Por Juan Martorano:
Indudablemente la actual situación económica del país,
indudablemente influenciada por el contexto de medidas coercitivas unilaterales
(sanciones) no sólo afecta a la población y al sector privado de la economía,
sino que tiene importantes implicaciones a nivel político e institucional. Esto
nos obliga a un diseño de un modelo inédito multilateral enmarcado en la
gobernanza mundial. La intención de estas líneas es la de argumentar algunas
ideas acerca de los cambios que deberían implementarse dentro de la
Administración Pública. Un primer apartado tendrá que ver con las posibles
transformaciones que debe asumir el responsable de un cargo de dirección en la
Administración Pública dentro del ámbito de responsabilidad de gestión. Se
trata de un nivel micro de reflexión y
de propuestas, pero que espera contribuir cambios sustantivos en la mejora de
las instituciones públicas.
Un segundo apartado tiene que ver con un informe más macro,
de carácter institucional, presentando propuestas globales de transformación de
los diferentes niveles de la administración pública. Finalmente un tercer apartado dirigido a
formular algunas reflexiones y propuestas sobre el sector público, entendido
éste en sentido amplio: haciendo hincapié en todas unas estrategias de
colaboración y cooperación entre el sector público y el sector privado.
La profundidad y amplitud de la actual situación del país,
la cual inició con la crisis económica que inició en el año 2008, y la cual se
ha agravado en el marco de un conjunto de amenazas multidimensionales y
multiformes en el contexto del nuevo dominio del espectro global promovido por
el gobierno de Estados Unidos, indudablemente generó sorpresa y genera
incertidumbre en actos públicos y privados de Venezuela. Indudablemente esta
tiene elementos comprensibles e incomprensibles. Dentro de los elementos
incomprensibles en cuanto a la sorpresa es porque para muchos estudiosos es
sabido que en un sistema de economía de mercado las crisis son cíclicas y
después de una época de crecimiento tan amplia, de al menos 15 años sin duda,
los que controlan dicho sistema nos iban a sumir en una crisis severa.
En todo caso, es comprensible la sorpresa por la naturaleza
de la crisis: crisis financiera derivada de la desregulación, crisis mundial
con intrincadas interdependencias explicadas por el fenómeno de la
globalización. Se disfrutó de un crecimiento inexplicable en el mundo gracias a
la promoción de un mundo multicéntrico y
pluripolar promovido por Hugo Chávez, y ahora se padece una situación
compleja y difícil debido a la labor de lobby y de aislamiento internacional
promovido por la corporatocracia mundial personificada en su mayor actos
político como lo es en estos momentos la administración Trump.
Los distintos operadores que hacen vida dentro del sector
público se encuentran desde hace rato padeciendo complicaciones en la
administración de los recursos, ya que desde el año 2009 han venido concediendo
menores recursos, aunque se incrementa en la inversión social. Este incremento
de recursos públicos en la inversión social está destinado a paliar los efectos
de la actual situación y a mantener los grandes servicios que prestan nuestras
instituciones públicas, aunque a nivel micro, la mayoría de unidades
administrativas y de ámbitos de gestión disponen de menores recursos que en
años anteriores.
Es imprescindible en estos momentos ser estratégicos, puesto
que sin unos sólidos marcos de definición estratégica en cuanto al diseño de
nuestras políticas públicas y de definición de un modelo de gestión, las
decisiones derivadas de la actual situación se van a tomar a ciegas y no
tendrán el impacto esperado por los administradores.
La actual crisis económica y la posibilidad de que los
recursos económicos continúen cayendo nos van a obligar a la inmersión de un
proceso de toma de decisiones muy denso. Hay que definir recortes, políticas y
servicios que vamos a dejar de percibir, sin sacrificar lo social, por
supuesto. Y es de ahí que para la toma
de decisiones con garantías institucionales y que generen las menores
afectaciones externas de manera negativa es imprescindible poseer una hoja de
ruta de carácter estratégico ya que sin ella nos perderíamos en los entramados
decisionales. Antes de afrontar las decisiones vinculadas a la crisis
deberíamos confeccionar dos documentos estratégicos que nos permitan definir
como visualizamos nuestro ámbito de gestión de cinco a diez años. Un primer
documento tipo plan estratégico que defina la misión, líneas estratégicas y los
objetivos más relevantes de cada una de las unidades administrativas. Un
segundo documento debería definir el modelo de gestión en el futuro dentro del
amplio abanico de posibles alternativas institucionales.
También la crisis hay que verla como oportunidad para romper
las lógicas incrementa listas, es decir, y el mismo presidente Maduro lo ha
expresado en varias de sus intervenciones, aprender a hacer más con menos
recursos.
También la obligación de ir dejando de lado políticas y
servicios que pueden haber cumplido la función para la que fueron diseñadas,
pero que producto de las circunstancias que actualmente afrontamos, no son las
más pertinentes o han quedado obsoletas en el tiempo. El impulso de cambios
dentro de nuestras organizaciones, y más si son de la Administración Pública a
sus diversos niveles es una tarea verdaderamente complicada y harto difícil, ya
que por una parte hay que afrontar importantes resistencias internas (todas las
personas en el marco organizativo, en la mayoría de los casos tienden a ser
conservadoras) , por otra parte hay también toda una constelación de clientelas
que van a defender sus posiciones económicas, intereses y posiciones de poder,
además de poseer importantes niveles de influencia sobre nuestros superiores.
De ahí que la crisis y la merma de recursos pueden verse como una
extraordinaria oportunidad, el argumento para la toma de decisiones muy
positivas que redunden en la mejora de la gestión pública.
Es importante tener en cuenta que la toma de decisiones
responsable no ligada al corto plazo sino al mediano plazo, se traduce en no
tomar decisiones coyunturales sino con un amplio sentido estratégico.
En un principio, buena parte de las decisiones pueden ser
razonables a corto plazo y a nivel coyuntural. Pero también es posible que,
estas decisiones hoy razonables, sean muy perniciosas para el futuro próximo de
nuestras instituciones. Decisiones tomadas de forma rápida y bajo mucha presión
pueden generar una desinstitucionalización
originadas por unas caóticas marchas atrás y hacia adelante que van a
desubicarnos y nos pueden ubicar incluso hacia la pérdida de identidad de
nuestra Administración Pública. De ahí la importancia de definir un proceso
decisional bifronte: por una parte analizar lo que es más razonable para la
organización a corto plazo y, por otra parte, estudiar los impactos de estas
decisiones a mediano plazo. Solo con esta mirada estratégica que fija un ojo en
el presente y otro en el futuro, pudiendo lograr un proceso de toma de
decisiones razonable y beneficioso, o al menos no perjudicial para nuestras
instituciones.
Por ahora lo dejaremos hasta aquí, pero pendientes porque
esta historia continua.
¡Bolívar y Chávez viven, y sus luchas y la Patria que nos
legaron siguen!
¡Independencia y Patria Socialista!
¡Viviremos y Venceremos!
jmartoranoster@gmail.com ,j_martorano@hotmail.com
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