Por Tony López R. (*):
El Secretario de Estado Mike Pompeo, durante la 48 Asamblea
de Cancilleres, reunidos en Washington el pasado 4 y 5 de junio, sembró la
matriz de opinión que se había aprobado una resolución contra Venezuela para
aplicar la Carta Democrática de la OEA, de acuerdo a los Artículo 20 y 21 de dicha Carta, aunque
había que esperar a otra reunión de este Ministerio de Colonias, para lograr la
votación requerida, los dos tercios de la membrecía o sea 24 votos, algo que no
consiguieron en ésta, la décimo cuarta votación en los últimos cuatro años
contra Venezuela.
Es de esta manera como actúa el Jefe del Ministerio de
Colonia, también conocida como la Organización de Estados Americanos (OEA)
respaldado por su empleado el corrupto Luis Almagro. Pero dicha Carta Democrática
no puede aplicarse a Venezuela, por la sencilla razón de que Venezuela en la 47
Asamblea de la OEA celebrada en Cancún, México, donde también fracasó Estados
Unidos, pidió su salida de la OEA, solo
por procedimientos burocráticos y de tiempo no se había concretado la
salida de esa institución, es lo que al
final se esperaba. Pero desde ese momento Venezuela ya no formaba parte de la
OEA.
Hay una tergiversación de la Carta de la OEA y la Carta
Democrática y la interpretación, obviamente, es de acuerdo a los intereses de
Estado Unidos, pero veamos qué realmente
plantea la carta de la OEA en su primer:
CONSIDERANDO: qué “la Carta de la Organización de los
Estados Americanos reconoce que la democracia representativa es indispensable
para la estabilidad, la paz y el desarrollo de la región y que uno de los
propósitos de la OEA es promover y consolidar la democracia representativa
dentro del respeto del principio de no intervención”.
Precisamente el primer principio de no intervención que
establece la Carta de la OEA, es el que el Gobierno de Estado Unidos, usando al
Secretario General y su aliados del
llamado Grupo de Lima, proponen y trabajan para violar.
Y qué norma el artículo No 18 de dicha Carta: “Cuando en un
Estado Miembro se produzcan situaciones que pudieran afectar el desarrollo del
proceso político institucional democrático o el legítimo ejercicio del poder,
el Secretario General o el Consejo Permanente podrá, con el consentimiento
previo del gobierno afectado, disponer visitas y otras gestiones con la
finalidad de hacer un análisis de la situación”.
En Venezuela no hubo ruptura institucional y por tanto de
acuerdo al artículo 18, el Gobierno ni dio consentimiento, ni consideró
necesario inmiscuir a la OEA y mucho menos a su Secretario General, que ya
venía conspirando con la oposición venezolana, especialmente con el Presidente
del Parlamento y otros congresistas.
La alteración claro
que la hubo, pero no partió del Gobierno, es público y sabido, que en las
elecciones del 2015 la oposición ganó mayoría en el Parlamento, pero no tenía
las dos terceras partes, porque varios diputados opositores habían ganado
fraudulentamente el escaño, por lo que la Corte Suprema los desaforó, sin
embargo, desacatando dicha sanción, el presidente del Congreso Ramos Alud, los
juramentó, con el propósito de tener las dos terceras partes y tal como
anunció, promover la destitución del presidente Nicolás Maduro Moro, pero sus
planes fracasaron, no pudieron recabar las firmas para el revocatorio y entre
el año 2016 y 2017, aceleraron los planes desestabilizadores.
En estos dos años mencionados, se aumentaron las presiones,
incluyendo sanciones financieras, graves desabastecimientos alimenticios y
médicos, guerra económica, caída del precio del petróleo y, obviamente, también
errores de funcionarios públicos, todo lo cual fue un acumulado y
milimétricamente concebido en el Plan Maestro del Comando Sur.
El Plan concebía crear las condiciones desestabilizadoras y
el gran caos, ambientado con las brutales
y perversas “guarimbas” dirigidas y orientadas por la embajada de los
Estados Unidos en Caracas, a través de los sectores terroristas de la Mesa de
Unidad Democrática, los que hipócritamente conversaban con el Gobierno
venezolano en República Dominicana, la
puesta en práctica del Plan, explica la
insólita decisión de la Mesa de Unidad Democrática de retractarse de los
acuerdos de paz alcanzados en República Dominicana, donde aceptaban participar
en las elecciones presidenciales del 20 mayo.
Los 19 votos alcanzado en la 48 Asamblea de la OEA al final
es una derrota para Estados Unidos, Venezuela está fuera de la OEA, por
voluntad propia y aunque fueron tres los países que votaron en contra y 11
abstenciones, algunos muy vergonzantes, no cabe la menor duda de que las presiones
brutales a que han sido sometidos los llevaron a no aceptar votar en contra,
pues también saben que ceder les traerá un alto costo político interno.
Ahora si quieren intervenir, militarmente bajo la cobertura
de una acción “humanitaria”, no tendrán el argumento de la Carta Democrática,
lo tendrán que hacer descaradamente y en este Plan está muy comprometida
Colombia según lo ha manifestado públicamente su Presidente y otros altos
funcionarios luego de las reuniones sostenidas con el Almirante Kurd W Tipp,
Jefe del Comando Sur.
Cualquier aventura en Venezuela, Estados Unidos y sus
aliados enfrentaran el repudio y la
solidaridad internacional y el riesgo de que una chispa prenda la pradera. Legalmente tendrán que asumir la grave la
violación de la Carta de las Naciones Unidas y muchos Gobiernos deberán
explicar las razones que los llevaron a violar
los Acuerdos de la CELAC, de mantener a la América Latina y del Caribe
como zona de paz.
Como dijera nuestro José Martí: “Toca a la prensa encaminar,
explicar, enseñar, guiar, dirigir; tócales examinar los conflictos:”
(*) Periodista, politólogo y analista
internacional.
jorgarcia726@gmail.com
0 comentarios:
Publicar un comentario