Por Tony López R.:
El pasado domingo 26 de agosto, se celebró en Colombia un
plebiscito, con el fin de someter a la aprobación del soberano, siete proyectos de leyes contra la
corrupción y que estas fuera más
“democráticas” y sin vicios. A favor del
sí votaron 11 millones, 604 566 de electores, de un padrón de 36, 783,940 millones según la registraduría y perdieron porque no alcanzo los 12 millones
140 mil votos que requerían para llegar
al 33 por ciento del padrón electoral, esa propuesta del 33 por ciento fue la
que aprobó el Congreso de la República, para validar la votación.
Tal como señalé en el párrafo anterior, la metodología a implementar fue propuesta y apoyada por el Congreso.
Quiere decir que es allí donde se
organizó la trampa, o “mico” como suelen llamarle los colombianos cuando a un
proyecto de ley, le introducen un párrafo,
o buscan una fórmula para impedir
que se apruebe cualquier medida, ley o
leyes porque va en contra de sus
intereses económicos o del sistema.
Se aprobó y estableció, que para que el SÍ ganara debía obtener 12 millones 140
mil votos, que representa el 33 por ciento del padrón electoral de los
inscripto o en edad de votar, una muy difícil meta, los políticos, académicos,
periodistas y pueblo en general saben que del 100 por ciento del padrón
electoral no se cumple, siempre tendrá
la segura ausencia de un 46 a 53 por
ciento a las urnas que históricamente se contabiliza en Colombia, por lo
que resulta prácticamente imposible lograr
ese 33 por ciento que exigían
cumplir.
Esto quiere decir que nunca más de 16 a 20 millones de electores acuden a las
urnas y ese, con absoluta honestidad
debía ser el padrón sobre el cual debían
haber fijado el por ciento que aprobara o no la propuesta anticorrupción o de
lo contrario que ganará el plebiscito la opción que más voto recibiera
entre el SI y el NO, como se hizo cuando
sometieron a plebiscito el apoyo o no a
los Acuerdos de Paz en octubre del 2016, pero en aquel momento las encuesta
aseguraban que el No sería el ganador y era lo que le interesaba a la
oligarquía enemiga de la paz.
El ejemplo más claro lo tienen en estas últimas elecciones,
mientras que Duque logró 10,362,080 y la llamada oposición de izquierda obtuvo
8,034,080, sumado a los votos en blanco, y los nulos, alcanzaron más de 1
millón 200 mil sufragio, resultan 9,234,080 y
acudieron 19,493,497 electores y eso quiere decir que 17, 290,443 ciudadano no acudieron a las
urnas, por las razones que estas sean, no le interesa o no cree en las
elecciones, porque en el fondo se siente
frustrados, lo cual indica que a dos meses de dichas elecciones, es muy difícil
que se modifique la conducta de los abstencionistas y ello quiere decir que el
padrón real debió ser sobre los votantes reales, o sea los más, menos 20
millones de electores. Entonces sí el triunfo del voto por el SI hubiera sido
arrollador, nunca en Colombia, una votación favorable alcanzó semejante
aprobación.
El primer elemento a tomar en cuenta, matemáticamente hablando,
en estas elecciones quedó demostrado que de los 19,493,497 que emitieron su voto a favor de Duque 10,362,080
y la llamada oposición de izquierda obtuvo 8,034,080, sumado a los votos
en blanco, y los nulos, alcanzaron más de 1 millón 200 mil sufragio, resultan
9,234,080 lo cual demuestra una polarización de la población colombiana que
votó.
El segundo elemento,
si tomamos en cuenta que de los 36, 783,940 millones en edad de votar,
lo hicieron 19, 493,497 electores, quiere decir que 17, 290,443 ciudadano, por
las razones que estas sean, no le interesa o no cree en las elecciones, porque
en el fondo no se sienten representados ni favorecidos. Ello sumado a los 9,
234,080 votantes, eleva la negatividad de estos electores con el elegido Duque
a 26, 524,523. Aunque esto es frías matemáticas, también cuenta en la política
y quiere decir que Duque preside un país con casi 27 millones de electores en
contra y una importante división en el país.
¿Porque con 11 millones 604 566 votos a favor del SI contra
la corrupción el pueblo perdió?. Cuando constituye una cifra record de votos a
favor de un tema tan importante para la sociedad colombiana, de todos es sabido que la oligarquía de este
país andino está corrupta y vinculada a los más sucios y espurios
negocios, para muestra un botón, el
actual ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, está bajo investigación por
sus vínculos en el escándalo de los
Paper de Panamá y el ex presidente Juan Manuel Santos está sindicado de haber
obtenido dinero ilícito de la empresa brasilera Odelbrech, por solo citar dos
sobresalientes ejemplos. Lo más interesante, no pasa nada, la impunidad impera
en Colombia bajo la sombrilla de autoproclamarse un país democrático.
Periodista, politólogo y analista internacional.
jorgarcia726@gmail.com
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