viernes, 28 de septiembre de 2018

Vámonos Patria a Caminar… Yo Te Acompaño Parte (I)


Por Roy Daza:
Por la recuperación económica y en defensa de la soberanía nacional: ¡Vamos pueblo!
En este tiempo de volcánicos acontecimientos que estremecen día a día a la sociedad venezolana, que marcan un antes y un después, que son en definitiva un punto de inflexión, la primera y más importante tarea política del movimiento popular es la defensa de la soberanía nacional, amenazada de manera expresa y directa por el gobierno de los Estados Unidos y sus aliados, que cuentan para el desarrollo de sus planes intervencionistas con la complicidad de un sector extremista de la derecha interna, que abandonó la vía electoral, pacífica y constitucional y optó por la violencia, y estando claro que una vez perpetrado el magnicidio en grado de frustración contra el Presidente Nicolás Maduro Moros, ese sector de la cúpula oposicionista no está dispuesto a transitar el camino del diálogo y la pacificación que ha puesto sobre la mesa el Gobierno Bolivariano.


El fenómeno de la migración es asumido como la excusa para desplegar un ataque sistemático contra la nación, los gobiernos neoliberales del área, además de participar activamente en el cerco diplomático contra el país, respaldan el bloqueo y las amenazas de invasión militar que altos personeros de la Administración Trump expresan con el mayor desparpajo; muy por el contrario, los gobiernos progresistas de América Latina y el Caribe, y del mundo, han levantado su voz de protesta contra tales atropellos y mantienen una digna posición de solidaridad con la Patria de Simón Bolívar.
Entre tanto, en la vida política interna del país se registra una situación particular, nunca antes las fuerzas de la derecha habían llegado a un nivel de división y atomización como el que exhiben en la actualidad, la base social que en algún momento tuvieron se les aleja producto de los serios errores que han cometido, el desprestigio de su dirigencia se agudizó cuando se fueron por el barranco de la violencia y el terrorismo, por sus continuos viajes a Washington a solicitar sanciones contra la nación, y por las agrias peleas entre los distintos grupos que  precipitaron la desaparición de la Mesa de la Unidad Democrática; no son pocos los que dicen que la oposición venezolana es una calamidad.

Hay que reiterar, una y otra vez, que el cuadro político actual tiene como rasgo esencialísimo, que las mayorías nacionales mantienen un sólido respaldo al proceso revolucionario, y ello se manifestó en la victoria del Presidente Nicolás Maduro en los comicios del 20 de mayo de este año, cuando resultó reelecto para un nuevo período constitucional, en el contundente repudio al magnicidio en grado de frustración, y en el creciente respaldo al Programa de Recuperación, Crecimiento y Prosperidad, en marcha.

La nueva política económica significa un cambio trascendente, la lucha de clases se agudiza, alcanzar un equilibrio sostenido entre salario, precio y ganancia, es un enorme reto para los movimientos sociales, el PSUV y el Polo Patriótico, porque no es ésta una labor que solo atañe al gobierno, dado que un programa de tal naturaleza no es posible llevarlo adelante sin la participación unificada, directa, autónoma, vigorosa, del pueblo trabajador; este programa es una rectificación y una respuesta a la crisis económica, y la primera trinchera de combate contra los planes de agresión política y militar del imperialismo.
Para comprender en su esencia el carácter de las medidas económicas anunciadas por el Presidente Nicolás Maduro, han de ubicarse las causas principales de la situación de la economía venezolana:

La primera de estas causas, que ha de quedar expuesta aquí, es la caída brusca y sostenida de los precios del petróleo, cuyo promedio en 2014 era de 84 dólares por barril, y en 2015 llegó a 44 dólares por barril, para declinar aún más en 2016 y ubicarse en 31 dólares, luego, en 2017 se inició la recuperación de los precios del crudo y este año el promedio debe estar alrededor de los 65 dólares por barril. En un país como Venezuela, cuya economía gira en torno al ingreso petrolero desde hace ciento un años, no cabe la menor duda, que el derrumbe sostenido de los precios, se traduciría en una catástrofe económica.

A lo que habría que agregar que en 36 meses continuos de caída del ingreso, se pagaron 74 mil millones de dólares por concepto de deuda externa, sin ninguna posibilidad de refinanciarla, como lo hace cualquier país, ni mucho menos obtener dinero fresco para atender las más urgentes necesidades, producto del bloqueo financiero del gobierno estadounidense.

Pero la situación tiene otra vertiente, peligrosa, muy delicada, desde dentro de PDVSA una nueva oligarquía actuó en la dirección de paralizar lentamente la exploración, extracción y comercialización del crudo, con lo que se provocó una baja sustancial de la producción de petróleo y gas, además del impacto negativo que sobre la estatal petrolera tuvo sostener una política cambiaria, que fue correcta en un determinado momento, pero que se convirtió en una rémora al experimentarse profundos cambios en la realidad económica, el resultado, entonces, ha sido la conjunción de dos factores: la abrupta caída de los precios y el declive de la producción de petróleo y gas.

Ha de resaltarse un hecho de capital importancia, el Jefe del Estado tomó decisiones dirigidas a reestructurar y sanear a PDVSA, y en esa dirección avanza, y además, actuó de manera directa en la compleja tarea de alcanzar los consensos indispensables en la OPEP, y con los países exportadores que no pertenecen a la OPEP, así como también en el Foro Internacional del Gas, para llegar a acuerdos que equilibraran el mercado de los hidrocarburos, lo que posibilitó la recuperación progresiva de los precios.
La segunda causa que se puede señalar, dada su incidencia en la economía, es la decisión del Gobierno de los Estados Unidos de declarar a Venezuela como una “amenaza inusual y extraordinaria” para la seguridad de la primera potencia militar del planeta, y, adicionalmente, aunque ya estaba en marcha de manera silenciosa, el Presidente Donald Trump emitió un Decreto en 2017, mediante el cual oficializa el bloqueo a las transacciones financieras internacionales de la República.

Bajo la conducción de Washington, Venezuela es hoy víctima de un bloqueo financiero, de una feroz campaña mediática mundial y de un cerco político–diplomático, al que se han sumado algunos gobiernos neoliberales del área. Una situación como esta ha sido posible por el viraje en la correlación de fuerzas en América del Sur, tras la victoria electoral de la derecha en Argentina, (2015); el golpe ‘parlamentario’ contra la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, (2016); y el “golpe desde adentro” en Ecuador -variable andino/amazónica del caballo de Troya-, una vez que asumió el cargo el nuevo mandatario de ese país, (2017); y no podría soslayarse el derrocamiento del presidente Fernando Lugo en Paraguay, (2012). El aparato del poder imperial ha empleado ‘todas las formas de lucha’ para liquidar la democracia, quebrar al “núcleo duro” de la integración regional, y restaurar  el neoliberalismo. Tomemos nota.

La derecha es antidemocrática e intolerante, violenta y golpista, actúa en función de aplicar la política exterior de los Estados Unidos, a la que se han subordinado de la manera más vergonzante. Pero, al mismo tiempo, y bajo ningún respecto se puede dejar de subrayar que las movilizaciones populares se multiplican en toda la región, el proceso ALBA-TCP se mantiene firme, y en el amplio y plural espacio político que constituye el Foro de Sao Paulo, la solidaridad con la Revolución Bolivariana es la primera prioridad. Derrotas y victorias se suceden en medio de un complejo panorama, porque así son los cambios políticos que reivindican los derechos de los pueblos.

La tercera causa de la crisis de la economía venezolana no es ninguna novedad, ha sido estudiada por destacados científicos sociales, no se circunscribe a los movimientos zigzagueantes que toda realidad económica comporta, ni a las oscilaciones de los precios de los hidrocarburos, ni a errores u omisiones en las que haya podido incurrir el Gobierno Bolivariano, se trata, pues, de un “momento histórico” –para emplear la fraseología de la filosofía clásica-: el modelo de desarrollo del capitalismo rentístico colapsó.
Se puede afirmar –a manera de síntesis- que la economía venezolana ha sido torpedeada por el brusco y sostenido derrumbe de los precios del crudo y de la producción petrolera, el bloqueo a las transacciones financieras internacionales, y el colapso del capitalismo rentístico, y todo esto tiene lugar en medio de una aguda confrontación política, factor a tomar en cuenta, dado que está demostrada la infertilidad de los análisis económicos que no incorporan el problema de las relaciones de poder.
Recuperación, Crecimiento y Prosperidad

La caída del ingreso petrolero, -del cual una parte sustancial es renta internacional de la tierra o renta petrolera-, provocó un grave déficit fiscal, el derrumbe de las importaciones, la baja del Producto Interno Bruto, (PIB), un declive sustancial de las reservas internacionales, y ello derivó en una alta inflación y escasez, estancamiento del aparato productivo, tanto el petrolero como el no petrolero, además, del feroz ataque a la moneda, desde Miami y Colombia.

Ante una situación de tal gravedad lo decisivo era dar un “golpe de timón”: revalorizar el salario de los trabajadores, que había caído a un nivel cuya proporción no era conocida, modificar radicalmente la política cambiaria, la monetaria y la fiscal, que condujeran a un nuevo equilibrio de los índices macroeconómicos, y a partir de esta conmutación, generar las condiciones para que la dinámica productiva prevalezca y romper el “nudo gordiano” de un modelo de desarrollo, capitalista y rentístico.

Habiendo planteado que el desenvolvimiento del programa de Recuperación, Crecimiento y Prosperidad, tiene como telón de fondo la escalada de la estrategia estadounidense contra Venezuela, y cuando la amenaza de intervención militar se cierne sobre el país, resulta útil conocer y comentar los elementos centrales del programa.

-              El establecimiento de una nueva unidad de cuenta: el ‘petro’, cuyo valor equivale al precio de un barril de petróleo, y el nuevo Bolívar Soberano, es decir, el nuevo cono monetario, que está anclado al ‘petro’ y cuya relación se establece en: un ‘petro’ equivale a 3 mil 600 bolívares soberanos, a lo que hay que adicionar, que en estos momentos el barril de petróleo está por encima de los 60 dólares.
-              El salario mínimo se fija en medio ‘petro’, es decir, en 1.800 bolívares soberanos. (Esta es una decisión vital, que la entendemos como un primer paso en el esfuerzo por revalorizar el salario integral, que junto al sostenimiento del empleo, son el eje de la política social bolivariana).
-              Se estableció la libre convertibilidad de la moneda y la centralización por el BCV de las divisas generadas por las empresas estatales. Las transacciones de los privados se someten a subasta, y se realizan a través de los bancos y casas de cambio.
-              Todo este programa va dirigido a resolver el problema del déficit fiscal, y tal y como lo anunció el Presidente Maduro, no se apoyará en la emisión de dinero inorgánico.
-              Se informó sobre los precios acordados con las empresas privadas de los productos de la canasta básica, a objeto de crear un equilibrio en el mercado interno, dando capacidad de compra a las mayorías nacionales por la vía del aumento salarial, pago a los pensionados, pago del bono a las Madres de la Patria, el pago del diferencial del aumento salarial a las empresas, por un lapso de tres meses, y el bono alimentario para los trabajadores.
-              Se incrementó el IVA a 16 %, sin que ello afecte a los alimentos, medicinas, agro insumos, pero además, se exoneró de aranceles, a todas aquellas importaciones que vayan dirigidas a incrementar la producción de alimentos, medicinas y repuestos.
-              Otra de las medidas que se aplicará progresivamente es el aumento en el precio de la gasolina, que será equivalente al precio internacional, a objeto de liquidar el contrabando de gasolina hacia Colombia y otros países, actividad ilegal que representa una pérdida calculada en diez mil millones de dólares anuales, y al mismo tiempo, cada ciudadano que se haya registrado en el censo automotor, a través del ‘Carnet de la Patria’ recibirá un subsidio directo.

-              La Asamblea Nacional Constituyente aprobó la modificación del pago de impuesto sobre la renta, para pechar a los grandes capitales.
-              Capítulo aparte merece las acciones dirigidas a recuperar a Petróleos de Venezuela, en primer lugar, se le exoneró del pago del impuesto sobre la renta, mientras se levanta la producción; está en desarrollo la amplia alianza con inversionistas privados internacionales y nacionales a fin de apuntalar la producción.
-              Una decisión de importancia, para ir resolviendo el problema del déficit fiscal, fue la de destinar una lote de la Faja Petrolífera del Orinoco, “Hugo Chávez”, de 29 mil 298 millones de barriles de petróleo certificados al Banco Central de Venezuela, que serán convertidos en activos financieros.
-              Se inició la tarea de revisar y reestructurar todas las empresas estatales.
En cuanto a este último párrafo relativo a las empresas del Estado, el plan en cuestión está dirigido a reestructurarlas gerencialmente y lograr dos objetivos, el primero de ellos: elevar su producción, y, en segundo lugar: encarar un problema de carácter estructural: aumentar la productividad, y eso solo se resuelve produciendo, y en el juego de la competencia; no obstante, el incremento productividad requiere de una renovación universitaria, que ha de emerger desde el seno mismo de la comunidad universitaria, o no será.

El desafío es abatir la inflación, en este sentido, veamos una reflexión de Keynes: “… Ambos procesos, tanto la inflación como la deflación, han infligido, graves daños. Cualquiera de ellas altera la distribución de la riqueza entre las clases, aunque a este respecto la inflación es la peor. Tienen también el efecto de estimular con exceso o retrasar la producción de riqueza, aunque aquí la más perjudicial es la deflación”.
[Keynes, John Maynard. (2011): Breve tratado sobre la reforma monetaria.]

De lo que se trata, entonces, es de superar la crisis actual, vencer al enemigo imperialista, e ir desbrozando el camino hacia una “economía del bien común”, vale decir, aquella en la que el conjunto de la economía es asumida por la “unión de productores libres”, con base en los principios de la cooperación y la solidaridad, o para decirlo con palabras de Marx & Engels: “En sustitución de la antigua sociedad burguesa, con sus clases y sus antagonismos de clase, surgirá una asociación en el que el libre desenvolvimiento de cada uno será la condición del libre desenvolvimiento de todos”, y esta tesis tiene su sustrato en la convicción de que el colapso del capitalismo rentístico es un hecho constatable, no hay marcha atrás, incluso, aún si se presentase un escenario de altos precios del petróleo.

La aplicación del Programa de Recuperación, Crecimiento y Prosperidad será compleja, las fuerzas sociales ancladas en la práctica de la especulación, las que no conciben que la economía funcione de un modo distinto a la apropiación de la renta petrolera, dejando de lado el riesgo que todo esfuerzo productivo entraña, los empresarios que no pagan impuestos y le regatean al trabajador hasta el último centavo de su salario, quienes tienen empresas quebradas y son inexplicablemente ricos, los tortuosos caminos de la corrupción, el descaro del contrabando de la gasolina, y quienes alcanzan altísimas ganancias, unos 130 mil ciudadanos, y no precisamente por ser grandes productores.
dazaroy@gmail.com


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