En una sociedad capitalista como la nuestra, la cual estamos
la inmensa mayoría de los venezolanos convencidos e interesados en cambiarla
para sustituirla por una de carácter
socialista y chavista, este es un tema que jamás podremos dejarlo a la deriva,
siempre estará entre los que deben concitar el mayor interés de nuestros
pueblos…
¿Qué debemos entender por ciencia?
De la búsqueda que hemos hecho para responder a esta
interrogante, nos hemos topado en la red con estas dos respuestas que copiamos
seguidamente, las que nos atrevemos a considerarlas como muy apropiadas, por
cuanto de modo indubitable se infiere de ellas que la ciencia no puede ser otra
cosa que el resultado incuestionable de una investigación metódica,
sistemática, rigurosa y verificable, en todo tiempo y espacio, así como que su
efectividad no deja lugar alguno para la duda:
1) “La ciencia es un conjunto de conocimientos racionales,
ciertos y probables, obtenidos metódicamente, sistematizados y verificables,
que hacen referencia a objetos de una misma naturaleza” y,
2) “Independientemente del concepto que se maneje, algo es
claro: la ciencia avanza solamente a través de la investigación científica,
pues ella ha permitido al ser humano hacer una reconstrucción conceptual de la
realidad, que es cada vez más amplia, profunda y exacta.”
¿Y la seudociencia, por su parte, qué es?
La palabra “seudo” viene de la raíz griega “falso” y la
palabra ciencia, del latín "scire", que significa saber, es decir que
la definición básica de ciencia es conocimiento, o más precisamente,
conocimiento humano, por lo que, en dos
platos, la seudociencia es la perfecta mascarada de la ciencia que da cuenta de
un conjunto de supuestos conocimientos, metodologías, prácticas o creencias no
científicas pero que asegura tener dicho carácter y se le practica bajo
financiamientos incalculables por parte de poderosas empresas filiales de
grandes corporaciones transnacionales farmacéuticas para el engaño a través de
farsantes, curanderos y charlatanes e, inclusive y he allí lo más condenable, a ojos vista, por profesionales
de la medicina en todas las especialidades que carecen de ética y que, por
desgracia, abundan en esta tierra de gracia.
En la praxis comunicacional, única opción que tenemos los
seres humanos para enterarnos de lo que sucede en nuestro mundo, para bien o
para mal, se cumple con demasiada intensidad y frecuencia, una inadecuada
utilización de la ciencia que se la transforma
en lo que se le conoce como la "paraciencia" que salva y cura
en nombre de la fe y así se logra que sea digerida en una dimensión asombrosa y
eso lo advertimos en tantos espacios que, conscientemente y en perfecta
complicidad, hacen parte de ellos hasta la propia “academia” y,
obviamente, con ese aval todo lo que
diga la “paraciencia” llega a tenerse como la “santa palabra”…!!!
Queda muy en claro que con ello se echa a un lado, sin el
menor escrúpulo, el fin último que se espera obtener de la tecnología fundada
en la ciencia para la producción
farmacéutica que con efectividad le corresponde cumplir su cometido de
sanar y curar enfermedades, de manera general.
Se ha sostenido por parte de expertos la tesis que sugiere
que, en multitud de casos, más que lanzar al mercado un medicamento para curar,
lo que se busca es venderlo al más alto precio como una mercancía más, no como
un bien social, así no sirva para nada…!!!
¿Habrá algo de cierto en ello? No lo dudamos y es por eso
que nos pareció bien interesante referir que en tanto esa situación nos venía
agobiando, nos llegó a nuestras manos el libro “La Mala Ciencia”, del
investigador Ben Goldacre, editado en España (2008, “Espasa Libros, S.L.U.,
Sello Paidós), traducido del inglés por
Albino Santos Mosquera.
Goldacre, nacido en Londres en 1974, es “doctor en medicina,
académico y divulgador científico”, egresado de la universidad de Oxford, quien se especializó en Neurociencia en Milán y en
Filosofía por la British Academy. A partir de marzo de 2015, es Investigador
Senior de Investigación Clínica en el Centro de Medicina Basada en la
Evidencia, Departamento Nuffield de Ciencias de la Salud de Atención Primaria
de la Universidad de Oxford.
Además de su trabajo dedicado a la investigación, Goldacre
es conocido por su columna en el periódico The Guardian, Bad Science, donde se
dedica a denunciar creencias pseudocientíficas y otros engaños.”
De la lectura de su libro se pone de manifiesto desde la
primera hasta la última página, que fundamenta sus denuncias de esa mala
ciencia en un cúmulo de hechos vividos por sus propias y directas
investigaciones, así como en infinidad de datos y cifras que consigna,
incluyendo en cada caso las fuentes respectivas, por lo que todo investigador o
cualquier lector acucioso, perfectamente puede confirmarlas…
Su lectura atrapa y cada vez más a medida que pasamos las
páginas por la sencillez de su lenguaje y no creo que sólo a quienes, como
nosotros, somos neófitos en el tema y que por ello hemos sido, con la más
absoluta seguridad, mil veces víctimas inocentes de sus condenables prácticas
de engaño. Lamentablemente el libro no
está a la venta en el país y el ejemplar que nos llegó fue adquirido en España
y quizás termine siendo unas de esas ediciones sobre las cuales se estarán
pagando cuantiosas sumas de dinero para restringir al máximo su circulación,
por lo que se sugiere a quien pueda ordenar su compra que lo haga…
No obstante ello hemos creído interesante transcribir un
fragmento de su introducción firmada por el propio autor, de manera que a
través del mismo se entusiasmen y de esa manera agoten todo esfuerzo posible
por rastrear la edición hasta encontrarla:
“…este libro dista mucho de ser una mera compilación de
memeces triviales. Refleja, más bien, un crescendo natural que parte de las
estupideces de los charlatanes, pasa por el crédito que se les dispensa en los
medios de comunicación convencionales y que desemboca en los trucos de la
industria de los suplementos alimenticios (que mueve 30.000 millones de libras
esterlinas anuales), en las maldades de la industria farmacéutica (que mueve
300.000 millones)*, en la tragedia en la que se ha convertido el periodismo
científico actual y hasta en el encarcelamiento, el público escarnio o la
muerte de personas, simplemente por culpa de la interpretación errónea que
nuestra sociedad suele hacer de las estadísticas y de las pruebas empíricas
(..) al acabar este libro, ustedes contarán con las herramientas necesarias
para ganar -o, cuando menos, entender- cualquier debate que decidan iniciar, ya
sea en torno a las curas milagro, la vacuna triple vírica, los ardides de las
grandes farmacéuticas, la probabilidad de que un vegetal determinado prevenga
el cáncer, la creciente idiotización de la cobertura informativa de los temas
científicos, las dudosas alarmas sanitarias mediáticas, el valor de las pruebas
anecdóticas, la relación entre el cuerpo y la mente, la ciencia de la
irracionalidad, la «medicalización» de la vida cotidiana, y otras muchas
cuestiones. Para entonces, habrán constatado también la falta de evidencias
sobre la que se basan algunos engaños muy populares, pero, por el camino,
también habrán ido recogiendo todos los conocimientos útiles que hay que tener
para entender el funcionamiento de la investigación científica, los diversos
niveles de evidencia empírica, el sesgo, las estadísticas (tranquilos), la
historia de la ciencia, los movimientos antincientíficos y el curanderismo. Y,
entre tanto, se habrán ido encontrando con algunas de las fascinantes historias
que las ciencias naturales pueden explicarnos acerca del mundo en el que
vivimos.”
Pero, es que es pertinente que nos hagamos esta
interrogante, ¿cómo es posible que se nos engañe tan fácilmente y se nos vendan
medicamentos que para nada sirven y, además, alimentos manufacturados con
aditamentos que pueden ser letales?
Simplemente por ignorancia y es para mayor tragedia saberlo,
que se trata de un engaño colectivo, masivo y de alcance universal...!!!, pero
más aún, por las conductas malvadas y anti éticas de quienes en conocimiento
científico de alguna determinada opción curativa, más allá de indicar el
fármaco que, efectivamente, sana la dolencia o la enfermedad, postergan su
indicación mientras aprovechan las excelentes oportunidades que ofrecen los
seguros de salud para ordenarles a sus pacientes exámenes que en muchas
ocasiones son innecesarios, con lo cual terminan indicándoles fármacos
adicionales que para nada sirven…
En ese juego perverso somos miles de millones los engañados
del planeta, con lo cual se obtienen ganancias cuya rentabilidad es
inmensurable por lo cuantiosa demanda (tómese en cuenta que la tierra tiene
cerca de 7.500 millones habitantes y, además, que el sector farmacéutico es uno
de los negocios más rentable del mundo. Se ha venido afirmando que es mucho más
que el del petróleo y sus derivados), todo ello a fuerza de hábiles y
costosas campañas publicitarias, como
vimos que sucedió en nuestro país en fecha relativamente reciente, ya iniciada
la revolución e inclusive pasados los tragos amargos del golpe de estado de
abril del 2002 y del paro terrorista petrolero de finales de ese mismo año y
comienzos del 2003, para citar sólo un muy pequeño ejemplo, cuando vimos con no menos estupor a algunos
dirigentes bastante conocidos de la revolución Bolivariana, que se prestaron
con su figura y hasta con sus propias voces, quizás sin percatarse que hacían
el papel de tontos útiles, para hacer parte de campañas incansables por la
televisión de los “milagrosos” resultados de la medicina homeopática o
sistémica, como la única solución a cientos de afecciones a la salud, en muchos
casos, inclusive, de aquellas que ya habían sido diagnosticadas por médicos de
alta calidad ética, como incurables…
No creemos necesario abundar más sobre este libro que es una
auténtica Caja de Pandora para la mayoría de los ciudadanos de cualquier país
del mundo que somos, a todo evento, potenciales víctimas de esa condenable
engañifa.
El libro narra mil hechos increíbles, con verdades que
horrorizan y que nos convidan a exigirles a las instituciones del país
prestadoras de salud, que tomen cartas en el asunto y al menos inicien cuanto
antes programas educativos de alerta sobre “la mala ciencia” que comiencen a
ser desarrollados desde la escuela primaria hasta la universitaria y con
carácter de urgencia, se apresten a diseñar un plan de información integral y
permanente para los comunicadores sociales, sin excepción alguna, pero en
especial para aquellos que trabajan para
el Sistema Nacional Bolivariano de Medios Públicos, sobre lo que es la ciencia
en su sentido trascendente y de servicio a la humanidad en el área de la salud,
sus progresos y tendencias, así como mostrar la realidad que sobre el tema vivimos
en el día a día, sus progresos en el control y registro de medicamentos y
cuánto nos falta aún para impedir, en buena medida, que la seudociencia nos
siga engañando…
Los ejemplos abundan y aquí hoy vemos a cientos de miles de
nuestras mujeres, primero víctimas de un sistema consumista insaciable y
perverso que las ha querido convencer, a todo trance y con cierto éxito en
algunos sectores de la población, que no son más que objetos sensuales y/o
sexuales y que luego para alcanzar el mayor brillo como tales, no solamente
deben masajearse y embadurnar sus cuerpos con decenas de pomadas y ungüentos de
altísimos costos para lograr dizque hacerse cada día más bellas, cuando
científicamente ha sido comprobado que en su mayoría se trata de productos que
no ofrecen los efectos que dicen tener y, más aún, logran hasta convencerlas de
que cuanto antes deben someterse a cirugías para agrandarse, al menos, los
senos y los glúteos…!!!
Ya hemos visto las tragedias que esto ha ocasionado, con
jóvenes mujeres de la patria muertas por ese comercio desmedido y sin control
alguno que anda a la buena de Dios cazando por todos los rincones del país
víctimas inocentes de una publicidad engañosa al servicio de una perversa “mala
ciencia”.
Nota:
(*) Un Euro
equivale a 0,90 libras esterlinas, por lo que estamos hablando de 27.000
millones de euros en suplementos alimenticios y 240.000 millones de euros para
la industria farmacéutica, cifras éstas sólo para Inglaterra, la patria del
autor. Por supuesto, esas cifras a esta
fecha deben ser mucho mayores…
rioliverr@gmail.com
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