sucesos actualmente en el mundo (en apariencia,
aleatorios y desconectados entre sí) no es desproporcionado suponer que éstos
obedecen a una lógica de poder ajena a la percepción de la mayoría de la gente.
Pocos concordarán con tal punto de vista, habituados como están a ver la
realidad como algo normal, inevitable e inalterable, apenas afectado por el
azar; pero, la realidad de las cosas les revela cuán equivocados están.
Según lo revelan algunas estadísticas, durante estos últimos
años se incrementó el número de personas subalimentadas o que padecen una falta
crónica de alimentos, lo que hace más difíciles las condiciones en que
subsisten. Más concretamente, en países de África y América del sur. Algo que
pudiera erradicarse por completo gracias a la ciencia y a la tecnología
aplicadas a la producción de alimentos, incrementándola de forma masiva e
intensiva, como nunca se vio antes en la historia humana. Sin embargo, esta
producción masiva de alimentos está cruzada por el afán insaciable de ganancias
de quienes controlan el mercado capitalista en todo nuestro planeta, lo que
obstaculiza enormemente una distribución más equitativa entre los pueblos que
adolecen de ellos.
Así, Boa ventura de Sousa Santos, en su libro «Renovar la
teoría crítica y reinventar la emancipación social (encuentros en Buenos
Aires)», nos revela que «la utopía del neoliberalismo es conservadora, porque
lo que hay que hacer para resolver todos los problemas es radicalizar el
presente. Esa es la teoría que está por detrás del neoliberalismo. O sea: hay
hambre en el mundo, hay desnutrición, hay desastre ecológico; la razón de todo
esto es que el mercado no ha logrado expandirse totalmente. Cuando lo haga, el
problema estará resuelto. Tenemos que cambiar esta utopía conservadora por una
utopía crítica, porque aún las utopías críticas de la Modernidad -como el
socialismo centralizado- se convirtieron, con el tiempo, en una utopía conservadora».
Desentrañar, explicar
y combatir las causas que originan el hambre entre muchos pueblos
(principalmente de tipo económico) es parte de la solución que podría lograrse,
especialmente si ésta es respaldada y proseguida por los mismos pueblos que
ahora son víctimas de sus estragos; lo que habría de plasmarse en un amplio
proyecto de emancipación colectiva que trascienda el marco de la realidad
actual en todos sus aspectos y renglones. –
mandingarebelde@gmail.com
0 comentarios:
Publicar un comentario