Por Jorge Aniceto Molinari
Nuestra vida está llena de ellos, forma parte del
aprendizaje, el experimentar, el ensayar, luego con los años el asumirlo ya no
es tan sencillo, entran a jugar prejuicios en los que nos vamos formando o
deformando.
La política forma parte de ese aprendizaje y como ciencia
tal vez la más difícil en tanto estamos involucrados en ella querámoslo o no.
Lo que nos rodea en nuestros primeros años nos marca y sus
enseñanzas de la que muchas veces no somos conscientes hacen a nuestra
formación.
Mi padre, Aniceto José Alfredo, iba a llamarse José pero
nació el día de san Aniceto, y la familia de tradición católica –no
practicante- sin abandonar los otros dos nombres incorporó el del santo, mi
madre María, mi viejo carpintero independiente, hacía que yo tuviera que
aclarar que no era el niño Jesús. Mi viejo era anticlerical y antimilitarista,
se decía seguidor de las ideas del viejo Batlle, aunque siempre aclaraba que
sus seguidores no eran leales a su pensamiento, y con respecto a los partidos
de “ideas” señalaba su respeto pero mantenía distancia. En Paysandú mi ciudad
natal, se escuchaban las radios argentinas más que las uruguayas y en nuestra
formación las revistas argentinas estaban presentes: el Billiken, luego El
Gráfico, etc. etc. Mi viejo escuchaba con atención a Perón y a Evita,
acentuando una frase como distintivo: Perón tiene razón cuando dice que quiere
menos pobres, aunque haya menos ricos.
Solo había hecho hasta tercero de escuela, y luego a
trabajar para ayudar a la familia, su madre había muerto cuando él tenía 11
años, era el mayor de los hermanos.
Su preocupación era que sus hijos estudiaran, leyeran,
recuerdo con emoción una colección de 23 libros cuyo autor era Monteiro Lobato,
dirigida a la formación de la infancia en todos los saberes del quehacer
humano. Hace poco me enteré de un excelente prólogo a esa colección escrito por
la ex Presidente de los argentinos la Dra. Cristina Fernández de Kirchner,
coincidiendo en el destaque hacia esa colección, y con igual sensibilidad.
Sin embargo mi idea de libertad, me llevó en mis primeras
incursiones en el quehacer de la política a considerarme anarquista, pero el
topo de la historia comenzaría su trabajo; fue un notable militante, y ser
humano: Horacio Bazzano, el que en aquellas primeras incursiones por el
gremialismo estudiantil, me alcanzó para que leyera nada más ni nada menos que
“El manifiesto del Partido Comunista” de Marx y Engels; “lo voy a leer y te voy
a señalar en lo que estoy en desacuerdo”, le dije. Como se lo devolví solo atiné a decirle:
“esto es irrefutable”.
Pero la historia no era tan sencilla, había existido la
revolución rusa, se había creado la Unión Soviética y su figura central ya era
Stalin. En Paysandú además estaban dando batalla al stalinismo, los trotkistas.
Eran muchos ingredientes para una mente en formación. Me hice fanático de la
revolución rusa, y de sus líderes, Lenin, Trotsky; identificaba la formación
del ejército rojo dirigido desde un tren con una de las más grandes hazañas
militares del siglo XX, tal vez por eso la bandera que flameara sobre el
Reichstag cuando la derrota nazi, tenía la hoz y el martillo a la usanza de los
trotkistas en la foto famosa del fin de la guerra.
Sin embargo había en el desarrollo de la compresión
ideológica cosas que resolver, como por ejemplo el porqué Lenin, había
“retrocedido” con la NEP, y no había estatizado toda la economía como proponía
en 1938 el programa de transición de Trotsky. El accionar de los trotskistas me
parecía de una pureza que el pensamiento de los que se decían aplicaban las
ideas de Lenin no tenía. Fue con el correr de los años que le escuché al Dr.
Carlos Quijano defender la NEP (la nueva política económica de Lenin), y no
faltó alguien que me dijera que su defensa era propia de quién era abogado del
Banco de Londres. Sin embargo su análisis me obligó a volver sobre las
diferencias entre Lenin y Trotsky, a estudiar, volver a Marx, y también a los
análisis de José Batlle y Ordoñez. Mis errores había que asumirlos, de mi
batllismo familiar de la infancia, había pasado al anarquismo, de este al
Manifiesto Comunista, luego a la revolución rusa y el trotskismo, para volver a
través de este a Lenin, y de la mano de Lenin al reencuentro con Marx y Engels.
Con el POR trotskista participé en la fundación del Frente
Amplio, como militante estudiantil y luego como militante sindical del gremio
bancario en el proceso y fundación de la central sindical la CNT; en diciembre de
1971, me aparté del POR, tal vez para madurar ideas en forma independiente;
recién en octubre de 1978, me incorporé al Partido Comunista, con la idea de
colaborar en la lucha contra la dictadura. En mi lugar de trabajo el Banco
Hipotecario del Uruguay, la agrupación comunista nunca dejó de funcionar, lo
cual no deja de ser un hecho muy significativo, pues además mis camaradas nunca
cuestionaron mi forma de pensar opuesta al stalinismo y sus métodos. Fueron
años de reconstrucción y de construcción, la dictadura se había dado el
objetivo de barrer con las ideas de progreso humano y nosotros nos aferrábamos
a lo que habíamos aprendido en el convivir democrático del gremio y de las
distintas corrientes ideológicas.
La vida nos depararía un nuevo desafió: el derrumbe del mal
llamado socialismo real. Los viejos dirigentes y también algunos de los nuevos
no estaban dispuestos a reconocer que Lenin había sido derrotado en 1924 y que
Batlle había tenido razón en su editorial a la muerte de Lenin. Al fallecer
Arismendi, el vacío fue enorme, y figuras de un enorme valor humano fueron
sobrepasadas por los hechos. Se reconocían los “errores” de Stalin, pero se hacía responsable de los mismos a
Lenin, que había sido su principal víctima.
Se reinventó para el Uruguay el “socialismo democrático”
como si el socialismo pudiera ser no democrático, con lo cual se pretendía
desligarse del stalinismo sin analizar políticamente que significaba. Como si
con el objetivo de estatizar la economía se pudiera construir un socialismo democrático,
o abandonar ese objetivo.
En lo personal quedé en el medio de las dos corrientes, una
que sostenía de que socialismo es propiedad estatizada, y la otra la del
socialismo democrático, sin Lenin, pero también sin Marx. Ni me fui ni me
quedé, aspirando aún hasta hoy a que se reabra el debate para poder imponer el
deseo de que se tome a los maestros por su verdadero valor que es lo que la
humanidad tarde o temprano va a rescatar.
La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida. Seguí
militando en el gremio bancario y ya en el 2000 en el sector jubilados
asumiendo el desafío del posible quiebre de la Caja Bancaria.
En ese desafío me reencontré con las enseñanzas de los
maestros y centré mis estudios en dos herramientas fundamentales para el cambio
global de la sociedad: la moneda y los impuestos.
Por supuesto que este razonamiento, para quienes se educaron
con el peso ideológico del stalinismo, es incompresible, para mí era la
aplicación de lo que había aprendido de los maestros.
La Caja Bancaria creada en 1925, se correspondió a uno de
los últimos sectores en vincularse a la seguridad social en el país y en sus
orígenes incorporó como fuente de su financiación una especie de impuesto a
las transacciones financieras. Hay que
tener en cuenta que la Caja es anterior a la fundación de AEBU (sindicato
bancario), que es de 1942. Esa fuente de ingreso por supuesto que resistida fue
dejada de lado en una reforma de 1943, pasando
a tener la fuente de recursos igual a la de los otros organismos de
seguridad social.
No vamos hacer en esta nota una historia de las vicisitudes
que son comunes a toda la seguridad social, si bien la actividad de los bancos
no ha tenido como otros sectores directamente el informalismo aunque la
tendencia a crearlo es común a todos. Bastaría con analizar cómo se realiza hoy
toda la actividad financiera en el Uruguay y en el mundo. Lo cierto es que la
Caja en el 2001 siente directamente el cimbronazo, y sus plazos de vida estaban
acotados, para lo cual era necesario una reforma y nuestra prédica estaba
orientada a una resolución unánime del PIT CNT (en su Congreso) de promover el
impuesto a las transacciones financieras como una medida a la cual debía tender
el conjunto de la sociedad como medio de obtener recursos con fines sociales.
La Caja logró una ley que la equilibra y le da
sustentabilidad en un plazo razonable, si bien el país y el mundo deben darse
una organización de la seguridad social, incluida la salud, sin duda que un
nuevo marco de organización social, en este están condenadas a la larga al
fracaso.
Esta experiencia me afirmó más en las ideas que he venido
defendiendo, y la intervención del entonces Presidente Mujica en la ONU
(setiembre del 2013) insinuando como salidas para la humanidad precisamente
estas dos herramientas me afirmó más aún. Fue un discurso comunista aunque
luego, ni él ni su grupo han vuelto a hablar del tema.
Hoy puedo decir con convicción que estas son ideas
inspiradas en los maestros, y que en mis primeros pasos me hice eco de
deformaciones que aún perduran en la generalidad del pensamiento político de
los distintos sectores del abanico partidario y que mi batalla es por ayudar a
restablecer el pensamiento de quienes gestaron y dejaron en textos una inmensa
obra que la humanidad necesita rescatar para superar esta etapa.- Porque en
definitiva la ciencia es eso, partir de lo hecho, estudiarlo, aprender y
construir nuevos elementos de superación, pero siempre es necesario tener en
cuenta aquellos aportes que han sido pilares en la construcción humana.
sipagola@adinet.com.uy
0 comentarios:
Publicar un comentario