Por Eduardo Andrade Bone
Para nadie es un misterio que a través de la historia de la
humanidad los grupos de poder imperiales jamás han aceptado y aceptaran que los
pueblos del mundo puedan vivir con dignidad, se desarrollen con plena
soberanía, opten por su propio camino, para que sus necesidades más básicas
puedan estar resueltas. Primero fueron los Imperios, luego las casas reales
parasitarias, los colonialistas, las aristocracias, luego las oligarquías, la
burguesía, el capitalismo industrializado, las grandes corporaciones y una de
las expresiones más brutales del capitalismo, el neoliberalismo financiero
quienes han usufructuado de todo el poder, para dar rienda suelta a sus más
bajos instintos primitivos y animales.
Para tales efectos la bestia capitalista asociada a las grandes
corporaciones y los grupos de poder económico, a través de la historia han
generado guerras mundiales, conflictos bélicos en los más diversos lugares del
planeta, han instalado dictadura militares, han comprado políticos y
funcionarios corruptos, han utilizado sicarios, mercenarios, terroristas y
carteles mafiosos para profitar del poder, de allí que en esta confabulación en
contra de Venezuela, el papel que juega la bestia capitalista no es la
excepción.
En lo político la bestia capitalista aparece de forma
encubierta en las iglesias cristianas, financia fundaciones, grupos políticos de extrema derecha, de
centro derecha y los sectores de derecha
de la socialdemocracia que están dispuesto a jugar el rol de guardianes de los
interese económicos de la barbarie que busca desatar el capital en
Venezuela.
En este sentido todo parece indicar que ante un mundo en
caos y en donde todos parecen haber perdido la brújula, las fuerzas
conservadoras, reaccionarias y neofascistas, están dispuestas a jugárselas el
todo por el todo, para poner fin al proceso de cambios que vive Venezuela,
conocido como revolución bolivariana y que fuera inagurado por la figura
inmortal del ex presidente Hugo Chávez.
Ahora las fuerzas que conspiran para poner fin al legado de
Hugo Chávez y que buscan el derrocamiento del presidente Nicolás Maduro, no
trepidan en nada para crear las condiciones propicias para dar el asalto final
y recuperar el país a través de “un golpe de estado”, la guerra civil, el
asesinato del mandatario venezolano y sus colaboradores más cercanos o la
intervención directa de los Estados Unidos en el país caribeño.
La bestia capitalista que se encuentra en decadencia y con
una enfermedad terminal, encabezada por Estados Unidos, buscan justificar y
legitimar el golpe de estado o la intervención extranjera, vía Colombia o el
tío Sam, en momentos en que se intensifica la campaña mediática terrorista
golpista contra Venezuela.
"Es hora de un golpe de Estado en Venezuela":
titula, un artículo publicado recientemente por la revista Foreign Policy
(07.06.18) pide a EE.UU. y sus aliados "sentar las bases" para
desestabilizar y derrocar el gobierno del presidente Nicolás Maduro. El
articulista, llamado José R. Cárdenas, ex jefe de la USAID para Latinoamérica,
chillaba ya anteriormente a través de editoriales del New York Times y The
Economist, dicho golpista llamaba al ejército venezolano a "restablecer
una democracia constitucional legítima". Y de hacerlo sin votos: por la
fuerza.
De allí que el objetivo último y final para las grandes
corporaciones norteamericanas, el complejo militar industrial, el poder del
dinero, las mafias políticas corruptas de centro derecha del país caribeño, es
recuperar el control de los recursos naturales más importantes de Venezuela, al
costo de un baño de sangre, de la misma forma como hicieran con el Chile del
presidente Salvador Allende.
Los intentos por erosionar y socavar la cohesión y unidad de
las fuerzas armadas bolivarianas, se encuentran entre los planes de primer
orden para producir el quiebre democrático. Planes que han sido descubiertos
por los servicios de seguridad venezolanos. Sin embargo el departamento de
Estado para asuntos latinoamericanos, aún no encuentra el Pinochet, que haga el
trabajo sucio para recuperar el control del país.
En Venezuela como en otros países, los recursos naturales,
son todos aquellos elementos ofrecidos por la madre naturaleza hacia los
hombres para que estos puedan suplir sus necesidades más elementales. Estos
recursos son vitales, no solo porque suple las necesidades del hombre, sino
porque hace posible la subsistencia del mismo en su propio ambiente natural.
Los recursos naturales de Venezuela se basan principalmente en sus grandes
reservas de petróleo, gas natural, coltán, hierro, oro, bauxita, carbón,
hierro, plata, cobre, plomo, estaño, manganeso, níquel, titanio, mercurio,
tungsteno, diamantes, bauxita, cromo, magnesita, fosfato, mica, amianto, sal,
caolín, energía hidroeléctrica, fauna marina, entre otros recursos.
De allí que el Imperialismo norteamericano y los seudo
demócratas de la Unión Europea, junto a los mandatarios de centro derecha de
América Latina ligados a los escándalos de Odebrecht y la corrupción
(Argentina, Chile, México, Paraguay, Colombia, Brasil, etc.), además de los
títeres golpista del Grupo de Lima, el jefe de la conspiración Luis Almagro
(OEA) y la prensa negra y amarilla occidental, están empeñados en la búsqueda
de un “golpe de estado incruento”, todos alineados con la centro derecha
venezolana, para recuperar el saqueo del país.
De producirse un golpe de estado exitoso, la venganza será
siniestra, comenzará la cacería de brujas y al igual como en Chile, Venezuela
se verá enfrentado a la represión, persecución y muerte de los altos
funcionarios de gobierno, de los miembros del partido PSUV, de los dirigentes
sociales, sindicales y de izquierda, miles se verán enfrentados a la tortura, a
la desaparición de personas, miles será hacinados en campos de concentración y
miles tendrán que salir al exilio, pues el poder del dinero no tiene escrúpulos
ante nada, cuando se trata de la defensa de sus privilegios e intereses.
Los llamados al golpe de estado desde la prensa amarilla
norteamericana y occidental, cada vez son más virulentos, más agresivos.
Llamados que se realizan desde las filas del Partido Republicano y el sector de
derecha del Partido Demócrata y personeros diversos de la derecha de América
Latina y el golpismo estadounidense. Con ello, Estados Unidos intenta revivir
el ciclo de los golpes militares y la Operación Cóndor en la región, pues
después de Venezuela, viene Nicaragua y Bolivia, pues el Imperio no está
dispuesto a aceptar más gobiernos reformistas o progresistas. Es más, incluso
medios de prensa mexicano destacan que los EE.UU. no están dispuestos a aceptar
un gobierno encabezado por Manuel López Obrador (AMLO) de corte socialdemócrata
y favorito en las encuestas.
Cuando resuenan las palabra golpe de estado, me viene al
recuerdo párrafos de las última palabras de la figura inmortal del presidente
Salvador Allende, cuando al momento del golpe de estado expresaba: “El capital
foráneo, el imperialismo, unido a la reacción, creó el clima para que las
Fuerzas Armadas rompieran su tradición”, para luego agregar ante el asesinato
del “Comandante Araya, víctimas del
mismo sector social que hoy estarán en sus casas, esperando con mano ajena
reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus
privilegios”.
En su última alocución al pueblo chileno, el presidente
Allende agrega además: ”Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino,
al intelectual, a aquellos que serán perseguidos... porque en nuestro país el
fascismo ya estuvo hace muchas horas presente en los atentados terroristas,
volando los puentes, cortando la línea férrea, destruyendo los oleoductos y los
gasoductos, frente al silencio de los que tenían la obligación de proceder:
estaban comprometidos”.
El fascismo en Venezuela impulsa las “guarimbas”, el
sabotaje, el desabastecimiento de los productos alimenticios de primera
necesidad, el mercado negro, la especulación de precios, todo lo que da como
resultado además, que se dispare
gradualmente la inflación, cuestión que los golpistas también pusieron en
práctica en Chile.
Ahora una “guerra civil” en Venezuela sería catastrófica,
pues esta permitiría la intervención militar directa o encubierta de los
Estados Unidos, a través de sus bases instalada en territorio colombiano (8) y
utilizando como carne de cañón a los grupos paramilitares de extrema derecha,
que asolan los campos colombianos
asesinando campesinos, dirigentes sociales, dirigentes políticos y de
defensa de los derechos humanos y que cuentan como aliados a los carteles del
narcotráfico.
Finalmente cabe destacar que la única forma de parar la
escalada golpista es cohesionando férreamente a las fuerzas políticas, sociales
y militares que están por el proceso de cambios impulsados por la revolución
bolivariana, además de resolver los problemas derivados de la situación
económica alimenticia de la población y en donde el pueblo venezolano juegue un
rol protagónico y de primera línea en la defensa de los intereses nacionales.
Eduardo Andrade Bone
Comunicador Social
Analista Político
Corresponsal de Prensa
aindoamericanap@gmail.com
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