Por Néstor García Iturbe:
Es posible que las últimas actividades de Mike Pence, el
Vice-presidente de Estados Unidos, hayan sido catalogadas por muchos como
alguien que está haciendo su trabajo. Por lo regular, en las administraciones
que han cursado por la Casa Blanca, el vicepresidente estadounidense realiza
actividades de poca significación política, no es una figura que con frecuencia
salga a la luz pública haciendo declaraciones ni fijando políticas. Cómo se ha repetido muchas veces, su principal
tarea es sustituir al presidente en caso de que este muera en el cargo. Por lo
demás todos han sido figuras poco destacadas dentro de la administración en la
cual sirvieron.
En el caso de la administración Trump, la posible
sustitución del presidente no es una idea remota. El resultado de las elecciones de noviembre
del 2018 pudieran determina la pérdida de algunos escaños que en estos momentos
están en manos del partido republicano lo cual abriría las puertas al “impeachment” del cual se ha estado
hablando desde hace meses. Otro aspecto
a tomar en cuenta es la posibilidad de que Trump tenga que comparecer ante el
Gran Jurado debido la investigación
realizada por el Fiscal Especial, Robert Muller. Cualquiera de estos eventos
pudiera dejar la figura de Trump lista para salir de la Casa Blanca.
Los criterios sobre del presidente, expresados por muchos de
los que en un momento estuvieron entre sus colaboradores en el Ejecutivo, más
los de un buen número de Senadores y Representantes republicanos, que en
repetidas oportunidades han planteado su desacuerdo sobre políticas propuestas por Trump, nos permiten percibir
la seria división existente dentro de su propio partido, donde la mayoría trata
de salvar su figura alejándose lo más posible de la de Trump, negándose a ir a
la reelección.
Los métodos de trabajo del actual presidente distan mucho de
ser el resultado de un trabajo en equipo, donde predomina su criterio personal
y estilo de trabajo, como si estuviera dirigiendo una empresa en la que por ser
el dueño debe hacerse lo que el diga y saca de la misma, a veces sin explicar
el porqué, a los que no siguen sus orientaciones. Algo muy distinto a cómo debe
funcionar un gobierno y las coordinaciones necesarias que debe realizar con el Congreso.
Algo parecido ha sucedido en el campo internacional. Toda una serie de obligaciones asumidas por
Administraciones estadounidenses en convenios y acuerdos con otros países, han
sido rechazadas por Trump prácticamente sin dar una explicación lógica sobre el
asunto y sin medir las consecuencias que esto puede tener para Estados Unidos.
En esto podemos incluir los acuerdos sobre el Cambio Climático, las constantes
sanciones a distintos países mostrando un pensamiento verdaderamente
hegemónico, las tarifas a China y otros países sin medir las consecuencias para
la propia economía de Estados Unidos, sus constantes amenazas de salir del
TLCAN y más recientemente los acuerdos
con Irán que pudieran tener serias consecuencias, principalmente para sus
aliados, los países de la Unión Europea.
Esta es una forma caprichosa y poco analítica de conducir
las relaciones con otros países, lo cual demuestra además de superficialidad de
análisis, el no reconocer que las administraciones anteriores, al firmar esos
acuerdos, estaban defendiendo los intereses del “establishment” más acorde a la
situación internacional y el nuevo Orden Económico Internacional.
La negativa de Trump de asistir la reunión de Perú, una demostración más de
su pensamiento hegemónico hacia América Latina, la cual considera un traspatio
seguro, donde solamente unos pocos se atreven a enfrentar los designios estadounidenses, le dio la
oportunidad a Mike Pence de contactar con todos los presidentes asistentes a la
reunión, establecer acuerdos con la mayoría de los mismos y públicamente proclamar
la política que considera debe seguirse con Venezuela, Nicaragua y Cuba, una
ratificación de que el vicepresidente conservador continuará rigiéndose por la
Doctrina Monroe.
Esto le dio la oportunidad de lucir “presidenciable”,
haciendo declaraciones que ratifican a los principales políticos republicanos
que seguirá la tradición establecida, impecablemente vestido, utilizando un
lenguaje menos ofensivo y ratificando a sus títeres latinoamericanos que
trabajará en función de mejorar las relaciones con ellos, tomará medidas con las deportaciones y todo
aquello que tiene que ver con los inmigrantes, cuyas remesas representa en
muchos casos una parte importante de los ingresos del país.
Algunos analistas políticos han planteado que de asumir
Pence la presidencia el partido republicano se fortalecerá, muchas de las
medidas tomadas por Trump se anularán y mejorarán las relaciones
internacionales con los países de la Unión Europea, China y Rusia. En relación con América Latina, los cambios
son menos probables, habrá que espera que “Dios le hable sobre el asunto”, pues
dice Pence que con cierta frecuencia se comunica con él.
sarahnes@cubarte.cult.cu
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